El primero de agosto de 2006, una turba inmensa de mujeres se hizo del control y la transmisión de la radio y el canal de la televisión estatal del estado mexicano de Oaxaca. «Rompimos con el mito de la tecnología y abrimos los micrófonos a toda la gente», recuerda la maestra Fidelia Rodríguez. «Nuestra voz […]
El primero de agosto de 2006, una turba inmensa de mujeres se hizo del control y la transmisión de la radio y el canal de la televisión estatal del estado mexicano de Oaxaca. «Rompimos con el mito de la tecnología y abrimos los micrófonos a toda la gente», recuerda la maestra Fidelia Rodríguez.
«Nuestra voz rompió todos los cercos y se escuchó en todo el mundo», explica la profesora. Ahora ella y miles de mujeres se dicen dispuestas a no volver al silencio.
Durante 21 días, aquellas que jamás se habían interrogado sobre cómo funciona la transmisión, ni cómo operan las ondas sonoras, ni cómo se logran las imágenes, fueron directoras, productoras, locutoras, programadoras y redactoras.
Programaron mesas redondas, transmitieron documentales proscritos, abrieron un canal de comunicación popular, hicieron noticieros, dieron avisos, anunciaron peligros y así –dicen quienes analizan el hecho– dieron, en tiempos de la comunicación global, un golpe certero que contribuyó a consolidar la lucha emprendida por el pueblo oaxaqueño.
En esos días «aprendimos todo el sistema; con miedo, sin duda, adquirimos habilidades comunicativas y pudimos explicar al pueblo todo lo que ocultaban los medios comerciales sobre el movimiento de los pueblos de Oaxaca», rememora Patricia Jiménez.
Y Judith Méndez señala que la gente cuidó el canal. Mientras, en muchas calles y lugares de la capital oaxaqueña había enfrentamientos y apresamientos, «podíamos estar adentro, informando, cuidadas por la gente, los estudiantes, las amas de casa, los hombres y mujeres de colonias urbanas y poblaciones».
La toma del canal 9 de televisión en Oaxaca, situada a unos 600 kilómetros al sur de la capital de la República , donde vive el 10 por ciento de la población indígena y se reportan altos índices de desnutrición, muerte materna y abandono institucional, se festejó con una tanda de mesas redondas y una marcha callejera, entre el 30 de julio y el primero de agosto.
En la capital oaxaqueña, el pueblo está en rebeldía desde junio de 2006 y son innumerables los asesinatos, las aprehensiones ilegales, los actos de tortura y la persecución. Muchas de las trabajaron allí tienen órdenes de aprehensión, en los festejos contaron sus experiencias, sus dificultades, la angustia que les produjo tomar la decisión de participar en el movimiento, las culpas de dejar familia, compañeros, hijos e hijas.
Según Patricia, la experiencia cruzó todos los campos del aprendizaje y la decisión de decir al mundo lo que sucedía, a la elaboración de comisiones, grupos de protección, charlas íntimas entre nosotras y la toma de conciencia del significado de los medios de comunicación, como instrumentos de la democracia.
Nancy Mota Figueroa, la más joven, recuerda que esos 21 días fueron tensos. «Durante las noches oímos ráfagas de armas largas, y en una, cuando cayó el primer muerto del movimiento (un hombre que funcionaba como vigía de la televisión), tuvimos que atender ahí, en las instalaciones, a los responsables del crimen y contenernos, curarlos, darles de comer y luego entregarlos con vida».
Ella, que aprendió a ser locutora y a hilar cada frase y palabra, considera que esta experiencia fue la más trascendente en su corta vida. Había que elegir entre ser como ellos, los que nos reprimen y persiguen, y respetar la vida de los criminales.
La especialización
A los 21 días, cuando las transmisiones se fueron acortando y la radio y la televisión tuvieron cortes, restricciones y las autoridades las sacaron del aire, las mujeres salieron armadas y decididas a no cortar la información. A partir del 21 de agosto tomaron otras 13 estaciones de radio comerciales y continuaron informando por algunos días a la gente de los Valles Centrales de Oaxaca.
En el Canal 9 y la radio oficial, desde el primero de agosto, y luego en las radios comerciales, la gente aprendió a llevar sus mensajes para darlos a conocer y pedir la localización de sus familiares. Se recibieron día a día quejas y peticiones y mensajes de denuncia.
Se hacían cortes informativos sobre los movimientos de la policía, que iba poco a poco tomando las calles y derribando las barricadas que alzaron los maestros y el pueblo, que formó la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).
En el camino han quedado, a lo largo de más de un año, al menos 20 muertos, decenas de encarcelados, desaparecidos, violaciones sexuales a algunas mujeres, cateos ilegales, órdenes de aprehensión y juicios sin debido proceso.
La organización
La toma de los medios se hizo luego de una marcha de mujeres, con sartenes y cacerolas en la mano. A la radio le llamaron Radio Cacerola y blandieron con las herramientas femeninas por la justicia y el cese de los enfrentamientos.
Ese primero de agosto, las mujeres de la APPO habían decidido trascender las acciones de ayudantía, dejar la cocina, el mandil, y participar más activamente. «Esperábamos a unas 1.000 o 2.000 mujeres en la marcha. Llegaron 20.000. Los hombres habían intentado tomar la televisión, pero no lo lograron, y esa noche, como éramos tantas, nos decidimos», recuerda Guadalupe Vásquez.
Como resultado de esa acción comunicativa nació la Coordinadora de Mujeres de Oaxaca (COMO), que este primero de agosto de 2007 entró en una nueva fase y se dispone a discutir su organización a partir de la convicción de que las mujeres «estamos discriminadas y oprimidas», dijo Patricia Jiménez.
Reconocemos que es tiempo de influir y desarrollar un movimiento fuerte de mujeres y feministas, que trabajan en Oaxaca desde hace 30 años, dijo a SEMlac Margarita Dalton, investigadora y fundadora del grupo de estudios de la mujer «Rosario Castellanos».
Mientras tanto, se mantienen los ecos de agitación y organización de la población. En julio pasado se reanudaron las protestas que iniciaron los maestros y las maestras, a las que se fueron sumando pobladores y pobladoras de toda la entidad.
Nuevas acciones de represión aparecieron a partir del 16 de julio y están pendientes varios juicios y la liberación de presos. La demanda central, la renuncia del ejecutivo local, Ulises Ruiz Ortiz, también sigue pendiente, como pendientes están las denuncias de organismos de derechos humanos nacionales e internacionales.
Se reconoce que la APPO está en crisis. Sin embargo, las mujeres de la COMO quieren trascender la crisis y las coyunturas. Designaron el primero de agosto como el día de la Mujer Oaxaqueña.