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La Universitat de València conmemora el homenaje que tributó al poeta durante la dictadura franquista

Miguel Hernández 50 años después

Fuentes: Rebelión

En el centenario del nacimiento del poeta Miguel Hernández (1910-1942), el escritor Higinio Polo recuerda el tiempo en que Neruda publicaba en la revista «Caballo Verde» poemas del oriolano, con las resonancias de autores como Góngora, Alberti, Guillén o Aleixandre. «Sin perder su fuerza, la pasión llega ‘con un dolor de cuchillada’», afirma Polo en […]

En el centenario del nacimiento del poeta Miguel Hernández (1910-1942), el escritor Higinio Polo recuerda el tiempo en que Neruda publicaba en la revista «Caballo Verde» poemas del oriolano, con las resonancias de autores como Góngora, Alberti, Guillén o Aleixandre. «Sin perder su fuerza, la pasión llega ‘con un dolor de cuchillada'», afirma Polo en el artículo «Miguel Hernández, cuando cañoneaban Madrid» (El Viejo Topo, septiembre de 2016). Además advienen las referencias al mundo agrícola, la sexualidad, los toros, el paisaje de Castilla, el alma popular y los cambios que acompañaron a la II República. En enero de 1936 Hernández fue detenido por la guardia civil en la orilla del Jarama, golpeado y maltratado en el cuartel. Intelectuales como Pablo Neruda, Federico García Lorca, José Bergamín y Rafael Alberti firman una declaración de apoyo, en la que denuncian las constantes vejaciones del cuerpo armado a los «hombres del pueblo». Los hechos ocurren durante el «bienio negro», pero un mes después llegaría la victoria del Frente Popular. Miguel Hernández está muy cerca de Alberti y María Teresa León. «Estoy con vosotros, lo he comprendido todo»… «Y se afilió al PCE», recuerda Higinio Polo.

El Fórum de Debats de la Universitat de València recordó el 31 de mayo, dentro de las VII Jornades de Memòria Democràtica, el 50 aniversario del homenaje que la universidad rindió a Miguel Hernández, en 1967. Estudiante durante aquellos años, Manuel García recuerda que antes, en la primavera de 1966, tuvo lugar un homenaje a Antonio Machado en Baeza (Jaén), de ámbito estatal. La celebración de la figura de Miguel Hernández se organizó en la Facultad de Filosofía y Letras valenciana, con un programa que incluía la lectura de poemas, cartas de adhesión y una excursión al cementerio de Alicante, donde se halla soterrado el «poeta del pueblo». «Recuerdo la llegada del escritor Juan Gil-Albert, que tras atravesar el cordón de ‘grises’ y miembros de la Brigada Político-Social que rodeaban la facultad, leyó unas palabras en el paraninfo dedicadas al poeta oriolano», explica García en el libro «Memoria del antifranquismo. La Universidad de Valencia durante el franquismo (1939-1975)», de Benito Sanz y Ramón I. Rodríguez. Dejó huella del acto un cartel a serigrafía obra del Equip Realitat, que ponía de manifiesto la cooperación entre el movimiento estudiantil y los artistas de izquierda.

Fascinado por «Residencia en la tierra», de Pablo Neruda, Miguel Hernández escribió en enero de 1936 un artículo en el diario El Sol, que implica una declaración de principios. Trata del vencimiento de la forma poética y su superación, apunta el profesor de Literatura Española en la Universitat de València, Javier Lluch, quien ha participado en las VII Jornades de Memòria Democràtica. «Odio los juegos poéticos de sólo cerebro. Quiero las manifestaciones de la sangre y no las de la razón, que lo echa a perder todo con su condición de hielo pensante (…)», afirmó el poeta de Orihuela. Javier Lluch destaca que Miguel Hernández es uno de los ejemplos de autores que se pasaron de la «pureza» poética a la revolución, por las exigencias de la época. De ahí su compromiso en defensa de la II República.

En 1935 el poeta colabora con las Misiones Pedagógicas y en 1936 alumbra «El rayo que no cesa». En «Elegía a Ramón Sijé» o en «Me llamo barro» se constata, según Lluch, un tono existencialista y fatalista, «muestras de una pauta estética que devendrá una poética de la impureza». Fruto de su militancia son el romancero contra el fascismo, los cantos al héroe popular, individual y colectivo, y la exaltación de las gestas republicanas. El poeta-soldado, afiliado al PCE, miembro del Quinto Regimiento, comisario político y presente en los frentes de Madrid, Andalucía, Extremadura y Teruel, lo dejó bien claro en unas notas previas a su «Teatro en la guerra», en 1937: «Entiendo que todo teatro, toda poesía, todo arte, ha de ser, hoy más que nunca, un arma de guerra». También en 1937, el año de «Viento del pueblo», Miguel Hernández participó en Valencia en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Javier Lluch subraya la importancia del «Cancionero y romancero de ausencias» (1938-1941) y las siguientes palabras: «Los poetas somos vientos del pueblo: nacemos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas».

El abogado laboralista y licenciado en Derecho por la Universitat de València, Vicent Álvarez, vivió los años de efervescencia estudiantil y aborda el contexto del homenaje de 1967 a Miguel Hernández. Un año antes se produjo en Barcelona el encierro estudiantil del convento de los Capuchinos de Sarrià, conocido como la «Capuchinada». El primero de mayo de 1967 se organizó una manifestación obrera en Valencia, con las consignas de «Llibertat Sindical» y «Dret de Vaga», en la que Àlvarez fue detenido. Mediada la década de los 60, el movimiento universitario se despliega en el País Valenciano en torno al Sindicato Democrático de Estudiantes de Valencia (SDEUV), que apoyan el PCE y el Partit Socialista Valencià (PSV). «Cuando la represión policial desarticule temporalmente el movimiento universitario de Madrid y Barcelona, Valencia se convertirá en punta de lanza de la oposición, a finales de 1966 y en 1967», explica Benito Sanz Díaz en «El Antifranquismo. Del SEU a la transición política. 1965-1975».

Los dirigentes estudiantiles de la Universidad de Valencia convocaron entre finales de enero y primeros de febrero de 1967 el primer Congreso Democrático de Estudiantes de España, celebrado en la capital valenciana y al que asistieron representantes de todos los distritos universitarios. Benito Sanz recuerda que antes, la dictadura había disuelto el Sindicato Español Universitario (SEU) falangista, y se vio truncado el intento de continuar influyendo mediante las Asociaciones Profesionales de Estudiantes. ¿Qué estaba ocurriendo? «Tras casi 30 años de dictadura, los jóvenes universitarios crearon una organización democrática al margen de las estructuras de la dictadura», subraya Sanz Díaz, quien resalta la gran influencia del PCE para que el congreso se celebrara. Pese a la prohibición, los estudiantes participaron en la convención de manera muy amplia, pero también estuvo presente la policía nacional (los «grises») y la Brigada Político Social, que practicó detenciones de dirigentes y delegados estudiantiles. A ello se agregaron las multas. Pero la represión no le salió gratis a la dictadura. Según Benito Sanz Díaz, «el régimen franquista perdió la universidad como punto de apoyo, para no recuperarla nunca». Las revueltas de Mayo de 1868 enconarían aún más las posiciones.

La estampa de Miguel Hernández en trazo grueso, recortada sobre un fondo rojo y recitando un poema a la masa plebeya. Es el cartel con el que el Equip Realitat homenajeó al poeta en abril de 1967, en el 25 aniversario de su muerte. Formado por Joan Cardells y Jordi Ballester, el Equip Realitat desarrolló su obra durante una década, entre 1966 y 1976. «En el manifiesto de 1967 se comprometen a servir a la sociedad a través de la militancia artística», subraya en la Universitat de València el ensayista y Catedrático de Estética y Teoría del Arte, Román de la Calle. Con una plástica muy cercana al arte pop, readaptaron esta tendencia norteamericana para denunciar la dictadura franquista. Además, los dos artistas entraron en contacto con los representantes del movimiento Estampa Popular, el Equipo Crónica y Crónica de la Realidad.

Mediante la ironía y la crítica, Cardells y Ballester abordaron los efectos del consumismo y la cultura de masas. Y lo hicieron con las técnicas de la pintura, las fotografías y las series gráficas. De la publicidad, los tebeos y las revistas, obtienen parte de los ingredientes para sus trabajos. Series como «Entierro del estudiante Orgaz» (1967), «Hogar dulce hogar» (1972), «Vista de Gibraltar desde el convoy que atravesó el estrecho en julio de 1936» (1973) y «La guerra, Hazañas bélicas o Cuadros de historia (1973-1976)». Román de la Calle señala ejemplos como «Anunciación» (1966-1967), obra en la que a un ama de casa se le presenta Supermam…que le anuncia un detergente; en «Romeo y Julieta» (1967), la mujer posa ante un magnífico Alfa Romeo; entre títulos tan singulares como «Pastor alemán contagiado de la náusea existencial en dormitorio matrimonial adquirido en unos grandes almacenes» (1972) y «Richelieu transnacionalizado», del mismo año, el Equip Realitat realizó la composición sobre Miguel Hernández. Pertenece al primer periodo de su obra, que Román de la Calle ubica entre 1966 y 1969: Predominan las pinturas planas -acrílico sobre tabla-, con aparición del arte pop y el sarcasmo. 

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