Albert Einstein envió el siguiente mensaje al Congreso Internacional de Escritores (Valencia, 1937): «Lo único que en las circunstancias que enmarcan nuestra época puede conservar viva la esperanza de tiempos mejores es la lucha heroica del pueblo español por la libertad y la dignidad humanas.» Estas palabras recogidas en el libro «Crónicas de la guerra […]
Albert Einstein envió el siguiente mensaje al Congreso Internacional de Escritores (Valencia, 1937): «Lo único que en las circunstancias que enmarcan nuestra época puede conservar viva la esperanza de tiempos mejores es la lucha heroica del pueblo español por la libertad y la dignidad humanas.»
Estas palabras recogidas en el libro «Crónicas de la guerra de España. Miguel Hernández» (Flor del viento Ediciones. Fundación Domingo Malagón) fueron escritas en el momento en que la desgracia histórica traída por los golpistas resaltaba los anhelos de los demócratas españoles por sostener la República, el único tiempo en la Historia de España en que había habido libertad.
Hoy los amigos de la antimemoria, los que equiparan a los defensores de la legitimidad republicana democrática con sus destructores, los que silencian lo que quieren decir conceptos ideológicos opuestos, empeñan su palabra, su moneda, a la mirada «equidistante». ¿Cómo se denominará en el futuro el momento histórico en el que se reconoce como justicia la injusticia y se fusila en la memoria del país a los asesinados por defender la república democrática?: esto ocurre en la «8ª potencia mundial», que nadie, ni los más obscenos, se han atrevido a titularla, en éste caso, de potencia «de la justicia». Para eso, tendría que haber una Ley de la Memoria Histórica que comprendiera como primer punto la anulación de los juicios fascistas y el reconocimiento institucional político de los defensores de la democracia.
Las palabras de Albert Einstein cobran actualidad. Nos invitan en las primeras páginas a zambullirnos en el libro el historiador Javier Ruiz y los poetas Armando López Salinas y Nicolás Guillén, situándonos en la perspectiva de la escritura fresca del gran poeta pastor Miguel Hernández, que, como señala Armando López Salinas, «son sus verdaderos hechos.»
Miguel Hernández publica sus primeros versos en 1930, pero el tiempo de la República le llevará al compromiso con el pueblo trabajador junto a la mayoría de los intelectuales españoles. El ascenso del partido fascista CEDA, o la invasión de Asturias y las matanzas dirigidas por Franco, encontrarán a todos ellos enfrente. Si su compromiso político hacía acto de presencia especialmente en tales momentos, frente al alzamiento fascista, nuestro poeta Miguel Hernández, escribirá los artículos y poemas que la Historia del olvido no ha podido borrar y que en éste volumen se recogen.
Se aplicó a ellos cuando formaba parte del famoso Quinto Regimiento, base del Ejército Popular Republicano, en el que llegó a asumir la responsabilidad de Comisario de Cultura. Su proyecto familiar sufriría las vicisitudes de la guerra, su primer hijo muere, y al segundo apenas le va a poder ver a causa de su detención en Portugal y su entrega a los fascistas en España, que le llevarán a la muerte el 28 de Marzo de 1942.
Miguel Hernández es uno de todos los demócratas que aún hoy no se les anulan los juicios a los que les sometieron los fascistas, ni tampoco se les reconoce su defensa de la democracia.
Su palpitación poética y política estaba presente en todas las áreas de la vida, desde los diálogos con sus camaradas como Neruda sobre las posibilidades del romance como expresión: «-…lo importante es la técnica personal del poeta. Lorca renovó, retocó, pulió el viejo romance de Góngora y del Romancero; le impuso un sello único. ¿Por qué no ha de ser posible, cada vez que la calidad literaria lo permita, la obtención del romance de guerra con toda la fuerza del pueblo, alentándolo como otras veces?»; hasta los artículos escritos en las trincheras para periódicos y revistas como «La voz del combatiente», «Al ataque», «Nuestra Bandera», «Ayuda», pasando también a formar parte de «Altavoz del frente» y creando «Frente Sur» y «Frente extremeño»; por todas partes anima a sus compañeros, hace mención de aquellos y aquellas cuyo ejemplo le llena de satisfacción, escribe sobre internacionalistas que son todo un ejemplo de lucha por la libertad, escribe sobre la mujer campesina, en «Frente Sur» dice de ella: «El sol, el hambre, la pena, el trabajo, han mordido las facciones y proporciones de esta mujer… Tengo muchos motivos para pegar martillazos contra los culpables de la tristeza de las campesinas de España; mi madre ha sido, es, una de las víctimas del régimen esclavizador… Enferma, agotada, empequeñecida por los grandes trabajos, las grandes privaciones y las injusticias grandes, ella me hace exigir y procurar con todas mis fuerzas una justicia, una alegría, una nueva vida para la mujer.»
Escribe sin dejar de contar nada que pase ante sus ojos, escribe sobre los decretos del gobierno que se refieren a los prisioneros facciosos, escribe sobre los que se pasan a las filas republicanas, escribe sobre la necesidad imperiosa de organizar la retaguardia, escribe sobre la labor de las mujeres decretada por Largo Caballero, sobre los bombardeos de Baza, sobre lo que ocurre en Sevilla, en Écija, en Badajoz, sobre la necesidad de proteger, alimentar y enseñar a los niños… Escribe sobre su asistencia a la rendición de los fascistas en el Santuario de la Cabeza de Andujar, y la traición de algunos de los rendidos que decían ponerse de parte de la República, y la respuesta republicana encauzada por Pedro Martínez Cartón, diputado por Badajoz, del Frente Popular y miembro del Comité Central del PCE.
Leemos de su asistencia al II Congreso de Intelectuales en defensa de la Cultura, al que llegan las palabras alentadoras de Albert Einstein, escribe sobre su viaje a Moscú para asistir al Festival de Teatro Soviético, y vuelve a las trincheras. Las últimas páginas recogen sus artículos sobre la guerrilla en Galicia, y diversos manifiestos de los intelectuales antifascistas.
Una serie fotográfica nos muestra a Miguel, a Rosario Dinamitera, y a otros muchos combatientes, a ellas se suma la documentación que se refiere a su condena y muerte.
«Crónicas de la guerra de España» recoge los escritos de un defensor de la libertad y democracia republicanas, Miguel Hernández, que fue uno de los mayores poetas que ha tenido la lengua castellana, y negó la «equidistancia» para hacer de España una potencia mundial de la justicia social y política.
Un libro que complementa la lectura de su poesía.
Título: Crónicas de la guerra de España.
Autor: Miguel Hernández. Fundación Domingo Malagón.
Ediciones Flor del Viento.