Más de 30 minutos después de la hora prevista no había podido comenzar –desde las Torres de Serranos de Valencia- la manifestación del 19 de octubre contra la turistificación, la destrucción del territorio y la especulación, convocada por la Campaña Valènciano està en venda; participaron miles de personas -en medio de un notable despliegue policial- con las consignas València s’ofega y la Ciutat per a qui l’habita.
Al acompañamiento musical de los bongós, la representación de torres humanas (muixeranga) o los llaveros que se agitaban en el aire, se sumó la muestra de carteles con los lemas Ministeri de (símbolo de igual tachado) Vivenda, sustituido por el término supervivència; o El seu negoci, la nostra ruïna; Stop desahucios; a favor de las Viviendas accesibles y contra el hogar como bien de mercado.
Además de la respuesta masiva de la ciudadanía, tal vez puedan destacarse dos notas de la movilización: la presencia notable de personas jóvenes y la diversidad de organizaciones que respaldaron apoyaron el acto.
De hecho, se observaron banderas republicanas, estelades o de Palestina; colgada en un árbol del Puente de Serranos, una pancarta que defendía la okupación; y, durante el recorrido, enseñas de una pluralidad de sindicatos (la CGT, Intersindical Valenciana, la COS o Comisiones Obreras).
Las personas manifestantes levantaron la voz con los lemas El carrer serà sempre nostre; cal ja una vaga de lloguers o No tenim casa, okuparem la plaça.
Activistas repartieron octavillas de la Oficina d’Okupació de València, que comparte “herramientas para poder gestionar mejor tu casa okupa”, así como “contactos” para personas que acaban de llegar a la ciudad, apoyo jurídico y emocional; la Oficina tiene como sede el Centre Social Okupat i Anarquista (CSOA) L’Horta del barrio de Benimaclet, que se enfrenta –entre otras amenazas- al proyecto urbanístico de la firma Metrovacesa (1.345 viviendas en Benimaclet).
La fecha elegida para la protesta rememoraba el 19 de octubre de 1957, cuando tuvo lugar la gran riada (desbordamiento del río por las lluvias) en la ciudad; la crecida del río Turia causó decenas de muertes y perjuicios materiales.
Con estos antecedentes, el manifiesto de octubre de 2024, titulado València s’ofega, reivindicaba “decrecer como ciudad (…); declarar Valencia zona tensionada; la prohibición de los apartamentos turísticos y la regulación urbanística estricta del negocio hotelero (…); necesitamos paralizar la entrada de cruceros, y las ampliaciones del puerto y el aeropuerto”.
Cuatro columnas de manifestantes partieron de los distritos de la ciudad (norte, este, sur y suroeste) y confluyeron a las 18,30 horas en las Torres de Serranos; 190 colectivos -de diferentes idearios- se sumaron a la movilización; en la lucha cotidiana destacan algunos como la red de asambleas vecinales EntreBarris; el Sindicat d’Habitatge de València o la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca (PAH)-València.
Al terminar la movilización del 19 de octubre, un grupo de personas inició una acampada en la Plaza del Ayuntamiento, que permanece activa durante -al menos- tres noches; las acciones de resistencia han comenzado con la celebración de una asamblea abierta; un taller de pancartas; una comida popular y dos conferencias, sobre Analisi crítica del sistema capitalista (Alberto Coronel) y Decolonialitat i interseccionalitat (Joana Bregolat).
La Cátedra Observatorio Vivienda de la Universitat Politècnica de València (UPV) señala que el precio medio del alquiler residencial en valencia alcanzó –en el tercer trimestre de 2024- los 1.656 euros (1.571 euros en el mismo periodo de 2023); pero en algunos distritos de la ciudad se supera esta cifra: 2.254 euros de media en Eixample; 2.117 euros en El Pla del Real o 2.251 euros en Ciutat Vella.
La Federació d’Associacions Veïnals de València hizo un llamamiento a la participación (Por el derecho a la vivienda, basta ya de especular con el turismo); respecto a las viviendas de uso turístico, la Federació recuerda: “De los más de 10.000 apartamentos que se ofertan en las plataformas de la ciudad de Valencia, al menos 4.500 estarían fuera de ordenación según datos de informes municipales (…)”.
En la convocatoria, los colectivos vecinales explicaban del siguiente modo la burbuja inmobiliaria que se vive en la ciudad:
“Compra de edificios residenciales para uso hotelero; acoso inmobiliario; desahucios; transformación de bajos comerciales en infraviviendas turísticas; obras en elementos comunes sin autorización de la comunidad; residencias incrustadas dentro de patios de manzanas o ciudadanos de los países más ricos como principales compradores de viviendas en subastas”.
Un ejemplo se produjo dos días antes de la movilización finalizada en la Plaza del Ayuntamiento; vecinos del barrio de Patraix realizaron una cadena humana en los bajos de un edificio habilitado para alojamiento turístico; “24 apartamentos son un hotel horizontal”, alertó la asociación vecinal (Europa Press, 17 octubre).
Ante la masificación turística y la gentrificación, pone de manifiesto su resistencia el Sindicat de l’Habitatge; ¿cuál es la respuesta oficial? El pasado 27 de septiembre tuvo lugar el desalojo de La Trinxera, local del Sindicat en el barrio de Montolivet; el día anterior convocaron por tercera vez a la paralización del desahucio, en la calle Atzeneta número 1, promovido por Lesan Consultancy S.L. La apertura de la sede tuvo lugar en febrero de 2020.
“La empresa propietaria pretende recuperar el inmueble para crear más bajos turísticos”, denunció en un comunicado el Sindicat d’Habitatge, que tiene también presencia en los barrios de Malilla, el Cabanyal, Orriols y el municipio de Burjassot.
Otra de las respuestas institucionales puede deducirse de las declaraciones de la consellera de Innovación y Turismo, Nuria Montes, recogidas por Europa Press el 16 de octubre; “2.500 cruceristas no pueden crear nunca un problema en la ciudad de Valencia”, afirmó Montes (la agencia informativa apuntaba que, según la Conselleria, “un megacrucero tiene entre 6.000 y 5.000 pasajeros”.
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