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Monarcas y nobles en la fauna ibérica

Felipe VI Nadal
Fuentes: Mundo Obrero (España) [Imagen: El rey Felipe VI saluda al tenista Rafael Nadal. Créditos: J. Guillen/EFE]

Con los nuevos marquesados hoy hay 2.698 títulos nobiliarios. En la Constitución de 1931 el Estado no reconocía «distinciones ni títulos nobiliarios». El tufo a alcanfor de la monarquía y la nobleza se cura con un vendaval del más puro republicanismo.


Pocas cosas existen actualmente tan rancias, anacrónicas y extemporáneas como los títulos nobiliarios, que constituyen un pilar básico de la rancia, anacrónica y extemporánea monarquía. Lo tenía claro el movimiento republicano cuando estableció en la Constitución de 1931 que el Estado no reconocía «distinciones ni títulos nobiliarios». Ahora, Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos los Santos de Borbón y Grecia, el CEO de la nobleza, acaba de realizar la primera concesión de títulos nobiliarios de su reinado. Con la disculpa de celebrar el undécimo aniversario de su llegada al trono, ha otorgado seis marquesados a otras tantas personalidades de renombre. Por arte de birlibirloque y la varita de su majestad, el tenista Rafa Nadal, la cantante Luz Casal, la nadadora Teresa Perales, el bioquímico Carlos López Otín y la fotógrafa Cristina García Rodero se han convertido en marqueses. También Jaime Alfonsín ha recibido el título de marqués con Grandeza de España, la más alta distinción de la nobleza patria. Alfonsín actuó durante dos décadas como secretario personal del Borbón en su etapa de príncipe y dirigió la Casa Real durante otros diez años.

Por supuesto, la concesión de títulos nobiliarios es una prerrogativa que la Constitución de 1978 le otorga al monarca, que tiene la potestad de “conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes”. Potestad que también se arrogó, antes de la Segunda Restauración Borbónica, el caudillo de España «por la gracia de Dios» y la paz de los cementerios y las cunetas. Durante el régimen dictatorial, el sátrapa hizo nobles a sus asesinos preferidos, nombrando duque al general Mola, conde al general Moscardó o marqués al general Yagüe, entre otros. Incluso hizo noble a su amigo Pedro Barrié de la Maza, financiador del bando fascista durante la guerra, con el cachondeo de otorgarle el condado de FENOSA, acrónimo de su empresa Fuerzas Eléctricas del Noroeste, S.A. La Ley de Memoria Democrática de 2022 suprimió 28 títulos nobiliarios concedidos por Franco y cinco por el «rey emérito».

El chorizo exiliado en Emiratos Árabes también nombró duque al expresidente Adolfo Suárez, tan solo dos días después de que el Cesid representara en el teatro del Congreso la intentona de golpe de Estado de 1981. Cinco años más tarde crearía otro marquesado, esta vez en favor del «honorable Josep Tarradellas», quien ya en 1977 había sido beneficiado con una negociada amnistía real. El 29 de septiembre de ese año, el Consejo de Ministros restableció provisionalmente la Generalitat de Catalunya a través de un real decreto-ley, después de haber estado suprimida durante cuarenta años. Y otro real decreto nombró a Tarradellas presidente de la nueva Generalitat el 17 de octubre. Tres días después el político catalán llegó a Barajas, tras 38 años de exilio. Entonces ofreció una rueda de prensa en la sala de autoridades del propio aeropuerto, con una enorme y calculada enseña rojigualda como telón de fondo, con aguilucho imperial incluido. Tarradellas se declaró públicamente “republicano que aceptó la monarquía” y afirmó estar muy contento “al comprobar que existe en España una democracia, que es un hecho que tenemos que agradecer al rey y al gobierno”. Cuando recibió el marquesado pasó de ser un «republicano» que aceptaba la monarquía a ser también un peculiar «republicano» que aceptaba un título nobiliario. En ese sentido resulta extraño que no haya ostentado título alguno Felipe González; a quien haría justicia, por los servicios prestados a su majestad, ostentar el marquesado de los GAL.

Para comprobar la dinámica antinatura de la nobleza en este país solo es necesario acudir al BOE. Allí se puede constatar la actividad desarrollada durante todo el año por el Ministerio de la Presidencia y el Consejo de la Grandeza de España y Títulos del Reino con respecto a la expedición de las «Reales Cartas de Sucesión». Actividad que, por cierto, se rige por lo establecido en un Real Decreto del año 1912, ¡ahí es nada!

Con los nuevos marquesados son ya 2.698 títulos nobiliarioslos existentes en 2025, correspondientes a 2.213 personas, porque unas pocas acumulan más de un nombramiento. Evidentemente, el tufo a alcanfor de la monarquía y la nobleza se cura con un vendaval del más puro republicanismo.

—Y digo yo… ¿aquí no haría falta una Revolución?

—Y luego, ¿por qué me lo preguntas?

Fuente: https://mundoobrero.es/2025/08/15/monarcas-y-nobles-en-la-fauna-iberica/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.