El movimiento de pensionistas de Hego Euskal Herria (País Vasco Sur) sigue en pie. Cuatro años después de emerger con fuerza (aún siguen vivas en la retina las multitudinarias movilizaciones del 17 de marzo de 2018), ni determinados conflictos internos ni las dificultades planteadas por la pandemia o la aprobación de las Recomendaciones del Pacto de Toledo por el parlamento en octubre del 2020 han llevado a que el movimiento abandone la calle. No sólo a través de las concentraciones semanales en las 4 capitales y en 70 municipios de la geografía vasca, sino también encadenando, uno año sí y el otro también, iniciativas de movilización más amplias (como la huelga general del 30 de enero de 2020) en consenso con el movimiento social y sindical.
La última, el pasado 15 de enero, cuarto aniversario del nacimiento del movimiento actual, en el que 15.000 personas salieron a la calle en defensa de un sistema público de pensiones, de unas pensiones dignas, para exigir una sanidad pública y de calidad (centros de atención primaria, urgencias) y servicios socio-sanitarios de residencias y atención domiciliaria a personas dependientes, etc. y en apoyo solidario a los trabajadores y trabajadoras en defensa de unos empleos de calidad con salarios dignos, que no se ven garantizados por la reforma laboral promovida por el gobierno español.
Una movilización basada en la unidad, la pluralidad y el respeto a la diversidad, en el que se reconocía un amplio espectro social: la mayoría del movimiento sindical (ELA, LAB, ESK, Steilas -enseñanza-, Etxalde -campesino-, Hiru -transporte-, CGT-LKN y CNT), diversos colectivos juveniles, Asociaciones de Familiares de usuarios de residencias (Babestu de Bizkaia y Araba, Gipuzkoako Senideak e Irauli Zaintza de Gipuzkoa) así como varios colectivos feministas. Una movilización que contó, también, con el apoyo y la solidaridad de plataformas y movimientos de pensionistas del resto del Estado español (ASJUBI40, COESPE, MADPP y FOAM de Andalucía, MODEPEN de Galicia, UNIDAD COESPE, Plataformas de Pensionistas de Badajoz y Móstoles), Pensionistas de Badalona y de la Coespe de Andalucía.
Por ello, frente a determinados pájaros de mal agüero que desde 2019 se empeñan, un año sí y el otro también, en proclamar el ocaso del movimiento o su carácter testimonial, porque las movilizaciones no alcanzan la cuota de las 115.000 personas que se movilizaron el 17 de marzo de 2018, la perseverancia de este movimiento tiene un valor inestimable.
En primer lugar, porque en nuestro entorno no se conoce ningún otro movimiento social que mantenga viva la llama de sus reivindicaciones movilizando en torno a 5000 y 6000 personas todas las semanas, y más de 12.000 en las manifestaciones provinciales que se realizan casi mensualmente, como lo hace el movimiento de pensionistas vasco.
En segundo lugar, porque sin esta perseverancia, sin esta sabia tozudez, sin la comprensión de que la fuerza de las reivindicaciones no sólo depende de que sean legítimas, sino de que haya una masa social que las defienda, una reivindicación tan justa como elemental (la exigencia de una pensión mínima de 1080 € para dignificar la vida de las y los pensionistas), así como otras tendentes a mejorar sustancialmente las pensiones de mujeres o el escándalo de unas pensiones que no permiten llegar a final de mes a muchas personas pensionistas, habría desaparecido de la escena pública hace tiempo.
En tercer lugar, porque sólo a través de su persistencia en el tiempo el movimiento ha logrado consolidar un amplísimo consenso social y ampliar su tabla reivindicativa, que hoy en día abarca al conjunto de las condiciones de vida de las personas mayores: desde un sistema de salud digno, hasta una política de cuidados que responda a las necesidades de la población, sin olvidar un sistema de residencias público que hoy en día está más orientado al beneficio privado que a la atención a la gente.
Por último, el valor de perseverar en la movilización reside, sobre todo, si miramos al futuro. Si el movimiento de pensionistas hubiera plegado velas tras el respaldo parlamentario a las Recomendaciones del Pacto de Toledo, ¿alguien piensa que en un futuro próximo sería posible levantar un movimiento masivo en defensa de sus reivindicaciones? Sería perder de vista que si hace cuatro años se expresó con fuerza el movimiento de pensionistas en la calle, aquellas movilizaciones no caían de cielo. La convocatoria de las movilizaciones a través de redes sociales, que todo el mundo cita para marcar el punto de partida del movimiento actual, caía sobre terreno abonado. El hartazgo social de las y los pensionistas que se pusieron de manifiesto en aquellas movilizaciones no se puede desligar del trabajo paciente que a lo largo de 10 años desarrollaron las Plataformas de pensionistas de Euskal Herria, ni de otras iniciativas como la que logró impulsar una Iniciativa Legislativa Popular con el respaldo de 71.400 firmas en la Comunidad Autónoma Vasca y 8.000 en la Comunidad Foral de Navarra.
Así pues, más que proclamar su ocaso, la pregunta que hay que hacerse hoy es si hay razones para seguir movilizándose y seguir construyendo y consolidando el movimiento de pensionistas. Y esas razones siguen existiendo hoy con más fuerza aún que hace cuatro años.
Los tres pilares del movimiento
Sin duda, el elemento central que explica la existencia de este movimiento y que se siga movilizando en la calle es la precaria situación de las pensiones y el progresivo desmantelamiento del sistema público de pensiones. A fecha de hoy y a pesar de haber hecho soltar por los aires el límite de aumento anual del 0,25% impuesto por el gobierno de Rajoy, la situación de la mayoría de los 9.916.000 pensionistas sigue siendo dramática (de los que casi seis millones cien mil, es decir, más del 60%, no alcanzan los 1000 euros mensuales de pensión), sin que el gobierno de coalición PSOE-UP, ni las los gobiernos de Gasteiz e Iruña (que podrían completar las pensiones conforme a las competencias de sus Estatutos de Autonomía para situarlas en los 1080 euros exige el movimiento) respondan favorablemente a sus demandas. Una situación que al término del año 2021 se va a ver especialmente agravada con la inflación acumulada, que de golpe reduce drásticamente el aumento de pensiones ya que la nueva fórmula de revalorización basada en la media interanual de aumento del IPC, reduce ese aumento para el 2021 al 2,5% frente al 5,5% que correspondería conforme al criterio anterior basado en la inflación acumulada de diciembre de 2020 a noviembre de 2021. Es decir, las pensiones van a perder un 3% de poder adquisitivo. Una reducción que se amplía al 4 % si se tiene en cuenta que a diciembre del 2021 ha sido del 6,5%.
El segundo elemento es su arraigo social, el carácter unitario del movimiento y su funcionamiento democrático. Un arraigo construido pueblo a pueblo, pegado al terreno, e impulsando múltiples iniciativas que afectan a vida cotidiana de las y los pensionistas, tales como la asistencia sanitaria, la situación de las residencias, los cuidados, la pobreza energética, la atención presencial, etc. Han sido incontables las concentraciones ante centros de salud, hospitales, residencias, entidades bancarias y empresas eléctricas, sin olvidar las muestras de solidaridad con el movimiento obrero (huelga de Tubacex…) u otros movimientos sociales.
Su carácter unitario y funcionamiento democrático van de la mano, si bien no ha sido fácil en todo momento. Sobre todo, cuando determinados sectores, minoritarios y poco representativos, se amparaban en el funcionamiento por consenso para ejercer el bloqueo de iniciativas apoyadas por mayorías muy cualificadas. Conflicto que se resolvió combinando la representatividad con la toma de decisiones por mayoría cuando fuera necesario.
En tercer lugar, pero no por ello menos importante, su persistencia no se puede comprender sin su carácter autónomo e independiente. A pesar de que ya antes de su primer aniversario algunos medios (El Mundo, entre otros) comenzaron con operaciones de acoso y derribo, con acusaciones, en un primer momento, de estar manipulados por Podemos y la Izquierda Abertzale y posteriormente sólo por la Izquierda Abertzale, el movimiento sigue fiel a un elemento central de su identidad: ser unitario y respetar la diversidad, libre de ataduras políticas, independiente de los partidos y los gobiernos. Esto es lo que le ha permitido no sólo tener interlocución con todos los sindicatos y todas las fuerzas políticas, sino tener un criterio propio ante las decisiones que determinadas fuerzas políticas cercanas al movimiento (como UP o EH Bildu) hayan podido adoptar en el tema de las pensiones en cada momento.
Por último, la persistencia del movimiento se debe también, no hay que olvidarlo, al haber logrado echar por tierra el bloqueo impuesto por Rajoy a la revalorización de las pensiones e impedir la puesta en marcha del Factor de Sostenibilidad que iba a reducir de forma cada más intensa las pensiones iniciales, a la tensión permanente por impulsar iniciativas de forma regular (ahí está el calendario de movilizaciones más allá de las concentraciones semanales que ha desarrollado el movimiento) y la puesta en pie de un boletín informativo electrónico (distribuido a más de 4000 personas inscritas) que, semana a semana, aporta elementos de información y reflexión no sólo sobre los temas directamente ligadas a las pensiones, sino de todo un abanico de cuestiones de carácter social, económico o político que afectan a las y los pensionistas y permiten tener una comprensión del lugar del movimiento en la sociedad: luchas de otros sectores (feminismo, movimiento obrero o estudiantil, ecologista), políticas fiscales o energéticas, desmantelamiento del sistema público,… que alimentan la reflexión sobre las políticas gubernamentales o de la UE, dan razones para seguir en la brecha y dan valor a su actividad.
Mirando hacia adelante
El plan de iniciativas inmediatas del movimiento vasco de pensionistas abarca temas de amplio calado:
- Apoyar y participar en las manifestaciones del domingo 23 de enero, convocadas por los sindicatos de Osakidetza (Servicio Vasco de Salud) exigiendo un aumento inmediato de las plantillas que permita hacer frente al colapso, especialmente pero no solo de la Asistencia Primaria y que permita reanudar una atención sanitaria decente, recuperando lo que se ha interrumpido por la pandemia. En la nota de apoyo a las movilizaciones el movimiento pensionista denuncia que “no sólo nos obligaron a pagar de nuestros bolsillos primero las mascarillas y posteriormente los test de antígenos e incluso las pruebas PCR, sino que han llegado a responsabilizarnos de nuestro propio control de la pandemia, confinamiento, medicación y control de nuestros contactos. Problemas que se añaden a las dificultades que venimos sufriendo para acceder a una atención presencial sin filtros, fundamental para un buen diagnóstico, y a los cierres temporales de centros de salud o de los PAC (puntos de atención contínua) fundamentales para una atención de calidad”.
- Aunque todavía no está aprobado, previsiblemente apoyará las movilizaciones en Bilbao, Donostia-San Sebastián, Vitoria-Gazteiz e Iruña-Pamplona de la mayoría sindical vasca el 30 de enero contra la reforma laboral, en defensa del marco vasco de relaciones laboral y en particular a favor de la prioridad de los convenios provinciales y autonómicos para impedir la aplicación de los convenios estatales, que recogen peores condiciones salariales y sociales, y el despido barato. Estas movilizaciones van a ser acompañadas de concentraciones en los centros de trabajo el día previo a la votación de la reforma laboral
- Movilización coincidente a escala estatal –es decir con toda las plataformas y movimientos de pensionistas del resto de los pueblos del Estado español– el 12 de febrero, con dos temas centrales: a) la denuncia de la pérdida de las pensiones con el nuevo IPC y la exigencia de que se aplique el anterior; b) la exigencia de una pensión mínima de 1080 euros.
En las próximas semanas prevé preparar un plan de movilizaciones sostenidas hasta el verano. Combinará tres temas: seguir con las pensiones, tanto para exigir la derogación de las medidas regresivas de las reformas de 2011 y 2013 que todavía estén en vigor como de las nuevas resultantes del Pacto de Toledo del 2020, la cuestión de la salud y la vida, problema acentuado con la pandemia, y el apoyo a las luchas referidas y dependientes de la reforma laboral. Un aspecto que va a hacer converger las movilizaciones de pensionistas y trabajadoras en activo es el de la revalorización de pensiones y salarios, ya que la patronal pretende aplicar a los salarios la nueva forma de cálculo del IPC que se aplica este año a las pensiones, incluso cuando en convenios en vigor se recoja el criterio tradicional.
Así pues, y para concluir, si hay que resaltar un elemento en este cuarto aniversario del movimiento de pensionistas vasco es el valor que ha tenido y tiene el perseverar en la movilización iniciada el 15 de enero de 2018. Esperemos que su ejemplo sirva también para reforzar el movimiento de pensionistas a escala estatal y que la confluencia de los movimientos de pensionistas permita mejorar la relación de fuerzas frente a las políticas gubernamentales.
Mikel de la Fuente y Josu Egireun forman parte de la redacción de viento sur
Fuente: https://vientosur.info/movimiento-de-pensionistas-vasco-el-valor-de-preservar-en-el-empeno/