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Necesidad de un nuevo sindicalismo

Fuentes: Rebelión

Un taller de la Asamblea «Democracia Real Ya» de Orihuela (provincia de Alicante), acampada en la plaza contigua al ayuntamiento, ha debatido la «Necesidad de un nuevo sindicalismo», basándose en la siguiente ponencia de José Martínez Carmona

Hace 10 años Plataformas Unitarias denunciaba lo siguiente, lo aporto para probar que los problemas de ayer sólo se distinguen de los de hoy en su lógica agudización y evidente crisis de sistema:

«Asistimos a la precarización del empleo a todos los niveles. El estado capitalista, fiel servidor de la patronal, independientemente que el gobierno sea de derechas o de «izquierdas», ataca las prestaciones por desempleo; generaliza la intervención de las mutuas privadas en la gestión de las prestaciones por enfermedad y accidente; organiza el saqueo, consensuado con las cúpulas sindicales, de los derechos adquiridos en la lucha, como el derecho al plus de antigüedad; introduce la discontinuidad de los contratos en los sectores de trabajo fijo; abarata y hace clandestinas la casi totalidad de las faenas agrícolas; introduce en los convenios (que firman las centrales sindicales) cláusulas de descuelgue que autorizan a las empresas supuestamente descapitalizadas a no respetar lo convenido; fomenta la generalización de los contratos precarios y legaliza las ETT (empresas de trabajo temporal); obliga a hacer horas extras por debajo de su precio, no declaradas en nómina y bajo la amenaza de no renovación del contrato si no se hacen…»

Esto lo decíamos hace 10 años.

Las razones para una Huelga General indefinida, para un choque frontal con el sistema capitalista, no sólo para frenar su ímpetu explotador, sino para impedirlo, existen desde hace muchos años.

En noviembre del 93 (hace 17 años), más de un millón de trabajadores salimos a la calle a clamar por la huelga general. El hierro estaba candente; era el momento de trabajarlo. Se dejó enfriar y, finalmente, se convocó para el 27 de enero del 94.

Las medidas antisociales acabaron aplicándose.

Dirigía Comisiones Obreras nuestro paisano Antonio Gutiérrez, el que es hoy diputado por el PSOE, es decir, el que está en el partido que diseñó aquella reforma yque ha diseñado ésta y, lo más probable, está entre los que ha inspirado el enfoque de lo que debe ser un ejemplo de huelga general asumible sin grandes daños por la patronal y el gobierno.

Muchos trabajadores tienen una profunda desconfianza en los burócratas sindicales. Saben que ese tipo de «huelga general» es una engañifaencaminada a insinuar conclusiones derrotistas. Son las huelgas que le han ganado a Antonio Gutiérrez los elogios más encendidos de la patronal, de Javier Arenas, que fue ministro de trabajo con Aznar y secretario general del PP, de Rita Barberá que le honró con una medalla honorífica de Valencia, del ex alcalde del PP de Orihuela, José Manuel Medina, que, en el 2000, lo propuso Caballero Porta estandarte del Oriol y, finalmente, del PSOE que, en el 2004, lo metió diputado donde permanece tan callado. Los que diseñan ese tipo de estrategia sindical tienen un nombre: son traidores a la causa que dicen defender. Desgraciadamente, esta conclusión no la sacan ni los partidos que se dicen «a la izquierda del PSOE», que aún hacen carantoñas a las cúpulas sindicales de UGT y CC OO: «El éxito de la huelga general supera las previsiones», declaró el grupo de seguimiento de IU que consideró la huelga «un éxito rotundo», lo que no fue, en absoluto, si nos atenemos a lo conseguido: Nada; una derrota sin paliativos. El PCE continua considerando a CC OO su referente sindical.

El 18 de junio de 2010 entró en vigor el real decreto de la actual reforma laboral. La huelga general se convocó por UGT y CC OO ¡¡para el 29 de septiembre!! La misma táctica de contemporización desmovilizadora. Asistimos a los mismos resultados: la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y la pérdida de derechos conquistados en la lucha. El gobierno de la mal llamada izquierda realiza la política económica y guerrera de la bien llamada derecha. Los sindicatos se callan. A Toxo, lo premian encumbrándolo a la dirección de la CES, Confederación de Sindicatos Europeos. Tenemos pues, que con el consenso de gobierno, patronal y sindicatos-institución…

Se facilita y abarata, todavía más, el despido.

Se alarga el tiempo de trabajo de los viejos mientras los jóvenes no encuentran trabajo.

Se criminaliza a los parados, a los enfermos, a los inmigrantes…y se premia a los banqueros y a los mercaderes de armamento.

Se legalizan los abusos patronales…

No contentos, anuncian el pensionazo.

Los gobiernos aplican religiosamente las órdenes del Fondo Monetario Internacional (por cierto, dirigido por el tristemente conocido «sociolisto» francés Dominique Strauss Khan), en realidad instrumentos de la política económica global «de choc» impuesta al mundo por el Pentágono. Ya lanzaron mil globos sonda y mil «razones» para que la sociedad acepte el pensionazo, la jubilación a los 67 años y la subida de 15 a 20 años del cómputo para calcular las pensiones… Y como todavía les parece poco, lanzan ahora otros tantos globos sonda y justificaciones para meter el llamado copago de las visitas médicas de la seguridad social y de los medicamentos. Van a por todas. La realidad impone la NECESIDAD DE UN NUEVO SINDICALISMO Está claro que lo que se ha hecho por los sindicatos mayoritarios CC OO y UGT desde la transición no es lo que hay que hacer. Regresar al sindicalismo anterior, que los sindicatos vuelvan a ser correas de transmisión de los partidos (UGT del PSOE, CC OO del PCE), tampoco sería la solución.

El camino a seguir para construir un nuevo sindicalismo nos lo indica la derecha, los voceros de la patronal. A raíz del 1 de mayo del 2003, el editorial de La Verdad decía lo siguiente:

«Los sindicatos, que siguen siendo instituciones muy útiles para estabilizar los grandes equilibrios socioeconómicos, deben ser fieles a su esencia sociolaboral, sin inmiscuirse excesivamente en el gran debate político que corresponde a las instituciones de representación, a los partidos. La independencia y autonomía de aquellos con respecto a estos ha sido un avance que no debería admitir un regreso a aquellos orígenes inmaduros.La profesionalización de los sindicatos ha aportado, además, solidez y racionalidad al desarrollo económico. En este camino deben persistir, y obviar por tanto tentaciones impertinentes de recuperar protagonismos partidarios que pertenecen a la zona de disenso pluralista y no al territorio de los consensos que los agentes socioeconómicos deben impulsar en beneficio de la comunidad».

Hablando en plata:

1.- A la patronal, los gobiernos, los partidos y los sindicatos-institución no les interesa que el sindicalismo «haga política», es decir, que se autoproclame de izquierdas que elabore programas de izquierdas y luche por hacerlo realidad.La esencia de los sindicatos seria lo sociolaboral, que la derecha sitúa en el territorio de los consensos (los acuerdos), y la de los partidos, lo político, situado en la zona de los disensos (los desacuerdos).

Por lo tanto, el nuevo sindicalismo ha de actuar para acabar con el divorcio existente entre la acción sindical, la acción política y las demás luchas sociales, hoy encauzadas en cientos de organizaciones llamadas «no gubernamentales».

La supeditación de lo político al conjunto de la actividad social liberadora de clase ha de ser efectiva. Los trabajadores no sólo tenemos problemas en la empresa, frente al patrón, sino frente a todas las instituciones de gobierno, a todos los niveles, que pretenden tener derecho a resolver los problemas de los ciudadanos con el simple aval de un voto otorgado cada cuatro años, sin derecho a revocación, y con los recortes legales, que no lícitos, que alimentan el bipartidismo antidemocrático.

Ni que decir tiene que los poderes económicos que dirigen la política en la realidad, no han sido elegidos por los ciudadanos, lo que transforma las democracias occidentales en verdaderas dictaduras de los poderes económicos.

El nuevo sindicalismo ha de alentar tantas plataformas específicas cuantas la afiliación esté dispuesta a impulsar. Con una sola cuota, el trabajador (el parado, el jubilado, el excluido…) ha de poder impulsar y participar en las actividades voluntarias que considere más afines y necesarias, y converger responsablemente en las convocatorias de tipo general, como las respuestas solidarias contra las injusticias flagrantes.

2.- A la patronal le ha ido bien la profesionalización de los sindicatos, a la que contribuyen, junto al gobierno, con opíparas subvenciones.

Por lo tanto, la profesionalización sindical que le ha ido y le va tan bien a la patronal y a los gobiernos de turno, ha de ser desterrada del nuevo sindicalismo. Los «liberados» del nuevo sindicalismo han de ser reducidos al mínimo necesario, elegidos y revocables por las correspondientes asambleas y, en ningún caso, depender de subvenciones institucionales.

Permitidme concluir con una sugerencia que puede parecer un sueño, aunque no lo es, porque se trataría de generalizar lo mejor de la experiencia del SOC, ahora SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores), saltando las fronteras de Andalucía…

El municipio de Marinaleda está gobernado por el sindicato SAT, el verdadero poder municipal asambleario, y no por la CUT (Coordinadora Unitaria de Trabajadores) mero brazo político legalizado en la transición para poder participar en las elecciones.

Si todas las capacidades humanas que se invierten en el intento de fortalecer proyectos políticos que no escapan de un electoralismo castrador; si todo el dinero que se invierte en intentar conseguir concejales o diputados autonómicos, del estado o europeos se invirtiese en crear la estructura básica y la acción sindical multifacética, básicamente solidaria, del nuevo sindicalismo, los trabajadores no afiliados que son la inmensa mayoría y los afiliados a CC OO y UGT cansados de estrategias burocráticas de colaboración y consenso, visualizarían como posible el nuevo sujeto liberador. La plataforma política que naciese en el seno de esa base sindical amplia, para servirla y rendirle cuentas, disfrutaría de una nueva situación para hacer posible la conquista de puestos en los parlamentos locales, autonómicos, estatales y europeos y coordinar las acciones que se libren a escala internacional, como pueden ser acciones contra las agresiones imperialistas, solidarias, de coordinación con los trabajadores de otros pueblos en lucha por su emancipación del régimen que hace de la fuerza de trabajo una mercancía sometida al mercado, es decir, a la ley de la oferta y la demanda, la ley del más fuerte, del más hábil, del más atrevido, del más… sinvergüenza,del menos escrupuloso.En resumidas cuentas, se trata de crear un nuevo sindicalismo capaz de entusiasmar y movilizar a la sociedad (jóvenes y viejos, mujeres y hombres con sus diversas tendencias sexuales), contra el egoísmo guerrero y depredador que, con su búsqueda ciega del beneficio, lanza al paro a cientos de millones de seres humanos, mata de hambre a millones de niños cada año, provoca la desaparición de miles de especies de la fauna y de la flora y ponen en peligro el equilibrio ecológico del planeta Tierra.

Creo haber expuesto suficientes argumentos que justifican la necesidad de un nuevo sindicalismo y para abrir un debate constructivo sobre el tema.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.