Nakul Lamichhane, su cónyuge, era hijo de agricultores sin tierra y tenía que cocinar mientras sus padres trabajaban los predios de otros. La cocina, una fogata abierta sobre tres ladrillos unidos por una capa de lodo, llenaba la casa de un solo ambiente con un humo que lo ennegrecía todo, causando enfermedades respiratorias a toda […]
Nakul Lamichhane, su cónyuge, era hijo de agricultores sin tierra y tenía que cocinar mientras sus padres trabajaban los predios de otros.
La cocina, una fogata abierta sobre tres ladrillos unidos por una capa de lodo, llenaba la casa de un solo ambiente con un humo que lo ennegrecía todo, causando enfermedades respiratorias a toda la familia.
«Es un problema común en las aldeas de Nepal», dijo Binita, ahora de 29 años y madre de dos hijos.
«Mi madre padecía asma severo, pero nunca nos dimos cuenta de que se debía al humo. Con frecuencia también se producían muertes por asfixia», relató.
En Nagarkot, un pintoresco destino turístico en el central distrito nepalés de Bhaktapur, donde vive Binita, un vecino falleció hace dos meses por culpa de su cocina humeante, agregó.
Además de la miseria humana, los gases de efecto invernadero y el carbono negro producido por la ineficiente combustión de leña y otra biomasa fueron identificados como importantes agentes del recalentamiento planetario, causante del cambio climático.
Según un informe publicado este año por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento y el Banco Mundial -» Household Cookstoves, Environment, Health, And Climate Change: A New Look at an Old Poblem» (Cocinas domésticas, ambiente, salud y cambio climático: Una nueva mirada a un viejo problema)-los países en desarrollo queman anualmente alrededor de 730 millones de toneladas de combustible de biomasa para uso en el hogar, liberando varios gases de efecto invernadero.
Hay evidencias de que en áreas cercanas a donde se producen acumulaciones de hielo y nieve, como el Himalaya, el hollín procedente de las cocinas acelera el derretimiento de los glaciares, señala el estudio.
Se sospecha que el hollín está detrás de los cambios en los patrones de lluvias en India y China.
Los inventarios mundiales concluyen que las cocinas tradicionales representan casi la cuarta parte de las emisiones de hollín. Estas cocinas también consumen vastas cantidades de leña, lo que conduce a una rápida degradación forestal, que, de no frenarse, puede causar deforestación.
En 2008, el Centro de Promoción de las Energías Alternativas, que funciona en la órbita del Ministerio de Ambiente de Nepal, encargó un estudio que concluyó que la contaminación aérea en espacios interiores era el cuarto riesgo sanitario más importante luego de la desnutrición, el sexo sin protección y el agua y el saneamiento de mala calidad.
«Más de 80 por ciento de la población de Nepal (unos 20 millones de personas), principalmente pobres de las zonas rurales, están expuestos a niveles peligrosos de contaminación aérea en espacios interiores», señala el informe.
Entre los países más pobres, la mayor parte de Nepal no tiene electricidad, y el gas para cocinar es caro y escaso, teniendo que llegar desde India.
En 1980 Nepal incluyó cocinas mejoradas en su planificación, y el Centro de Investigaciones para la Ciencia Aplicada y la Tecnología, de la Universidad de Tribhuvan, desarrolló un modelo basado en los materiales locales.
En 1999, el Centro de Promoción de las Energías Alternativas lanzó una campaña para lograr que las aldeas usaran las cocinas ecológicas en el marco de su Programa de Asistencia al Sector Energético, con apoyo financiero del gobierno danés.
Entonces se asignaron 5,1 millones de dólares a esos artefactos mejorados, a entregarse en dos fases, dijo Karuna Bajracharya, gerente del programa.
«La primera fase terminó en 2004 y la segunda empezó en marzo de 2007. Con el apoyo de Noruega, continuará hasta 2012. En junio de este año teníamos instaladas casi 480.000 cocinas, que reducen por lo menos un tercio el consumo de combustible y eliminan los riesgos a la salud», agregó.
La estrategia del Centro de Promoción de las Energías Alternativas es crear una red de promotores capacitados para fabricar las cocinas mejoradas y luego convencer a los aldeanos de que las usen.
«Nuestra política es formar a tres personas en cada comité de desarrollo de aldea. Por lo menos dos tienen que ser mujeres», dijo Bajracharya.
Además de mejorar las vidas y el ambiente, las cocinas mejoradas también dan poder a las mujeres de la aldea.
Sushila Gaire vive en el sureño distrito de Kapilavastu, donde las mujeres están relegadas al hogar. Ella, de 29 años, no terminó la escuela y es quien mantiene a su familia tras la muerte de su esposo.
Entrenada como fabricante de cocinas mejoradas, Gaire hace ahora unas 30 por mes, ganando entre cinco y seis dólares por unidad. Con frecuencia viaja a aldeas distantes para instalar las cocinas y capacitar a otras personas en esta materia.