La noticia la leí en la prensa digital cubana: los agricultores vietnamitas exportarán este año más de 3 mil millones en frutas y vegetales. Casi me alegré de que mi amigo Goyo no tuviera acceso a Internet y esto me ahorrara su comentario sobre el tema (además de que, como otros, él considera la red […]
La noticia la leí en la prensa digital cubana: los agricultores vietnamitas exportarán este año más de 3 mil millones en frutas y vegetales. Casi me alegré de que mi amigo Goyo no tuviera acceso a Internet y esto me ahorrara su comentario sobre el tema (además de que, como otros, él considera la red de redes una extravagancia que le hace perder tiempo).
Para los cubanos de mi generación Vietnam fue una referencia importante, Nguyen Van Troi y Ho Chi Minh se quedaron en nuestras mentes y nuestros corazones y la radio cubana se ocupó de sintetizar en un solo personaje -Nguyen Sun, el Guerrillero- todos los atributos de los vietnamitas, en especial aquellos que adornaban a los miembros de la guerrilla de ese país.
Los que han tenido la oportunidad de visitar el Museo de la Guerra en Ciudad Ho Chi Minh (antigua Saigón) seguro han quedado impactados por muchas cosas, desde los efectos del agente naranja rociado por el ejército estadounidense y causante de muertes y deformaciones en la población vietnamita difíciles de imaginar, hasta por ese mapa donde en puntos negros aparecen todos los sitios bombardeados por la aviación de ese mismo ejército y que en algunas zonas no permite ver espacios en blanco. Tierra arrasada, población diezmada. Así de feroz fue la rabia, así de grande fue también la vergüenza de su derrota.
Los vietnamitas derrotaron al ejército de Estados Unidos de forma aplastante. También van derrotando al subdesarrollo con ese mismo tesón, inteligencia y voluntad del que dieron una lección al mundo hace ya varias décadas. Por eso cada noticia de Vietnam como esta a la que me refiero hoy, es siempre edificante, pero también aleccionadora. Añado algo más: Vietnam también está en el trópico, a Vietnam también lo afectan ciclones, que son, quizás, más poderosos y más frecuentes que los que aquejan a nuestro país.
La noticia coincide con la casi publicación completa de nuestro Anuario Estadístico de Cuba del año 2016 y también con la preparación de la «campaña de frío» de la agricultura cubana, así que me sumergí en el anuario. Comencemos por lo que ha constituido la mayor de todas las preocupaciones: la tierra no utilizada. Hacia este asunto se dirigieron políticas que han sido actualizadas hace muy poco, dando mayores facilidades a los usufructuarios.
Lo que nos muestra el anuario es lo siguiente:
Todavía en 2016 y pesar del esfuerzo normativo realizado, de toda la superficie agrícola del país se cultivaba el 43,8 por ciento. El concepto de superficie cultivada es el siguiente:
Superficie cultivada: Es la tierra dedicada a un cultivo, considerándose el área sembrada en preparación, en descanso o en espera de la preparación para la siembra, incluyéndose en la misma los caminos o guardarrayas, canales de riego, drenaje y otros que constituyen áreas imprescindibles para su explotación.
Parece que en general, cultivamos poca tierra. Según estas estadísticas, el Estado cultiva sólo el 26 por ciento de la tierra utilizable con fines agrícolas que tiene bajo su gestión. Las UBPC cultivan el 55 por ciento, las CPA el 53 por ciento y los privados y CCS el 48 por ciento. Es cierto que todavía en algunas zonas de este planeta viven grupos humanos que son recolectores, pero es cierto también que desde que ocurrió la revolución agrícola, hace ya unos miles de años, para obtener productos de la tierra sistemáticamente, hay que cultivarla. En Cuba hoy existe una demanda doméstica insatisfecha importante, tierra sin cultivar y mercados externos en expansión. ¿Entonces?
Hay buenas noticias, no obstante. La producción de viandas en 2016 (2,859,619) en general ya ha alcanzado unas 59,000 toneladas más que lo que se producía en el año 2011 (2,280,000). Pero ese crecimiento de la producción no parece que pueda tener todavía impactos reales en la oferta y menos aún en los precios. Lo cierto es que al consumidor le tiene sin cuidado si el plátano o la malanga le produce una empresa estatal o un usufructuario; todavía más: le tiene sin cuidado si es producido en Cuba, en Jamaica o Costa Rica. Lo decisivo para el consumidor es que siempre haya plátano, que la calidad sea buena, y que los precios sean adecuados a su bolsillo. Pero para que eso ocurra, hay que producir plátanos.
Pero a pesar de que la producción de viandas creció en 2016, nuestra papa sigue siendo un producto escaso. En 2011 se alcanzó una producción de 165,600 toneladas, en 2015 fue de 123,000 toneladas y en 2016 apenas 96,663 toneladas. Llamo la atención en que la papa es, entre los cultivos agrícolas, aquel en el que Cuba alcanza mejores rendimientos, incluso comparables internacionalmente.
Volvamos a las frutas. Un país tropical sin frutas, o con pocas, es algo muy raro. La superficie sembrada de frutas en 2011 alcanzó 161,100 hectáreas, en 2016 el área sembrada de frutas fue de 135,000 hectáreas, unas 26,000 menos. No obstante, la producción de frutas en 2016 creció en un 27 por ciento respecto al año 2015 y fue mayor en un 19 por ciento respecto a 2011. El período de tiempo 2011-2015 es significativo, fueron estos años en que ocurrieron dos fenómenos importantes: de una parte, la expansión del sector privado en hostelería y turismo, de otra la recuperación de la dinámica del sector turístico, en especial después de diciembre de 2014. La demanda de los hostales y restaurantes privados ha tenido, sin duda, algo que ver en esa recuperación, ¿o no?
De todas formas, aun cuando la producción haya crecido, la demanda doméstica sigue muy por encima de la producción y de la oferta, y los precios… disparados.
Me fui entonces al Capítulo del Sector Externo para buscar nuestras exportaciones de frutas. Pues bien, descubrí primero que estamos exportando DOS productos: cítricos y pimientos. Descubrí también que en 2016 los agricultores cubanos lograron exportar vegetales y frutas (cítricos y pimientos) por valor de 4,000,407 dólares, un 29 por ciento menos que en 2015 y 66 por ciento menos que en 2013. Es cierto que la reducción de la producción de cítricos ha sido dramática y que ellos eran el peso fundamental de nuestras exportaciones, pero también es cierto que por lo general los mangos y también los tomates se pudren en los picos de cosecha, no se procesan en las cantidades que se necesita y tampoco se exportan, así que esa parte «excedente» se echa a perder. El último de los descubrimientos es que del valor total de esas exportaciones el 71 por ciento son de cítricos procesados, lo que es bueno pues es un producto de mayor valor agregado. No hay frutas hacia el Caribe, tampoco hacia Canadá, que importa las frutas tropicales de mucho más lejos.
El año pasado llegaron al Caribe más de 25 millones de turistas, a Cuba 4 millones. Una parte de las islas del Caribe, por un problema elemental de poca disponibilidad de tierras, importa parte de las frutas y vegetales que necesita. El Caribe importó frutas y vegetales por más de 900 millones en el año 2015, solo en aguacate unos 42 millones dólares, tomates por valor de 21 millones, papas por valor de 19 millones (agappperru.org). Cuba tiene tierra aún sin cultivar, una demanda doméstica insatisfecha, mangos y tomates -una parte de los cuales se pudre en los campos. El Caribe está muy cerca pero a veces parece demasiado lejos para que nuestras frutas lleguen a él. Sería bueno que nuestra radio reeditara aquella serie que tanto nos cautivó, pero esta vez el titulo debiera ser Nguyen Sun el exportador.
Fuente: http://oncubamagazine.com/columnas/nguyen-sun-el-exportador/