La concesión de una «licencia extrapenal» indefinida al contrarrevolucionario cubano Raúl Rivero está siendo presentada como cortina de humo que pretende inútilmente esconder la propia realidad.Moneda de cambio en una más que probable negociación política, no ha sido su dudoso prestigio, adquirido como anticubano y no como escritor, ni la campaña orquestada por la derecha […]
La concesión de una «licencia extrapenal» indefinida al contrarrevolucionario cubano Raúl Rivero está siendo presentada como cortina de humo que pretende inútilmente esconder la propia realidad.
Moneda de cambio en una más que probable negociación política, no ha sido su dudoso prestigio, adquirido como anticubano y no como escritor, ni la campaña orquestada por la derecha y los medios sumisos a EEUU, lo que ha provocado su excarcelación.
Pobres e increíbles argumentos justificaron esa campaña. No podía estar encarcelado por padecer enfisema pulmonar, una enfermedad crónica que afecta, en mayor o menor grado a todos los fumadores de su edad y que en muchos casos no precisa tratamiento médico. O que carecía de gafas de sol y la luz reflejada en paredes blancas, estaba lesionando sus ojos.
Cualquier persona sencilla puede deducir, considerando donde se encontraba este hombre, que en Cuba la mayoría de la población es ciega. Pero el propio Rivero, torpemente, arrojó algo de luz , de esa que tanto le molesta, a este montaje exclamando al salir de prisión: «me encuentro bien de salud» y atribuyendo su liberación a las gestiones del gobierno español.
Raúl Rivero, que dice querer ayudar a los cubanos impulsando los criminales planes intervencionistas y anexionistas de EEUU contra su país, fue condenado en 2003 por conspirar con EEUU contra la independencia de Cuba. No estaba en la cárcel por publicar artículos, ni por ser miembro de un grupo político-económico de Miami. Estaba encarcelado por trabajar a salario a las ordenes de una potencia enemiga, en el marco de una agresión global de EEUU contra Cuba.
Pero el fondo de los hechos no es la excarcelación de Rivero, ni es uno de sus ejes centrales el que cierta apertura de Cuba posibilite ahora que la Unión Europea «la perdone un poco». El centro del asunto es otro.
Quizá los representantes del gobierno español estén actuando sólo como avanzadilla europea. Porque en realidad es la inútil e injusta política europea hacia Cuba la que ha demostrado su total ineficacia y la que está siendo cuestionada, no ya por un movimiento de solidaridad extendido en toda Europa, también por variados grupos sociales y políticos, parlamentarios, instituciones, incluso por no pocos empresarios y diplomáticos.
La Unión Europea ha empezado a modificar su posición agresiva contra Cuba, impulsada por Aznar y Berlusconi, eso es lo que ha empezado a producirse y es lo que Cuba venia reclamando. Si esa línea se profundiza probablemente se vuelva, al menos inicialmente, en Europa a la a la situación anterior a las sanciones y en el Estado español a la anterior a Aznar. Nada más y nada menos.
Aquellos que, legítimamente desde posiciones progresistas, temen que Cuba haya emprendido un camino equivocado y los que, algunos sin saberlo, trabajan a favor de EEUU y ven una muestra de retroceso, deben argumentar sus conclusiones.
La pantalla que nos han puesto con los supuestos disidentes, puede que no haya sido una prueba demasiado difícil para la no bien conocida habilidad política de la dirección cubana. Cuba acaba de demostrar que sin agresiones, puede dialogar y aceptar los retos actuales de las relaciones internacionales.
Quizá los que nos dicen que mandan en Europa hayan montado todo esto sólo para, una vez más, no decir lo que hacen, y para esconderse un poco, sobre todo de sus viles jefes del Pentágono.