El 19 de octubre se cumplió un año más del decretado bloqueo contra Cuba… y aquí estamos. Año tras año tantos países en la ONU no pueden estar equivocados. Es una aberración política del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica mantener el embargo económico, comercial y financiero contra Cuba. Es un acto de fuerza […]
El 19 de octubre se cumplió un año más del decretado bloqueo contra Cuba… y aquí estamos. Año tras año tantos países en la ONU no pueden estar equivocados. Es una aberración política del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica mantener el embargo económico, comercial y financiero contra Cuba. Es un acto de fuerza de la mayor potencia mundial, bloqueo aun sostenido después de la apertura de embajadas y del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre EE.UU. y Cuba. Es un absurdo.
Si se hiciera un balance minucioso de los daños y perjuicios provocados por ese bloqueo que la administración norteamericana eufemísticamente definen como embargo, sería cientos de veces el producto del ingreso bruto de nuestro país. Si el dolor y lo sufrimientos que han infringido directa o indirectamente a nuestras familias, a nuestro pueblo se pudieran medir luego de tantos años de esa injusta guerra de desgaste, sería comparable a la devastación de un pueblo, de una ciudad entera durante la segunda guerra mundial. Ha sido un dolor infringido a cuenta gotas, una tortura a la esperanza de cualquier ciudadano que esperaba por un medicamento o por una técnica avanzada de diagnóstico. La desesperanza de muchas familias por no ver llegar el día en que se suprima ese canal de muertes innecesarias que se abre entre Miami y Cuba al sostenerse como medida de presión y chantaje la ley de ajuste cubano. ¿Cuánto se ha dejado de avanzar, cuanto de intercambio comercial y de beneficio mutuo para nuestros dos pueblos como consecuencia de esas políticas hostiles?
Ya se ha hecho tan común vivir bajo un permanente asedio y presión económica, que la inmensa mayoría de los jóvenes, nacidos después del bloqueo a veces no tienen una cabal comprensión de su alcance y daños. Tanto esfuerzo ha realizado nuestro país y nuestro gobierno para paliar con inteligencia los efectos del bloqueo, que muchos no tienen cabal conciencia de su efecto a pesar de que año tras año volvemos a la carga con nuestra batalla contra él.
Una vez Fidel nos hablaba de la complejidad de los derechos humanos de esta humanidad y es que tal pareciera que el imperio, en su arrogancia y prepotencia histórica nos viera como humanos sin derecho, por la sola razón de habernos afiliado a las ideas y preceptos de una sociedad con fundamentos marxista-leninista y martianos-guevaristas. Por habernos afiliados con honor y con gloria a preceptos y principios fidelistas. En el fondo de esta cuestión radica la irreconciliable condición ideológica entre el capitalismo y el socialismo. No nos llamemos a engaño. Será una eterna contienda donde tratarán de imponernos una ideología desde dentro apostando ahora al empoderamiento de la sociedad civil. Creyendo que con la desaparición del liderazgo histórico de la Revolución, las nuevas generaciones harán caso omiso a la historia que vivimos y por ello el discurso del presidente Obama en ocasión de su visita a Cuba.
Si la nueva guerra que se nos hace es a pensamiento, librémosla entonces a pensamiento. Si están tan seguros de que aquí volverá a funcionar su política de la fruta madura y que caerá el socialismo por su peso y supuesta obsolescencia, sepan que aquí habrá liderazgo histórico siempre, porque al igual que hoy nos acompañan en nuestro quehacer las ideas de Céspedes y Agramonte, de Martí y de Maceo, de Camilo y el Che, al igual que hoy tenemos como estandarte para la acción la presencia viva y activa de Fidel y de Raúl, mañana cuando no estén esos lideres, seguirán junto a nosotros como hoy nos acompañan nuestras glorias de la independencia del 95 y del 59.
No somos veleta ideológica, somos un firme bastión de patriotas dispuestos a luchar y vencer en todos los planos cuando de defender la soberanía y nuestra independencia se trata.
Preservaremos las conquistas del socialismo cubano, las conquistas de la Revolución cubanísima como dijera Camilo Cienfuegos, subiremos la empinada cuesta del necesario desarrollo con nuestros propios esfuerzos y contamos con la unidad de nuestro pueblo, con su virtud, su dignidad y su vergüenza.
¡No al bloqueo!
Aquí no habrá claudicación alguna, aunque se mantenga esa injusta y brutal agresión a nuestro pueblo.
Mantendremos nuestras banderas en alto y si ayer una rama de olivo estuvo sobre la mesa de las negociaciones, Cuba sabrá dar también flores blancas, pero ello no nos mengua ni la voluntad ni la razón de luchar y de exigir permanentemente el cese del injusto bloque. Si se suprimiera, como una medida verdaderamente creíble de esa buena voluntad que dice tener ahora nuestro vecino del norte que durante más de 50 años nos ha tratado de rendir por hambre y necesidades, sería un paso más hacia la normalización de nuestras relaciones entre naciones vecinas. Estaremos al tanto de la votación y seguiremos nuestro camino de trabajo y de esfuerzo para lograr un presente y un futuro aún más próspero y sostenible.
Con nuestro pueblo puede contar la Revolución.
Con nosotros puede contar Fidel y Raúl.
Con nosotros cuenta la Patria.
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