La discriminación racial como discriminación económica, social, cultural, civil, política, de género.
Inequidades raciales en medicina
El año pasado comenzó a verse que el Sars-Cov-2 infectaba más a algunos grupos poblacionales particulares y que la Covid-19 causaba más muerte entre ellos con independencia de los factores de riesgo ya establecidos como edad, trabajadores de salud, etc. Hasta el 12 de julio, menos del 0.01% de los 30.599 trabajos publicados en el mundo sobre la enfermedad hacían referencia a grupos de población asociados a términos como raza/etnicidad, etnicidad, poblaciones minoritarias, personas negras o indígenas, y a las inequidades consideradas raciales en ese sentido amplio.
El primer estudio nacional sobre el tema se hizo en Brasil (Baqui y cols, The Lancet, julio 2020) sobre la mortalidad hospitalaria de pacientes Covid de los que se tenía información de su origen étnico. La etnia se clasificó según las cinco categorías utilizadas por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística: Branco (Blanco), Preto (Negro), Amarelo (Este de Asia), Indígena (Indígena) o Pardo (etnia mixta). El estudio encontró mayor mortalidad en la región norte, más pobre, que en la región centro-sur, más rica (efecto regional), y en las poblaciones pardo y negra que en la población blanca (efecto étnico). La población del norte es 23% blanca y 77% parda, mientras que en el sur es 78% blanca y 17% parda. Lo que era entonces continúa hoy, y así el sistema de salud está colapsado en la ciudad de Manaos (Amazonas).
En igual sentido, los Centros de Control de Enfermedades (CDC) han comprobado en Estados Unidos que la mortalidad por Covid es mucho mayor en las poblaciones negra e hispana (actualmente, ocho de cada diez muertes por Covid en el Hospital Martin Luther King de Los Angeles son hispanas). Al surgir esa información se generó el interrogante de si ese fenómeno era debido a determinantes biológicos propios de esas dos comunidades o a determinantes sociales y económicos. En el primer caso deberían implementarse estrategias de identificación y tratamiento acorde a la biología de esas diferencias raciales. En el segundo caso, las estrategias deberían basarse en las diferencias socioeconómicas de esos grupos poblacionales frente a otros grupos. Se ha denominado a las primeras medicina basada en la raza y a las últimas medicina consciente de la raza, señalando la necesidad de pasar de una a otra (J.Cerdeña, M. Plaisime, J. Tsai, The Lancet, octubre 2020).
Un estudio sobre la mortalidad por Covid-19 en hospitales de Nueva York aclaró la duda (Ogedegbe y cols, JAMA, diciembre 2020). Los resultados dieron soporte a la noción de que las poblaciones negra e hispana no eran más susceptibles a tener peores resultados que otros al enfermar de Covid, y más importante aún: que si llegaban al hospital tenían iguales o mejores chances que la población blanca. Esto permitía afirmar que los determinantes estructurales existentes —inequidades en vivienda, empleo, acceso a la salud, pobreza— eran los que debían atenderse para mejorar los resultados sobre Covid en las comunidades negra e hispana.
Racismo y discriminación
El racismo, en sus manifestaciones y consecuencias sociales, políticas, legales y culturales, es un fenómeno mundial. El movimiento antirracista Black Lives Matter manifiesta y protesta por la muerte creciente de afroamericanos a manos de la policía. En los países europeos hace años que se observan muestras de racismo contra los migrantes y otros grupos minoritarios. En ese contexto, el Ministerio de Justicia alemán envió hace unos días al Gobierno Federal y a diversas asociaciones un proyecto para eliminar la palabra «raza» de la Constitución. Francia la había eliminado en 2019. Y Suecia ya lo había hecho en 2011.
En nuestra región, las reformas constitucionales de Ecuador (2008) y Bolivia (2009) terminaron con el tradicional concepto de «raza india» y dieron lugar a conceptos normativos independientes de la tradición liberal tales como la plurinacionalidad, la pachamama, el sumak kawsay, la democracia comunitaria, la justicia indígena y la interculturalidad (Rivadeneira Cabezas, 2019). Todo lo anterior, que deja atrás el uso del término raza, tiene muy importantes consecuencias para la salud pública.
El día de la raza: colonialismo religioso y cultural
En Grecia había «genos» (grupo parental, linaje) y «éthnos» (pueblo), y en Roma había «familiae» (familia), pero en ninguno había «raza». El origen de la discriminación que llegó a ser racial cuando se le aplicó el término raza, fue inicialmente religioso y cultural cuando el cristianismo medieval tardío entró en conflicto con otras religiones y cuando los viajes llevaron a los portugueses a colonizar la costa occidental de África y a los españoles, y después a ingleses y a otros europeos, a colonizar América y otras regiones.
En 1568 los estatutos de limpieza de linaje moro o judío tuvieron sanción legal por Felipe II: debía probarse que padres, abuelos y bisabuelos no estaban emparentados con moros o judíos pero en la práctica esta exigencia se extendió aún más a dos siglos o seis generaciones. Y quien autorizó en 1452 el sometimiento a esclavitud de sarracenos y paganos fue el Papa Nicolás V, lo que abrió el paso a los portugueses para tomar esclavos de África occidental. Otras naciones siguieron a ese comercio
En 1492 los Reyes Católicos le pidieron al Papa Borgia, Alejandro VI, igual autorización. Sin embargo, los teólogos de la Corona española debatieron si se podía reducir a esclavitud a los indios de América y concluyeron que no. La Leyes de Burgos (1512) prohibieron la esclavitud indígena considerando a los indios hombres libres y dueños legítimos de sus propiedades aunque sujetos al señorío de los reyes de España por lo que debían trabajar para ellos acorde con el requerimiento y las encomiendas. Alejandro VI reconoció a los reyes de España el dominio y señorío sobre las tierras descubiertas sujetos a cumplir en ellas una función evangelizadora.
Esa discriminación original fue la diferenciación de grupos humanos según la religión profesada y la herencia de sangre (herejes, infieles y paganos) y según las culturas asociadas a rasgos físicos heredados y a pertenencia geográfica y local (pueblos bárbaros, villanos). Ambos orígenes, religioso y cultural, confluyeron en el uso del término raza para la discriminación por herencia en un caso y para la discriminación por color o territorio después de la reducción a esclavitud y servidumbre, por otro.
Entonces: ¿qué clasifico al registrar raza?
La pregunta de rigor es: ¿cuál es el significado que el observador o el observado le dan a la palabra raza? ¿Qué significado y para quién puede tener el responder a una pregunta sobre raza, registrando Blanco o caucásico, Negro o etiópico, Amarillo o mongólico, Pardo o malayo, Rojo o americano?, como quería Blumenbach en 1790 y como se aplica hoy en Brasil apenas modificado.
En la edición de 1873 del Dictionnaire de Medecine de Littré y Robin se consideraba como razas humanas a blancos, indios, abisinios, mongoles, americanos, negros, melanesios y australianos. Una confusa mezcla de color de piel, pertenencia geográfica y rasgos físicos.
Stanley Garn atribuyó al aislamiento territorial la conformación de «razas geográficas» (1961), pero Islandia es una isla con mil años de aislamiento territorial desde su colonización vikinga en la que se ha estudiado el genoma de toda la población y de cada uno de sus 350.000 habitantes con los que se ha construido la mayor base de datos existente sobre las relaciones ancestrales y genómicas de una población. Y los islandeses no han dado lugar a raza alguna.
Si se supone que el significado de raza es biológico, se comete un error porque no hay consistencia entre raza y genética o biología molecular, aunque podemos hablar de progenie, linaje, ancestros o familiograma. Y si se alude a la diferencia en el color de piel, basta con usar este y no raza. O si se quiere recoger la asociación entre color de piel con otros rasgos físicos, y con lengua y cultura, el término preciso es etnia. Por último, si se alude a un territorio geográfico, la geografía sirve hoy para señalar la discriminación racial y no la raza. Esa discriminación ha llevado a Manaos a una situación en la que falta oxígeno para negros, pardos, blancos y amarillos.
Por eso es que el foco de la clasificación debe ser la discriminación racial y no la raza. Las encuestas y otros registros médicos que incluyen a la categoría raza en el procesamiento de datos personales considerando al término como una variable biológica esencial son instrumentos de reafirmación del racismo estructural. Raza es un término vacío para la biología y ambiguo para la salud pública. En cambio, para la salud pública y las inequidades en salud, el racismo y todas las variantes de discriminación racial son determinantes mayores de las condiciones y el derecho a la salud de la población.
La estigmatización por las palabras cargadas de valor
La palabra raza nació para la discriminación porque está cargada de valoración negativa desde su origen. En español, la derivación desde el italiano ‘razza’ o del catalán ‘raça’ se confunde con un término del castellano antiguo, «raça» (defecto, culpa), que probablemente es el que lo cargó de su negatividad. La primera mención documentada en español es de 1438 en la obra El Corbacho: «e el desaventurado, de vil raça e linaje, por grande que sea e mucho que tenga, nunca retraerá synon a la vileza d’onde desciende». En el siglo XVI, después de la expulsión de moros y judíos en 1492, raza adquiere su sentido negativo pleno, peyorativo: «Ningún cuerdo quiere muger con raza de judía ni de marrana». Así es como el Diccionario de la Real Academia Española, en su primera edición de 1737 definía a ‘raza’ como «casta o calidad del origen o linaje. Hablando de los hombres se toma muy regularmente en mala parte». Destacaba con esto último el carácter negativo o despectivo que tenía el término y que estuvo presente desde su origen.
El daño potencial al sujeto de derechos
Cerdeña, Plasisime y Tsai han dado ejemplos de cómo la medicina basada en la raza usa este término y justifica su uso sin advertir el daño potencial que encierra su taxonomía. La identificación de este daño es lo que hace una medicina consciente de la discriminación racial. Entre esos ejemplos se menciona cómo los valores de referencia de la función pulmonar se ajustan por raza y etnia, presumiendo que los datos epidemiológicos varían entre razas acorde con una creencia esencialista que habilita al trato desigual de la discapacidad. Otro caso es la estimación del riesgo de eventos por enfermedad cardiovascular aterosclerótica bajo el supuesto de que la población negra tiene más riesgo, con lo cual se le indicarán más estatinas como medicamento y se lo expondrá más a los eventos adversos de esta medicación. Y otros ejemplos entre muchos del daño potencial de una medicina basada en la raza son el algoritmo de tratamiento de la hipertensión, la probabilidad de fracturas por osteoporosis, la función renal y su rol en el acceso a diálisis o trasplantes renales.
En síntesis: el racismo es un problema de salud pública. Pero el uso del término «raza» en tablas, encuestas, taxonomías y otros instrumentos de registro y procesamiento de datos en medicina y ciencias de la vida es un acto estigmatizante del lenguaje, científicamente inútil, que debe ser reemplazado por un término más preciso en el orden clasificatorio de características biológicas compartidas de uso relevante para el conocimiento, y por indicadores del derecho a la salud vulnerados por la discriminación hecha en nombre de la palabra raza.
Abandonando el uso del término raza
La mayor mortandad en la historia de la humanidad fue desencadenada por un estado autoproclamado racista. Por eso las Naciones Unidas afirmaron en su Convención Internacional de 1965 que «toda doctrina de superioridad basada en la diferenciación racial es científicamente falsa, moralmente condenable y socialmente injusta y peligrosa». Es hora de aclarar una debilidad de ese enunciado. Puede afirmarse, fundadamente, que toda diferenciación de las personas y grupos humanos realizada por el término raza es científicamente falsa, moralmente condenable y socialmente injusta y peligrosa. Luego, el condicional «toda doctrina de superioridad basada en», debería suprimirse porque presume la alternativa de una diferenciación racial verdadera, ética, justa y sin riesgo.
Nuestros legisladores deberían emprender la tarea normativa, muy efectiva para la salud pública, de precisar, enmendar y reemplazar el uso de las palabras raza y racialen nuestras normas legales y administrativas. El primero de los artículos de nuestra Ley 25.326 de Protección de Datos Personales dice que datos sensibles son datos personales que revelan origen racial y étnico, entre otros. Pero, ¿qué entiende la ley por origen racial?
Raza es una palabra vacía y por tanto no existe origen racial alguno. Hay que abandonar ese término para su reemplazo por términos descriptivos o científicos más apropiados a lo que queremos estudiar, en su caso. Y para reemplazarla por los indicadores de discriminación racial que son aquellas acciones que tratan a unas personas como distintas de otras por características antropológicas, jurídica y éticamente no relevantes, incluidas bajo el término raza.
La discriminación racial sólo es posible, en sentido lingüístico, en tanto el término raza es su soporte. Con la abolición del término raza, la que hoy llamamos discriminación racial podrá observarse como discriminación económica, social, cultural, civil, política, de género, genética o territorial. Es decir: como discriminación desagregada en términos de los derechos afectados. Porque el daño diferencial de la discriminación racial es que siempre ha resultado una vulneración masiva de derechos ya que raza se ha postulado o como una antropología física mundial o bien como una antropología cultural igualmente global. Y nunca ha sido ni lo uno ni lo otro, salvo violencia mediante.
Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/no-hay-razas-hay-racismo/