Compañero Rector de la Universidad de las Artes, compañeros, compañeras, amigos, amigas: Agradezco el reconocimiento que recibo de las autoridades de la Universidad de las Artes, también las palabras de mi amigo Víctor y la presencia de los que han venido a acompañarme esta tarde. No esperaba alcanzar la condición que hoy se me ha […]
Compañero Rector de la Universidad de las Artes, compañeros, compañeras, amigos, amigas:
Agradezco el reconocimiento que recibo de las autoridades de la Universidad de las Artes, también las palabras de mi amigo Víctor y la presencia de los que han venido a acompañarme esta tarde.
No esperaba alcanzar la condición que hoy se me ha otorgado. Hace poco más de cinco años recibí el Premio Nacional de Cine y con él consideré que alcanzaba la más alta distinción y estímulo a la que podía aspirar como balance de mi trabajo. Pero la vida te da sorpresas, ésta es una. De las que comprometen aún más.
Ojalá la salud, la capacidad intelectual y creativa, más la paciencia, me permitan seguir trabajando unos cuantos años más. Siempre con la ayuda solidaria de amigos y compañeros.
Quiero dejar constancia, dadas las características de la creación cinematográfica, que en un momento como éste recuerdo con mucho afecto a los que, desde sus especialidades creativas y de muy diversas formas, me han ayudado con su colaboración en mi quehacer como cineasta a lo largo de casi medio siglo. Imposible hacer la lista y mencionarlos, no es corta; el tiempo pasa, unos cuantos ya no están y a ellos va mi recuerdo con especial cariño.
Quisiera ahora, brevemente, expresarles algunas ideas que ocupan parte de mis preocupaciones actuales, las que considero inseparables de este momento en el que se entrelaza el reconocimiento que recibo con mi cotidiana vida laboral y ciudadana. Repetiré párrafos, con algunos ajustes, de mis palabras cuando recibí el Premio Nacional de Cine en el 2013, y los actualizaré con algunos agregados. Son parte de mis angustias de estos tiempos.
Las tres generaciones de cineastas y creadores audiovisuales que en estos momentos convivimos en el quehacer del cine cubano nos hemos formado humana, política y profesionalmente en circunstancias muy diversas. De acuerdo a las edades hemos estado presentes o ausentes en etapas, acontecimientos y experiencias cardinales, o nos ha tocado vivirlas a diferentes edades, por tanto no han sido metabolizadas de idéntica forma. Esto garantiza una pluralidad, bien compleja y polémica, de puntos de vista sobre el cine, la realidad de hoy, la política, la ideología y el futuro al que aspiramos. Cada uno de nosotros tiene metas personales y desafíos artísticos y éticos entrelazados con el grado de compromiso social y político que ha asumido con la Cuba en que vivimos y con este momento en especial».
Agrego ahora que esto tiene que ser asumido en toda su riqueza y complejidad para que cineastas y dirigentes de la cultura dialoguemos auténticamente, no formalmente, sobre el momento que enfrentamos como país y su expresión cinematográfica. No idealizo el diálogo, no hay solución mágica frente a los retos que estado y sociedad tienen por delante, pero intercambiar criterios honestamente será un paso indispensable para que una atmósfera de confianza, no exenta de diferencias, se vaya abriendo paso entre nosotros.
Prosigo con lo dicho en el 2013: «Por caminos de replanteos ineludibles transita el país desde hace ya unos cuantos años, luchando para poner orden ante inmensos y complejos problemas objetivos y subjetivos, algunos de los cuales han echado raíces dañinas en nuestras condiciones materiales y espirituales. Subrayo esto último porque ambas condiciones, que son nuestras vidas, tienen que ser atendidas en su compleja interrelación para tocar fondo del momento en que nos encontramos». «Nada más delicado y complejo que la conciencia individual y colectiva del ser humano y la síntesis de su experiencia histórica. Ella es la que certificará, para la historia, el éxito en profundidad de nuestra recuperación económica que tendrá que ser también espiritual porque desde una Revolución estamos hablando». Y añado hoy: no podemos fracasar ante los desafíos que nos imponen nuestros enemigos y nuestras incapacidades y deformaciones.
Ahora, también estoy agregando, formo parte de los que creen que por diversas razones y circunstancias fuimos aplazando y no hemos ido hasta el fondo-fondo de los fracasos que el socialismo y el movimiento revolucionario sufrió terminando la década de los ochenta del siglo pasado. Tenemos, los que nos sentimos comprometidos con el proceso que vive Cuba desde 1959, que tratar de hacer lo posible e imposible por desentrañar aún más el por qué sucedió lo que sucedió al socialismo que existió. Ahí hay lecciones-experiencias, en mi criterio, de vital importancia para nuestro presente.
La necesaria psicología de fortaleza sitiada, las urgencias defensivas de diversa índole de la república que también ha sido campamento, nos pasa factura con el paso del tiempo. De ahí que considere que tengamos que releer y aplicarnos el clásico prospecto, válido no solo para los medicamentos, que nos habla de sobredosis, precauciones, contraindicaciones, interacciones y efectos secundarios, en el devenir de la vida política crispada que ha demandado la fortaleza sitiada.
Concluyo diciendo que rescatar, hasta el tope de lo humanamente posible, la auténtica sinceridad y la solidaridad, ambas bastante lastimadas en este último cuarto de siglo, es para mí una necesidad de primer orden en la lucha por recuperar la calidad de nuestra vida espiritual. Ya sabemos que no es solamente con exhortaciones que se conseguirá, aunque no estén de más. Es misión de la cultura, y dentro de ella sus manifestaciones artísticas, contribuir a esto. Ojalá nuestras obras como cineastas, y nosotros con nuestro proceder, defendiendo el futuro del cine cubano como producción y movimiento artístico, contribuyamos a ello.
Muchas gracias.
Manuel Pérez Paredes es Premio Nacional de Cine, y acaba de recibir el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad de las Artes.
Fuente: http://jcguanche.wordpress.com/2018/12/10/no-idealizo-el-dialogo-pero-es-indispensable/
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