Y con tal de alcanzar la presidencia del Gobierno de la Nación, no sólo son capaces de liarse con Frankenstein, sino, también, con Nosferatu, Drácula, Mefistófeles y, si fuera posible, con Mortadelo y Filemón. Es esa gente de la que el evangelio abominaba “por ver la paja en el ojo ajeno, pero no la viga que llevan ellos en el propio”. Y, más que viga, tablón.
Acusar a Sánchez de estar obsesionado por seguir, no en el poder, sino en la poltrona del poder, que es matiz distinto, tiene su retranca cínica, pues, uno pensaría que la obsesión de Feijóo no es hacerse con ese poder, sino aspirar a regentar una sucursal de correos en Betanzos o la abadía de un convento. ¡Es tan espiritual el muchacho! Se da a entender que la aspiración de Sánchez es inmoral y la de Feijóo más impoluta que una hostia de comulgar, y, por tanto, bendecida por todos los sacramentos de la democracia, esa que el PP entiende como tal, siempre sometida al Derecho canónico, a la jerarquía eclesiástica y a la Divina Providencia, con la que el obispado mantiene hilo directo en una cuenta de Instagram celestial.
Que Sánchez intente hacerse con el plácet de los independentistas de Junts de Puigdemont es aberración que ensucia por completo la democracia. Pero, si lo hace el PP, y ya es sabido que lo ha intentado, es coherente con los principios sacrosantos de una democracia constitucional que practican los seguidores de Aznar, aquel que decía que “el invento de las comunidades autónomas eran una charlotada”. No hace falta añadir que negociar y hacerse con el poder en ayuntamientos y comunidades gracias al apoyo de la fascista VOX respeta los sacrosantos principios de la democracia. Que Azcón en Zaragoza haya salido presidente del gobierno de Aragón es lo democrático, pero no lo es si quien sale elegido presidente es del PSOE con los votos o “no votos” de Bildu, Junts y ERC.
Si el PP se siente legitimado para negociar con VOX, ¿por qué se rompe los trajes de Armani cuando el PSOE negocia con partidos independentistas? ¡Ah, sí, ya lo recuerdo! Estos van a romper España en mil pedazos, pero Vox no, que nos llevará a todos a la Tierra Prometida, es decir, a la España concebida como “una unidad de destino en lo universal”.
La permanente tabarra dada por Feijóo con la lista más votada ha sido sin duda la confirmación más contundente de la cara dura de este político, que no sólo olvida que dicha costumbre no es propia del lugar, sino que obvia aquellas ciudades y comunidades donde el PP ha despreciado ese criterio cuando la lista más votada ha sido la del PSOE. Si alguien ha incumplido el criterio de que gobierne la lista más votada ha sido Feijóo y su partido La hemeroteca no miente. Ayuso fue elegida presidenta de Madrid a pesar de haber quedado por detrás del PSOE en 2019; lo mismo sucedió con Mañueco en Castilla y León y le pasó, también, a Juan Manuel Moreno en Andalucía. En Molina de Segura la lista más votada fue el PSOE, pero la derecha y la ultraderecha se hicieron con el bastón de mando. Sin ser las listas del PP las más votadas en capitales de provincias de Castilla-La Mancha y Castilla León, así como en Madrid, gobernarán en Guadalajara, Toledo, Valladolid, Alcalá de Henares, Moraleja, Guadix de la Sierra, En la comunidad de Valencia, en Elche y Torrent, Calviá en Baleares. Y, ahí está el caso de Extremadura, con la inefable María Guardiola, que negocia con VOX para arrebatar el gobierno a Fernández Vara, quien, empatado en número de escaños, había recibido más votos que el PP en las urnas del 28M. Y así podían enumerarse unas cuantas poblaciones más.
Termino con la tan traída y llevada referencia a los independentistas, vascos y catalanes. A los primeros, ya no se les pide que apoyen a Sánchez, sino que lo exigen, con el argumento de que “Cataluña ha respaldado el gobierno de Sánchez y no cooperar con él sería ir contracorriente”. Deben, pues, votar a Sánchez y aclarar “con quiénes están, si a favor de la extrema derecha o no”. Menudo dilema más tramposo. Si no apoyan a Sánchez, ¿serán los independentistas unos derechuzos integrales? Y si lo apoyan, ¿qué serán? Muy majos, muy demócratas y muy… Seguro, pero, a la vuelta de la esquina, ahí seguirá el amenazante artículo 155 de la Constitución por si dejan de ser majos y demócratas al estilo español. Nunca se aprenderá que con los independentistas hay que estar a las duras y a las maduras, algo que el nacionalismo español unitario y uniforme no ha entendido.
Por si fuera poco, en Navarra ha irrumpido en esta dialéctica sido Jaime Ignacio del Burgo, quien, utilizando esa retórica mesetaria del nacionalismo español del PP, repetirá como un clon que “la lógica del sistema parlamentario no puede avalar un gobierno antidemocrático, fruto de la voluntad de quienes no ocultan su propósito de destruir el orden constitucional. Esa amalgama de comunistas, filoterroristas vascos y golpistas catalanes, junto a la burguesía nacionalista de ambas comunidades es un peligro para la democracia española”.
Del Burgo olvida que los partidos políticos que forman el Parlamento español han sido elegidos democráticamente en unas elecciones generales por la ciudadanía de este país. Ninguno de ellos es antidemocrático y, después de la última legislatura, habrá quedado claro que el orden constitucional de España sigue en pie y ello a pesar de la presencia de los parlamentarios independentistas.
La argumentación de Del Burgo sigue al pie de la letra el discurso que las derechas de Navarra utilizaron para justificar el golpe de Estado de 1936. Y no extraña, porque la conoce demasiado bien. Demuestra que, quienes no creen en el orden constitucional democrático actual, son aquellos que, como él, no aceptan que formen parte de su entramado institucional quienes son elegidos por las vías democráticas establecidas por la Constitución. Pero, si son lo que son, intrínsecamente malos y antidemocráticos, ¿por qué no se arma de valor y pide su ilegalización?
Resulta cínico que diga refiriéndose a los de Bildu que “ninguno se arrepiente de lo que hicieron y no renuncia a volverlo a hacer”. La verdad es que aún estamos esperando que ciertas familias navarras, conniventes con el golpe de Estado y consecuente masacre advenida tras este, pidan perdón a las familias que la sufrieron y condenen aquel golpe con la misma claridad con la que exigen la condena del terrorismo.
Y lo que menos esperaba es que el tipo se desmelenara -es un decir-, y pidiera la intervención nada menos que la del Rey para que este proponga a Feijóo como aspirante a la gobernanza del país. Recordándonos que “el Rey no debe olvidar que juró ante las Cortes, en su proclamación, desempeñar fielmente sus funciones, cumpliendo y haciendo cumplir la Constitución. No es baladí que la unidad indivisible e indisoluble de la nación española sea el fundamento mismo de nuestra Carta Magna” (Diario de Navarra, 12.8.2023). Eso dice la Consti en su artículo 2.
Pues bien, imaginemos que el Rey da paso a que Sánchez sea propuesto para ser investido como presidente. ¿Escribirá, entonces, Del Burgo un artículo contra el Rey sosteniendo que éste ha incumplido la Constitución poniendo a güevo el gobierno en manos de quien hará añicos la unidad granítica de España? Me temo que no caerá esa breva. Pero, ¿qué insinúa Del Burgo, que Sánchez, si es presidente, gracias a los independentistas catalanes y vascos, romperá esa “pretenciosa indivisibilidad e indisolubilidad” de la nación española?
Habíamos leído muchos cuentos de terror malísimos, pero éste los supera con creces.