La salud de fidel castro acapara los comentarios cotidianos de la mayoria de los cubanos. son conscientes de que estan viviendo un momento transcendental. la vigilancia policial ha aumentado discretamente para evitar provocaciones de la contra interna, pero la gente mantiene su ritmo habitual. los trabajadores acuden a sus puestos, las playas estan repletas y […]
La salud de fidel castro acapara los comentarios cotidianos de la mayoria de los cubanos. son conscientes de que estan viviendo un momento transcendental. la vigilancia policial ha aumentado discretamente para evitar provocaciones de la contra interna, pero la gente mantiene su ritmo habitual. los trabajadores acuden a sus puestos, las playas estan repletas y la gente pasea por el malecon habanero
Las noticias de la urgente operación a la que ha sido sometido Fidel Castro, su estado de salud y evolución han desatado la especulación sobre el futuro de la Revolución en los grandes medios y diferentes capitales del mundo.
Bastante alejados de estos ejercicios de voluntarismo, los cubanos viven estos días con preocupación no disimulada por la salud de su presidente, la mayoría espera su pronta recuperación y los menos callan cuando se les pregunta. Por lo demás, el país respira una total normalidad social.
El tema forma parte de las conversaciones cotidianas, la gente comparte opiniones, comentarios y chismes en medio de sus ocupaciones normales, todo el mundo parece consciente de la seriedad y trascendencia del momento, pero esto no parece alterar su ritmo diario en medio de un caluroso verano, en realidad no parece suceder nada excepcional en la vida de estas personas abiertas, alegres y conversadoras que tienen una opinión formada para todos los temas habidos y por haber.
La trasmisión de poderes anunciada en el primer comunicado, dictado y firmado de puño y letra por Fidel, certifica que la estabilidad institucional y de poder puede funcionar. Una dirección colectiva dirigida por Raúl Castro es lo que estaba establecido y lo que la población esperaba, por tanto, no hay sorpresas. Así, la «transición» que airean las agencias de noticias no es de régimen sino de personas, por el momento.
Los dirigentes nombrados son conocidos, y tienen experiencia y prestigio. Raúl Castro no es para los cubanos el «hermano» sino un hombre con larga trayectoria y méritos propios, probado en la administración y la gestión al frente de la Fuerzas Armadas. La gente no expresa en general dudas respecto a su capacidad y legitimidad aunque no posea el carisma ni el liderazgo de un Fidel irrepetible.
El Ejército y los integrantes del Ministerio de Interior están movilizados, pero a nadie le resulta anormal dadas las amenazas prometidas desde el Gobierno de EEUU. Sin embargo, no se observa una vigilancia excepcional en estos días estivales. En las noches sí se puede apreciar la discreta presencia de la guardia de los comités barriales (Comités de Defensa de la Revolución), al parecer activados para evitar provocaciones de la contra interna.
La población sigue con mucho interés las noticias que da la televisión al respecto, y que son reproducidas por la prensa nacional. Otros sintonizan canales de satélite que muchos cubanos instalan ilegalmente aprovechando los avances de la tecnología, pero realmente la mayoría de las noticias son las repercusiones en el exterior, dado que ya se anunció oficialmente que no va a haber una avalancha de partes médicos y que se irá informando cuando los resultados de la operación sean estables.
Dolidos por el revanchismo en Miami
Desde hace tres días el Partido y la Central de Trabajadores organizan por centros de trabajo concentraciones (para reafirmar el apoyo a la Revolución y el deseo de la pronta recuperación del Comandante) con una importante asistencia de personas. Muchos comentan con cierta indignación las reacciones de júbilo en Miami ante las primeras noticias, y sacan sus conclusiones sobre esas crudas muestras de revanchismo y odio que son un botón de muestra de lo que pasaría si los planes estadounidenses de derrocar a la Revolución triunfasen.
Mientras tanto, las playas y centros de esparcimiento se llenan a pesar de la escasez de transporte colectivo, los habaneros pasean por el concurrido Malecón donde se han suspendido los Carnavales, y los trabajadores acuden a sus puestos. –