En recuerdo del abuelo asesinado, otro campesino más arrojado a la cuneta, de Mercedes Iglesias Serrano, y de todas las víctimas del fascismo y sus prolongaciones Ni siquiera la vergüenza inconmensurable de la reducción del impuesto de los casinos en un 81% (del 55 al 10%), el infame acuerdo CiU-PSC, es noticia esta semana. […]
En recuerdo del abuelo asesinado, otro campesino más arrojado a la cuneta, de Mercedes Iglesias Serrano, y de todas las víctimas del fascismo y sus prolongaciones
Ni siquiera la vergüenza inconmensurable de la reducción del impuesto de los casinos en un 81% (del 55 al 10%), el infame acuerdo CiU-PSC, es noticia esta semana. Ni incluso el proyecto global-neoliberal de transformar Catalunya, todo ella, en una BCN a lo grande. Tampoco las lecturas nacionalistas, netamente contradictorias, de la última sentencia del Tribunal Constitucional lo son. La noticia sabatina de este 5 de abril es un encuentro obrero y ciudadano: «Memoria obrera. Manuel Fernández Márquez, 40 años después.» Será en la avenida de la Platja, en Sant Adrià del Besós, al lado de Barcelona, frente a la Central Térmica, a las 12 del mediodía. Allí se celebrará, allí celebraremos la II marcha en memoria de la lucha obrera.
Hoy como ayer, se señala en el cartel que anuncia el encuentro en catalán y castellano, la clase obrera, sin distinción de su origen, lengua o cultura, sufre las consecuencia de una sociedad injusta y desigual, acaso más injusta y más desigual que nunca.
En el aniversario de la muerte de Manuel Fernández Márquez, un obrero de la Central Térmica que trabajaba en FECSA que fue asesinado por la policía franquista en 1973, los organizadores quieren homenajear a todos los trabajadores que cayeron, a todas las trabajadoras que murieron y fueron represaliadas en su más que heroica lucha contra el franquismo, en combate tenaz, permanente, imprescindible, por una sociedad más justa, más humana, más igualitaria, una sociedad en la que el trabajador o la trabajadora no sea considerado un desechable e intercambiable «recurso humano» de usar, explotar y arrojar al paro o al más que inhumano «mercado laboral», o sea visto de forma «natural» o naturalizada -¡es lo que toca, es lo que hay!- como un habitante permanente del desempleo, la desesperación social, de la economía sin derechos sociales ni laborales o de interrumpidos, parciales y mal pagados trabajos que empobrecen a todos, y que ellos, los descreadores de la Tierra que decía otro Manuel, han convertido de forma más que planificada y diseñada en trabajos-basura destinada de manera inexorable a los ciudadanos-obreros. A los currantes, a los de siempre en su filosofía de la vida y la historia.
Hoy como ayer, señalan los y las organizadores/as con toda la razón solidaria del mundo y con la memoria histórica esencial, la lucha es la misma: por la justicia, por las libertades reales, por la democracia auténtica y contra el capitalismo antiobrero y ecosuicida.
Convocan, nos convocan a todos, el PSUC viu, la Alternativa Ciudadana Progresista, el Partido Socialista del Trabajo y la Xarxa Socialista Unificada de Catalunya-Socialismo XXI. Intervendrán, además de un representante de ACP, Antonio F. Ordóñez (PST), Alfredo Clemente (PSUC Viu) y Ramon Franquesa (XSUC+S21). Como cierre se leerá una carta de Lidia Falcón, quien condujo la edición de 2013 (Los organizadores han tenido la más que generosa deferencia de permitir al firmante de esta nota, que se siente absolutamente honrado por ello, una breve intervención en el encuentro).
Sucintamente, la muerte-asesinato de Manuel Fernández Márquez [1], un trabajador nacido en Badajoz en 1946, fue así:
Martes, 3 de abril de 1973. Cuando los trabajadores de la Central fueron al trabajo, se encontraron con las puertas cerradas y con la presencia de la «Policía Armada», una brigada especial recién traída de Valladolid, y con furgonetas y caballos y miembros de la Guardia Civil caminera situados en las dos torres de la Central.
Quisieron entrar al trabajo en grupo, era su costumbre. La dirección de la empresa lo impedía; tenían que entrar de cinco en cinco. Se negaron desde luego.
Algunos trabajadores, en señal de protesta, cortaron la vía del tren de Cercanías, muy próxima a la Central. Hicieron detener un tren. Fue entonces cuando la policía «nacional» cargó a caballo. Tres cargas: en la primera dispararon al aire; no puedo precisar qué hicieron exactamente en la segunda; en la tercera dispararon directamente a los trabajadores que huyeron en todas las direcciones. Algunos no pudieron huir. Uno de los disparos acabó con la vida de Manuel; otro hirió de bala a Serafín Villegas Gómez, un trabajador de 25 años.
Todo ello en las cercanías de las puertas de la empresa, a las 8:30 de la mañana.
Manuel fue enterrado en el Cementerio de Pomar, en Badalona, una población obrera pegada a Sant Adrià y a Santa Coloma de Gramenet. Mi cuñado, el marido-compañero de mi hermana, nació en ese barrio. Muchos amigos, muchos compañeros, muchos ciudadanos antifranquistas quisieron despedir a Manuel, quisieron rendirle un homenaje. No pudieron conseguirlo. Mientras uno de sus compañeros de trabajo leía un poema de despedida, las fuerzas del desorden, la explotación y el fascismo cargaron contra los asistentes. A la altura, siempre a la altura de sus circunstancias, a la altura de lo que fueron siempre: los tentáculos represivos y abyectos de un poder opresor y antiobrero.
La ciudadanía de Sant Adrià del Besós dedicó a Manuel una calle hace una década. No veo por qué no lo ha hecho aún (si es el caso, espero estar equivocado), la ciudad de Santa Coloma de Gramenet, la ciudad donde residía.
Barcelona tiene una avenida que lleva el nombre de Francesc Cambó. No tiene ninguna calle que lleve el nombre de Fernández Márquez o esté dedicada a los trabajadores caídos en la lucha contra la dictadura fascista. Es lógico: Barcelona es una ciudad guay y moderna, la millor botiga del món. No es, no quieren que sea la sal de la tierra de ningún colectivo obrero.
Otro Manuel, este de apellido Sacristán, reflexionó sobre lo que comentamos en una entrevista de 1979 con Jordi Guiu y Antoni Munné para El Viejo Topo:
«[…] Así, pues, empecé a intentar entender lo que había quedado liquidado en la cuneta por la marcha histórica, como reacción a la bestial y siniestra idea ésa de los vertederos de la historia que se mantiene en la tradición del grueso del movimiento obrero como si lo que ha quedado en las cunetas fuera basura, siendo así que está claro que basura, en cierta medida, lo somos todos» y, en cierto sentido, matiza Sacristán, «nadie, por lo menos dentro de los grupos dominados». Lo hizo, de todas maneras, «intentando no tener la debilidad, única que creía que podía no tener en comparación con una actitud como la de Rafael [Sánchez Ferlosio], que es reproducir de algún modo el esquema del intelectual tradicional; quiere decirse: ser cómodo para los dominadores, ser cómodo para los explotadores».
Entonces, prosigue el que fuera dirigente del PSUC y del PCE, «me acerqué a la comprensión y al amor de esa gente que quedaba en la cuneta, intentado mantener la voluntad de racionalidad del movimiento obrero que es, en mi opinión, voluntad de modestia». Es decir, señala, «haciendo la radiografía moral de, por así decirlo, la cultura del movimiento obrero aunque eso de «cultura obrera» no sea tomado más que como idea reguladora. Resulta que la diferencia fundamental con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de la modestia».
Principio que define así: «el militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un topo que no se ha enterado de que uno muere e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar, esas «gilipolleces» del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante. En cambio, en la cultura obrera está la modestia porque está el reconocimiento de la muerte». Los héroes obreros, recuerda Manuel Sacristán, «son, en general, héroes anónimos, mientras que los héroes intelectuales tienen dieciocho apellidos, cuarenta antepasados, influencias de escuelas y todas estas leches de los intelectuales tradicionales.»
Manuel Fernández Márquez, por supuesto, nunca tendrá un funeral de Estado. No lo necesita. Quieren que nadie hable de él una vez muerto. No lo conseguirán y, por supuesto, ¡no pasarán!
PS. En esta hermosísima e inolvidable canción de amor de Víctor Jara, una de las mejores canciones populares de todos los tiempos, Raimon tuvo el inmenso, solidario e internacionalista acierto de cantarla en catalán meses después del asesinato del cantautor chileno, se habla también de otro Manuel.
En memoria de nuestro Manuel Fernández Márquez y para ustedes, para todos nosotros: http://www.youtube.com/watch?v=GRmre8ggkcY
La letra de la canción en la versión de Raimon:
Et recorde Amanda,/ els carrers mullant-se,/anant a la fàbrica /allà on treballava Manuel./El somriure ample/ la pluja a la cara/ res no t’importava/ perquè et trobaries/ amb ell, amb ell, amb ell./Només una estona, /la vida és eterna /en aquesta estona. /Sona la sirena /torna a la faena, /i tu caminaves /tot ho il·luminaves /i la curta estona /et va fer florir. /Et recorde Amanda, /els carrers mullant-se, /anant a la fàbrica /allà on treballava Manuel. /El somriure ample /la pluja a la cara /res no t’importava /perquè et trobaries /amb ell, amb ell, amb ell. /que marxà a la serra, /que gens de mal feia, /que marxà a la serra /i en ben poca estona /ells el destrossaren, /sona la sirena, /torna a la faena, /molts no tornaren, /tampoc el Manuel. /Et recorde Amanda, /els carrers mullant-se, /anant a la fàbrica /allà on treballava Manuel.
Nota:
[1] http://ca.wikipedia.org/wiki/Manuel_Fernández_Márquez
Salvador López Arnal es nieto del obrero cenetista asesinado en el Camp de Bota de Barcelona en mayo de 1939 -delito: «rebelión»- José Arnal Cerezuela, cerca, muy cerca de donde fue también asesinado 35 años después del trabajador Manuel Fernández Mázquez
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