Cuando en abril de 2009 se celebró en Trinidad la Cumbre de las Américas y Obama, estrenando su presidencia y su prometida política de reacercamiento hacia América Latina, escuchó con paciencia los reclamos de casi todos los países del área de que se levantara el embargo a Cuba y se normalizaran las relaciones entre los […]
Cuando en abril de 2009 se celebró en Trinidad la Cumbre de las Américas y Obama, estrenando su presidencia y su prometida política de reacercamiento hacia América Latina, escuchó con paciencia los reclamos de casi todos los países del área de que se levantara el embargo a Cuba y se normalizaran las relaciones entre los dos vecinos, las esperanzas de mucha gente en la isla se multiplicaron. Y con razón, pues por esas fechas el Presidente decidía eliminar las restricciones que le complicaba a los ciudadanos de origen cubano viajar a su país o enviar remesas a sus familiares, se empezaban a recuperar los contactos académicos y culturales y se hablaba de posibles acuerdos, como el restablecimiento del correo postal directo o la oferta de mejorar las comunicaciones con el acceso a la red norteamericana de fibra óptica.
Por eso, cuando el pasado 28 de octubre el gobierno de Estados Unidos declaró ante el mundo Asamblea General de la ONU– que mantendría inalterado el embargo y por las mismas razones por las cuales lo habían sostenido ocho administraciones norteamericanas desde 1962, las esperanzas se marchitaron y muchos se preguntaron: ¿el Obama que decide sostener esa política de aislamiento hacia Cuba es el mismo joven carismático que, prometiendo cambios, subió al poder hace un año?; ¿ese hombre que acepta sostener una política que se propone rendir por hambre a un país es el mismo que ha sido congratulado con un Premio Nobel de la Paz?; ¿ese presidente amante de la distensión puede pensar sinceramente que el embargo hacia Cuba condenado casi por el mundo en pleno, incluidos los países más críticos con el sistema cubano– va a obligar al gobierno de La Habana a hacer cambios más que a atrincherarse?; y más aún: ¿ese mismo hombre inteligente no es capaz de colegir que justamente el levantamiento del embargo podría ser lo que indujera la llegada de cambios en Cuba?