Existen varios aspectos en esta guerra cultural, en su sentido más amplio, que en estos momentos se está librando contra la cultura socialista de Cuba. Uno de esos aspectos es la guerra masiva de los medios de comunicación de Estados Unidos y la campaña de desinformación política en el tema de los derechos civiles en […]
Existen varios aspectos en esta guerra cultural, en su sentido más amplio, que en estos momentos se está librando contra la cultura socialista de Cuba. Uno de esos aspectos es la guerra masiva de los medios de comunicación de Estados Unidos y la campaña de desinformación política en el tema de los derechos civiles en Cuba como parte de los derechos humanos.
A sólo unos días de la llegada de Obama a Cuba, la nueva relación Cuba-EE.UU. está entrando en una fase decisiva y difícil. Como parte de otro análisis histórico profundo de las relaciones Cuba-EE.UU., el Dr. Elier Ramírez Cañedo, uno de los historiadores más destacados de Cuba y un experto en la confrontación e intentos de «normalización» entre los dos países, escribió una observación muy sagaz acerca del comentario que hizo Obama el 19 de diciembre de 2014. En el contexto del deseo de EE.UU. de provocar cambios en Cuba, el presidente Obama dijo: «…cómo cambian las sociedades es específico de cada país, es específico culturalmente«.
Ramírez Cañedo dedujo:
«Ante esta abierta declaración de guerra cultural, entendiendo la cultura en su sentido más amplio, más allá de lo artístico y literario, sería ingenuo pensar que la historia no será –de hecho ya lo está siendo– una de las dianas fundamentales de quienes pretenden socavar desde dentro la cultura socialista en Cuba».
Además, escribió en el mismo artículo lo siguiente:
«Pero si algunos en Cuba o fuera de ella, sobre todo en las filas revolucionarias, caen en el error de olvidar o despreciar la importancia del estudio y conocimiento profundo del pasado en las circunstancias actuales, sería hacer el juego a quienes ahora con nuevos ropajes persisten en sus objetivos de destruir la Revolución Cubana desde sus mismas raíces«.
La perspicacia de Ramírez Cañedo acerca de la guerra contra la cultura socialista de Cuba a que se refiere su artículo, ha sido confirmada en varias ocasiones. Por ejemplo: el periódico The New York Times publicó una columna el 12 de marzo de 2016 con el título «Cultural Gap Impedes U.S. Business Efforts for Trade in Cuba» (Brecha cultural obstaculiza los esfuerzos del sector de negocios de EE.UU. para comerciar en Cuba). Entre otros puntos, el artículo se enfoca en las restricciones impuestas por Cuba en defensa de su soberanía y su sistema socioeconómico contra los empeños de los empresarios estadounidenses.
En otras palabras, The New York Times parece estar preocupado acerca de la cultura socialista de Cuba. Al referirse a la determinación de mantener sus principios, el artículo lamenta que «Cuba ha dejado bien claro que no cambiará la forma de realizar su actividad comercial para ajustarse a las necesidades de los Estados Unidos«.
La guerra masiva política y de los medios de comunicación
Existen varios aspectos en esta guerra cultural, en su sentido más amplio, que en estos momentos se está librando contra la cultura socialista de Cuba. Uno de esos aspectos es la guerra masiva de los medios de comunicación de Estados Unidos y la campaña de desinformación política en el tema de los derechos civiles en Cuba como parte de los derechos humanos.
El discurso de EE.UU., directa o indirectamente y a regañadientes, reconoce los logros de Cuba en el ámbito de los derechos sociales, como un subgrupo de los derechos humanos, en relación a salud, educación, cultura y deporte. Sin embargo, acusa a Cuba de violar los derechos civiles y políticos, haciendo referencia, por ejemplo, a su frecuentemente citado doble estándar del «derecho a la libertad de expresión, la libertad de prensa y de protestar» basado en el pensamiento único estadounidense. Por lo tanto, según esta explicación anecdótica, Cuba no es una democracia dado que viola los derechos civiles y políticos, y por extensión, los derechos humanos.
Sin embargo, los derechos civiles, tales como los derechos políticos, conforman una parte importante del cimiento que salvaguarda y promueve la gama completa de los derechos humanos. El derecho civil más significativo concedido a los cubanos y exigido por ellos, es participar en su propio sistema político. Esta tradición, aunque no perfecta y por lo tanto siempre en evolución, se remonta a la lucha colectiva revolucionaria de masas que llevó al triunfo de la Revolución Cubana, y por ende, al poder político del pueblo en enero de 1959. Es imposible olvidar esta historia.
Derechos civiles
Este legado ha continuado de muchas formas y al mismo tiempo tratando siempre de mejorar la democracia participativa. Si los cubanos no hubieran tenido, y no tuvieran ahora, la capacidad de ejercitar su propio poder político, ¿cómo podrían haber obtenido y garantizado otros derechos humanos? Por ejemplo, si los cubanos no hubieran ejercido sus derechos políticos individuales en la década del 50 para ganar el poder político, ¿hubieran podido alcanzar, en primer lugar, los derechos sociales, tales como el derecho a la salud, la educación, la cultura y el deporte?
Desde 1959, el Gobierno Revolucionario de Cuba se esfuerza para fomentar la participación del pueblo para mejorar esos derechos civiles sociales. Por su parte, los ciudadanos se empeñan para fortalecer su poder político real en aras de proteger y actualizar sus derechos humanos sociales, económicos y culturales. Existe suficiente espacio en la cultura socialista cubana para que este debate y acción fructifique y propicie que el socialismo cubano pase de una fase a la siguiente. Sin embargo, esta democracia en movimiento es ignorada por los círculos gobernantes de los Estados Unidos.
Washington y la mayoría de los medios de prensa más influyentes de EE.UU. reconocen solamente esos derechos civiles políticos como parte de los derechos humanos definidos y exigidos por lo que ellos llaman la «sociedad civil» de Cuba. Esta «oposición» muy marginal, es dependiente ideológica y financieramente de Estados Unidos, que ha sido quien la creó. El objetivo es funcionar como un caballo de Troya de los Estados Unidos para destruir la Revolución Cubana desde adentro.
Por supuesto, este grupo marginal, no se puede considerar una base para socavarla. En consecuencia, para reforzar el caballo de Troya, los Estados Unidos, también tienen su mira puesta en más de 500.000 trabajadores cuentapropistas. Ese sector en crecimiento de la sociedad cubana es percibido erróneamente por los vecinos norteños de Cuba como una quinta columna natural de reclutas para «el estilo de vida y valores» estadounidenses (capitalismo y dependencia de los EE.UU.) con el objetivo de debilitar la cultura socialista cubana. Estados Unidos puede subestimar el patriotismo de la gran mayoría de los cubanos, incluyendo la cantidad creciente de cuentapropistas, a quienes los Estados Unidos llama injustamente el «sector privado», como si estuviera separado de la sociedad cubana y de su cultura socialista, que por supuesto no lo está.
Los derechos civiles de la oposición fabricada por los Estados Unidos y de otros sectores de la sociedad que pueden injertarse en ellas desafían los derechos civiles y políticos de la gran mayoría del pueblo cubano.
Retos en el horizonte
En Cuba existen varios elementos que complican la situación actual debido al descongelamiento iniciado por ambos países el 17 de diciembre de 2014.
Ramírez Cañedo está preocupado, y con mucha razón, acerca de que individuos «en las filas revolucionarias» caigan víctimas de esta guerra cultural alimentada por Estados Unidos. Esto ocurriría, tal como lo ve el autor de este artículo, entre otras cosas, si se olvida el pasado de Cuba en lo concerniente a los derechos civiles, políticos, sociales y humanos. En consecuencia, la gente caería en la trampa de referirse a la dicotomía falsa entre los derechos civiles/políticos y otros derechos humanos, tales como salud, educación, cultura y deporte.
La situación se ha hecho más compleja fuera de Cuba. Antes del 17 de diciembre de 2014, muchos comentaristas se mostraron muy opuestos a la política de Estados Unidos hacia Cuba. Había una brecha entre los comentaristas y Washington. La situación ha cambiado ahora. Algunos de ellos se han convertido en la vanguardia de la política Cuba-EE.U. de Obama, olvidando que EE.UU. ha cambiado solamente las tácticas. Se han transformado en apologistas de la nueva política, que sirve para alcanzar finalmente su objetivo estratégico de socavar la Revolución Cubana, ahora desde su interior.
Una de las bases políticas/ideológicas de esta nueva vocación es decir, en efecto, que: «Admitimos que Cuba ha alcanzado grandes logros en los derechos sociales como salud y educación como parte de los derechos humanos, pero en Cuba se violan los derechos civiles y políticos». Por lo tanto, los derechos civiles políticos son contrapuestos a los derechos sociales, económicos y culturales. Por su parte, algunas personas guardan silencio en cuanto al carácter revolucionario de los derechos civiles políticos de Cuba, y así, en forma deliberada o no, colaboran con los Estados Unidos en su guerra cultural contra Cuba.
Por su parte, Granma, el periódico oficial cubano escribió correctamente, en un editorial decisivo y tajante el 8 de marzo de 2016 que «Cuba defiende la indivisibilidad, interdependencia y universalidad de los derechos humanos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales«.
Entonces, la pregunta es: ¿la visita de Obama a Cuba brindará a los cubanos la oportunidad de ganar terreno contra la guerra cultural, o permitirá a EE.UU. penetrar en la sociedad cubana? ¿O ambas situaciones forman parte del panorama que se vislumbra en el horizonte?
(Artículo traducido por Franklin Curbelo. Fuente original en inglés-Global Research: http://www.globalresearch.ca/obama-in-cuba-will-the-visit-advance-the-us-cultural-war-against-cubans/5513854)