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Obama en La Habana y Cuba espera resultados

Fuentes: Rebelión

Si el bloqueo anti-ONU, anti-Derecho Internacional, lo han impuesto a Cuba, no es sólo para acabar con su gobierno legítimo, su soberanía como nación, y su modelo económico y social que es referente de transformación: el imperio no sólo quiere terminar con esa Cuba, quiere también deshacer los acuerdos, las leyes mundiales que nos igualan […]

Si el bloqueo anti-ONU, anti-Derecho Internacional, lo han impuesto a Cuba, no es sólo para acabar con su gobierno legítimo, su soberanía como nación, y su modelo económico y social que es referente de transformación: el imperio no sólo quiere terminar con esa Cuba, quiere también deshacer los acuerdos, las leyes mundiales que nos igualan tanto a gobiernos como a pueblos.

Desde el primer gobierno estadounidense que aprobó y aplicó el bloqueo hasta el último que lo mantiene han venido guardando deseos, prejuicios, intereses que le son intrínsecos. Su definición de imperio capitalista recoge la mejor explicación. Y aquí hablaríamos de Derechos Humanos, razón suficiente ante la que el gobierno injusto debería cambiar su carácter para poder formular un deseo nuevo. Ese cambio y ese deseo nuevo serían la prueba de su aprendizaje. Y es que es hora, mire y piense usted señor viajante a Cuba, el deseo viejo, aquel primero tan canalla, no se les ha cumplido.

Si ustedes, gobierno de EEUU, quieren aprender, deben superar sus prejuicios. De continuar con ellos quedarán en evidencia una vez más, lo que no sorprende a nadie de éste mundo en construcción.

Sabemos que los intereses que tapan con sus prejuicios son característicos de fuerzas opresoras, fuerzas que emplean la propaganda, la compra venta de conciencias, la corrupción, y la violencia donde haya lugar para su gusto, y si no les es posible la conquista violenta imponen el bloqueo.

Dicho una vez es fácil imaginar que cuando el gobierno estadounidense mantiene el bloqueo a Cuba es porque cuantificó y cuantifica el valor del objetivo, de ahí que no pudiendo rendir la plaza de la primera manera ni de la segunda, intente con otras medidas quedarse con la pieza.

Para que Cuba caiga en sus manos viene necesitando una fuerza de la que no dispone, a pesar de su musculatura imperial. No conoce la forma de superar la conciencia de nación, la conciencia social, ni la conciencia mundial que hacen al pueblo cubano.

¿Por qué creen ustedes que a la dirigencia cubana y al pueblo cubano no le asusta hablar tantas veces como sea necesario de libertad y de Derechos de igualdad?, ¿por qué cree que le ponen pasión a su solidaridad con sus limitados recursos? Porque los cubanos han aprendido a ganarse la independencia y la igualdad.

Con el mundo entero en contra por el daño que hace a Cuba, el imperio no puede tapar lo qué es, cómo, dónde y cuando ejerce de tal. Para conseguir esa imagen nueva se vería obligado a producir una imaginada Historia, un mundo que tape a este mundo, o una ignorancia paralizante infinitamente mayor de lo imaginable: todo ello parece ahora imposible. Pensemos que aspira a ello, sólo cabe decir que le serían necesarias unas fuerzas hoy desconocidas: ¿cómo mantener sus botas pisando tierra?, ¿cómo generar un mundo inmóvil, un mundo en que la marcha humana no exista? Así, intentando inventar un daño irreversible el imperio ha pasado 57 años.

El que insiste en su equivocación y se cree, o quiere hacer creer, que es más de lo que es, piensa que su dedo mide más que la luna.

En un libro juvenil, su título «Jim Botón y Lucas el maquinista», de Michael Ende, entre otras cosas se cuenta la historia de un personaje que visto de lejos aparece con el tamaño de un enorme gigante, pero conforme se va acercando va disminuyendo, se va reduciendo, y cuando lo tenemos frente a frente resulta hasta ridículamente más pequeño que uno mismo.

Déjeme contarle una anécdota y piense después quién es el gigante de verdad:

Cuba dispone de un presupuesto menor para toda la nación, si usted quiere equivalente, que el que emplea la ciudad de Nueva York para alimentar a sus canes. Y Cuba, toda su población, el país en todas sus dimensiones y compromisos cumple con los objetivos del milenio, crece y se alimenta bien, es un país culto, dispone de la medicina y los cuidados sanitarios más apreciados del mundo, es admirado y reconocido en el ámbito internacional por su entrega humanitaria, es el referente solidario para los pueblos del mundo. A pesar de su bloqueo comercial, económico y financiero.

Ahora que va al encuentro con presidente Raul Castro y el pueblo cubano, dele la vuelta a su anti-ONU, anti-Derecho Internacional, entierre esa medida inhumana, devuelva Guantánamo, indemnice a Cuba por el perjuicio causado, sorprenda a los gobiernos y pueblos del mundo en su debido tamaño, en igualdad con todos. Ponemos atención a los resultados.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.