La creación de la Fundación Euskal Memoria en 2009, tiene mucho que ver con el origen de investigaciones como las que han desembocado en la elaboración de Objetos perdidos, nombre del libro que hace unos meses presentó Txalaparta y en el que Iñaki Egaña logra reunir una serie de casos emblemáticos de la situación en la que se ha visto envuelta la sociedad vasca durante (al menos) medio siglo.
Egaña (Breve historia de ETA, Los crímenes de Franco en Euskalherria) recuerda, de entrada, que, debido al “elevado número de peticiones», en 1980, «la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas decidió crear un Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias”.
Todo ello se debe, en parte, a que, en realidad, la “desaparición forzada acumula diversas vulneraciones de derechos humanos”. Y Egaña añade en esta reciente obra que la “comisión del delito comienza con la denegación de información sobre la detención” pero el donostiarra, en el relato, no evita el testimonio personal ni la primera persona: “El de Jesús Galíndez es uno de los mitos con los que creció mi generación”.
Por este otro motivo, el libro aporta un contexto (el contexto real) en torno al cual descubrir el horrible alcance de los acontecimientos reseñados. Son los que traen consigo el conjunto de crímenes cometidos en torno a ciudadanos como el citado Galíndez, como Pertur, como Mikel Zabalza, como Joxi Lasa y Josean Zabala y otros de diferente origen político y profesional. Son (han sido) seres humanos convertidos en Objetos perdidos pero, ¿por qué, precisamente,en ello?
Tal y como recuerda el propio Egaña, el origen del título de este libro se halla en un episodio dantesco: «En 1985, Garbiñe Garate, la madre del desaparecido Mikel Zabalza, se dirigió al cuartel de la Guardia Civil ubicado en el barrio donostiarra de Intxaurrondo preguntando por su hijo. La respuesta del agente que le atendió fue sintomática de la dejadez de la investigación: Vaya a preguntar en objetos perdidos». Pero, desgraciadamente, hay más dudas y carencias.
Muchas más: en pleno siglo XXI, algunos de los cuerpos reclamados siguen sin hallarse y, por ello, Iñaki Egaña se ha involucrado en aventuras como el presente estudio, que muy bien puede considerarse como un trabajo meticuloso y en el que los especialistas ya han encontrado, a lo largo de estos últimos meses, un buen número de aportaciones novedosas. El libro, finalmente, puede estar de actualidad, pues son, los actuales, tiempos de blanqueo de políticas inhumanas en gran medida desconocidas por los lectores más jóvenes y por muchos de los interesados en su olvido.
¿Qué hay, de todo ello y del contenido de Objetos perdidos, en la actualidad política, ensayística e informativa? Egaña está en ello. Siempre ha estado en ello: «Hasta el siglo XXI y principalmente desde asociaciones ajenas a las instituciones destinadas a abordar semejantes temas, también de vulneración de derechos humanos, los desparecidos vascos no estuvieron en la agenda política». Y Objetos perdidos. Desapariciones forzadas en el contexto vasco (1956-2010) es el nombre completo de su último trabajo en tal dirección.