Aislar a Cuba ha sido el permanente leiv motiv de Estados Unidos, empecinado en mantener su hegemonismo imperial en la región. Mucho dinero de sus contrbuyentes ha gastado irracionalmente para lograr ese detestable objetivo. Sucias alianzas, conspiraciones, presiones de todo tipo, chantajes y oscuros malabares han empleado sus diplomáticos y emisarios del Departamento de Estado para subordinar a su voluntad a algunos gobernantes genuflexos en América Latina. La cuestión esencial es no permitir a Cuba el participar en las Cumbres de las Américas.
El propio asesor de la Casa Blanca para América Latina, Dan Restrepo, hipócritamente, dejó entrever que EE UU aprueba que Cuba regrese al sistema interamericano, pero primero debe cambiar al modelo post Catro que su gobierno quiere imponerle. Al respecto dijo: «El sendero para ese regreso era que Cuba cumpliera con los mismos criterios básicos y con el compromiso democrático de los otros países de las Américas, lamentablemente las autoridades de Cuba no han querido tomar ése camino y cuando el papa Benedicto XVI estaba de visita hace un par de semanas el gobierno insistió públicamente en mantener un sistema de partido único y siguió reprimiendo a las personas que deciden con coraje defender la democracia».
Con estas palabras quiso dejar bien claro su pretendido papel de gendarme y dueño de estos foros y el deseo enfermizo de hacer prevalecer su posición a cualquier precio. Empero, los tiempos cambian y EE UU se enfrenta a una seria oposición, corriendo el riesgo de verse aislado en sus designios.
Aliado a Canadá, se ha convertido en minoría en el venidero foro.
Pensando en un milagro que haga volver a las ovejas descarriadas a su redil, EE UU acude a todo tipo de argucias y para ello no ha vacilado en emplear a su base contrarrevolucionaria de dentro y afuera de Cuba.
Hemos conocido que la administración Obama ha financiado la presencia de un grupito de once contrarrevolucionarios en Cartagena de Indias, con el encargo de difamar sobre Cuba, con vistas a viciar los intentos de varios gobernantes por incluir a la Isla y acabar con tamaña injusticia. El circo mediático que se realiza en el Hotel Dorado tiene como capitana de las vedettes a Sylvia Iriondo, jefa del grupúsculo MAR por Cuba. Allí, vestidas de negro, colocando fotos y carteles anticubanos, tratando de vender a los incautos la visión distorsionada de una Cuba represiva, No faltaron asientos vacios en los que colocaron fotos de sus mercenarias integradas al grupúsculo provocador auto denominado Damas de Blanco, totalmente irrepresentativo de la mujer cubana y sobredimensionado por los medios que desatan la más pérfida guerra ideológica contra nuestra Patria.
No faltaron, por supuesto, las conferencias de prensa con falseados testimonios de las Damas de Blanco y la «disidencia» interna, caracterizados por una deliberada alteración de la realidad cubana. Prensa hubo, claro, pero integrada por los medios hispanos de Miami y algunos grandes canales de TV y periódicos europeos, cuya misión en ser partícipes activos en la guerra ideológica anticubana.
Todos los asistentes tuvieron la oportunidad de acceder a una falaz carta, firmada por la mercenaria Berta Soler y fechada el 12 de abril, en que conmina a los Jefes de Estado y Gobierno participantes a excluir a Cuba de esas Cumbres, en un deleznable acto de traición a su propia Patria.
En un fragmento de la misiva queda evidenciada la apostasía: «La que suscribe esta carta, a nombre de mujeres pacíficas integrantes del movimiento cubano «Damas de Blanco Laura Pollán», respetuosamente solicitamos a ustedes que Cuba no sea admitida en las Cumbres de las Américas.»
Sustentada en las manidas difamaciones de siempre, existen evidencias de que esta carta fue elaborada por Berta Soler por indicaciones de funcionarios de la SINA en la Habana, quienes se encargaron, vía Departamento de Estado, de hacerla llegar a Miami y de usarla en el show mediático montado en el hotel Dorado con dinero de la USAID.
Con el pretexto de magnificar una distorsión de la realidad, Berta Soler y sus amos exageran cifras a su libre albedrío: «Miles de defensores de derechos humanos han sufrido los llamados «actos de repudio» en los que las turbas convocadas y dirigidas por la policía política, golpean, arrastran por las calles, y destruyen las viviendas de sus víctimas.» Es descarado decir que son miles los cuatro gatos mercenarizados dentro de Cuba, que lanzan lastimeros maullidos hacia Miami a través de Háblalo sin Miedo, Radio Martí y sus teléfonos celulares, estos últimos recargados desde Estados Unidos con altas cifras de dinero para mantener sus difamaciones.
¿Quién le dio el derecho a Berta Soler, me pregunto, para hablar por la mayoría de los cubanos, quienes realmente repudian su rol como asalariada de una potencia extranjera?
Otro grupo contrarrevolucionario también usó la misma acción provocadora que la jefa de las Damas de Blanco. En otra carta abierta a los mandatarios que asisten a la Cumbre de Las Américas, Fernando Palacios, integrante de un minúsculo grupo anticubano denominado Proyecto Nuevo País, empleó términos similares: «Existe un divorcio entre el gobierno cubano y los ciudadanos que no tienen ninguna correlación entre los intereses del ciudadano y los intereses del gobierno».
Esta nueva provocación fabricada por mercenarios y contratistas de la USAID pasará a la historia como uno de los tantos circos mediáticos, repudiada por todos por su vileza y su traición.
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