Como muchos movimientos sociales y sindicatos vinculados a la defensa de la educación pública y laica estamos muy preocupados por los derroteros en los que parece se encamina la Subcomisión de Educación del Congreso. Parece que existe una urgencia de pacto educativo y todo ello en base un acuerdo político. Es cierto que en la […]
Como muchos movimientos sociales y sindicatos vinculados a la defensa de la educación pública y laica estamos muy preocupados por los derroteros en los que parece se encamina la Subcomisión de Educación del Congreso. Parece que existe una urgencia de pacto educativo y todo ello en base un acuerdo político. Es cierto que en la Comisión de educación ha habido cien comparecencias de diferentes sectores sociales pero el pacto se plantea no como un pacto social sino como un pacto político en mesa camilla. Esa idea de discreción de las discusiones de la Subcomisión parecen darse de bruces con la tan cacareada transparencia. En la actualidad, cuanto más trasparencia se predica más secretismo se practica.
Los recortes presupuestarios en educación y el incremento de la educación privada concertada en las grandes áreas metropolitanas son las dos caras de una misma moneda: en España se consolidan dos redes educativas que potencian la segregación social y la escuela, en vez de convertirse en un lugar de emancipación y de igualdad, se convierte cada vez más en un lugar de segregación social. Desde la izquierda y desde un aparte de la derecha que crea en la igualdad solo es posible reivindicar una escuela pública y laica como centro del sistema educativo y poner esa escuela a la altura del siglo XXI. Nuestro modelo educativo reproduce la segregación social existente distribuyendo a los niños y niñas, no en función de sus capacidades y necesidades, sino de su pertinencia a tal o cual nivel social y para ello utiliza un sistema público y otro privado, financiado públicamente. Esa es la realidad. Y todo esto se hace en nombre de la libertad de enseñanza y de la libertad religiosa. De ahí proviene, en gran medida, el desorden y el desasosiego escolar. El desorden escolar es patente en los resultados, incluso en el arrogante y neoliberal informe PISA.
La educación privada en España supone el 31% de los alumnos escolarizados cuando la media Europa no alcanza el 10%, es decir España es el segundo país europeo donde la enseñanza privada es más fuerte. En algunas áreas metropolitanas, como Madrid o Barcelona, estas cifran superan el 50%. Un pacto escolar que no aborde el problema de los centros privados concertados y la fragmentación en dos sistemas de la financiación pública no avanzará demasiado. Detrás de los centros concentrados, desgraciadamente, existen muchos intereses ya que la educación no sólo es un servicio público, también es un negocio con claras implicaciones ideológicas. Es curioso que casi ningún partido político ponga sobre el tapete la escuela laica. La escuela laica es más que sacar la religión de los colegios públicos: es tener en máxima consideración social la enseñanza primaria y secundaria; considerar la escuela como el elemento central para la emancipación de los ciudadanos .La financiación pública de una «escuela católica», o de cualquier otra escuela confesional o no, en aras de la libertad religiosa o del fomento de la libertad de empresa, erosiona nuestro sistema público educativo y refuerza la desigualdad social e incluso regional.
Algo que preocupa es que la siempre vociferante Iglesia católica española, que tantos intereses tiene en la escuela privada y en el adoctrinamiento de los menores, esta callada y sin hacer ruido. Cuando la iglesia católica española no arma ruido es que sus intereses están salvaguardados y seguro que ha habido ya muchos contactos discretos con el Gobierno-y quién sabe si también con la oposición- . Si la educación privada católica no se toca entonces la reforma educativa no habrá avanzado ni un ápice. Si se consolida el modelo de doble red educativa entonces será un duro golpe la escuela pública y laica. Si de verdad se quiere un pacto educativo gestos siquiera simbólicos como la denuncia de los Acuerdos de la Educación con Santa Sede de 1979 se hubiera exigido por parte de la oposición. ¿Cómo se va a realizar libremente un pacto educativo si perviven aun los Acuerdos de educación con la Santa Sede? Acaso la oposición no deberían exigir al Gobierno que plantee ya ante el Congreso la denuncia de estos preconstitucionales acuerdos. Que se quiera realizar un pato educativo manteniendo el adoctrinamiento de menores en las aulas a través de una legión 17.000 catequistas es una salida en falso.
Si estos aspectos esenciales de la escuela no se abordan o se aparcan entonces todo derivara hacia una mayor mercantilización de la escuela como ya hemos visto con la formación profesional la cual ha sufrido un proceso de privatización silenciosa mediante el cheque escolar y otras formas que se han venido implantando.
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