Mario Conde estaba allí, esperando el momento en que Leonardo Padura recibiría el cuadro pintado por Fariñas, donde consta oficialmente su entrada en la lista de los Premios Nacionales de Literatura de Cuba. Hace más de 20 años que el ex policía acompaña al escritor en intervenciones públicas, en los encuentros con sus editores de […]
Mario Conde estaba allí, esperando el momento en que Leonardo Padura recibiría el cuadro pintado por Fariñas, donde consta oficialmente su entrada en la lista de los Premios Nacionales de Literatura de Cuba. Hace más de 20 años que el ex policía acompaña al escritor en intervenciones públicas, en los encuentros con sus editores de Tusquets y de La Habana, en las gradas del Estadio Latinoamericano donde juega el equipo Industriales, en las caminatas por el barrio con sus perros, en las noches junto con Lucía y en las jornadas de escritura solitaria en la casa de Mantilla.
La literatura, una riesgosa obsesión que raptó a Padura hace más de tres décadas, le dio la oportunidad de conocer al «jodido, cornudo y aprendiz de escritor» que ha sido el Conde. Esta tarde, durante la Feria del Libro, el autor de una de las sagas policiales más importantes de las letras cubanas en este último medio siglo, advirtió la presencia del protagonista y quiso reciprocarle la fidelidad. Mario Conde, dijo, le ha ayudado «a entender este país singular y enigmático en el que vivimos, a veces tan generoso y a veces tan mezquino, a darle forma y expresión a mis sentimientos sobre la historia, la vida, el amor, la amistad, el miedo, la frustración, la pobreza humana, familiar y espiritual y la condición de ser cubano».
e una confesión tan íntima y visceral, todas las miradas de la sala debieron dirigirse hacia el Conde, quien, al mismo tiempo, debió sentirse de una vez y por todas hinchado espiritualmente y de nuevo con ganas de «romper» una botella de ron junto con sus consortes del preuniversitario. Pero, en lugar de producirse un descogotamiento colectivo en busca del singular personaje, hubo silencio y complicidad. Los lectores, que una vez temieron el retiro definitivo del detective de Pasado perfecto, prefirieron preservar el suspenso hasta que salga a la luz Hereje, la nueva novela de Padura.
Más que escrutar la anatomía del Conde, los cubanos de hoy esperan que el personaje les permita conocer y compartir los avatares de la sociedad contemporánea, y que el detective continúe siendo aquella otra voz que, al decir del escritor Enrique Saínz, «les dice mucho de lo que quieren saber y conocer».
El pacto Conde-Padura-lectores es una de las razones por las cuales el escritor está esta vez en el podio, recibiendo el agasajo. El jurado del Premio Nacional de Literatura 2012 ha reconocido como valor fundamental en su obra el haber creado un personaje que ha arraigado en el imaginario colectivo, junto con su capacidad para moverse con solidez en la narrativa, el ensayo y el periodismo, la extensa obra que se enriquece estéticamente con nuevas propuestas, su trabajo consolidado en la tradición de la novela negra y la amplia difusión internacional que han alcanzado sus textos.
uien pronunció las palabras de elogio por el más alto reconocimiento que se entrega a los escritores cubanos, destacó del autor de La novela de mi vida y El hombre que amaba los perros que la totalidad de su obra ofrece tres verdades incontestables: que estamos en presencia de una escritura que todos agradecemos por su precisión, por su naturalidad, su poder de imantación; que se trata de un autor profundamente preocupado por su país y por sus conciudadanos, por los problemas de la realidad nacional en esta hora y siempre; y que tenemos en sus textos no solo sus calidades, sino los testimonios de sus valores éticos y de la laboriosidad de este incansable trabajador de la cultura y para la cultura».
De la tenacidad con que se ha empeñado en el oficio de la literatura y el periodismo, y de la coherencia con que ha expresado sus ideas, dijo el propio Padura: «He tratado a lo largo de todos estos años, y cada vez con más conciencia, de ser un hombre todo lo libre e independiente que puede ser una persona en un mundo y en una sociedad como estos en que vivimos. He tratado de decir con sinceridad lo que pienso dentro y fuera de la Isla. He mantenido la fidelidad a mis amigos dentro y fuera del país. He sufrido mis miedos, pero no me he dejado vencer por ellos a través de la simple fórmula de enfrentarlos».
palabras de agradecimiento, el autor rememoró sus inicios en la escritura como un impulso en busca de competitividad y reconocimiento entre sus compañeros de la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana, su trayecto por varias revistas cubanas, los momentos en que ha visto publicados «los libros que he querido, que he creído que podía y debía escribir y desde la literatura he dicho en ellos sobre la realidad, la historia, la cultura, los hombres y sobre las mujeres lo que mi capacidad y entendimiento me han permitido decir superando muchas veces mis dudas y temores». El Premio que Padura recibió hoy no cambiará al escritor en lo esencial. Él seguirá todavía en Mantilla, con sus perros, con Lucía, con el espíritu tutelar de José María Heredia y la sombra de Mario Conde, siendo el autor que se define como «un cubano de estos tiempos, por escribir, pensar, actuar y vivir como he vivido, golpeando cada día el yunque para sacar chispas en el metal más duro, dando la lata y gritando lo que tenemos que gritar, nuestra pequeña verdad y nuestra pequeña angustia, y también nuestra pequeña alegría».
Fuente: http://www.lajiribilla.cu/articulo/3532/padura-un-cubano-de-estos-tiempos