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Las reformas regresivas y antisociales han agravado y hundido la reactivación económica

Palabras que traen dolor, sufrimiento y muerte

Fuentes: Rebelión

El día 21 de marzo, entrada de la primavera y día mundial de la poesía, cuando debíamos estar celebrando y alimentándonos con la belleza de las palabras, el catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada y consultor permanente de la Reserva Federal de Estados Unidos Santiago Carbó ha sido el cuarto conferenciante del […]

El día 21 de marzo, entrada de la primavera y día mundial de la poesía, cuando debíamos estar celebrando y alimentándonos con la belleza de las palabras, el catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada y consultor permanente de la Reserva Federal de Estados Unidos Santiago Carbó ha sido el cuarto conferenciante del programa ‘Anticipar el futuro construyendo el presente‘ que organiza la Diputación provincial de Cádiz. Su intervención, que llevaba por título » Crisis y reformas económicas y financieras en la España de hoy», me indignó y me hizo rebelarme contra sus palabras, pues son estos análisis falsos los que llevan el dolor, sufrimiento y hasta muerte a miles de personas y familias. No hay lugar para el relativismo. Es una obligación moral y ética denunciar públicamente la falsedad y el cinismo interesado; la gran mentira de la verdad a media con las cifras manipuladas. Palabras que han arrastrado desde el pasado mes de mayo, entre otras cosas, al harakiri político de José Luis Rodríguez Zapatero y a la desafección de la ciudadanía española con la política del PSOE. En el siguiente link puede leerse la nota de prensa del Gabinete de Presidencia de la Diputación provincial sobre la conferencia: http://www.dipucadiz.es/opencms/opencms/dipucadiz/notasPrensa/nota_1499.html

Santiago Carbó estructuró su conferencia en cuatro puntos: 1.- Situación macroeconómica ¿recuperación? 2.- Importancia de la reforma laboral, de pensiones y del sistema financiero 3.- Sector bancario: reestructuración y reformas y 4.- Conclusiones.

La idea fuerza que articuló su discurso a todo lo largo de su intervención fue la credibilidad país de España ante los mercados financieros internacionales, y su medidor el PIB. Sobre esta base, dijo, no estamos en una crisis sistémica sino en una crisis cíclica que pasará para seguir igual. El PIB mundial crece al 4%, luego vamos bien, aunque España tarde más, y hay que hacer las reformas necesarias para aprovechar el impulso cuando llegue ese momento.

Con el PIB como guía y medidor de la salida de la crisis nos está ocurriendo lo mismo que a los dos inmigrantes, que guiándose con un GPS sobre un pantano a 100 Km/hora en febrero del año pasado, se precipitaron muriendo porque el temporal se había llevado la carretera, y el GPS no lo señalaba.

¿Por qué crece el PIB mundial? Porque los especuladores han vuelto a sus practicas habituales con alimentos básicos, hidrocarburos y deuda soberana. Sube porque el pan en el Magreb ha subido el 60% en tres meses; sube porque la gasolina nos cuesta más; sube porque pagamos más por la renovación de nuestra deuda soberana, que en la última renovación se ha aliviado porque los fondos buitres y carroñeros han encontrado una presa más débil: Japón, con su reciente catástrofe sísmica y nuclear. No, aunque suba el PIB no significa que las cosas van bien ni en España ni en el mundo; ni siquiera en China que crece por encima del 9% y donde las contradicciones se están acelerando a medida que se acrecienta la desigualdad y la polarización social. No es el PIB sino el «Buen vivir» el GPS que nos sacará de la crisis a las personas y a la humanidad.

Cuando crecía el PIB a mediados de la década anterior las cosas no iban bien. La ley del suelo de Aznar en 1998 liberó la especulación inmobiliaria que nos llevó a construir 800.000 viviendas/ año, más que Alemania, Francia e Italia juntas. Viviendas que no eran las que la ciudadanía española, y especialmente la juventud necesitada, ya que más de la mitad eran en la costa como «ciudades de vacaciones» que se vendían como «inversión con rentabilidades del 20% anual» y muchas a extranjeros, europeos, mafias rusas e italiana y sátrapas árabes. Eran productos financieros, no satisfacción de necesidades sociales.

¿Todos nos beneficiábamos y por eso nadie dijo nada? No. Se beneficiaron los bancos y los especuladores, se beneficiaron los contratistas y promotores, algunos que llevaron a cotizar sus empresas en Bolsa escalando los ranking de riqueza y mostrados al público como modelos de triunfadores a seguir; se beneficiaron los corruptos desde las Administraciones Públicas locales y Autonómicas, que no las Administraciones como se ve en Marbella y claramente hoy en muchos Ayuntamientos. Tampoco se beneficiaron la población asalariada, pues en estos años de «bonanza» en España los salarios reales bajaron más del 4% entre 1999-2007. En esos años es cuando se despilfarran los recursos en beneficio de unos pocos; cuando el endeudamiento privado nos lleva a triplicar el PIB nacional; cuando se corrompe a políticos y se endeudan y desequilibran los ayuntamientos; cuando nos cargamos el litoral del Mediterráneo ganándonos la condena del Parlamento Europeo por desastre ecológico. ¿Y donde estaban las advertencias del Banco de España para evitar el desastre que ya entonces era visible? No las hubo, al contrario alababa estas prácticas y las incitaba. ¿Y el hombre de Emilio Botín en el gobierno de Zapatero, Pedro Solbes? Tampoco. No hizo nada para evitarlas y pararlas. Ni siquiera eliminar la desgravación fiscal a las viviendas en la costa. ¿Quién advirtió? Muchos, los sindicatos con huelgas generales incluidas, los ecologistas que llenaron de denuncias los juzgados, y los economistas, profesionales diversos y políticos que siempre han creído que la economía debe estar al servicio del bienestar de las personas y no al revés.

Habló de la credibilidad país ante los mercados financieros internacionales, sin cuestionar la legitimidad de su Poder ante los Gobiernos y Parlamentos elegidos democráticamente. Silenció el cáncer terminal que padece la economía internacional: su financiarización, por lo que se invalidaba toda su conferencia al errar en el elemento esencial de diagnóstico de la economía actual. En 1971 había una operación financiera por cada una de la economía productiva, existiendo la necesaria correspondencia entre producción de bienes y servicios y su financiación. En 1990, inicio de lo que mal denominamos «globalización», ya existían 15 financieras por cada una de la economía productiva (denominada también «real») En 2007, inicio de la actual crisis terminal del capitalismo financiero, esta relación había aumentado a 73,5 veces, que se ha multiplicado por más de tres en estos tres años y medio. Cualquier corazón de un organismo vivo que aumentara de tamaño a esta velocidad, permaneciendo el resto del cuerpo igual, se vería como una anormalidad cancerígena en cualquier diagnóstico. Santiago Carbó ni lo mencionó.

Habló de la situación de Grecia e Irlanda para contraponerla a España. Silenció la gran revolución de Islandia, el primer país europeo que quiebra y que sale de la crisis sin problemas en cuanto que no socializa las deudas privadas, crea una banca pública y encarcela a los culpables, iniciando un proceso de renovación constitucional participativo para declarar ilegal las prácticas neoliberales, todo lo contrario que han hecho en la zona euro con el Tratado de Lisboa y el reciente Pacto por el euro.

En el segundo punto, señalaba que «España es una economía fuerte pero con vulnerabilidades que hay que cerrar o extirpar» para defender la importancia de las reformas afrontadas en España, criticando las dudas iniciales de Zapatero, así como el protagonismo del sector bancario en este tiempo de mudanzas. Carbó destacó que «España es el país que, objetivamente, ha hecho más» en este sentido: las reformas laboral y del sistema de pensiones, o la reestructuración del sector financiero. Así nos va, pensé. Dibujaba en el futuro «una economía dual, donde convergen empresas competitivas con otras que no lo son». La reducción de costes fue otro de los valores esgrimidos por el conferenciante, al adoptarse con «más intensidad que nuestros vecinos».

Efectivamente en España nos hemos apresurado a emprender todo tipo de reformas regresivas y antisociales que han agravado y hundido la reactivación económica. La debilidad del mercado interior ha terminado por hundir la demanda del pequeño negocio local, el que crea casi el 90% del empleo, aumentando este, los gastos sociales de desempleo y cayendo los ingresos públicos fiscales y de cotización social, lo que, a su vez, ha metido en crisis a las administraciones locales que han dejado de pagar a proveedores, hundiendo aún más a las pequeñas y medianas empresas locales en una espiral de miseria, dolor, sufrimiento y hasta muerte por suicidio. Estas ideas asesinan y arrastran a las sociedades a un sufrimiento innecesario del que se tarda mucho tiempo en salir. Decir en su intervención «que se va a tardar en salir» no es ser un «buen analista económico» sino eludir la responsabilidad profesional de sus errores y diagnósticos.

Lo que llama «economía dual» entre economía competitiva enfocada a la exportación y la no competitiva nacional, no es sino la desvertebración de la economía nacional a la que lleva esta sinrazón, que va unida a la pérdida de soberanía alimentaría, energética y sobre las empresas que hasta hace poco eran públicas que malvendidas pasan a depender por completo de fondos soberanos de inversión controlados por otros países, árabes o China. Unos pocos han hecho un gran negocio privado con lo público pero la inmensa mayoría y las generaciones futuras lo pagaremos muy caro.

Estas reformas, incluida la totalmente innecesaria de retraso en la edad de jubilación y alargamiento del periodo de cotización, eran demandas anteriores a la crisis del trasnochado sector empresarial que habían sido derrotadas con anterioridad. El retraso a 67 años en la jubilación intentó aprobarla la Comisión europea antes de la crisis y fue derrotada en el Parlamento europeo. Ahora aprovechan la crisis para imponer sus propuestas aunque nada tienen que ver con la recuperación económica.

En cuanto a la reforma del sector financiero, en el que quiso centrarse Carbó, se limitó a justificar el robo de las Cajas de Ahorros que nos han hecho con nuestro dinero público, considerando que «necesitamos inversores porque España no tiene músculo». Además, las inversiones depositadas sobre activos inmobiliarios y suelo «han creado un agujero de valor… por lo que vienen años duros por este lastre». Es decir, justifica que se malvendan las Cajas de Ahorros y no dice nada. A estos los neoliberales lo llaman «rigor científico».

Santiago Carbó, por su especialidad profesional y por que es un habitual colaborador del BBVA, tiene que conocer que el 18 de enero de 2007 se presentó en Madrid el Informe «Las Cajas de Ahorros. Modelo de negocio, Estructura de propiedad y Gobierno Corporativo.» de la Fundación de Estudios Financieros en el que se recomiendan determinadas modificaciones y acciones a realizar por el Banco de España con respecto a las Cajas de Ahorros, meses antes de que comenzara oficialmente la crisis financiera de las subprime. Estas recomendaciones en gran parte se han plasmado en el Real Decreto-ley 9/2009, de 26 de junio, sobre Reestructuración bancaria y reforzamiento de los recursos propios de las entidades de crédito (FROB) aprovechando las grandes oportunidades que ofrece una buena crisis. No es verdad que la crisis haya exigido acabar con el modelo único en el mundo de las Cajas de Ahorros españolas, que le había ganado la batalla a la banca privada por la cercanía y la confianza de la ciudadanía. No dijo nada del éxito de las economías que tienen banca pública y de las que se han enfrentado a los especuladores con control político de sus Bancos Centrales. No dijo nada del Gran Juego por la supremacía mundial para las próximas décadas que se está dando actualmente tras el fracaso del G 20 y donde el acaparamiento de oro como reserva será determinante, no habiéndose dado nunca antes tan bajas reservas de oro entre las que tienen los Bancos Centrales europeos de la zona euro, y de la mayoría del mundo.

El verdadero problema con la morosidad del sector inmobiliario siempre lo han tenido los bancos y no las cajas, con las exclusiones de Caja Madrid, Cajasur, Ibercaja y Bancaja. Los números engañan cuando no se desglosan debidamente y no se hace un análisis cualitativo además del cuantitativo. El Banco Pastor está más contaminado con prestamos de dudoso cobro a promotores inmobiliarios que todas las cajas de ahorro en este sentido. Los datos que se suelen utilizar son el volumen total y el promedio de la morosidad de préstamos hipotecarios y a constructores entre las cajas en contraposición al promedio entre los bancos, sin explicar que los prestamos hipotecarios para compra de viviendas era una parcela donde la banca privada no ha querido saber nada hasta que se convirtieron en títulos de inversión negociables muy rentables con las subprime, por lo que el volumen vivo de prestamos hipotecarios a familias con edad mediana y alta y sin ningún problema de morosidad, pero que suman mucho en el volumen total, está en manos de las Cajas.

La reforma financiera ha dado un trato igual a BBK o Unicaja que a la CCM o Cajasur cuando son situaciones totalmente diferenciadas que necesitaban tratamiento individualizado, pero eso no interesaba por que entonces no podrían haber acabado con el modelo de las Cajas. Disponemos gracias al Banco de España de la radiografía de cada una de las Cajas, su core capital y uno a uno de sus ratios, pero no sabemos nada de los bancos privados. No olvidemos que están compitiendo en el mercado en el día a día, con exigencias impuestas desde el Banco de España diferentes en solidez financiera, mayor trasparencia pública y en plazo de tiempo para reestructurarse. Lo que Santiago Carbó denomina «falta de músculo financiero» no es sino las condiciones artificialmente creadas para que tengan imperiosamente, en un plazo corto de tiempo, que malvenderse al que denominan «capital de calidad», que no es sino los Fondos buitres del beneficio a corto plazo radicados en paraísos fiscales.

El 27 de abril de 2009 escribí lo que hoy sigue siendo vigente pero mucho más urgente en «Capitalismo, ética y buen vivir» (la) «Teoría económica oficial ha pasado de justificar una economía productiva para satisfacer necesidades sociales y un sector financiero al servicio de esta economía productiva, a justificar que el sector financiero estrangule a la economía productiva y que las necesidades sociales queden supeditadas a un crecimiento del PIB que carece de sentido común y de valores éticos.

La teoría económica que necesitamos para el diseño de alternativas reales de salida a la crisis, para el buen vivir, debe recuperar e impregnarse de perspectiva ética. No habrá salida a la crisis si no se reduce la desigualdad y polarización social en el mundo y dentro de cada país. No habrá salida a la crisis si no producimos bienes duraderos en lugar de bienes perecederos, que bajaran el PIB pero que procuraran más satisfacción respetando los recursos naturales. No habrá salida a la crisis si no cambiamos el paradigma energético reduciendo el consumo y desarrollando energías alternativas renovables, que bajaran el PIB al reducir el transporte internacional de petróleo y carbón pero que incrementará la soberanía alimentaría y solucionará el hambre y la pobreza extrema. No habrá salida a la crisis si no eliminamos la especulación financiera sobre bienes alimentarios, energéticos y monetarios, que reducirá el PIB aumentando la estabilidad financiera y la satisfacción de las necesidades de la humanidad. No habrá salida a la crisis si no profundizamos la democracia en todos los ámbitos implicando a la sociedad civil en el diseño, implantación y evaluación de las políticas públicas.

Nos mentían cuando nos decían que había que crear riqueza para después repartirla, ya que el reparto se realiza a la vez que se produce al abonar los salarios, alquileres, rentas y suministros por lo que nunca nos llegaba la hora. Nos mienten ahora cuando nos dicen que hay que solucionar el problema financiero para posibilitar que este una vez saneado haga circular de nuevo el crédito a la economía productiva. Para cuando eso ocurra habrán desaparecido los autónomos, pequeñas y medianas empresas. La rapidez de la crisis en España se explica en parte por la inexistencia de banca pública que si existe en Francia y Alemania. Hoy o salvamos al sector financiero o salvamos al sector productivo.»

No hay lugar para el relativismo. Es una obligación moral y ética denunciar públicamente estas palabras que traen dolor y sufrimiento a la ciudadanía y muerte a nuestra vertebración económica y cooperativa al servicio de las necesidades sociales, a nuestro potencial de capital social e institucional que es el futuro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.