Fora do Eixo (Fuera de eje) es tanto una red cultural como un laboratorio en donde la apuesta es cambiar el modo de vida sin esperar que el mundo cambie. Con más de 200 casas distribuidas a lo largo y ancho de Brasil, quienes participan de esta experiencia utilizan el trueque, ponen el dinero ganado de manera individual en una caja común, toman las decisiones colectivas en asambleas y ensayan el modo de llevar sus prácticas tanto a la universidad como a los medios de comunicación y a la política partidaria. Abucheadas desde derecha e izquierda, las casas FED resisten y trabajan, también para la equidad de género tanto en las tareas cotidianas como en la participación pública.
El experimento hace temblar las bases de nuestro modo racional-neoliberal de vida. ¿Podemos vivir trocando servicios y prescindir del dinero? ¿Quién donaría los honorarios para compartirlos en una caja colectiva? ¿Cuántxs compartirían su habitación para recibir a un estudiante, pasante o productor cultural? Naya es de un colectivo de Goiânia y a sus 23 años lo explica fácil: «Quien no entiende lo que es compartir no entiende Fora do Eixo».
Manuela comparte la habitación con Bianca. Los cajones desbordados, en los estantes sólo hay islas entre peines, cajas de fósforos y esmaltes de uña. Sin embargo, Manuela, una bahiana suave pero con carácter, hace lugar en el placard y recibe a una nueva residente de la casa. Isis se sacude el sueño y atiende el teléfono, son las 6 de la mañana y hay un nuevo visitante a recoger en el aeropuerto. Mientras tanto, en una pizarra de la Casa Fora do Eixo (Fuera del Eje) de San Pablo, hoy los números marcan que hay 25 personas morando en la casa. Mañana podrá bajar a 20 o subir a 33 según las residencias culturales pautadas, los músicos de bandas que lleguen a la ciudad a tocar o los periodistas de política, cultura y rock que estén registrando lo que aquí acontece. Una rutina poco rutinaria marca el compás de los días en las casas y colectivos de la red FDE.
El circuito FDE es en el presente una de las redes culturales más grandes de Brasil y muchos de sus frentes están liderados por mujeres, autodenominadas #FEMeninas (chicas Fuera del Eje). Con más de 200 colectivos asociados, en el quinto país más extenso del globo, uno de los objetivos de la red es dar estímulo a la libertad creativa de artistas regionales de todo el territorio. El fomento de la escena independiente, el incentivo a los debates sobre políticas culturales, la circulación de producción artística y de tecnologías de gestión es el pan de cada día. La brújula del trabajo mancomunado apunta a la creación de un nuevo mercado con espacio para los artistas alternativos. Conquistar la sustentabilidad al margen del sistema de una industria cultural que los fagocita y los vuelve esclavos del mainstream.
Una casa de un barrio paulista en donde la gente toma cerveza en cada esquina y escucha funky a prueba de sordos centraliza el movimiento. Diez residentes invierten sus horas 24 x 7 de culo-en-silla-ojos-en-pantalla para entretejer acciones con otras seis «casas culturales» bajo una filosofía común. La trama de este proceso se comenzó a tejer en 2005, cuando algunos productores de la movida rock independiente de las ciudades de Cuiabá, Río Blanco, Uberlandia y Londrina se unieron para intensificar la articulación de las bandas entre esas ciudades. Hoy esa pequeña red se traduce en 112 puntos de articulación al sur, norte, centro, nordeste de Brasil que conectan 700 emprendimientos culturales en todo país.
Un gran frente de jóvenes de 20 a 40 años compone una militancia unida y espontánea de músicxs, productorxs, cineastas, diseñadorxs, comunicadorxs o simples ciudadanxs «medialibristas». Nativos de una clase media fortalecida durante las últimas décadas de bonanza económica y apertura del horizonte cultural gracias a la gestión Lula Da Silva -Gilberto Gil- Juca Ferreira-. En siete años recorridos fortalecieron su incidencia acentuando las producciones audiovisuales, de artes escénicas, y varios espacios que llaman «simulacros» con los que ensayan un partido político (#PCult), una universidad libre (#UniFDE) y un canal de TV que transmite por Internet (#PosTV). Construyen una agenda de noticias y eventos alternativos que inciden con fuerza en los sectores de cultura joven, periodismo alternativo y redes culturales de Brasil y de a poco expanden sus ramas a Latinoamérica.
Lenissa Lenza (31), una de las responsables del BancoFDE (núcleo de financiamiento de la red, que crea políticas alternativas al mercado y resguarda la economía de la red) recuerda que las «meninas» (chicas) eran minoría en su colectivo de Cuiabá. «Tuve oportunidad de ver cómo esas políticas se iban ampliando y también de observar cómo la ausencia de meninas compromete la formación del colectivo. Hombres y mujeres somos diferentes, entonces es importante tener un equilibrio. En nuestro último congreso nacional la gente percibía que un colectivo formado sólo por hombres patinaba mucho, entonces necesitaba de una mujer para cuidar de la sistematización, para organizar, para hacer una parte en la que las mujeres ya se sienten más confortables. Las mujeres no se sienten confortables para llegar y hacerse cargo desde el principio de un trabajo con más exposición. Entonces el camino que la gente identificó como lugar de mayor desenvolvimiento está relacionado con la sustentabilidad. La gran mayoría de los colectivos tienen una o dos mujeres y siempre se empuja para que haya alguna integrante en las organizaciones. Todo eso hace nacer un mundo de relaciones: puede ser que cuando la mujer está sola a veces está súper valorizada, termina por ampliar ese espectro y sumar más mujeres.»
FELICIDAD INTERNA BRUTA (FIB) Y ECONOMIAS PARALELAS
Yasmín indica a un periodista unos post-its de colores pegados en la pared, colocados en forma de esquema circular. Abre un cajón y muestra unos billetes de colores. Esos pagarés parecidos a los de «El juego de la vida» son la moneda solidaria que hacen gran parte de la matriz ideológica de FDE. El invitado halaga el complejo nivel de organización de la red. Ella resume: «Para vivir de manera alternativa tenemos que estar muy sistematizadas».
Ser el ensayo y el ratón de laboratorio. «La gente siempre pensó ‘estamos aquí para experimentar. No vamos a inventar la rueda’ pero tenemos que tener principios básicos. Primero porque estamos trabajando con la escena independiente, vamos a actuar para abrir espacios. Somos un colectivo, entonces vamos a pactar comer todos juntos, dormir todos juntos. Hicimos así un pacto de cosas básicas para hacer comenzar una práctica de ese laboratorio. Empezamos con una vivencia en 2005, dejamos nuestros empleos, lo que estábamos haciendo en ese momento y nos fuimos para allá (Cuiabá). Fue algo que radicalizamos porque todos estábamos locos por vivir una vida nueva. Como éramos todos nuevos en eso soltamos amarras y nos pusimos a construir. Entonces la gente pegó un timing justo. También FDE impactó fuerte en la cultura juvenil, porque para deconstruir necesitás mucha energía. Claro que la tendencia es que cada vez más se amplifique, las personas que entran en FDE van embelleciendo el movimiento y es importante que no queden apegadas y que aprendan a deconstruir todo el tiempo.»
Para quienes viven en una misma casa, la rutina incluye limpiar la cocina, hacer las compras de la semana, preparar el almuerzo, dividir su cuarto durante un «hospedaje solidario» para los miembros de una banda o un colega de un colectivo de otra ciudad. Además de poner a disposición el dinero en una «caja colectiva», un banco en donde es depositada toda la renta del colectivo que es distribuida de acuerdo con las necesidades que surgen de cada miembro del grupo.
Como la casa de Gran Hermano, pero a la inversa: incluir redes, personas, posibles socios («parceiros») que apuesten por ese viejo instinto tan obturado: el de compartir la vida y las cosas con los demás. Con un esquema de economía solidaria que propone esta red que se fortaleció con la creación de monedas paralelas (tal como las que florecieron en los clubes de trueque en Argentina poscrisis de 2001) en el que los músicos empiezan a girar sin cobrar caché, pero recibiendo servicios complementarios a cambio.
«Encuentro que manejar una caja colectiva fue una parte muy fuerte para que la gente entendiera el proceso que forma parte de un colectivo. Si esa mesa es mía, la traigo para el colectivo y decidimos juntas qué vamos a hacer con ella. No es que yo decido solita si va para mi cuarto o para el tuyo porque estoy queriendo hacer una política con vos. Todos decidimos de manera conjunta y estratégica ‘si vos la estás necesitando entonces va para vos’. Eso está muy bien pactado y pierde lógica eso de ‘si fue para vos entonces me debés’. Si estás debiendo le debés a todo el colectivo. Pero se construye de otra manera porque sos parte del colectivo, entonces generás una conciencia colectiva en la que el débito lo tenés hacia el colectivo y además sabés que hoy te toca a vos porque mañana le va a tocar a otro.» La lógica de asamblea se reproduce en otras instancias que Isis María (25) define como «bate bola» (rebote de pelota): «Si en la columna de música son más chicos que chicas cuando ellos precisan hacer alguna cosa en relación con el dinero ellos tienen que hablar con Lenissa, que es del Banco. Entonces ese ‘bate bola’ entre hombres y mujeres sucede, cada parte se pone de acuerdo con cada área. Dependiendo del área, hay mujeres en la gestión. En la música, por ejemplo, son los meninos que deciden por ser la mayoría, en la universidad son más las mujeres pese a que los chicos también forman parte del equipo. En la parte de medios hay más hombres que mujeres en esta casa. En el partido está bien equilibrado, hay hombres y mujeres. Ahí acontecen los debates entre las partes, siempre se busca al otro para decidir, para no tomar una decisión vertical ni interrumpir ningún flujo».
VIDA EN F5: ACTUALIZADOS Y DESAPEGADOS
Carol, Lenissa y Marielle llegan a la casa y rebotan. Preparan los bolsos, se toman una foto que se multiplicará en las redes sociales y salen sin pausa camino al Nordeste para contactarse con más meninas. «Acá la gente está acostumbrada a que un día están acá, otro día viaja para otro lado. En el mundo convencional la gente diría ‘mi Dios, no planeé nada’, se cae preso de la burocracia, la gente se olvida para qué hizo las reglas.»
Bajo los principios de colectividad e interdependencia, el movimiento propone que cada colectivo tenga autonomía local pero que dependa de la red para realizar sus proyectos. Los colectivos se comunican sobre todo a través de las redes sociales. Es moneda común el desarraigo generalizado en función del objetivo común. Demetrius hace dos semanas renunció a su trabajo como empleado en una empresa y desde San Pablo visualiza un horizonte dispuesto a ir a compartir su conocimiento con el colectivo que lo necesite. «FDE era lo que necesitaba para cambiar», confiesa sin vueltas.
Antes de volver a salir a las carreteras Lenissa comparte: «Siempre aprendemos que tenemos que abrir, ser desapegados. Al principio era difícil porque estábamos cargados de conceptos atrasados porque ya nacimos con ellos. En el inicio para cada uno, cuando uno comienza a vivir este proceso, es como deconstruir una cultura y aprender otra nueva. No es fácil. Pero al mismo tiempo también es muy simple cuando vos percibís que sólo depende de lo que querés, cuando entendés que la tristeza, la rabia y todas esos sentimientos del mundo convencional van a seguir existiendo. Pero frente a eso hay una apuesta. Para la izquierda somos neocapitalistas y para la derecha, neosocialistas. Nosotros creemos en la provocación y en proponer una agenda positiva que nos prepare para la vida a través de la ampliación de nuestro repertorio».
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-7207-2012-05-04.html