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Partido Comunista de España: trabajar para ilusionar, ilusionar para organizar, organizar para reconstruir y reconstruir para transformar

Fuentes: La República

Atacado desde la derecha más rancia, la de los señoritos del ABC, desde la socialdemocracia liberal de EL PAÍS y desde la supuesta nueva izquierda del diario PÚBLICO. Injuriado desde el más pueril ultraizquierdismo anticomunista; aquellos que tarde o temprano acaban en el PSOE, al PCE – al que todos quieren ver cautivo y desarmado […]

Atacado desde la derecha más rancia, la de los señoritos del ABC, desde la socialdemocracia liberal de EL PAÍS y desde la supuesta nueva izquierda del diario PÚBLICO. Injuriado desde el más pueril ultraizquierdismo anticomunista; aquellos que tarde o temprano acaban en el PSOE, al PCE – al que todos quieren ver cautivo y desarmado – lo desean muerto y desaparecido.

El pasado 4 de octubre en el Pozo del Tío Raimundo no estaban todos sus militantes, quizá unos 1200. Los suficientes para que uno pudiera reconocer, en apenas unas horas, a quienes tendrán en sus manos la reconstrucción efectiva del PCE. Allí estaban muchos de sus cuadros, procedentes de muchas provincias y con distintas visiones de como afrontar una tarea que viene planteándose desde el XVII Congreso y que tendrá su hito más importante en el XVIII. Hombres y mujeres con una gran preparación ideológica, técnica y organizativa, y cargados con grandes dosis de ilusión – aunque en ocasiones cometan el error de dejarse arrastrar por batallas intestinas que ellos nunca empezaron y que poco aportan a la transformación de la sociedad -. Hombres y mujeres herederos de aquellos otros militantes de acero forjado en la clandestinidad, en la persecución, en las luchas, símbolos y embajadores de la libertad durante la larga noche del franquismo y héroes de la transición – a pesar de las imperdonables concesiones de dirigentes que acabaron bajo las faldas socialdemócratas -. Hombres y mujeres forjados en la lucha y el sacrificio, herederos e hijos de Dolores Ibarruri, hijos de la España que ni muere ni mata por fronteras. De la misma España por la que aquellos hombres y mujeres de las Brigadas Internacionales lo dieron todo, «su juventud o su madurez; su ciencia o su experiencia; su sangre y su vida; sus esperanzas y sus anhelos». Hombres y mujeres que no entienden de más formulas que la de trabajar para ilusionar, ilusionar para organizar, organizar para reconstruir y reconstruir para transformar.

Hombres y mujeres de una organización más necesaria que nunca para una sociedad en declive. Una organización a la que aún faltan muchos por volver y otros muchos por venir, y de la que no sobra nadie excepto quienes la quieren liquidar.