¿Qué tienen en común Benny Moré, Rosita Fornés, Josephine Baker, Maurice Chevalier, un centro de formación de salvavidas y Henri Dunant, el fundador de la Cruz Roja y primer premio Nóbel de la Paz? Por muy absurdo que parezca, el vínculo existe y su historia comienza en los años 1950. Se trata de un interesante […]
¿Qué tienen en común Benny Moré, Rosita Fornés, Josephine Baker, Maurice Chevalier, un centro de formación de salvavidas y Henri Dunant, el fundador de la Cruz Roja y primer premio Nóbel de la Paz?
Por muy absurdo que parezca, el vínculo existe y su historia comienza en los años 1950. Se trata de un interesante mural compuesto de 368 azulejos o lozas de cerámica que conforman una especie de patchwork sociocultural de los años 50 del pasado siglo, una obra que ya cuenta con una larga serie de historias y anécdotas, pero que desgraciadamente también tiene un triste historial de 48 años de olvido.
Para el ya octogenario, aunque eternamente entusiasta, Gilberto Aldanás, este curioso mural se ha convertido además en una especie de rompecabezas cuya solución viene buscando desde hace ya 17 años.
CAMINO A VARADERO
¿Qué significa lo anterior? Que en la apacible localidad de Guanabo, al este de La Habana -quizás demasiado lejos de la capital y no lo suficientemente cerca de Varadero- esta muestra del patrimonio sociocultural cubano se encuentra en grave peligro.
Se trata en efecto de una obra plástica que se mantiene en este momento, y desde hace 48 años, expuesta a los caprichos de la naturaleza, al aire libre, en una antigua residencia situada en la Calle 9ª de Guanabo, casa que desde hace muchos años es sede de la Escuela Provincial de Salvavidas Henri Dunant, donde -y una vez más tenemos que recurrir el adverbio «desgraciadamente»- el ya mencionado mural ¿sobrevive? lejos de las miradas del público y de la debida atención de las instituciones que deberían prestársela.
Es sin embargo incuestionable que este Mural de Caricaturas -así lo llama el ya mencionado Gilberto Aldanás-, forma parte del patrimonio cultural cubano. Esta obra plástica, que debe medir una decena de metros cuadrados, erigida originalmente como simple decoración del bar adjunto a la piscina de la antigua residencia, se compone de tres partes que ocupan una misma pared. La primera y más extensa (unos 4 metros cuadrados de muro recubierto de 162 lozas y 69 caricaturas) se encuentra en la parte techada de lo que en otro tiempo fue un bar. Pero el segundo segmento (con 94 lozas y 56 caricaturas) se sitúa entre el antiguo bar y la entrada de la piscina, mientras que el tercero (91 lozas y 40 caricaturas) ocupa la parte derecha de dicha entrada. Las caricaturas representan a 165 personajes, casi todos reconocibles y ya identificados, vinculados a la farándula cubana e internacional de los años 1950.
El mural parece además poder aspirar legítimamente a la categoría de obra de arte. Sobre ese punto, el crítico de arte Jorge R. Bermúdez escribía lo siguiente el año pasado en la revista Arte Cubano: «Lo que nació con más interés de ambientar que de trascender, quizás por una iniciativa personal, un divertimento o una forma de auto-glorificación, ha quedado como el único mosaico de caricaturas en el que, con una perenne sonrisa, contemplamos los rostros de aquellos que fueron y serán siempre parte inalienable de nuestra identidad más establecida».
El «Mural», retomando el término que utiliza su «descubridor» Gilberto Aldanás, parece hoy casi intacto e inalterable, como si la buena suerte hubiese decidido protegerlo, en lugar de las instituciones que parecen demasiado ocupadas para hacerlo. En efecto, desde 1956 este gran mosaico mural único en su género ha resistido estoicamente la exposición a los vientos marinos, las lluvias, los ciclones, el inclemente sol tropical y… el desinterés. Lo que más parece haberlo afectado es el vandalismo, ya que 21 azulejos han desaparecido, con sus caricaturas, hecho que Marieta Cabrera señalara en la revista Bohemia como «la señal más visible del peligro permanente en que se encuentra la obra». Según las investigaciones de Gilberto Aldanás, entre las caricaturas «desaparecidas» están las que representaban a las miembros del cuarteto femenino Las D’Aida, incluyendo la de la internacionalmente reconocida Omara Portuondo.
UN BUEN TRABAJO CONVERTIDO EN OBRA DE ARTE
Todo demuestra que la realización técnica y artística del mural es de excepcional calidad. Los azulejos o lozas han conservado sus colores originales, su brillo y los contornos de cada dibujo siguen estando perfectamente definidos. La pared se encuentra a unos pocos cientos de metros del mar, pero el mural está del lado opuesto, lo cual seguramente ha favorecido su preservación.
¿Quiénes son los personajes representados? El conocedor reconocerá fácilmente a varios grandes de la escena internacional como el chansonnier francés Maurice Chevalier, la vedette «franco-estadounidense» Josephine Baker, los mexicanos Jorge Negrete y Pedro Vargas, así como numerosas personalidades de la farándula cubana de los años 1950 entre los que se encuentran el gran Benny Moré, Rita Montaner, el célebre Bola de Nieve, Celia Cruz, Ernesto Lecuona y su hermana Ernestina, los compositores Moisés Simons, Rodrigo Prats y Gonzalo Roig, los músicos del trío Matamoros, el fundador de la trova cubana Sindo Garay, las vedettes Rosita Fornés y Esther Borja y la gran diva del ballet cubano Alicia Alonso.
Pero no todas las caricaturas corresponden a personajes vinculados al mundo de la música. Entre ellos se encuentran también los actores cómicos Blanquita Becerra, Pototo y Filomeno; los presentadores de radio y televisión Germán Pinelli y Consuelo Vidal, el empresario Gaspar Pumarejo, los periodistas Hevia, Ichasi y Don Galaor, el caricaturista Roblán -que no es por cierto el autor del mural- y Felito Ayón, fundador del conocido club nocturno habanero «El Gato Tuerto» y figura descollante de la bohème habanera a quien se atribuye la paternidad del nombre de la internacionalmente conocida «Bodeguita del Medio».
Se trata, en suma, de personas vinculadas a la farándula, o sea personajes del mundo del espectáculo, de las variedades nacionales e internacionales, de la escena lírica o teatral, así como de la prensa escrita, la radio y la televisión, los negocios, etc. Los 165 personajes que aparecen en el mural eran en 1956 lo que la prensa anglófona actualmente cataloga como «People», aunque los nombres de muchos de ellos aparecen hoy en los buenos diccionarios cubanos de la canción, del arte lírico, de la música o de la escena.
Pero esas 165 personas eran además amigos o conocidos de la soprano Maruja González [1] , quien fue propietaria de la residencia que hoy ocupa la Escuela Provincial de Salvavidas Henri Dunant. Una caricatura de la propia Maruja González, quien compró la casa de Guanabo en 1955, aparece en el mural, rodeada de las caricaturas de quienes al parecer fueron en algún momento invitados o participantes de las fiestas que allí organizaba esta soprano nacida en México.
¿QUIÉN OTORGARÁ AL MURAL LA CATEGORÍA DE MONUMENTO?
También existe aún, en el patio de la casa, un busto de mármol de Maruja González, que una mano torpe aunque quizás bien intencionada pintó de blanco en algún momento. Fue la misma Maruja quien concibió la idea de hacer el mural para adornar la pared del bar, que contaba entonces con la protección de una veranda de la que sólo subsisten hoy algunas estructuras. El bar desapareció hace tiempo y la propia casa ha sufrido los embates del tiempo y de la falta de mantenimiento. De su «gran» época sólo quedan actualmente la piscina, el busto de Maruja González y el ya mencionado mural. Con sus alrededor de 10 metros cuadrados y sus 368 azulejos de 15 centímetros de alto por 15 de ancho, que -recordémoslo una vez más se encuentran mayormente expuestos a la intemperie, el mural no presenta otra identificación visible que la de la Cerámicas Intaco, la empresa contratada para su realización en 1956. Y quizás sea precisamente esa falta de identificación con la firma de algún prestigioso artista una de las razones por las que esta obra ha carecido y sigue careciendo de la atención que seguramente merece. También debe haber influido su situación geográfica, lejos de la ciudad, ya que no tuvo la suerte de encontrarse en La Rampa habanera, en pleno Vedado, o de recubrir la fachada del Hotel Habana Libre, como el conocido mural de cerámica de Amelia Peláez.
En 2008, la directora del Museo Nacional de Bellas Artes, Moraima Clavijo, invitada a Guanabo por el Consejo Popular de la localidad, se refirió al Mural de las Caricaturas de la siguiente manera: «Se trata de una obra excepcional que refleja la riqueza de la cultura cubana de esa época, por lo que no podemos postergar más su rescate.»
Marta Arjona, directora del Patrimonio Cultural cubano, consideraba en 2005 que «es una obra muy interesante y debe cuidarse debido a su valor cultural e histórico».
«Esta obra es tal vez única en su tipo en el mundo» , escribía en Juventud Rebelde el periodista Luis Hernández Serrano el 23 de marzo de 2005. Y es muy posible que tenga razón.
EL OCTOGENARIO INOXIDABLE SE LLAMA GILBERTO ALDANÁS
¿Cómo reaparece hoy la cuestión de este Mural de las Caricaturas, exponente sui generis del patrimonio cubano, obra que escapa a la luz de los proyectores y que ningún responsable viene a ver a pesar de encontrarse a sólo 45 minutos del centro de la capital?
Lo que sucede es que, a pesar de todo, el Mural de las Caricaturas ha tenido la suerte de encontrar un guardián en la persona del Historiador de Guanabo, Gilberto Aldanás.
Entre 1960 y 1994, el Mural de las Caricaturas estuvo completamente fuera del radar. ¿Quién tuvo la idea de hacerlo? ¿Quién o quiénes fueron sus creadores? ¿Por qué se encuentra precisamente en ese lugar? Preguntas que nadie se planteaba… como si no existiera. Hasta un día de 1994… o quizás de 1993… en que una secretaria de la Escuela Provincial de Salvavidas informó, casi por casualidad, a Gilberto Aldanás sobre la existencia del mural.
El propio Aldanás afirma que, al ver el mural por vez primera, se quedó «maravillado» y que supo de inmediato que se encontraba ante «la tarea de su vida». Una tarea a muy largo plazo, difícil, apasionante e ingrata en cuanto a lograr determinar los orígenes de la obra y las etapas de su creación, en cuanto a encontrar al o a los autores e identificar a los personajes que aparecían en las caricaturas. Para lograrlo, el Historiador de Guanabo pidió que se hicieran una serie de fotos de lo que ya veía como «su» mural, fotos que siempre lo acompañan.
No se imagine el lector que Gilberto Aldanás es un hombre que ha viajado por Cuba, recorrido La Habana, escarbado en bibliotecas y archivos de periódicos, etc… Prácticamente no ha salido de su querido Guanabo. Ni siquiera ha tenido a su disposición herramientas como el correo electrónico, Internet o una simple cámara fotográfica. Lo que sí ha explotado a fondo el inoxidable Aldanás han sido sus propios recuerdos, los de sus amigos y conocidos y sus relaciones.
Aldanás se encuentra ante un rompecabezas. Sobre el mosaico de caricaturas, va a tener que construir un mosaico de personalidades. Varios golpes de suerte lo ayudan en su tarea.
Aunque algunas piezas de ese rompecabezas siguen sin aparecer, Aldanás ha logrado identificar 142 de las 165 caricaturas, «un 86,6%», señala haciendo gala de su agudo sentido de la precisión. O sea, quedan por identificar 23 caricaturas y esta especie de «recta final» parece ser la más difícil en la etapa de identificación ya que al parecer los que quedan son simples comparsas o personas vinculadas a la farándula sólo de forma indirecta.
54 AÑOS DE VIDA; 54 AÑOS DE MISTERIOS
Un día del año 1999… o quizás de 1998… cuando una buena cantidad de las caricaturas ya habían sido identificadas, varias fotos del mural llegan a manos de uno de los personajes que en él aparecen, el periodista Enrique Núñez Rodríguez, quien se apresura a mostrarlas al conocido dibujante y caricaturista Antonio «Ñico» Marino Souto. La reacción de este último no pudo ser más espontánea: «¡Coño, esto lo hice yo! ¡Son mis caricaturas!»
En 1956, Ñico [2] tenía solamente 21 años y trabajaba para la OPLA (Organización Publicitaria LatinoAmericana, a la cabeza de cuyo departamento artístico se hallaba el pintor Luis Martínez Pedro. Fue este último quien solicitó a Ñico que hiciera las caricaturas -solamente los rostros- de una serie de artistas -hombres y mujeres particularmente conocidos-, personalidades del mundo del espectáculo e incluso de algunos desconocidos, basándose en fotografías publicadas en los periódicos o en simples fotos de identidad. Martínez Pedro no precisó al joven caricaturista el porqué de aquel pedido. Sólo le dijo que sus caricaturas estaban destinadas a enriquecer los archivos de la OPLA. Ñico recibió 5 pesos por cada caricatura y nunca más supo de ellas… hasta que vio las fotos en manos de Núñez Rodríguez.
Y no las vio plasmadas en cerámica hasta que hizo su primera visita a la ya mencionada Escuela de Salvavidas, en Guanabo, en… 2002 ¿o quizás en 2001? Ñico confirmó entonces a Aldanás que era él el autor de todas las caricaturas. Agregó, sin embargo, que «yo nada más hice las caras, no el resto, no hice los cuerpos». Se nota, en efecto, una diferencia de estilos entre los rostros caricaturizados y sus cuerpos. Lo cual constituye otro enigma para Aldanás. ¿Quién dibujó los cuerpos de las caricaturas? Nada se sabe sobre ese punto, como tampoco se sabe quién concibió el mural en su conjunto, ni quién decidió la manera de agrupar, por afinidades, a los personajes que en él aparecen. Preguntas que siguen sin respuestas, dejando así en un anonimato de 54 años a la mayor parte de las personas que contribuyeron a la realización del mural.
Aldanás tuvo sin embargo bastante más suerte en la búsqueda de la persona que se encargó de plasmar la obra en cerámica. El Historiador de Guanabo sabía que Marta Arjona había sido escultora y ceramista en los años 1950 y fue ella quien le reveló que ella misma había trabajado en el mural, también a pedido del pintor Martínez Pedro. En 2005, la propia Marta Arjona confirmó el dato a un periodista de Juventud Rebelde al declarar: «Copié las caricaturas, las amplié y las llevé a cerámica». El trabajo exigía la utilización de una técnica que la entonces joven ceramista dominaba a la perfección. Se atribuye así a Marta Arjona el trabajo de la parte principal del mural, pero Aldanás no ha logrado dilucidar quién se encargó de las otras partes de la obra.
¿Y AHORA QUÉ? HAY PELIGRO, MÁS QUE NUNCA
Gracias al trabajo de Gilberto Aldanás, a su perseverancia, el Mural de las Caricaturas no está condenado al olvido. Pero Aldanás no se cansa de repetir que eso no basta.
En 2005, el periodista Luis Hernández Serrano concluía su reportaje, en Juventud Rebelde, de la siguiente manera: «Duele saber que las paredes y el techo de la parte de la edificación donde se ubica [el mural] han tenido cierto deterioro; a uno de sus paños, fuera del citado bar, le faltan como 20 azulejos y sus correspondientes caricaturas. La losa donde se ve precisamente a Maruja González ha sido carcomida por el tiempo o por la mano de algún indolente. Son los primeros indicios de que esta obra -de aún no bien calculado valor patrimonial- está en peligro».
El título de su reportaje, «Rostros en peligro», iba acompañado de un alarmante complemento: «Un fabuloso conjunto de 164 caricaturas en cerámica, con medio siglo de existencia, está en peligro de perderse.»
Cinco años más tarde, en 2008, Marieta Cabrera publicaba, en la revista Bohemia, otro reportaje, juiciosamente intitulado «Sensata obsesión» -la de Gilberto Aldanás-, en el que señala que un «fragmento de la cultura cubana desafía la adversidad desde hace más de medio siglo». Sin embargo, agrega, «la insólita obra permanece en el más absoluto anonimato, desconocida incluso para los propios moradores [de Guanabo]«. «Absoluto anonimato» que tiene, por el momento, dos años más.
Marieta Cabrera escribía en Bohemia, hace ya 18 meses, que «los reiterados llamados a salvaguardarla que ha hecho Gilberto Aldanás a las autoridades locales, e incluso a las instancias superiores, han tenido hasta ahora como respuesta el silencio, cuando no la indiferencia». Dieciocho meses después todo sigue igual… menos la edad del insistente Aldanás [3] , que ahora tiene 2 años más, o sea 84.
«He tocado a muchas puertas, y sigo esperando» , nos dice el Historiador de Guanabo. Esperando, en particular, por la respuesta del órgano encargado de la protección del patrimonio. «Sería imperdonable no empeñarse con la misma devoción [que Aldanás] para rescatar este fragmento de la historia de la cultura cubana», señalaba Marieta Cabrera en su artículo.
UN CICLÓN Y YA
Y es que esta atípica obra de arte sigue estando en peligro, expuesta a la intemperie, a la erosión del tiempo, a merced del vandalismo, a pesar de la permanente presencia de los 25 salvavidas y del personal de la escuela Henri Dunant, centro que depende de la Cruz Roja cubana, que a su vez depende del ministerio de Salud Pública. Sigue siendo, en definitiva, una muestra del patrimonio cultural cubano al borde del naufragio… bajo la protección de la Cruz Roja. El problema es que este fragmento del patrimonio y la Escuela Provincial de Salvavidas, que además lleva el prestigioso nombre del fundador de la Cruz Roja Internacional, sólo tienen en común las circunstancias fortuitas que motivaron su encuentro.
Hoy en día, quien llega hasta Guanabo, busca la casa número 47410 de la Calle 9ª, sube los quince peldaños de la pequeña escalera de piedra y atraviesa la entrada de lo que fue en otros tiempos la piscina de la residencia de Maruja González, se encuentra cara a cara con una víctima en espera de auxilio, en permanente espera de un socorro… que no acaba de llegar. Su único protector sigue siendo el incansable Aldanás, pero un brusco capricho de la naturaleza bastaría para provocarle un daño irremediable y quizás definitivo, en cualquier momento… quizás mañana mismo.
Aunque ya ha logrado hacer mucho, Gilberto Aldanás no puede hacer milagros él solo. Ya convertido en todo un experto en el difícil arte -que tanta paciencia exige- de hacer antesala, de esperar por la llamada telefónica que nunca llega, de volver a tocar inútilmente a las mismas puertas, el Historiador de Guanabo esgrime un argumento irrefutable: «¿Usted se imagina si esta obra de arte hubiese aparecido en un solar de la Habana Vieja, o en el patio de una casa del Vedado?»
Y después, tan soñador como lúcido, agrega: «Si Eusebio Leal [4] viera esto, ¡con sus propios ojos!»
Dicho esto, Gilberto Aldanás no aspira en lo absoluto a que el Mural de las Caricaturas salga de Guanabo, ni siquiera de la antigua residencia de Maruja González. «Ya lo inscribimos como Patrimonio de Guanabo», nos señala.
El Historiador de Guanabo piensa que la actual Escuela Provincial de Salvavidas pudiera convertirse en un centro destinado a la realización de actividades culturales, sociales, comunitarias y deportivas, donde el Mural de las Caricaturas asumiría el papel de principal joya de la corona.
«Soñar no cuesta nada, ¿verdad? , nos dice Aldanás después de exponernos su visión. Y su amigo Juanito Alonso, del Poder Popular, nos muestra entonces un dibujo, todo un proyecto, con todo previsto. Sólo faltan los números, los estimados del valor de la mano de obra, de los materiales necesarios y, sobre todo, siguen faltando… la decisión y… el financiamiento. ¿Quién asumiría la realización de ese sueño? Pero eso es harina de otro costal.
A Gilberto Aldanás y Juanito Alonso les gustaría acabar el trabajo ellos mismos, inaugurar el nuevo centro, ser ellos quienes rompan la botella de champaña… ¿o de sidra? contra el casco de la nueva nave… algún día… preferiblemente no demasiado lejano. Aldanás tiene 84 años y Juanito ya cumplió los 78…(mp y hv,20-05-2010)
[1] Nacida de padres españoles en la localidad mexicana de Mérida en 1904, fallecida en Miami en 1999, Maruja González Linares vino a Cuba muy joven. Hizo sus estudios de canto en Cuba, donde debutó en 1929 como cantante lírica en la compañía del ya por entonces célebre Ernesto Lecuona. Maruja González se presentó en diversos teatros de La Habana antes de emprender una gira por la Florida. De regreso en La Habana cantó La Bayadera y La Viuda Alegre. A principios de los años 1930, cumplió numerosos contratos en Latinoamérica y principalmente en España. Se casó con Perico Suárez, tesorero de Obras Públicas de Batista. En el momento del triunfo de la Revolución, Maruja González se encontraba fuera de Cuba y nunca regresó.
[2] El conocido caricaturista Ñico (1935) ya trabajaba por entonces como dibujante de prensa en el semanario satírico Zig-Zag y en la revista Bohemia, trabajo que continuó hasta el comienzo de su trabajo en Palante, publicación humorística semanal fundada después de 1959. A pesar de que ya está jubilado, los dibujos de Ñico siguen apareciendo periódicamente en diversas publicaciones de la prensa cubana y, por supuesto, en el propio Palante.
[3] El propio Gilberto Aldanás es un verdadero mosaico. Entre otras cosas, Historiador de la Ciudad de Guanabo, presidente de la Cultura Comunitaria, director de la peña «Recordando», Gilberto Aldanás figura en el diccionario cubano de la música. Fue fundador de dos agrupaciones que forman parte de la historia de la música cubana: Los Faxas y Los Modernistas. Su nombre aparece también en la lista de fundadores del INDER (Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación). A los 84 años, Aldanás afirma que su carrera ya ha quedado atrás. Pero el mural se ha convertido en su cetro de mariscal. Si la obra logra algún día la protección oficial, Aldanás no habrá dedicado en vano 15 años de su vida (hasta este año 2010) a esos 10 metros cuadrados de cerámica.
[4] Eusebio Leal Spengler es el actual Historiador de la Ciudad de La Habana y artífice del ingente trabajo de restauración realizado durante las últimas décadas en el casco histórico de la capital cubana -la llamada Habana Vieja- así como de un importantísimo trabajo de conservación y protección del patrimonio histórico y cultural.
Traducción y adaptación de Hugo Vidal, Cuba
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.