Ahora abro los ojos y recuerdo, brilla y se apaga, eléctrica y oscura, con alegría y padecimientos, la historia amarga y mágica de Cuba. Pasaron años como pasan peces por el azul del mar y su dulzura.. Pablo Neruda 1. La política está de vuelta en todo el Continente, y junto con ello, la discusión […]
Ahora abro los ojos y recuerdo, brilla y se apaga,
eléctrica y oscura, con alegría y padecimientos,
la historia amarga y mágica de Cuba.
Pasaron años como pasan peces
por el azul del mar y su dulzura..
Pablo Neruda
1. La política está de vuelta en todo el Continente, y junto con ello, la discusión en torno a sus límites, significados, posibilidades. Vivimos hoy una suerte de paradoja en el espacio del imaginario político globalizado: por un lado, tenemos la adhesión hacia el ideal democrático, conjugado por todos los actores en la escena pública; por el otro, perplejidad y descrédito de la marcha fáctica de la política dicha democrática. Cuando una situación así se presenta, y no solo en un país, entonces puede hablarse de que se está frente a una crisis de legitimidad, o, dicho de otra forma, frente a un cuestionamiento de los discursos justificatorios esgrimidos para hacerla aceptable y creíble.
Todo esto en medio de un discurso que pretendió -caídos los socialismos históricos-, que llegábamos entonces al final de la historia -la anhelada reconciliación final-, y que en adelante solo habría más de lo mismo: es decir, una alianza entre capitalismo financiero-tecnológico y algo de democracia liberal. Pero las crisis sucesivas, y en particular la última de 2008, los problemas muy serios que tenemos con la contaminación y el cambio climático, más la desafección ciudadana con las formas habituales de representación, han puesto de nuevo sobre el tapete la necesidad de interrogarse por la política que tenemos y la que tendríamos que tener. Para algunos, como la pensadora norteamericana Nancy Fraser, este nuevo contexto -a lo que habría que sumar el proceso globalizador y sus efectos- colocan los ingredientes de lo que da en llamar «condición postsocialista». Este sería el enmarque práctico y reflexivo desde el cual tenemos que pensar hoy nuevos horizontes y alternativas de presente y futuro para nuestras sociedades y para la humanidad.
Los cambios que han ido ocurriendo a nivel mundial en los últimos treinta años afectan y ponen interrogantes y desafíos -en torno a las relaciones entre política, economía, cultura y democracia-, al conjunto de países del globo, y, por tanto, inciden y afectan también el devenir de la hermosa isla de Cuba.
2. Con sus logros, problemas y desafíos, no podemos dejar de tomar en cuenta el hecho que Cuba representa la única experiencia socialista en Occidente, entendida como modelo alternativo al capitalismo, no obstante los logros de la socialdemocracia escandinava. Y esta situación, como puede preverse, no es un asunto de menor cuantía. En particular, si tomamos en cuenta el bloqueo que ha ejercido EEUU sobre la Isla, y la desaparición de sus socios en el Este de Europa. A pesar de todo, el pueblo cubano, orgulloso de su nación, resiste. Todos estos ingredientes hacen desde ya valioso y pertinente -en particular para nosotros, situados al final del continente, entre mar y cordillera y afectados por un neo-liberalismo de singular crudeza-, conocer, reflexionar, debatir en torno a los rumbos y destino de una de las revoluciones independentistas y nacionalistas más importantes de nuestra América. Sin embargo, no es fácil hablar, escribir, debatir sobre esta revolución. No existen en nuestras librerías muchos estudios serios -como el aquí presentamos-, sobre la Isla. Dificultad acrecentada después del Golpe de Estado cívico-militar de 1973, que reorientó en buena medida el estado de ánimo de nuestra opinión pública y clausuró los espacios comunes de deliberación, con el descrédito contra toda pretensión de republicanismo, democratismo, soberanía popular e ideario socialista y/o comunista. Todos esos ideales e ideologías fueron puestos bajo el imperio de la noche, donde todas esas pretensiones pasaron entonces a tener el mismo color.
Hay lazos que nos hermanan con esa Isla que vienen de muy atrás. Por ejemplo, es desconocida en general la cooperación que muchos chilenos dieron en la búsqueda de la independencia de los cubanos frente al dominio de los españoles.
En esa lucha participaron nombres destacados como el de Benjamín Vicuña Mackenna (también el sacerdote Ricardo Elizari López, el teniente Juan Adolfo Brunet, entre otros). Al mismo tiempo, no puede dejarse de lado la solidaridad de esa Isla para con muchos chilenos y chilenas que debieron partir al exilio en años duros. A pesar de todo esto, y a los largos años de lazos diplomáticos entre ambas naciones, hay poca información, conocimiento y debate en torno a los avatares históricos de la permanente búsqueda de los isleños por lograr su plena autonomía e independencia de poderes foráneos, con el objeto de recuperar y asentar la dignidad y la libertad en el manejo de sus propios asuntos y destino como nación. Unos avatares, una flecha en el tiempo que cruza toda su historia y territorio hasta el día de hoy: desde la revolución de 1895 con José Martí a la cabeza, pasando por la ocupación militar americana (1899- 1902), la revolución de 1935 y la Constitución del 40, hasta la revolución de 1959 y después, el camino hacia el socialismo.
Camino que hoy -a la luz de los cambios globales y los propios límites, errores o deficiencias-, está siendo reevaluado en distintas instancias del país, en busca de una reinvención y redefinición autóctona del proyecto socialista asumido durante estos años a la fecha.
3. Este proceso histórico-político y cultural revolucionario suscita fuertes pasiones, muchas veces encontradas, y no deja siempre espacio para una reflexión informada, más sosegada, compleja y crítica a la vez. Por todos estos motivos es un privilegio para nosotros poder dar a conocer en Chile los textos aquí reunidos del filósofo, constitucionalista, politólogo, historiador, ensayista, Julio César Guanche. Su escritura, formación teórica y compromiso es un mentís a quienes sostienen la inexistencia de nuevas generaciones intelectuales en la Isla. Pero no se trata tampoco de un intelectual más. Al decir de Juan Valdés Paz (uno de los sociólogos más importantes de Cuba), estamos ante uno de los pensadores cubanos más destacados de su generación y uno de los renovadores del pensamiento político y jurídico en su país. Estos textos -que van entre el 2009 y el 2011-, representan un esfuerzo del autor por pensar en clave de una comprensión transformadora de la realidad, las conexiones entre política, derecho, socialismo y democracia en Cuba, situando ese esfuerzo siempre en una adecuada contextualización socio histórica. A Guanche le interesa en particular -entre otros temas-, estudiar el pensamiento político cubano que va desde los años 1930 a los inicios de la revolución, en función de: por un lado, indagar en las nociones de socialismo existentes en Cuba hacia el 1959, para entender cómo fue configurándose el pensamiento socialista cubano; por el otro, explorar en qué medida los proyectos y procesos del pasado pueden tener un lugar en el futuro de la isla. Según él mismo lo expresa, se trata de confrontar, desde la historia cubana, comportamientos políticos, corrientes ideológicas y filosóficas que pueden contribuir con salidas hacia el porvenir. Todo ello -continúa Guanche-, «para examinar qué posibilidades tuvieron en Cuba, cuál fue la naturaleza de sus desvíos, cuál el límites de sus posibilidades y de sus imposibilidades, para tratar de comprender también el devenir cubano después del 59, y cómo aún esa historia puede iluminar dimensiones del presente». Por cierto J.C. Guanche no habla desde la neutralidad valorativa. Sus textos no son meramente ejercicios intelectuales, sino que reflejan tomas de posición frente a los temas que trata. Escribe desde lo que puede llamarse un republicanismo socialista o un socialismo «fraternal», y un claro anticapitalismo. Al mismo tiempo toma en cuenta los costos del dogmatismo y el burocratismo.
4. El imaginario de la Revolución es hoy motivo de disputa en la isla. En verdad, ningún proceso de transformación es un plácido viaje hacia lo nuevo y desconocido. Ningún proceso de transformación por lo mismo se da en medio de la unanimidad y uniformidad completas. Menos cuando tiene que acompasarse de algún modo con los desafíos nuevos del mundo externo.
La Revolución cubana ha pasado por distintas etapas y momentos. Desde sus primeros años de tanteo y experimentación, la década de socialismo entre 1976 y 1985, el proceso de rectificación y, después del 89, la etapa más dura, el llamado «Período Especial», hasta el presente. No podemos aquí reconstruir esta dinámica histórica. Particular interés suscitarán los trabajos aquí presentados dado el momento actual; un momento de autoevaluación crítica de su experiencia de socialismo y de debates desde abajo y desde arriba en torno a cuáles deben ser los caminos a seguir hacia el futuro. La Revolución ha cumplido más de cincuenta años. Han transcurridos hitos, como la retirada de los socialismos históricos, la expansión global y agresiva de un capitalismo de las finanzas; nuevas tecnologías de la producción y la comunicación, debilitamiento de los Estados nacionales, nuevas reivindicaciones ligadas a lo étnico-identitario y lo diverso, etc. En fin, no pocas cosas. En ese contexto es que el 2010 el partido y la sociedad cubana han emprendido un proceso de reformas (ligadas al VI Congreso del PCC), en buena medida económicas, pero que, evidentemente, desbordan en sus posibilidades de comprensión y realización hacia lo político-cultural y hacia lo jurídico-institucional. Por cierto, estos análisis críticos y discusiones no siempre son bien calibrados desde la lejanía. Muchas veces se los juzga como expresando una ruptura del consenso respecto a la Revolución y la independencia nacional, y con ello se equivoca el diagnóstico.
En buena parte de la sociedad cubana se observa un esfuerzo por superar prácticas e ideas que no funcionan, en la economía, en el gobierno, en el Estado; por mejorar y modificar hábitos y modos de operar cotidianos que no honran la permanente búsqueda de una sociedad más digna, justa e igualitaria. Comparto con Guanche uno de sus enunciados basales desde los que reflexiona sobre los cambios actuales y el futuro deseable para la isla: no hay socialismo sin democracia, pero también, a la inversa, no hay democracia real sin socialismo. El aporte de nuestro autor se conecta y es fiel con la herencia martiana: «trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra. No hay proa que taje una nube de ideas». Pero quizá lo que mejor refleje su espíritu es el dicho martiano que encabeza estas notas: «pensar es servir». Lo cual, para los tiempos que corren, no es poca cosa.
Por último, agradecemos a Julio César Guanche que sus escritos nos permitan inaugurar la Colección de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de nuestro Departamento, junto con Ediciones Universidad Alberto Hurtado. Somos tributarios del profesionalismo del equipo que encabezan Alejandra Stevenson y Beatriz García-Huidobro, y de la decisión de nuestro Consejo Departamental de apostar a la difusión de obras donde la política, la democracia, las alternativas sociales y América Latina ocuparán un lugar de privilegio.
[Datos editoriales: La verdad no se ensaya. Cuba: el socialismo y la democracia, Julio César Guanche, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, 2012, con prólogo de Pablo Salvat Bologna]
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