Decir que el periodismo cubano debe transformarse es un lugar común en la Isla. Tan común ya como referirse a los baches en las calles, la mala calidad del pan, las angustias del transporte o la insoportable incongruencia entre el salario estatal real y el costo de la vida. Sin embargo, no huelgan los comentarios […]
Decir que el periodismo cubano debe transformarse es un lugar común en la Isla. Tan común ya como referirse a los baches en las calles, la mala calidad del pan, las angustias del transporte o la insoportable incongruencia entre el salario estatal real y el costo de la vida.
Sin embargo, no huelgan los comentarios y análisis al respecto, porque si de algo se trata en la hora actual del país, es de sumar. Como para la muralla que quería el poeta, «todas las manos», todas las voces, todo el pensamiento.
¿Cómo se fue gestando, a lo largo de décadas, este ineficiente y, por momentos anti-periodístico, modelo de prensa? ¿Qué vínculos ha mantenido con el sistema político del país y cuáles debería sostener? ¿Qué aportaría al funcionamiento del periodismo nacional la concepción y aprobación de una Ley de Prensa/ Medios/ Derecho ciudadano a la información? ¿Cómo deberían de interpretar y reflejar los órganos informativos los retos que ahora mismo (y en el futuro inmediato) se abren ante nuestra sociedad?
Estas y otras preguntas similares o derivadas marcan con fuerza los debates en torno al llevado y traído tema. Buscar respuestas, en clave reflexiva, de quienes han formado parte y/o investigado el modelo actuante de prensa nacional, resulta un ejercicio de creciente interés.
Pero antes valdría la pena establecer ciertas ideas o premisas sobre el terreno movedizo en el que andamos [1]:
1. El evidente «divorcio» entre realidad y prensa, mediado por el control férreo de la información o, incluso, la más dañina desinformación. Al punto de que, como apuntara el periodista y Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, Raúl Garcés Corra, «hemos suplido, frecuentemente, el juicio razonado por la propaganda, la interpretación por las cifras, la noticia por los eventos, el argumento por el adjetivo, la riqueza de los procesos por la síntesis caricaturesca de sus resultados» (2013:10).
2. La paulatina génesis de una uniformidad (unanimidad) en el discurso periodístico marcada por la intervención reguladora del Partido Comunista de Cuba (PCC), entidad que -a juicio del periodista y catedrático cubano Julio García Luis-, «desde 1965, aunque no se declarara formalmente ni fuera tal vez su propósito, sustrajo atribuciones propias de la prensa y sus direcciones» (2014:150).
3. La lamentable presencia de «síndromes» como el secretismo, el misterio, la autocensura, la noción de «plaza sitiada»… reconocidos y atacados públicamente por la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) o el propio PCC, pero que lejos de disminuir han seguido gozando de muy buena salud.
4. El contrasentido de que el PCC se autoproclame «máxima expresión de la conciencia crítica de la sociedad» (En Del Valle y Bacallao, 2006:288) y, al mismo tiempo, enarbole su responsabilidad de «trazar, dirigir y controlar la política informativa en los medios de comunicación» (En Legañoa, 2007:303).
5. La funesta influencia en la Isla del modelo soviético, que llegó, en el contexto estalinista, a considerar a la prensa, «un apéndice de la burocracia del Partido, sujeta a un sistema vertical de dirección política e ideológica, en la que esta cumple ante todo un papel de agitación y reiteración, dentro de un marco de atribuciones muy cerrado» (García Luis, 2014: 65-66).
6. La certeza de que el ineficiente funcionamiento de los medios de comunicación no es una partícula aislada, sino que forma parte de procesos y carencias mayores en la vida del país. Lo cual remite a conceptos clave como: democracia, participación, ciudadanía… que deben revisitarse con urgencia. La periodista y profesora cubana Rosa Miriam Elizalde, actual vicepresidenta de la UPEC, lo apuntaba así en su tesis doctoral: la recuperación de las funciones de los medios depende «de la mayor participación de la sociedad en la toma de decisiones, y no al contrario; y esto se decide en el Sistema Político, no en el Sistema de Comunicación» (2013: 87).
7. El vacío tremendo en cuanto a regulaciones jurídicas para el trabajo de la prensa. «El Sistema de Comunicación cubano ha funcionado desde el «no law», es decir, desde la ausencia de legislación positiva. La última ley de prensa vigente en Cuba había sido instituida por el gobierno colonial español, que fue derogada pocos años después de la intervención norteamericana en la Isla a principios del Siglo XX (Marrero, 2003). (…) Desde entonces hasta hoy, los marcos legales referidos al trabajo de la prensa y la comunicación se contrajeron fundamentalmente a un enunciado constitucional y a algunas tipicidades aplicables a esta en la legislación penal» (Elizalde, 2013: 103-104).
8. La emergencia pujante de nuevas voces mediáticas -alternativas, independientes, contracorriente-, sobre todo respaldadas por la embrionaria, pero ya notable e irreversible penetración en el país de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, especialmente, Internet. De tal suerte que «la amplísima e incontrolable capilaridad de los canales de comunicación», y el quiebre, aunque sea mínimo, del «control monopólico de la información» ha de tenerse en cuenta en toda su magnitud (Batista, 2013).
El maestro García Luis, tal vez el mayor teórico sobre temas periodísticos que ha dado Cuba, se preguntaba en 2011: «¿Es viable una alternativa revolucionaria y socialista al modelo de prensa liberal, que no encaje a su vez en un patrón ideológico decimonónico o en uno de tipo soviético o de prensa de Estado? (2014: 18)». Y se respondía que sí, que sí debía ser viable «si es que el socialismo va a brindarnos una sociedad realmente superior» (2014: 22-23). No obstante, el ex-presidente de la UPEC no desconocía el abrumador «efecto acumulativo de más de 40 años sobre la política, la cultura y la sicología social de un modelo de prensa que mira menos hacia la opinión pública que hacia otros lados» (2014: 20).
Desafiando fraternamente a sus colegas a que no esperasen más cambios en el periodismo insular que cayeran desde arriba, el académico señalaba unos meses antes de morir: «nadie va a llegar un día a decirnos: hasta ayer, llegaron hasta aquí; a partir de hoy, van a llegar hasta acá. Eso no existe y nunca existirá. Nadie hablará por nosotros. Nadie hará lo que nos toca hacer a nosotros. Tendremos lo que nos ganemos, lograremos lo que nos merezcamos, dispondremos del espacio que sepamos ocupar. En el mundo del poder no se regala nada y nada viene por añadidura. Ideas, prácticas y hechos son los únicos que pueden movernos hacia delante» (García Luis, 2011: web). Sin embargo, experiencias como la detención de un grupo de periodistas cubanos, en octubre de 2016, «mientras cubrían los desastres provocados por el huracán Matthew en Baracoa, Guantánamo», -hecho que desató «reacciones de todo tipo en redes sociales y blogs dentro y fuera de Cuba, fundamentalmente entre el gremio de la Comunicación» (Redacción OnCuba, 2016: web)-, recuerdan, con el peso abrumador de la realidad, que apostar y defender una forma/sistema/modelo diferente de hacer periodismo, no es tarea fácil en el contexto isleño.
Aunque para algunos intelectuales y especialistas, el momento para dar un giro al tipo de prensa en la nación caribeña pasó de largo irremediablemente, otros, como el investigador Darío Machado Rodríguez, piensan que «la sociedad cubana mantiene la oportunidad de desarrollar un modelo de comunicación social amplio, flexible, participativo y socialmente responsable en el que quepan formas no estatales de gestión de los medios de comunicación, junto a los medios gestionados estatalmente, pero unos y otros dentro de la ley» (2016: web).
De ahí que, en su sistemática aproximación a este controversial y urgente asunto, Cuba Posible continúe dialogando con quienes, desde las filas de los medios de comunicación o de la academia, piensan, crean y recrean, el ejercicio periodístico en la Antilla Mayor.
Esta vez, responden la Dra.C. Miriam Rodríguez Betancourt, Profesora Titular y Consultante de la Universidad de La Habana y Premio Nacional de Periodismo José Martí; el Lic. Yuris Nórido Ruiz Cabrera, cronista, fotógrafo, director informativo del Noticiero Cultural de la Televisión Cubana y colaborador de múltiples espacios oficiales y alternativos de prensa, y la MSc. Elaine Díaz Rodríguez, periodista, profesora, activista social y Directora del medio independiente Periodismo de Barrio.
Escuchándolos, este redactor ratifica su visión de que el periodismo cubano, a estas horas, tiene su edición contra cierre.
Referencias bibliográficas
1. BATISTA, Julio (2013), Por una prensa al derecho, Tesis de Licenciatura en Periodismo, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, La Habana.
2. ELIZALDE, Rosa Miriam (2013), El consenso de lo posible. Principios para una política de comunicación social cubana socialmente consistente y tecnológicamente sustentable en los escenarios perspectivos de regulaciones externas e internas, Tesis de Doctorado, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, La Habana.
3. GARCÉS CORRA, Raúl (2013), «Siete tesis sobre la prensa cubana», en Enfoque, La Habana, Unión de Periodistas de Cuba, Edición extraordinaria, agosto.
4. GARCÍA LUIS, Julio (2014), Revolución, Socialismo, Periodismo. La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI, La Habana, Editorial Pablo de la Torriente, 2da edición.
5. GARCÍA LUIS, Julio (2011), «El discurso de los periodistas en Cuba hoy», [en línea] Cubadebate, 23 de enero de 2012, Dirección URL: http://www.cubadebate.cu/opinion/2012/01/23/julio-garcia-luis-el-discurso-de-los-periodistas-en-cuba-hoy/, (consulta: 22 de marzo de 2012).
6. MACHADO RODRÍGUEZ, Darío (2016), «Democracia, medios de comunicación y realidades», [en línea] Cubadebate, 18 de agosto de 2016, Dirección URL: http://www.cubadebate.cu/opinion/2016/08/18/democracia-medios-de-comunicacion-y-realidades/#.V7xqi26efCM, (consulta: 5 de septiembre de 2016).
7. PARTIDO COMUNISTA DE CUBA (PCC) (1979), «Sobre el fortalecimiento del ejercicio de la crítica en los medios de difusión masiva. Resolución aprobada en el IX pleno del Comité Central del Partido», en Amaury E. DEL VALLE, y Lázaro BACALLAO PINO (2006), (compiladores), La palabra audaz. Selección de lecturas de periodismo de investigación en Cuba, La Habana, Editorial Pablo de la Torriente.
8. PARTIDO COMUNISTA DE CUBA (PCC) (2007), «Orientaciones del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba para incrementar la eficacia informativa de los medios de comunicación masiva del país», en Jorge LEGAÑOA ALONSO (2007), Por las venas de la política editorial de Juventud Rebelde, Tesis de Licenciatura en Periodismo, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, La Habana.
9. REDACCIÓN ONCUBA, (2016) «Periodismo en Cuba: el contexto y la (des)regulación», [en línea] OnCuba, 14 de octubre de 2016, Dirección URL: http://oncubamagazine.com/ecos/periodismo-en-cuba-el-contexto-y-la-desregulacion/, (consulta: 20 de Octubre
Nota
[1] Una reflexión más extensa del autor sobre estas premisas y otras de las ideas condensadas en este texto puede verse en su ensayo: «Periodismo cubano: ¿un callejón sin salida?». Revista ESTUDIOS LATINOAMERICANOS, NUEVA ÉPOCA, NÚM. 39, ENERO-JUNIO, 2017, PP. 51-75.
Fuente: http://cubaposible.com/periodismo-cubano-edicion-contra-cierre/