En México, el 26 de julio de 2004. América Latina se encuentra en la antesala de una nueva intervención armada del gobierno de Estados Unidos, el viejo agresor que era ya un temido imperialismo cuando se desvaneció su competidor soviético. Ahora, con el advenimiento del siglo XXI, ensaya la proyección mundial de su imperialismo. La […]
América Latina se encuentra en la antesala de una nueva intervención armada del gobierno de Estados Unidos, el viejo agresor que era ya un temido imperialismo cuando se desvaneció su competidor soviético. Ahora, con el advenimiento del siglo XXI, ensaya la proyección mundial de su imperialismo.
La expresión más ominosa de esta pretensión está contenida en el «Proyecto del Nuevo Siglo Americano» que propone la imposición militar de una pax americana que perpetúe la condición de potencia absoluta para Estados Unidos. Ese documento dio origen a la estrategia vigente de la seguridad nacional del presidente Bush, en la que se lanza la amenaza más grave contra la paz y la seguridad internacional desde el nazifascismo; la guerra preventiva, la agresión como un derecho.
Doctrina y política fueron llevados a la práctica con la destrucción de Afganistán y la agresión, invasión y ocupación de Iraq. Esta guerra, lanzada en franco desdén del Consejo de Seguridad y justificada con falsedades insostenibles, significó el sacrificio del orden internacional establecido a partir de la Carta de las Naciones Unidas. El Consejo de Seguridad dejó de ser efectivo y el derecho internacional entró en un proceso de regresión a estadios anteriores al siglo veinte.
La opinión pública norteamericana, fuerza que el gobierno de Estados Unidos no puede dejar de atender, ha empezado a manifestar su desacuerdo con el régimen agresivo y falsario que lo gobierna y con ello ha despertado en el Presidente Bush el temor de no ser reelecto.
Concebida en la mezquina lógica electoral y en la perversidad de la pax americana, se ha creado una Comisión de Asistencia para una Cuba Libre que encabeza el Secretario de Estado Colin L. Powell, con la misión de provocar, a corto plazo, el derrocamiento del gobierno cubano, la sustitución de las instituciones revolucionarias políticas y jurídicas y la implantación de una economía ventajosa para el imperio. En la intención y el trabajo de esta Comisión Powell no es posible ver otra cosa que la decisión de derrocar al régimen revolucionario y sustituirlo por uno dócil a los dictados del gobierno estadounidense. El largo historial de las agresiones a Cuba, agregado a las doctrinas, proyectos y planes actuales del gobierno de Estados Unidos y al belicoso talante del presidente Bush hace evidente que se prepara para atacar a Cuba.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Corte Internacional de Justicia, y la Corte Penal Internacional han demostrado no tener la capacidad para impedir ni para sancionar los crímenes de Estados Unidos contra la paz y contra la humanidad. El sometimiento a que el gobierno de Washington ha llevado a las Naciones Unidas y la dócil obediencia que la Organización de los Estados Americanos le profesa, permiten prever que los organismos internacionales encargados de velar por la paz y la seguridad internacional no cumplirán con su cometido. A Cuba la defenderá su pueblo, aunque, necesariamente contará con la solidaridad de otros; los latinoamericanos los primeros.
La movilización debe iniciarla la nación mexicana, que, tiene los lazos más antiguos y fuertes con el pueblo cubano, y cuenta también con un historial de solidaridad internacional respaldado por una doctrina de política exterior que cifra en el respeto al derecho ajeno, la paz que procura.
Los firmantes de esta carta pública convocamos a las conciencias comprometidas con la paz, la justicia y el derecho, a erigir un tribunal civil internacional que, con jueces, fiscal y defensa, analice y juzgue, desde una perspectiva moral y jurídica, la criminal conducta del gobierno de Estados Unidos hacia Cuba en el último medio siglo y las inminentes agresiones que prepara contra sus dirigentes, su gobierno y su pueblo.
Esta carta se publicará el lunes 26 de julio, aniversario 51 del ataque al Moncada, en los medios de comunicación de México.
Las adhesiones se recogerán en el email: