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Entrevista a David Fernández, diputado de la CUP en el parlamento catalán

«Planteamos la independencia del estado español, de los mercados financieros y de las élites extractivas catalanas»

Fuentes: Rebelión

David Fernández es uno de los tres diputados de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) en el parlamento de Cataluña. Tanto antes como ahora milita activamente en los movimientos sociales. Empezó en la insumisión y fue uno de los impulsores del Ateneu Popular «La Torna», en el barrio barcelonés de Gràcia. Participa, entre otras organizaciones, en […]

David Fernández es uno de los tres diputados de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) en el parlamento de Cataluña. Tanto antes como ahora milita activamente en los movimientos sociales. Empezó en la insumisión y fue uno de los impulsores del Ateneu Popular «La Torna», en el barrio barcelonés de Gràcia. Participa, entre otras organizaciones, en la Coordinadora Catalana per a la Prevenció i Denúncia de la Tortura, Entrepobles y la Xarxa d’Economía Solidaria, además de colaborar en diferentes medios de comunicación alternativos. Ante un próximo escenario electoral en Cataluña, la CUP otorgará a estos comicios un carácter «plebiscitario» y «constituyente», afirma David Fernández, quien añade que su formación plantea la independencia como ruptura tanto con el estado español, como con los mercados financieros y las élites extractivas catalanas. Mantiene, por último, que el independentismo y la «cuestión social» son inseparables.

-Recientemente has firmado un manifiesto, «Con el pueblo griego. Por el cambio en Europa», en el que se afirma, por ejemplo, que Grecia «se ha convertido en el laboratorio político y económico de las élites europeas, que han sembrado miseria y hartazgo por todos los rincones del Sur de Europa». ¿Por qué razones se suma la CUP a este documento? ¿Se trata de un manifiesto de apoyo electoral a Syriza?

Efectivamente soy uno de los firmantes como diputado de la CUP. El manifiesto es sobre todo una denuncia de la tiranía pornográfica de los mercados financieros, Merkel y la Troika, que subyugan la libre decisión del pueblo griego. La CUP defiende la libre determinación del pueblo griego en sus múltiples dimensiones. Porque Grecia representa el descalabro de las políticas de austeridad contra el sur de Europa, donde se degrada el vínculo social y los niveles de pobreza, desigualdad y hambre implosionan en los barrios populares. Para nosotros no se trata de un manifiesto de apoyo a electoral a Syriza, y así lo dejamos claro tras un debate previo. Firmamos este manifiesto con estimadísimos compañeros como Beiras, Jaime Pastor, Diego Cañamero, Santiago Alba Rico y otros. Además, en el amplio espectro sociopolítico griego, hay otras realidades, como el movimiento libertario o el estudiantil. Nuestro esquema no es el de la izquierda «clásica». Ha habido, por el contrario, otros manifiestos, como el de «Catalunya amb Tsipras», directamente impulsado por ICV, que sí se lanzan en clave electoral.

-El TSJ de Cataluña ha establecido la posibilidad de que Artur Mas incurriera en un delito de desobediencia por la convocatoria y participación en la consulta del 9-N. ¿Se vería la CUP obligado, en esta coyuntura concreta, a apoyar al presidente de la Generalitat? 

Los cuatro portavoces de los grupos parlamentarios que apoyamos la consulta del 9-N ya estamos «autoinculpados». De hecho, la Fiscalía General del Estado ya recoge esa «autoinculpación». Pero la verdadera contradicción reside en un estado «demofóbico», que prohíbe a un pueblo ser consultado sobre su voluntad política en el futuro encaje institucional de Cataluña. Hace poco nos solidarizamos también con el juez Santi Vidal, a quien pretenden expulsar de la carrera judicial por participar en un primer borrador de constitución catalana. O con Facu Díaz. O con Alfon. Pero quien nos sitúa en condiciones de excepcionalidad jurídico-penal por su ataque frontal a los principios democráticos, es el estado español. No se trata ya de un presidente, sino de los 2,3 millones de personas que decidieron el 9-N desobedecer una prohibición del Tribunal Constitucional.

-En el actual estado de cosas, ¿la CUP prioriza las luchas sociales o la independencia?

La CUP nunca ha priorizado o jerarquizado una cuestión por encima de la otra. La izquierda independentista de los Països Catalans, desde que se fundó bajo la dictadura en 1968, siempre ha puesto al mismo nivel la cuestión nacional y la social. Son lo mismo, dos cuestiones indisociables. Por ejemplo, con la fundación del Partit Socialista d’Alliberament Nacional (PSAN) o la influencia de las luchas anticoloniales y antiimperialistas en América Latina y Asia en los años 60 y 70. Pero también encontramos unidas la cuestión nacional y social en la tradición del catalanismo popular y de las izquierdas populares de nuestro país, así como en la historia del movimiento obrero catalán. A ello habría que añadir el patrimonio de algunas tradiciones muy importantes, como la del primer PSUC. Así pues, la equiparación entre nacionalismo catalán y burguesía no aguanta ninguna «prueba del algodón». De hecho, quien más está hoy en contra del proceso son La Caixa, Fomento del Trabajo y La Vanguardia. Que no busquen oligarquías independentistas por ninguna parte. Además, desde hace al menos cuatro años, a la cuestión nacional y social habría que agregar la crisis democrática.

-¿Cuál es vuestra propuesta concreta para el escenario político actual? Habláis de unas elecciones plebiscitarias y constituyentes…

Vamos hacia unas elecciones que, técnica y jurídicamente, serán unas elecciones autonómicas anticipadas pero a las que nosotros damos un carácter plebiscitario y constituyente. Plebiscitario porque es la ampliación y ratificación del apoyo a la independencia a través de tres listas (CIU, ERC y CUP. Nota del entrevistador), es decir, de la pluralidad política. No nos han dejado hacer esa consulta siguiendo el modelo británico-escocés, por tanto, lo hacemos en un esquema de elecciones anticipadas. Pero además de las tres listas, lo importante es una mayoría social que está detrás, y que se trata de un movimiento popular y transversal.

-¿De qué se habla exactamente cuando se hace uso del término «independencia»?

Nosotros hablamos de independizarnos de tres dinámicas que nos hacen la vida imposible. Del estado español, como estructura de poder. De los mercados financieros, que nos imponen la austeridad neoliberal; y también de nuestras propias élites extractivas catalanas. Nosotros reclamamos la independencia como ejercicio de recuperación de la soberanía política. También de la soberanía económica, como sociedad. Y de la soberanía popular. Todo ello en el marco de un proceso constituyente que devuelva la voz a la ciudadanía (no como se hizo en el 78), y que defina las bases democráticas y sociales del nuevo país.

-En Cataluña se produjeron 43 desahucios diarios en 2014 y 320.000 familias no pueden afrontar los gastos de agua, luz y gas. ¿Qué responsabilidad tienen en ello CIU y ERC?

Tienen una responsabilidad directa. Y también es una muestra de la impotencia ante las políticas que afectan al sur de Europa. La pobreza en Cataluña afecta hoy a 1,6 millones de personas, y las rentas mínimas de inserción que ofrece la Generalitat son 30.000. Una gota en el desierto. En Cataluña hay además 230.000 familias que necesitan un piso de alquiler social, mientras hay 450.000 pisos vacíos (de los cuales 100.000 son de la banca y 80.000 de nueva construcción). Lo único que ha hecho la Generalitat este año es conseguir 600 pisos de la Sareb. O sea, nada. Es verdad que quien define es Convergencia y que quien da apoyo es ERC. Ellos sabrán… Es una política económica de sumisión a la Troika, a la tiranía de los límites de déficit, a la aplicación de recortes en los que Cataluña ha sido pionera. Eso es obvio. Se han aplicado los peores recortes sociales desde el final de la dictadura, seguramente, con un ciclo diferenciado. Los recortes empezaron en el ciclo 2010-2012 cuando gobernaba Convergencia con el apoyo del PP. De eso a veces nos olvidamos. Es posible que ERC haya introducido mecanismos ligeramente correctores para que hubiera menos recortes, sobre todo algunos elementos fiscales que veremos cómo acaban. El año pasado, la CUP presentó una enmienda a la totalidad al presupuesto de CIU y ERC. Dijimos también que eran una declaración de guerra a las clases populares.

-Presides la comisión de investigación que en el parlamento catalán analiza el «caso Pujol». ¿Qué ha representado la familia Pujol sociológicamente en las últimas décadas?

Qué significa antes y después del 25 de julio (el expresidente admitió ese día en un comunicado haber ocultado a Hacienda durante más de 30 años dinero en el extranjero. Nota del entrevistador). Pujol representa una impugnación completa al pasado que hace tambalearse al presente. Ha significado muchas cosas. Es el hombre del estado español en la transición de la dictadura a la democracia, así como el máximo exponente del autonomismo y del nacionalismo conservador catalán. Es, asimismo, el padre fundador de Convergencia y, por tanto, del proyecto hegemónico que durante 23 años ha ganado las elecciones en Cataluña, en un esquema prácticamente de partido weberiano. Es decir, la conjunción partido-sociedad y la identificación perversa «Cataluña es Pujol». Pero ni el proceso independentista es Artur Mas ni Cataluña ha sido Pujol. También está la Cataluña de las clases populares, de los subalternos y los desposeídos. Pujol es hoy, en mi opinión, el icono catalán del Régimen del 78.

¿Y en cuanto a José Luis Núñez, expresidente del Fútbol Club Barcelona, a quien el Tribunal Supremo rebajó una condena inicial hasta dejarla en dos años y dos meses, por el soborno a inspectores para eludir pagos al fisco?

Lo mismo que Pujol. Es un señor que se enriquece durante el franquismo, también durante la democracia, y que después toma el pelo a todo el mundo con una dilación judicial, orquestada y planificada en despachos de lujo y de poder. Así consiguió retrasar la acción judicial hasta 12 o 13 años. Núñez es un especulador, conocido como «el señor de los chaflanes» en Barcelona, que se ha hecho rico a partir de la construcción y la especulación inmobiliaria. Y ése es un patrón de conducta de las élites, en el que hay pocas diferencias respecto a las élites griegas, italianas, españolas o valencianas. No es un factor diferencial catalán, sino un patrón de conducta de clase.

-Procedes de los movimientos de base, por ejemplo el antimilitarismo, y fuiste asimismo uno de los fundadores del Ateneu Popular «La Torna», en el barrio de Gracia. Desde diciembre de 2012 eres uno de los tres diputados de la CUP en el parlamento catalán. ¿Es fácil que uno, en las instituciones, pierda el vínculo con la calle?

Los movimientos sociales es de donde venimos. El trabajo parlamentario no es sino un instrumento más, dentro de la «caja de herramientas» para el cambio político y social. Pero lo más acuciante y necesario para este cambio siempre es el «afuera», la calle, los barrios y municipios. Nosotros seguimos diciendo orgullosamente que procedemos de la insumisión, del feminismo autónomo, del ecologismo social y del sindicalismo alternativo. Además, la cultura política de la CUP, compartida con los movimientos sociales, tiene siempre una mirada crítica hacia el poder. Porque su historia es también la de un abuso de poder. La experiencia de los últimos años ha servido para ver el poder de cerca, que resulta más complicado que cuando lo observas de lejos, donde todo parece mucho más claro. De lejos el poder es frío, jerárquico, divisorio, y tienes muy claro dónde está el «allí» y el «aquí». El poder, de cerca, tiene mecanismos de cooptación sutiles y mucho más invisibles. Pero siempre hemos dicho que el espacio del poder, para nosotros, es un terreno adverso y hostil.

-La CUP denunciaba en un comunicado «la operación contra el movimiento libertario (en relación con los 11 detenidos en Barcelona por orden de la Audiencia Nacional el 16 de diciembre, de los que 7 entraron en prisión), la detención de la joven independentista vasca Jone Amezagaren o la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como «ley mordaza».

«La CUP recuerda que no es la primera vez que bajo el término genérico de «terrorismo anarquista», impulsado en 2001 por el ministro Mayor Oreja, se produjeron actuaciones represivas que después quedaron en nada. En este sentido hace falta recordar especial el montaje policial contra la gironina Núria Pórtulas. Detenida bajo los mismos titulares por los Mossos d’Esquadra, fue injustamente encarcelada cuatro meses y resultó finalmente absuelta». Además, se pide a los medios de comunicación «rigor y deontología» antes de utilizar titulares «tendenciosos y alarmantes nacidos en los despachos oficiales». ¿Qué respuesta recibes cuando realizas estas denuncias en el parlamento catalán?

Lo denunciamos y la respuesta que obtenemos es silencio. Son incapaces de negar lo que les decimos y miran permanentemente para otro lado. Hay temas que cuesta mucho abrirlos, hay que hacerlo con fórceps. La criminalización de la cultura libertaria y del anarquismo es una constante desde los Ministerios del Interior de Mayor Oreja o Ángel Acebes u otros. Denunciamos que se apliquen leyes de excepción, que se movilicen auténticos dispositivos militares en un espacio como la Kasa de la Muntanya, con 25 años de historia en la autonomía social barcelonesa. Que se aplique la legislación antiterrorista y leyes de dispersión a los detenidos y encarcelados en la «Operación Pandora»; y sobre todo, no podemos aceptar que se aplique el «derecho penal del enemigo» que se inventó Carl Schmitt. Es decir, a la gente aquí se la detiene no por lo que han hecho sino por lo que son. Eso es propio de regímenes autoritarios que no tienen nada que ver con el garantismo penal y procesal. Los diputados del PP, aunque nos preocupe muy poco su reacción, te miran con un punto de desprecio. Como diciendo qué hacen estos aquí…

-En 2009 escribiste «Crónicas del 6. Y otros trapos sucios de la cloaca policial» (Virus), sobre el cuerpo VI de la Brigada Provincial de Información del Cuerpo Nacional de Policía. El libro trataba sobre una década de represión y «montajes» contra la disidencia política y social. En 2012 publicaste con Julià de Jòdar «Cop de Cup», sobre el origen y desarrollo de la Candidatura d’Unitat Popular, y en 2013 «Foc a la barraca» (selección de artículos). ¿Qué proyectos tienes pendientes?

Una biografía de August Gil Matamala («En el principi de tot hi ha la guerra»), combatiente por la libertad en dictadura y en democracia, que cerraba la lista de la CUP en las últimas elecciones autonómicas. August Gil Matamala es un «histórico» abogado laboralista y uno de los impulsores de la izquierda independentista. Otro proyecto en mente es un libro sobre los años en el Parlament como espacio de poder, titulado «Al lado del Zoo» (el parlament de Cataluña está ubicado junto al zoológico de Barcelona). Y, con la editorial Virus, hace mucho dijimos que teníamos que publicar la segunda parte de «Crónicas del 6», pero esta vez con la mirada puesta en el cuerpo de los Mossos d’Esquadra.

-Por último, también has trabajado durante años en el periodismo «alternativo», en medios como La Directa, Ardi Beltza o Kale Gorria, estos dos últimos perseguidos con enorme saña por el juez Garzón. Has firmado, de hecho, el prólogo del libro «Pepe Rei Aurrera!», en recuerdo al periodista y como reivindicación del periodismo de investigación. ¿Qué recuerdo tienes de esa época?

Primero, para mi Ardi Beltza fue una escuela. Era la redacción más libre que he pisado en mi vida. Hace muchos años, en un control de la guardia civil en Eibar, íbamos en el coche cinco personas de la redacción y un guardia civil nos dijo: «Sois los cachorros de Pepe Rei». Pretendía insultarnos pero sólo consiguió enorgullecernos. ¿Pepe Rei? Es, en primer lugar, la persona responsable de que yo acabara en el periodismo. No era mi derrotero ni lo que tenía previsto, pero tras el cierre de Egin me animó a participar en Ardi Beltza y en Kale Gorria. Por tanto, el vínculo es obvio y la estima enorme. Pepe Rei transmitía fundamentalmente honestidad, coherencia y compromiso. También trabajo en equipo y el arte duro de la libertad de expresión.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.