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Colaboradores de Rebelión analizan la coyuntura (III)

«Podemos», un proceso abierto

Fuentes: Rebelión

Textos de Ángeles Maestro, Agustín Moreno, Marcos Martínez Romano y Rodolfo Crespo

¿Podemos?

Ángeles Maestro

La candidatura «Podemos» es un proceso abierto, de desarrollo incierto, máxime cuando ha irrumpido abrupta y recientemente, fundamentalmente como fenómeno mediático. Sólo el desarrollo de los acontecimientos permitirá hacer análisis más acabados. Red Roja emitirá en los próximos días una Declaración en relación con las elecciones europeas en la que caracterizará «Podemos» con más precisión que la que puedo yo lograr en este breve espacio.

«Podemos», al igual que el 15M, da cuenta del enorme malestar social producido por la crisis capitalista y de la incapacidad de la izquierda institucional para expresarlo. Así mismo, revela el aún insuficiente desarrollo de la línea revolucionaria para manifestarse como clave de bóveda de la acumulación de fuerzas.

Lejos de análisis simplificadores, el asunto central es si la candidatura de Pablo Iglesias sirve como cauce político a la lucha social – y en esa medida aumenta la fuerza del pueblo trabajador y debilita la de las clases dominantes – o hunde sus raíces en el anunciado ascenso del voto a IU, dándole un barniz nuevo a sus viejos ropajes electoralistas.

Aunque un programa político válido no tiene por qué explicitar todos los análisis, no es tolerable que los tergiverse. Cuando «Podemos» habla de «ruptura del contrato social», se sitúa en la legitimidad originaria de la Transición y de los Pactos de la Moncloa – ahora supuestamente rota – y remite inevitablemente al discurso de la «Cumbre Social» (PSOE, IU, CC.OO y UGT) que reivindica una imposible vuelta al mito del «Estado del Bienestar» y al «modelo social europeo».

La referencia al tema crucial, el de la pertenencia o no a la UE, máxime en una candidatura al Parlamento europeo tiene exactamente la misma ambigüedad inaceptable que IU: «queremos otra Europa, justa».. etc. La UE y, sobre todo, la Unión Económica y Monetaria, es decir el euro, es la maquinaria que utiliza el gran capital para – a través de la Deuda – imponer a la clase obrera su programa de exterminio de derechos sociales y laborales y no puede ser eludida. Cualquier otro punto programático es radicalmente incompatible con la UE y por tanto una quimera dentro de ella.

Estos puntos definen hoy la línea de demarcación entre lo aceptable y lo inaceptable por el poder. La ambigüedad calculada de «Podemos» seguramente se debe a sus vínculos con sectores de IU y al apoyo de importantes medios de comunicación. Ambos son poderosos y apuntan en la misma dirección: cambiar las formas para conectar con la calle mientras se contiene la tempestad dentro de los límites del sistema. Curiosamente ambos contribuyeron a la criminalización – ahora hace 5 años – de otra candidatura de izquierdas a las elecciones europeas. Era muy modesta, pero no la controlaban: Iniciativa Internacionalista.

Mientras tanto, en el insoslayable mar de fondo de la enorme crisis capitalista y de sus gravísimas consecuencias para el pueblo trabajador, los avances concretos en la construcción de su poder – antes y después de «Podemos» – y el paso de la indignación a la ofensiva, como ha demostrado Gamonal, son los que construyen el camino de la única forma posible: desde la independencia de clase.

* Artículo publicado en La Directa


Unidad de la izquierda o ‘La vida de Brian’ 

Agustín Moreno

Unidad en situaciones límite. En la China invadida por Japón en diciembre de 1936 los generales nacionalistas conminaron a Chiang Kai-shek a firmar una tregua con los comunistas. Es el incidente de Xi’an por el que los dos partidos acordaron suspender la guerra civil y formar un Frente Unido que concentrase todas sus energías contra los japoneses. En la España corrupta y decadente de 1930 el Pacto de San Sebastián unió a toda la oposición de cara a unas elecciones municipales que permitieron que el país se levantara republicano el 14 de abril.

Hay ejemplos en la historia que nos enseñan que hay que hacer un esfuerzo de inteligencia y generosidad en favor de la unidad. Y la situación que vivimos aquí y ahora es pavorosa. Analizando el desempleo, según la EPA del IV trimestre de 2013 se han destruido 198.900 empleos en 2013, España tiene 622.700 parados más desde que Rajoy gobierna, hay 700.000 hogares sin ningún ingreso, 3,5 millones de parados llevan más de un año sin trabajar y 1,8 millones familias tienen a todos sus miembros en paro. Con la reforma laboral, la devaluación de salarios y la precariedad han conseguido que tener un empleo no asegure poder vivir de él. Se está desmantelando el débil estado de bienestar con recortes y privatizaciones. Y la derecha en el poder quiere instaurar un estado policial ajeno a la democracia.

Las elecciones europeas en clave interna. En mayo de 2014 hay elecciones al Parlamento europeo. Pero la Unión Europea es un proyecto caduco y sin credibilidad ante los ciudadanos y los pueblos por muchas cosas y, más recientemente, por su incapacidad para buscar soluciones a la crisis fuera del ajuste permanente, el empobrecimiento de la población y el desmantelamiento del estado social. Más allá de los discursos huecos y grandilocuentes, poco cabe esperar de estas elecciones en términos reales que no sea la utilización del Parlamento Europeo como caja de resonancia. Pero tienen más importancia de lo que parece: podrían significar la derrota de las posiciones neoliberales y del bipartidismo, desencadenar una crisis interna importante en la derecha y, en el supuesto más óptimo, crear las condiciones para el inicio de un proceso constituyente.

Pero hablemos claro. Hay dos escenarios posibles:

a) Un escenario de división de la izquierda, muy baja participación y triunfo del PP (o del PSOE) con menos de un cuarta parte del electorado y una abstención de más del 50%.

b) Un escenario de unidad y de victoria de una amplia coalición de la izquierda y los movimientos sociales que derrotase claramente a la derecha y forzase un anticipo de elecciones generales, ante la constatación de que les falta legitimidad para seguir hundiendo el país.

La derecha busca poder seguir presentándose como «ganadores» de las elecciones para justificar su brutal política económica y el recorte de libertades. La experiencia de la izquierda es que pierde con la división; ahí están las movilizaciones separadas del 23 de noviembre de 2013 por los mismos objetivos, que hizo que fueran un relativo fracaso.

La locura de la fragmentación y sus consecuencias. Si nos dirigimos hacia el primer escenario de falta de unidad, sería una ocasión histórica perdida que disuadiría de ir a votar a muchas personas. Hay muchas fuerzas que buscan el apoyo y el voto de la izquierda, de la indignación y del rechazo al PP: IU-Izquierda Plural, Suma-La gente primero, las izquierdas nacionalistas, Equo-Compromís, Frente Cívico Somos Mayoría, Podemos de Pablo Iglesias-Izquierda Anticapitalista, asambleas del 15-M, Partido X, Unidad Ciudadana de Juan Torres y todo tipo de plataformas ciudadanas, fuerzas republicanas, etc. Un tremendo batiburrillo condenado a la impotencia y a la frustración de los electores si no hay unidad. Aunque no todas cristalizarán en candidaturas electorales y algunas se fundirán, estamos hablando de entre cuatro y media docena de propuestas que atomizarían el voto de la izquierda. Claro que es legítimo el derecho a presentar candidaturas que tiene todo el mundo y que siempre defenderé. Pero los votantes deben saber que, a pesar del colegio electoral único, los que no saquen un número suficiente de votos no rentabilizan los apoyos en términos de representación.

La competencia entre las candidaturas de izquierda en vez de sumar y empujar todos en la misma dirección, es división, enfrentamiento, echar la culpa a los otros, con la consiguiente abstención entre los votantes. Supone un balón de oxígeno para la derecha y la continuidad de los ajustes y políticas autoritarias. Y sobre todo es la pérdida de una gran oportunidad de acelerar plazos para el desalojo de la derecha del poder y tener que esperar a 2015 a ver si cunde el sentido común ante las elecciones municipales y autonómicas y generales. Las gentes de la izquierda no quieren programas brillantes o candidatos de relumbrón si van separados; priorizan la unidad para derrotar las posiciones liberarles que están acabando con todo. La división nos hace pasar del «Somos Mayoría» a somos un porcentaje relativamente pequeño. Del «Sí se puede» al vamos a esperar a 2015 a ver si somos capaces. Y hay una grave pregunta a hacerse: ¿si no se ponen de acuerdo los diferentes sectores de la izquierda, se merecerían el voto de los perjudicados de la crisis?

¿Es posible la unidad de la izquierda? Sí. No es difícil configurar un programa de mínimos, y tendría una base política y electoral importante que recibiría con alivio y entusiasmo la buena nueva. Pero hay que evitar varios elementos negativos:

1. Priorizar la autoconstrucción de los partidos antes que la unidad. Esa es la tentación de algunos que creen que primero hay que obtener alguna representación para consolidarse como organización para negociar después pactos electorales en 2015 desde posiciones de fuerza. Es un error estratégico sobre qué es hoy lo fundamental, porque aún en el caso de que obtener un eurodiputado ello no va a mejorar sustancialmente la situación de la gente.

2. La pugna por estar en las candidaturas que hace que aparezca muchas veces lo más mezquino de la condición humana, barnizado de diferencias ideológicas y programáticas para justificar que no ha sido posible el acuerdo. Y esto debe de ser algo totalmente ajeno a las gentes y electores de izquierda. Las primarias pueden ser estupendas siempre que no dificulten la unidad, que es lo realmente importante. Estoy seguro de que muchos votantes de la izquierda se sentirían a gusto, hasta con un sistema como la insaculación (meter nombres de personas capaces de las diferentes fuerzas de izquierda en una bolsa e ir sacándolos para ordenar la lista electoral). Lo importante es que la gente se ilusione, salga de su casa el domingo 25 de Mayo y vaya a votar para derrotar a la derecha. Más que los nombres de las personas concretas

3. El fatalismo de que la izquierda no tiene arreglo . Las ideas tienen un gran peso para crear escenarios de cambio. Porque cuando se dice que algo es imposible, lo convierte en una profecía que se cumple. Es buen momento para acabar con viejas maldiciones y prejuicios. Claro que podemos y debemos cambiar las experiencias negativas del pasado. Las condiciones no deben ser muchas. Yo propongo estas dos condiciones para la unidad:

  • Generosidad y prudencia. No se puede dejar pasar una gran oportunidad, no cabe escudarse en críticas al oportunismo, al afán de protagonismo, a las viejas descalificaciones a los «picos de oro». No se puede ignorar la realidad. Y esta realidad es la siguiente: IU no ha sido capaz de cubrir todo el espacio existente en la izquierda, de avanzar hacia una convergencia muy amplia. Por eso, junto con otras razones, ha surgido Podemos y demás iniciativas que me parecen muy interesantes en la medida en que busquen sinceramente la unidad. Lo cierto es que han agitado las aguas de la izquierda real y son un referente para muchos activistas de las mareas y del 15-M, y son bien vistos por sectores de IU. Sería fundamental conseguir una candidatura única y potente y disputar al PP y al PSOE la mayoría el 25-M. Plasmar de esta manera una gran convergencia de la izquierda. No tendría ninguna explicación ir separados a las elecciones teniendo un programa prácticamente idéntico. La unidad de IU-Izquierda Plural, Podemos, asambleas del 15-M, Frente Cívico y todas aquellas organizaciones y plataformas que quieran sumarse, puede y debe ser la Syriza española. Y aquellos que no quieran estar, que opten por su autoconstrucción como fuerza política: recibirán la sanción de los electores. El acuerdo no es fácil, pero no es en absoluto imposible. Habrá que poner encima de la mesa la generosidad de los grandes y la prudencia de los pequeños, engrasada con la participación de los militantes y la conciencia de la trascendencia histórica del acuerdo.

He escrito en otras ocasiones que este país no tiene un gobierno a su altura. Tampoco la izquierda estará a la altura de las necesidades de los trabajadores y de la ciudadanía si tira la toalla y va separada a montar cada uno su pequeño chiringuito. Sería una irresponsabilidad y les pasaría factura. Todavía confío en la inteligencia colectiva y el sentido común de la supervivencia. Lo contrario sería seguir jugando a La vida de Brian o a la izquierda sin arreglo.

Podemos: la sinergía de lo popular y lo institucional para ganar

Marcos Martínez Romano

En la actualidad en el Estado español estamos siendo a la vez testigos y víctimas de la rotura, por parte de las élites, del contrato social «pactado» en 1978. La oligarquía española, jamás productiva y siempre rentista y saqueadora, aprovechando la crisis, ha lanzado una ofensiva histórica por la que pretenden conservar e incluso ampliar sus beneficios empobreciendo a las mayorías. 

Son varios y diversos los factores que dibujan una situación de excepcionalidad y emergencia social: aumento exponencial del número de parados, especialmente en los jóvenes, y de la precarización de las condiciones de trabajo; generalización de la pobreza, con un cuarto de la población del Estado viviendo por debajo del umbral de la misma; expulsión de sus territorios de multitud de jóvenes que no tienen la oportunidad de construir un proyecto de vida digna en su tierra; multitud de casos de corrupción en las que están implicados actores fundamentales del Régimen; una cada vez mayor percepción de la gente común de la existencia de una «casta política» alejada de la realidad que gobierna saqueando el patrimonio público para su propio beneficio; evidencia de la ficción democrática en la que vivimos, en un contexto de pérdida de soberanía estatal frente a instituciones supranacionales que determinan las políticas que (des)ordenan nuestras vidas pero que jamás se someten a elecciones, etc.

Esta situación, unida al ciclo de movilizaciones que comenzaron el 15M de 2011 y devinieron en la lucha de las Mareas y contra los desahucios de la PAH, más el creciente movimiento soberanista en Catalunya, ha contribuido a disminuir la legitimidad del sistema político español durante los últimos años y a acrecentar la crisis orgánica -en tanto crisis institucional, política y territorial- del Régimen del 78. Sin embargo, este decreciente «consentimiento de los gobernados», en términos gramscianos, no ha alcanzado aún un grado suficiente para resquebrajar los aparatos del Estado, fundamentalmente por dos razones.

En primer lugar, porque el Estado sigue siendo capaz de generar un cierto grado de aceptación al proporcionar los servicios que los ciudadanos esperan que les preste, aunque sea en cada vez peores condiciones; y en segundo lugar, porque a pesar de la situación de pérdida acelerada de la capacidad para generar consenso, el Estado sigue manteniendo intacta la capacidad para mantener el monopolio de la violencia, lo que convierte en inviable pensar en un desborde popular violento que ponga en jaque su capacidad para dominar mediante la coacción. Ejemplo paradigmático de esto último lo podemos observar en Grecia, donde 4 años de furibundas protestas callejeras han sido incapaces de derribar al sólido -en términos de monopolio de la violencia- Estado griego.

A esta supervivencia del sistema político español contribuye también la incapacidad de las diferentes izquierdas para articular la multitud de demandas diferentes existentes en un proyecto mayoritario con vocación de poder.

La izquierda institucional española (IU) no ha entendido la nueva época abierta tras el 15m, siendo incapaz de abrir sus estructuras a las participantes de los movimientos sociales y al resto de la ciudadanía para que estos sean los que marquen su agenda; los diversos partidos comunistas a la izquierda de IU siguen anclados en la apelación a un sujeto político (el clásico trabajador industrial con mono azul) actualmente inexistente, sin analizar el cambio en las estructuras laborales de la sociedad en las últimas décadas que hacen inviable la aglutinación del descontento popular en torno a una identidad de clase; mientras que algunos de los movimientos surgidos al calor del 15M y la izquierda de tradición libertaria siguen demasiado aferrados al «no nos representan» sin darse cuenta que la lucha por la ocupación de espacios institucionales a través de las grietas que la pérdida de legitimidad del Régimen ha abierto es fundamental para poder parar su ofensiva en este contexto de excepción.

Nos encontramos de esta forma, en un momento de bloqueo político en el que confluyen la incapacidad de las diferentes izquierdas para proponer alternativas a los partidos de Régimen (que parecen haber detenido su caída en las últimas encuestas) y el ascenso de opciones perpetuadoras del orden existente como UPyD o Movimiento Ciudadano, que aspiran a captar el voto de sectores de población desmovilizada políticamente y desencantada con los partidos tradicionales en base a un maquillaje de regeneración democrática y un discurso de desprestigio de «la política».

En este contexto, es donde un grupo de intelectuales y activistas sociales vieron la necesidad de dar un golpe encima del tablero político impulsando el proyecto Podemos de cara a las próximas elecciones europeas.

La presentación de Podemos vino a remover la situación de bloqueo político en el Estado español. Buscaba y ha conseguido generar un debate del que no han escapado ni los partidos tradicionales de la izquierda española (es claro el órdago lanzado a IU para que los sectores que están por la superación del Régimen tomen fuerza en su interior), ni las diferentes izquierdas soberanistas del Estado, ni los viejos y nuevos movimientos sociales. Su objetivo es construir un proyecto en el que participen el máximo posible de estos actores y que tenga la capacidad de enganchar a las grandes masas de población hartas con el orden existente pero que no se sienten identificadas con ninguna opción política existente ni se encuentran organizadas en sus territorios.

Para ello, los promotores de la iniciativa han apelado a diferentes organizaciones que están por la superación del Régimen del 78 y de la actual Unión Europea a que se sumen al mismo confluyendo en torno a unos mínimos basados en la recuperación de la democracia y la soberanía popular, la auditoría de la deuda y la negativa a pagar la parte ilegítima de ésta, el cese de las políticas de austericidio y el respeto al derecho a decidir de los pueblos.

Desde el principio y pese a la mala comprensión de parte de la izquierda, han dejado claro que no tienen la intención de ser un partido más u otra coalición que solo pretenda unir a siglas ya existentes. La clave fundamental es que se presentan como un nuevo método que otorgue a la gente -ya movilizada políticamente y, sobretodo, a la no movilizada- el protagonismo por encima de los aparatos de los partidos y organizaciones políticas. De este modo se pretende recoger el espíritu del 15M e intentar aprovechar la ventana de oportunidad política abierta por la suma de la actual situación de emergencia social, del cambio del sentido común de época generado por las movilizaciones de los últimos tiempos y de la proximidad de la cadena de citas electorales en menos de 2 años: europeas, autonómicas-municipales y generales.

Para ello, el protagonismo en la elaboración del programa político y en la configuración de la lista electoral recaerá en la gente. Así mismo, se promueve la autoorganización en cada territorio mediante la creación de «Círculos Podemos» que contribuyan al empoderamiento popular en cada barrio, pueblo, centro de trabajo o de estudio, ya que como suele repetir el propio Pablo Iglesias «la política que no haces tú, te la hacen otros».

Diversas y variadas críticas ha causado la irrupción de esta propuesta dentro de las organizaciones de izquierdas. Desde el «paracaidismo españolista» hasta el excesivo «institucionalismo electoralista» pasando por la ausencia de un lenguaje clásico de la izquierda y el excesivo «liderazgo mediático» de Pablo Iglesias.

Empezando por este último, es constatable que allí donde existe un mayor tejido social los liderazgos se hacen menos necesarios. Sin embargo, en el conjunto del Estado, exceptuando los territorios donde los movimientos populares van estrechamente unidos a la identidad nacional (Euskal Herria y Països Catalans sobretodo), el tejido comunitario ha sido dinamitado. Vivimos en una sociedad fragmentada y atomizada en la que los espacios de vida en común han sido reducidos a la mínima expresión. Por eso, las tentaciones de la vuelta a un espacio comunitario inexistente pueden resultar contraproducentes.

Ante esto, la figura de una persona que, en este caso por su eco mediático, pueda servir como catalizador del descontento de la gente común cobra una importante relevancia. En este sentido, creo que durante los últimos meses Pablo Iglesias ha conseguido convertirse en portavoz del hartazgo de muchas personas, no necesariamente de izquierdas, ante los representantes del discurso oficial del Régimen.

Es cierto que el excesivo protagonismo de Iglesias genera incertidumbre en muchos sectores, pero también lo es que la puesta en el centro del proyecto en el que desde el comienzo se ha situado a la autoorganización ciudadana, tiene que servir como forma de evitar ese riesgo.

En cuanto al electoralismo y las aspiraciones institucionales, hay que comprender la situación de emergencia social en la que vivimos y su intención de empobrecernos aún más. No disputarles los espacios desde donde se legisla contra nosotras es hacerles un regalo que podríamos pagar muy caro durante las próximas décadas. Su ofensiva empobrecedora destinada a convertir a España en un estado periférico dentro de la división del trabajo en la UE puede no tener vuelta a atrás.

Además, hay un amplio sector de la población, sobretodo joven, cuya desafección con el régimen se muestra en la alta abstención electoral. Ahí es donde no se puede dejar que opciones como UPyD o Ciudadanos, con su retórica «antipolítica» que jamás cuestiona el orden económico existente, ocupen ese espacio. Hacerlo sería favorecer la continuidad del Régimen mediante este tipo de partidos que vendrían a legitimarlo en base a una supuesta «regeneración política».

Y para acabar con esto, como nos han enseñado las experiencias latinoamericanas, particularmente en Venezuela, el empoderamiento de la gente común no tiene por qué estar reñido con la entrada en las instituciones. Por el contrario, la dinámica electoral en torno a un discurso ilusionante que apele a la mayoría social desposeída por las élites con vocación claramente ganadora, puede favorecer y acelerar, particularmente en lugares donde el tejido social está más debilitado, la creación contrapoderes locales que constituyan una base social fuerte que actúe a la vez de sustento y de «vigía» de los representantes institucionales de los de abajo.

Respecto al abandono del discurso tradicional de la izquierda, parece evidente el fracaso para movilizar e ilusionar a la gente común de los discursos basados en las apelaciones a las categorías clásicas de la izquierda, como pueden ser los términos «socialismo» o «revolución», así como los intentos de construcción de mayorías en torno a identidades de clase basadas en el mundo del trabajo .Decía Simón Rodríguez que «o inventamos o erramos» y empecinarse en seguir utilizando los métodos que durante las últimas décadas han venido fracasando constantemente sería una manera indiscutible para acabar «errando».

Innovar en la construcción de identidades que puedan activar a mayorías sociales en base a la emoción, se hace obligado en este contexto. En este sentido, creo que la apelación por parte de Iglesias a «los de abajo» frente a «las élites» que saquean lo público, o incluso su polémico intento de resignificación del concepto de patriotismo español identificando a la patria con los sectores subalternos frente a la oligarquía que la vende a poderes extranjeros y con el absoluto respeto a la decisión de los pueblos a decidir su futuro, están consiguiendo llegar a un abanico de personas no identificadas tradicionalmente, ni con las ideas de izquierda, ni con la idea de España. Esto es para mí fundamental a la hora de articular una mayoría social que pueda precipitar el cambio político. Traspasar la idea de «unidad de la izquierda» para pensar en términos «unidad popular o ciudadana».

Para finalizar, en cuanto a las acusaciones de «españolismo» y «paracaidismo», en mi opinión, por lo menos hasta el momento, son injustificadas.

Es cierto que la iniciativa surge desde Madrid, pero, como ya explicamos, es un método a través del que la gente puede construir poder popular en cada territorio, en base a las necesidades de su realidad.

Me centraré en la situación en mi tierra, Cantabria, donde el soberanismo organizado se reúne en la organización juvenil en la que milito, Regüelta, con cerca de 16 años de trabajo a sus espaldas al lado de todos los movimientos sociales cántabros.

Además, a partir del 15M, se desarrolló una iniciativa no soberanista pero sí pensada y articulada en marco cántabro llamada ‘Cantabria No Se Vende’. CNSV comparte mucho del espíritu y el método organizativo de Podemos, aunque se diferencie en que éste no tiene vocación electoral. En estos dos años y medio hemos sido capaces de hacer confluir a 50 colectivos de diferente índole y representativos de diferentes demandas particulares en base a unos mínimos consensuados entre todos y a una identidad común: el convencimiento de que Cantabria la construimos sus clases populares en oposición a las élites políticas locales que venden nuestra tierra y destrozan nuestro territorio -como ahora se puede comprobar con el fracking- al servicio del poder central y de las oligarquías económicas españolas y extranjeras.

Este trabajo va dando sus frutos, pero por motivo de la fragmentación social y la destrucción de las formas de vida comunitaria ya antes citados, sumados a la aculturación y asimilación de las formas de vida, cultura, lengua y relaciones económicas de nuestra tierra durante siglos, se trata de una construcción que obligatoriamente tiene que realizarse a un ritmo mucho más lento que el de su ofensiva. La cual, además de despojarnos de nuestros derechos sociales, está tomando y amenaza con hacerlo aún más, la forma de una recentralización siempre defendida por la oligarquía española a lo largo de la historia para defender sus intereses de clase.

Las comparaciones con otras realidades en las que la construcción de un fuerte tejido social ligada a una fuerte conciencia nacional lleva décadas cimentándose serían, a mi parecer, erróneos.

Por esta situación, creo que no debemos ver el «boom» de Podemos como un fenómeno negativo que viene ya construido desde fuera, sino como una herramienta que puede favorecer y acelerar esta construcción de pueblo tan necesaria en Cantabria por su fuerte eco mediático y su capacidad de ilusionar a una parte significativa de la población aún no activa.

Como sucedió ante la irrupción del 15M, no se trata de criticarlo desde una cómoda posición externa por no adecuarse a lo que teníamos en nuestras cabezas, sino de sumarse a ello para intentar que el empoderamiento popular en nuestro territorio se produzca en clave cántabra, atendiendo a nuestros problemas y necesidades. Mientras, a la vez, se confluye a nivel electoral con los círculos del resto de pueblos para conquistar posiciones en las instituciones desde las que se materializa su ofensiva oligárquica despojadora de todo lo conquistado por años de lucha.

Para ello, mañana sábado 1 de Febrero a las 7 de la tarde en el Centro Cultural Doctor Madrazo en Puertuchicu, Santander, está convocada la primera asamblea de Podemos Cantabria.

La disyuntiva es clara: ¿nos quedamos fuera o apostamos por mezclar el empoderamiento de la gente en nuestra realidad con la vía institucional a nivel estatal para intentar ganar? yo apuesto a que «Podemos».

 

«Izquierda Unida» y «Podemos», o el dilema de la izquierda española

Rodolfo Crespo

Ha nacido en España otro intento de organización de izquierda con el sugestivo nombre de PODEMOS, de cara a las elecciones europeas de mayo de 2014.

¿Es que no hay organizaciones de izquierda en la península e islas adyacentes que cumplan el rol que ahora se propone PODEMOS?, ¿dónde está Izquierda Unida y su núcleo duro el Partido Comunista español?, ¿no son ellos por antonomasia la izquierda española?

Lo que ocurre es que el sistema-mundo moderno (que es una economía capitalista) interpone una serie de constricciones a los movimientos antisistémicos, sobre todo a aquellos que toman, comparten, rozan o coquetean con el poder, obligándolos a atemperar sus objetivos, moderar sus reivindicaciones y aminorar sus demandas, lo cual es interpretado por las masas como traición. Ante la disyuntiva de ser leales a sus antiguos compañeros de fila o revocarles su apoyo, los pueblos siempre han sido incorregibles, y han optado por crear nuevas agrupaciones antisistémicas que los defiendan, lo cual ha operado como regla en todos los estados del sistema (que son todos) desde la revolución mundial antisistémica «anunciatoria y denunciatoria de 1968» (1), en otras palabras la izquierda (por constricciones sistémicas) envejece, en la misma medida que (también por imperativos sistémicos) se renueva en el camino con nuevas fuerzas, asegurando con ello la continuación de la lucha. Es en ese contexto que surge PODEMOS de la mano de Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero.

En los tiempos reciente han sido varios esos intentos (que insisto ha sido una regla en los últimos 40 años en el sistema mundial). El 15 M fue el más conocido, quizás también el más numeroso en membrecía, el de más esparcimiento geográfico y sin duda alguna el más popular internacionalmente. Pero han existido otros intentos, unos más pequeños que otros pero empeños al fin, de organizar a la desperdigada masa de personas que asumen una posición política antisistémica; algunos han llegado a cosechar representación y mediáticamente han tenido impacto al golpear con su elocuencia dialéctica a los acólitos de la burguesía, en realidad objetivamente poco más se ha podido hacer, pero al menos insufla fuerzas e inyecta moral entre las abrumadas y desconcertadas masas. Todos recuerdan cuando el diputado de la CUP David Fernández en noviembre de 2013 le dijo a Rodrigo Rato en el Parlamento de Cataluña: «Nos vemos en el infierno. Su infierno es nuestra esperanza. Hasta pronto, gánster. Fuera la mafia», espetándole en su misma cara que era miembro de una «elite carroñera».(2)

¿Entonces qué pinta Izquierda Unida en todo esto? Pues que sencillamente en la situación presente, con la configuración que tiene actualmente la izquierda en España (Izquierda Unida hegemonizando la misma), ésta nunca va a ganar unas elecciones, encontrándonos «en una encrucijada en la que el bipartidismo de izquierdas* no puede conquistar ni el poder ni la calle y en el que el malestar de la gente, que está ya en las plazas, podría transformarse no en un motor de cambio sino en gasolina para el fascismo»(3). Tampoco se ve entre su más alta dirección prestancia a escuchar, portes a oír y a entablar diálogo. (Conocidas son las recalcitrantes y tercas palabras con las que Nardo Vázquez Izquierdo en un artículo publicado en internet se quejaba que fue interceptado por la Secretaria General del Partido Comunista de Navarra, Vicepresidenta del Partido de la Izquierda europea (sic), Maite Mola Sáinz, durante la discusión del documento «La Alternativa Económica de Izquierda Unida frente a la Crisis» que la organización debatió en noviembre de 2012 por toda España, y para la que fue invitado, la también integrante de la Permanente del Partido Comunista Español y responsable de la Secretaría de política internacional de dicho partido le espetó al debatir un texto para el que se pedía aportes (y esto ya es el colmo) «estas compitiendo con ventaja, no te estoy escuchando y no te voy a responder ninguna pregunta».(4)

Ante este bloqueo (que Santiago Alba Rico ha definido acertadamente como «bipartidismo de izquierdas») y que hace imposible ganar, la irrupción de PODEMOS es un destello de esperanza para el pueblo español. Una victoria que pueda contrarrestar la avalancha regresiva de la derecha sólo puede provenir de una nueva organización y desconocidos (lo cual no significa inexpertos) líderes. Puede afirmarse sin temor a ninguna duda que sin los votos que hasta ahora iban a Izquierda Unida la nueva historia de España no podría escribirse, pero que no sería Izquierda Unida ni el Partido Comunista español los que en definitiva escribirán la nueva historia de España, lo cual no quiere decir, y esto debemos dejarlo bien claro para cualquier confusión o ataque mal pensado, sin el apoyo de las personas que integran dichas estructuras.

Con las perspectiva actual de voto en España, Izquierda Unida nunca lograría sobrepasar el 15 % de los mismos (5), porcentaje que en su mayor parte no serían sus activos sino más bien un voto protesta, cifra que resulta insuficiente para hacerle frente al bloque hegemónico burgués, mientras que PODEMOS, aglutinando en un Frente Único todas las fuerzas de izquierda (propósito declarado por los mismos) además de ese 15 %, puede atraer para sí todo ese espectro social de parados, desahuciados, precarizados, emarginados, a todos aquellos a los que se le han recortado derechos, salarios, prestaciones sociales, educativas, sanitarias, farmacológicas etc, que son sociológicamente la generalidad, incluso como proyecto nuevo puede sacar de la abstención a ese 30 % (28,3 % en las elecciones de 2011) de excluidos que son en su gran mayoría parte de los de abajo y desclasados a los que la izquierda tradicional (la realmente existente) nos los ha representado o sabido representar y que por ello nunca tampoco le votarían porque se sienten traicionados o abandonados.

PODEMOS puede, entonces, constituir un serio intento de superar la antiquísima división de la izquierda española, en una fase de enquistamiento de la misma, en la que los «miles y miles de militantes comprometidos [y simpatizantes agregaríamos nosotros] lúcidos le resulta imposible reunirse e integrarse… y en que ya no pueden acumular fuerzas sino sólo dispersarlas, y desperdigarlas cuánticamente»(6)

¿Cabría esperar que Izquierda Unida se sume al proyecto movilizativo de PODEMOS, aportando su experiencia, aparato organizativo e incluso sus escasos recursos, pero apartándose, en post de los «desconocidos» candidatos de PODEMOS a las elecciones europeas de mayo de 2014?.

No lo creemos, ya han visto cual ha sido la reacción de la señora Maite Mola Sáinz ante las contribuciones que un simple ciudadano quería hacerle a un «insignificante» documento, si comparamos todo ello con el hecho de ceder la hegemonía y el control de los mecanismos de elección a los puestos de representación en los parlamentos burgueses; y ya conocemos la opinión de una voz tan autorizada como Julio Anguita, quien pese a todas sus aparentemente «contradicciones» con Izquierda Unida, al enterarse de la existencia de PODEMOS, como buena cabra tiró rápido al monte «La propuesta de Iglesias me parece excelente, aunque me debo a IU».(7)

Lo que si no queremos dejar de decirle a Izquierda Unida y al Partido Comunista español (su núcleo duro y al parecer de vanguardia) es que la historia de la izquierda, invariablemente ha cosechado buenos frutos, siempre que una fuerza social progresista, ante su constatado bloqueo, ha dado paso a otra en mejores condiciones objetivas de realizar la organización de la lucha, y funestos los resultados que ha conseguido, cuando se ha empecinado en querer seguir liderando la conducción de los pueblos en su liberación, pese sus limitantes objetivas.

Sobrados y sonantes son los ejemplos en la historia reciente de la izquierda latinoamericana de los últimos 60 años: El Partido Comunista de Cuba, fundado en 1925, en los años 1950 cedió su lugar a Fidel Castro, una figura que incluso provenía de la militancia en las juventudes de un partido burgués (el Partido Ortodoxo de Raúl Chibás), al que no se le conocía vínculo alguno con los comunistas antes de comenzar la guerra en Sierra Maestra, sin embargo, el secretario general del Partido Comunista de aquel entonces Blas Roca, le entregó a Fidel Castro todo el apoyo de los comunistas cubanos, muchos de los cuales se incorporaron a la lucha guerrillera, y posteriormente desempeñaron importantes tareas revolucionarias una vez alcanzado el triunfo, como fue el propio Blas Roca (18 años mayor que Fidel Castro) y el también extinto Carlos Rafael Rodríguez (13 años mayor que el comandante Castro).

Pero no ha sido el único caso, ni tampoco se circunscribió al período de visceral odio macarthista; a finales de la década de 1990 el Partido Comunista de Venezuela también brindó su apoyo a la Revolución Bolivariana que Hugo Chávez inició en Venezuela, tampoco el líder bolivariano se había vinculado nunca a los comunistas venezolanos, ni había topado jamás con una literatura de signo progresista como no fuera las ideas del libertador Simón Bolívar y que, para más inri provenía hasta de las filas del ejército que siempre había masacrado al pueblo; sin embargo, también en este caso los comunistas venezolanos, haciendo gala de la unidad y de una justa interpretación de las condiciones históricas, brindaron sin ningún tipo de reserva y pudor su apoyo a la Revolución Bolivariana, militando muchos de sus cuadros y militantes en la estructura del gobierno revolucionario de Chávez: José Vicente Rangel (25 años mayor que Chávez) es un digno ejemplo de ello.

Y como acontecimiento trágico está el hecho, cuando el Partido Comunista de Bolivia y su secretario general Mario Monje, en la época en que el Che Guevara desarrollo su movimiento guerrillero en selvas bolivianas, reclamó a aquél el mando de las tropas, sosteniendo que no estaba dispuesto a aceptar que personas extranjeras estuvieran al mando de un ejército guerrillero en su país, abandonando a su suerte al heroico guerrillero, restándole apoyo urbano e impidiendo el contacto del Comandante Guevara con Cuba, imposibilitando con ello la liberación del pueblo boliviano y el aprovechamiento de una de las coyunturas históricas más favorables que haya tenido nunca la izquierda en América latina.

¿Estará Izquierda Unida y el Partido Comunista español, ante la perspectiva histórica que ofrece a la izquierda PODEMOS, a la altura de Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez y José Vicente Rangel, o a la talla de Mario Monje y el Partido Comunista Boliviano en la época de la guerrilla del Che en Ñancahuazú?. La historia lo dirá en los próximos días y meses, no sin antes decir que los malos sólo triunfan allí donde los buenos somos indiferentes, sean los compañeros de Izquierda Unida, el Partido Comunista español y los compañeros de la iniciativa PODEMOS de Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero de esos buenos a los que le son indiferente la indiferencia, es algo que el pueblo español le pide y les exige en estos postreros momentos de la crisis sistémica capitalista.

Notas:

* Bipartidismo de izquierdas: A dicho término se refiere Santiago Alba Rico en su artículo » ¿Qué es lo que podemos hacer?» Rebelion 16 de enero 2014 (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=179527), el mismo se alude no al bipartidismo PP/PSOE, sino aquel que se da entre los perdedores representado, uno en Izquierda Unida (sujetada al statu quo vigente) y el otro en la izquierda extraparlamentaria.

1. Wallerstein, Immanuel. «Las insuperables contradicciones del liberalismo: los derechos humanos y los derechos de los pueblos en la geocultura del sistema mundial». Capítulo 8 del Libro «Después del Liberalismo». Editorial Siglo XXI. 2011.p. 159.)

2. David Fernández, diputado de la CUP (Candidatura de Unidad Popular) en la Comisión de investigación del Parlament . Artículo: » Un diputado catalán a Rato: ‘Hasta pronto, gánster. Fuera la mafia'» . Disponible en: http://www.elmundo.es/cataluna/2013/11/11/5280de8b63fd3df14c8b4579.html. Jamás hemos visto a un diputado de Izquierda Unida o un miembro del Partido Comunista español (y su secretario general tiene un asiento en el Parlamento español) espetarle a un miembro de esa oligarquía mafiosa y gansteril sentada en las bancadas del Congreso de los Diputados, su clara pertenencia a esa élite carroñera que vive de los despojos del pueblo español, que sin ir más, su ministro de Economía y Competitividad (puesto hasta ahora inexistente, creado prácticamente como representación en el gobierno español de la banca transnacional mundial) fue desde 2006 hasta su quiebra en 2008 director de la filial del Banco de inversión Lehman Brothers en España y Portugal. Basta este titular de The Huffington Post: «Más de 35.000 familias perdieron su casa en los seis primeros meses de 2013». Disponible en: http://www.huffingtonpost.es/2014/01/28/familias-casas-2013_n_4679527.html?ncid=edlinkusaolp00000003 para enunciar el daño que ha sido capaz de hacer esta casta putrefacta y en descomposición en tan sólo seis meses.

3. Alba Rico, Santiago. «Podemos, sí, ¿pero queremos?». Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=179837

4. Artículo de Nardo Vázquez Izquierdo: «La crisis estructural del capitalismo y la actitud de la izquierda». Disponible en:

http://kaosenlared.net/america-latina/item/57178-la-%20crisis-estructural-%20del-capitalismo-y-la-actitud-de-la-izquierda.html

5. La última estimación de resultado electoral elaborada por Metroscopia de enero de 2014, es decir de ya, arroja un 12,5 % a Izquierda Unida en por ciento sobre voto válido, mientras la intención directa de voto solo le da un 9,9 %, pese a que ha doblado respecto al porcentaje real de voto que obtuvo en la Elecciones Generales de noviembre de 2011. Artículo: «Barómetro electoral: enero 2014».

Disponible en: http://blogs.elpais.com/metroscopia/2014/01/barometro-electoral-enero-2014.html y http://alainet.org/active/64134&lang=es

6. Alba Rico, Santiago. «Podemos, sí, ¿pero queremos?». Disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=179837

7. Julio Anguita: «La propuesta de Iglesias me parece excelente, aunque me debo a IU». Rebelión 20 enero 2014. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=179701&titular=julio-anguita:-%22la-propuesta-de-iglesias-me-parece-excelente-aunque-me-debo-a-iu%22-

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