La situación energética de Cuba es incierta. Venezuela, su principal proveedor de combustibles, está reduciendo las entregas y podría incluso llegar a cerrar totalmente el grifo, en caso de que el gobierno fuera derrocado o perdiera las próximas elecciones. La Habana busca nuevos mercados para la venta de sus servicios profesionales e intenta ampliar los […]
La situación energética de Cuba es incierta. Venezuela, su principal proveedor de combustibles, está reduciendo las entregas y podría incluso llegar a cerrar totalmente el grifo, en caso de que el gobierno fuera derrocado o perdiera las próximas elecciones.
La Habana busca nuevos mercados para la venta de sus servicios profesionales e intenta ampliar los ya existentes. Sin embargo, en el terreno económico y comercial sería muy difícil sustituir el acuerdo bilateral con Venezuela, de médicos por petróleo.
Hay que pensar en alternativas porque es imposible volver a los apagones y pretender mantener funcionando la locomotora económica. No serán muchos los que se decidan a hacer turismo en un país a oscuras, aunque los hoteles tengan planta eléctrica.
El Estado está dando pasos en dos direcciones muy costosas, la búsqueda de nuevos abastecedores de petróleo y el desarrollo de energías renovables, parques solares, molinos de viento, plantas generadoras a partir de biomasa y minihidroeléctricas.
Se planea dar un salto en la generación por fuentes renovables, pasando del 4% actual al 24% en el 2030. El esfuerzo vale la pena a pesar del enorme costo, mucho más caro cuando el cambio de matriz energética recae solo sobre los hombros del Estado.
Como casi todo en Cuba, la tarea es centralizada, sin que el ciudadano pueda participar de forma individual, más allá de los ingenieros y trabajadores que se dedican a ello en una de las empresas estatales, siguiendo el plan programado por el gobierno.
Ciertamente una misión de esa envergadura necesita respaldo al máximo nivel político y debe ser ejecutada por los mejores especialistas de la nación. Pero no hay razón para impedir que colaboren en la tarea aquellos ciudadanos con posibilidades de hacerlo.
En fin de año comenzarán a vender a particulares los paneles solares producidos en Cuba. Es una excelente idea porque reducirá el consumo nacional de combustible y abaratará la cuenta familiar. Siempre la mejor de las soluciones es la que beneficia a todas las partes.
Y se puede hacer mucho más. Podrían, por ejemplo, eliminar los impuestos y limitaciones aduanales sobre equipos productores de energía renovable. Cualquier ciudadano que quiera y pueda traerlos al país que lo haga porque es para el bien de todos.
Habría incluso que eliminar la cláusula de «sin valor comercial» porque si a alguien se le ocurre entrar al país molinos de viento y vendérselos a los campesinos, estaría también contribuyendo al esfuerzo nacional, reduciendo la importación de combustibles.
Las reservas petroleras de Cuba apenas alcanzan para el 30% de sus necesidades internas y además se agotan.
Si se diera el caso de que algún trabajador autónomo o empresario -nacional o extranjero- importara paneles solares, molinos u otros equipos de generación eléctrica con energías renovables, se debería incluso reducirle al mínimo el pago de impuestos.
Cualquier particular o cooperativa que genere más de lo que consume, debería poder vender a la empresa eléctrica el excedente para sumarlo al sistema energético nacional o abastecer a otros, como ocurría en España, antes de que la derecha llegara al gobierno.
Muchos cubanos no tienen recursos para adquirir esos equipos pero hay quienes pueden hacerlo. Si ya la sociedad aceptó que haya desigualdad de ingresos lo mejor sería que esta se manifestara en el impulso de los planes nacionales, que a la larga benefician a todos.
Imaginemos el ahorro que implicaría para la economía nacional si los paladares, los hostales, los cooperantes y los diplomáticos que regresan de las misiones, los repatriados y los extranjeros residentes en la isla, utilizaran equipos de energía verde.
Conozco tabaqueros con buenos ingresos en Pinar del Río que viven sin electricidad. ¿Por qué no se autoriza a estos campesinos a importar molinos de viento, sistemas de extracción de agua y regadíos de energía solar y de paso disfrutar de un refrigerador, una TV o un ventilador?
El talón de Aquiles de la economía cubana siempre ha sido el combustible, ahora las autoridades dan pasos concretos para cambiar la matriz energética pero se avanzaría más rápido permitiendo que todos los que vivimos en Cuba contribuyéramos.
Fuente: http://cartasdesdecuba.com/pod