Éric Toussaint es entrevistado por el periodista argentino Jorge Muracciole. Desde Bélgica, el historiador y economista advierte sobre la crisis ecológica mundial. Afirma que llegó a un nivel extremo e insiste que «hay que bregar por cambiar el modo de producción y las relaciones de propiedad».
Comprender la deuda climática y la ecológica es fundamental para lograr la bifurcación ecológica. Se torna imprescindible para encontrar una solución justa y duradera. La deuda ecológica, la que deben los Estados del norte en particular, deben ser reconocida: daría pie a las correspondientes reparaciones. Para poder desentrañar dicho desafío, en el callejón sin salida de la globalización capitalista, volvemos a dialogar, esta vez desde Bruselas, con Éric Toussaint. Portavoz del Comité por la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADTM), historiador, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Lieja y de la París VIII, miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia, cofundador del Consejo Internacional del Foro Social Mundial en el 2001.
Jorge Muracciole –¿Cuál es el estado de situación de la llamada deuda ecológica?
Éric Toussaint –Ha llegado a un nivel extremo. El aumento de las temperaturas y el nivel de los océanos están subiendo progresivamente y el número de personas afectadas, tanto en el sur como en el norte es impresionante. Todos los datos nos enseñan que seguirá agravándose porque desde el sistema capitalista internacional no hay voluntad y los gobiernos, así, no tienen capacidad de encontrar soluciones. Muchos gobiernos negacionistas, como los de Trump o Milei, no dan importancia a la magnitud de la crisis. Los Estados del Norte acumularon deudas con los pueblos del Sur: deberían aceptar la histórica deuda global en materia ecológica que tienen y aceptar el hecho que deben pagar compensaciones financieras.
Jorge Muracciole –¿Es factible?
Éric Toussaint –Si tomamos en cuenta la línea del tiempo, la deuda contratada por los Estados del Norte, a nivel de lo que se puede medir el cambio climático, la crisis ecológica y el efecto invernadero a gran escala, se inició con los albores de la revolución industrial en Europa desde 1820/30 y continuó en los EEUU. Es un devenir de dos siglos de acumulación de gases de efecto invernadero propios del desarrollo industrial capitalista. Emisiones que al correr de los siglos XX y XXI se han agregado otros países de la periferia capitalista. Es evidente que los obreros que trabajaban a lo largo del siglo XIX, con altos niveles de explotación extrema, con jornadas de más de 12 horas y en condiciones laborales insalubres, trabajo infantil infrahumano, no son culpables del daño ecológico creado por sus gobiernos y el negocio de las patronales, sostenido con métodos policíacos. La respuesta por parte del movimiento obrero fue muy variada. De ninguna forma se puede responsabilizar a los proletarios europeos del proyecto civilizatorio contaminante de sus burguesías. La campesinos tampoco son responsables del desarrollo del modelo capitalista en la producción agrícola. Mas bien son víctimas de este modelo. Los culpables son los gobiernos al servicio de la clase capitalista y de sus grandes corporaciones privadas.
De ninguna forma se puede responsabilizar a los proletarios europeos del proyecto civilizatorio contaminante de sus burguesías. La campesinos tampoco son responsables del desarrollo del modelo capitalista en la producción agrícola.
Jorge Muracciole –En un escrito de comienzos del 2025 afirmás que los grupos capitalistas dominantes agotaron las reservas y contaminaron el planeta por medio de la utilización excesiva de las energías fósiles y la sobreproducción: la imposición de una globalización neoliberal absurda de acuerdo a los intereses de los pueblos del Sur.
Éric Toussaint –Se puede identificar a grandes Corporaciones Industriales que ya existían hace más de un siglo, que explotaban de forma frenética los recursos naturales en Europa y en América del Norte y luego en el sur Global.
Es fundamental poner de relieve la responsabilidad de las grandes empresas que se originaron en el siglo XIX o comienzos del XX, como Coca- Cola (fundada en 1886), Pepsi-Cola (1898), Monsanto (1901), Cargill (1865) del sector agroalimentario, BP (1909), Schell (1907), Exxon Mobil (1870), Chevron (1879), Total (1924), del sector petrolero, ThyssenKrupp (1811), Arcelor Mittal (una unión de diferentes grupos nacidos en la primera mitad del siglo XX) del sector del acero y metal, Volkswagen (1937), General Motors (1908), Ford (1903), Renault-Nissan-Mitsubishi (grupo de tres empresas creadas entre 1870 y 1932) del sector del automóvil, Rio Tinto (1873), BHP Billiton (1895) del sector de los minerales, tuvieron y tienen una enorme responsabilidad en las emisiones GEI. Si calculáramos la cantidad de GEI que sus actividades generaron desde su creación, nos daríamos cuenta que eso representa una proporción muy importante de lo que se acumuló en la atmósfera como una verdadera bomba de tiempo, que ha terminado por explotar. Más recientemente, se debe incluir en la lista incompleta antes mencionada, el impacto nefasto hacia el medio ambiente de las GAFAM (Google, Apple, Facebook-Meta, Amazon, y Microsoft), X,… con sus enormes centros de datos, que cobran aún más importancia con el uso de la inteligencia artificial. Finalmente, hay que agregar actualmente a una serie de empresas privadas, o en algunos casos públicas, originarias de países capitalistas llamados emergentes que también tienen un papel nefasto para el ambiente: Gasprom y Rosneff en Rusia; Sinopec y Petrochina en China, Petrobras y Vale do Rio Doce en Brasil, Coal India y Tata en India, etc. Fundamentalmente, ya sea en el Norte o en el Sur, el modo de producción capitalista es responsable de la destrucción del planeta. En lugar de responsabilizar a la humanidad de la crisis ecológica hablando del antropoceno, sería conveniente responsabilizar al modo de producción capitalista como causa de la crisis y utilizar la expresión capitaloceno.
En lugar de responsabilizar a la humanidad de la crisis ecológica hablando del antropoceno, sería conveniente responsabilizar al modo de producción capitalista como causa de la crisis y utilizar la expresión capitaloceno.
Jorge Muracciole –¿Y en la actualidad?
Éric Toussaint –Este impacto por la industria extractivista se da en plena globalización con la búsqueda de tierras raras o el litio para la industria de telefonía digital y de baterías, en regiones como el triángulo entre el sur de Bolivia y el noroeste de Argentina y norte de Chile. Se puede hacer una lista enorme de ejemplos del impacto ambiental y humano.
Jorge Muracciole –Son hechos invisibilizados por la prensa hegemónica.
Éric Toussaint –La solución del problema no es compatible con el modo de producción capitalista. No hay una solución de «capitalismo verde», como el hidrógeno verde. Se necesita una política de ruptura con el modo de producción capitalista.
Jorge Muracciole –No será sencillo.
Éric Toussaint –Este año existe una oportunidad que utilizarán distintos pueblos originarios de distintas regiones del planeta para debatir la temática, como la COP 30 en Belén, Brasil, entre el 10 al 21 de noviembre 2025. Pueblos nativos de las Américas, con delegaciones de todo el mundo, se opondrán a la cumbre oficial, que no ofrecerá ninguna solución real. Se opondrán incluso a la orientación productivista y extractivista del gobierno de Lula, ya que este quiere explotar más petróleo, incluso en zonas muy sensibles para el medio ambiente.

Jorge Muracciole –En relación a esta cumbre, ¿cuál es la situación de las regiones más complicadas en relación a los efectos el productivismo extractivista?
Éric Toussaint –Asia y en particular Asia del sur, países como Pakistán y Bangladesh, dos países donde viven en total 400 millones de habitantes. En Pakistán, en 2022, hubo inundaciones que provocaron el desplazamiento de casi el 30% de su población. También en el Este africano: inundaciones que se combinan con la intervención de grupos paramilitares pagados por corporaciones trasnacionales como en la República Democrática del Congo, Kenia, Tanzania y Mozambique, para extraer el coltán, el cobre, el uranio, el petróleo,…
Jorge Muracciole –También en Norteamérica.
Éric Toussaint –Sí, lluvias incontrolables con grandes inundaciones o sequías prolongadas e incendios en California, Hollywood, o también en San Pablo y Quito. Todo esto es producto de un proyecto civilizatorio que genera efectos invernadero en el Norte Global, y afecta a todo el planeta. Es necesario la implementación de un proyecto de decrecimiento de los países del norte, para reducir con una gran magnitud los efectos de este crecimiento sin control. Y modificar el modo de vida de las poblaciones del Norte global… Por ejemplo, reducir el uso de los automóviles individuales. Por otro lado en países del Sur, hay muchos que necesitan crecimiento, reorganizar y articular la producción con elementos de decrecimiento en ciertos sectores de producción y crecimiento en otros. Por ejemplo, más producción para mejorar las condiciones de las viviendas, el acceso a la energía eléctrica, cloacas, agua corriente, a bajo costo para el común de la población, inversión en educación…
Jorge Muracciole –Para implementarlo se requiere un verdadero cambio de conciencia.
Éric Toussaint –No es suficiente un cambio de cultura, sino cerrar o reducir fuertemente el accionar de las corporaciones extractivistas y limitar el uso de los recursos naturales del subsuelo. Hay que bregar por cambiar el modo de producción y las relaciones de propiedad. Las empresas energéticas y las extractivas deben estar bajo control público. La obligación de pagar la deuda es lo que instala la idea fuerza de exportar más materias primas por los países periféricos. Hace falta anularla.
La versión original publicada en Tiempo Argentino ha sido revisada y modificada por Éric Toussaint.
Fuente: https://www.cadtm.org/Por-decadas-el-Norte-global-acumula-deuda-ambiental-con-los-pueblos-del-Sur