Carlos Valmaseda nació en Barcelona en 1962. Licenciado en Historia y diplomado en Biblioteconomía y Documentación por la Universidad de Barcelona, trabaja actualmente como bibliotecario en Manila. Entre las actividades relacionadas con la temática en la que hemos centrado nuestra conversación podemos destacar la traducción de numerosos artículos y de los informes En busca de […]
Carlos Valmaseda nació en Barcelona en 1962. Licenciado en Historia y diplomado en Biblioteconomía y Documentación por la Universidad de Barcelona, trabaja actualmente como bibliotecario en Manila. Entre las actividades relacionadas con la temática en la que hemos centrado nuestra conversación podemos destacar la traducción de numerosos artículos y de los informes En busca de un milagro y La transición alimentaria y agrícola de Richard Heinberg, y de los libros El fin del crecimiento, también de este mismo autor (en prensa), y Lo que todo ecologista necesita saber sobre el capitalismo, de Fred Madoff y John Bellamy Foster
Carlos Valmaseda es miembro de Espai Marx.
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Estábamos en el interés el ejército usamericano por los agrocombustibles.
Sobre el tema concreto del interés del ejército estadounidense por los agrocombustibles lo primero que hay que tener en cuenta es que el Pentágono es el primer consumidor mundial institucional de combustibles fósiles. Tiene por tanto un interés muy evidente en conseguir una alternativa ante un posible agotamiento de estos recursos, más cuanto los militares no están tan atados al discurso oficial como los representantes políticos. De hecho, en su trabajo es obligatorio el estudio de los escenarios más diversos y no cabe duda que uno en el que los combustibles fósiles son escasos es uno de los más plausibles. La Armada, el cuerpo al que pertenece Kiefer, tiene el objetivo de que para 2020 la mitad del total de energía consumida por esta organización proceda de fuentes alternativas. Están empleando una cantidad enorme de fondos en investigación e implementación. Es en este marco que tiene sentido el informe de Kiefer avisando de los problemas que supone el uso de los agrocombustibles.
Te pregunto ahora más en general: ¿por qué Estados Unidos tiene tanto empeño en buscar combustibles alternativos? ¿Por el peak-oil esencialmente?
EEUU llegó a su pico del petróleo, esto es, a su punto máximo de producción, a principios de los 70. Desde entonces todos los presidentes, sin faltar uno, han proclamado que durante su mandato pondrían las bases para conseguir la «independencia energética» del país. Circula por ahí un video muy divertido en el que se recogen frases de discursos presidenciales proclamándolo. Pero una cosa es la retórica y otra la situación real. Es importante recordar que sigue vigente la Doctrina Carter por la cual «cualquier intento de parte de otra fuerza ajena a los estadounidenses por obtener el control del Golfo Pérsico, será considerado como ataque a los intereses vitales de los Estados Unidos y será rechazado por todos los medios necesarios, incluyendo los militares». No hace falta que recuerde que esta declaración sí que es real y no retórica.
A las pruebas y guerras existentes podemos remitirnos.
Efectivamente. Parece evidente, por tanto, que no se puede decir precisamente que la prioridad de los EEUU sea la búsqueda de combustibles alternativos. Su principal línea de trabajo es seguir garantizando el suministro de combustibles fósiles a su país caiga quien caiga. Lo que no obsta, por supuesto, para que explore vías alternativas. Ellos saben mucho mejor que yo todo esto que estoy comentando sobre la energía. Desconozco sus planes a largo plazo, pero el problema, en mi opinión, es que los combustibles fósiles son un componente íntimamente entrelazado en demasiados aspectos de la vida económica, social y política del sistema como para permitirse pensar seriamente en una salida alternativa a su uso.
Un nudo marginal: ¿no podemos meter la pata en el tema, en la conjetura del peak-oil y sus consecuencias como ha ocurrido en otras ocasiones?
Cabe esa posibilidad, no conozco peakoileros que aseguren poseer dones proféticos, pero no creo que nos equivoquemos más que los que defienden que no hay ningún problema. En un artículo reciente sobre las previsiones de la principal organización sobre estos temas, la Agencia Internacional de la Energía (EIA por sus siglas en inglés), vinculada a la OCDE, vemos que en sus previsiones, «la EIA, según ella misma admite, declara haber sobreestimado la producción de crudo el 62 por ciento del tiempo; ha sobreestimado la producción de gas natural el 70,8 por ciento del tiempo; y ha sobreestimado el consumo de gas natural el 69,6 por ciento del tiempo (…). La EIA también sobreestimó la proporción de intensidad energética (una medida del consumo total de energía y PIB) un enorme 96,5 por ciento del tiempo».
¡Pues vaya con la Agencia Internacional!
Por otra parte, a no ser que confiemos en la para mí absurda idea del origen abiótico del petróleo, el «peak-oil» no es una teoría sino una mera descripción: en un mundo finito, así como decenas de países ya han llegado a su pico del petróleo particular, habrá un momento en que la extracción mundial de petróleo también llegará a un máximo. A partir de ahí solo puede disminuir. La única discusión es cuándo se llegará a ese punto, no si se llegará, y qué pasará después. Hay que insistir en que el pico del petróleo no significa que este «se acabe». Sobrepasado el cénit seguirán quedando cantidades ingentes, y de hecho es muy probable que nunca lleguemos a extraer todo el petróleo que se encuentra en la corteza terrestre. Por varios motivos: técnicos, de rentabilidad económica, de TRE, etc.
En cualquier caso, no creo que sea demasiado importante definir exactamente el momento del pico, sino la tendencia. No obstante, cabe destacar que para algunos autores ya lo hemos sobrepasado. Desde 2005 la producción de crudo se encuentra en un denominado «bumpy plateau» [meseta con desniveles], es decir, sube y baja ligeramente pero se encuentra en un nivel similar. A pesar de ello, la producción total sigue una línea ascendente. ¿Cómo es posible? Pues lo es porque, además de los esfuerzos ímprobos por recuperar todo el crudo disponible con técnicas como el fracking, con la explotación en zonas marinas ultraprofundas y probablemente pronto en el Ártico -lo que lo hace más caro y con una TRE menor-, la Agencia Internacional de la Energía e instituciones similares en sus datos oficiales ya no hablan de petróleo, sino de «combustibles líquidos» e incluyen cosas que nosotros difícilmente asociaríamos con el petróleo. Entre ellas, los líquidos de gas natural, el petróleo sintético creado a partir de las arenas asfálticas, etc. Medir, por cierto, la producción en barriles de petróleo, como se sigue haciendo, es absurdo, porque un barril de petróleo sintético, por ejemplo, tiene un 70% de la capacidad energética de uno de crudo.
Volviendo a tu pregunta inicial…
Perdona un momento, antes de ello. ¿Qué es eso del origen abiótico del petróleo?
Quizá no hubiera debido mencionarlo para no alargarme, porque para explicarlo tendré que empezar con una brevísima descripción de la teoría aceptada mayoritariamente por la comunidad científica….
No tenemos prisa.
El petróleo es un combustible fósil formado a partir de los restos de zooplancton y algas que al morir cayeron hasta el fondo poco profundo de mares o lagunas con poco oxígeno. Allí se combinaron con lodos y arenas que se acumularon capa tras capa hasta quedar enterrados a gran profundidad durante millones de años. Dependiendo precisamente de la profundidad, entre otros condicionantes, hubo una presión y temperatura determinadas que hicieron evolucionar esta materia orgánica a petróleo, gas, simple querógeno o incluso grafito. Esta roca en la que se forma el petróleo se conoce como «roca madre». Al ser los hidrocarburos menos densos que la roca la tendencia es a ir ascendiendo hacia la superficie terrestre. En su ascensión puede acumularse en formaciones rocosas porosas y permeables, como areniscas o calizas, llamadas «rocas almacén». Para que no siga el proceso de subida hasta la superficie es necesario que encima de estas rocas almacén se encuentre una capa de material impermeable que actúe como una trampa: la «roca sello». Sin ella, el petróleo seguiría su ascensión hasta acabar evaporado y degradado por bacterias en la superficie. El petróleo, contra la creencia popular, no se encuentra por tanto en una especie de «lago» subterráneo, sino entre los poros de la roca almacén.
Hasta aquí la teoría aceptada por la inmensa mayoría de la comunidad científica. La historia del origen abiótico del petróleo, en cambio, a pesar de sus ilustres predecesores -Humboldt, Mendeleiev, Berthelot…- cayó en el olvido, pero tuvo una especie de «revival» en los años 50 entre los geólogos soviéticos y posteriormente fue conocida en Occidente fundamentalmente por los trabajos del astrofísico Thomas Gold.
¿Y qué defienden estos autores?
En resumen, estos autores defienden que el petróleo se origina en el interior del manto terrestre, a partir de moléculas de hidrocarburo, principalmente metano y carbono en estado elemental, dióxido de carbono y carbonatos. Esto supondría que «nuevo» petróleo se iría creando constantemente. No parece muy consistente y una de las críticas principales que se les hace es la presencia de biomarcadores en el petróleo, que demostraría su origen biológico. Hay unos cuantos argumentos más contra esta teoría que, para dar una cita y no alargarnos, se resumen bien en un artículo de Geoffrey P. Glasby de 2006.
Gracias, muchas gracias. Volvamos a mi pregunta inicial.
No sé si nos estaremos equivocando, creo que no, e intento argumentarlo, pero en cualquier caso por un mero principio de precaución deberíamos tomarnos muy en serio la búsqueda de alternativas y el cambio de nuestros patrones de consumo para no arriesgarnos a un colapso súbito por falta de previsión. Y siempre que se habla de este tema me acuerdo de una viñeta publicada por Joel Pett con motivo de una cumbre climática: ante un conferenciante que presenta medidas como «preservación de los bosques tropicales, sostenibilidad, trabajos verdes, ciudades habitables, renovables, agua y aire limpios, niños sanos, etc.» uno de los participantes protesta: «¿Y qué pasa si eso del cambio climático es un engaño y estamos creando un mundo mejor para nada?» http://mediagallery.usatoday.com/Editorial-Cartoons/G373,S81137
Parece que en algunos estudios se salvan dos procesos de conversión: de «carbón a combustible» y, más parcialmente de «gas a combustible». Todo lo demás, has señalado tú mismo, ha demostrado ser ineficaz, anti-económico y fuera de escala. ¿Por qué se salvan esos dos procesos? ¿No es posible, no sería eficaz, como a veces se ha señalado, la producción de combustibles «bio» a partir de algas o celulosa?
Una puntualización. La conversión de carbón a combustible o de gas a combustible «se salva» en el marco de la discusión anterior sobre el ejército norteamericano. En el caso de necesitar un repuesto al petróleo convencional, siempre será mejor utilizar carbón o gas para convertirlos en combustibles líquidos que productos agrícolas. En términos generales no tiene demasiado sentido, es mejor utilizarlos en su forma original, siempre habrá menores pérdidas de energía útil. Si se tiene que recurrir a estas transformaciones para poder utilizarlos, básicamente en el transporte, es simplemente por encontrarse en una situación desesperada. Es algo que hicieron, al tener muy restringido el acceso a suministros de petróleo, los alemanes y los japoneses durante la II Guerra Mundial y los sudafricanos aislados por el bloqueo contra el apartheid.
Respecto al aprovechamiento energético de algas y celulosa no repetiré lo dicho sobre los agrocombustibles. Creo que ha quedado claro que no creo que sean una alternativa viable. Estos que comentas ahora, los llamados «biocombustibles de segunda generación» tienen el inconveniente, además de todos los citados anteriormente, de que no han pasado de la fase de investigación a la de producción industrial.
Si se acaba el petróleo convencional, se ha señalado también en alguna ocasión, se afirma que podremos seguir un poco más -«al triple de precio»- con el carbón o el gas, pero que, luego de eso, no hay otra opción. ¿Y entonces? ¿Qué nos queda? ¿»La carretera»?
En realidad no creo que podamos seguir «al triple de precio», simplemente porque es probable que llegados a esa situación la economía colapsase antes. Cabe la posibilidad de entrar en una dinámica en la que los altos precios del petróleo provoquen la destrucción de algunos sectores económicos, esto lleve a la disminución del precio del combustible por falta de demanda, un precio más bajo de la energía aumente algo la producción y vuelta a empezar. Hay autores que argumentan que los precios del petróleo son uno de los factores en la crisis iniciada en 2007. Recordemos que en esa época el petróleo llegó a superar los 140 dólares el barril, un máximo histórico.
Por otra parte, el cambio de una fuente energética a otra no es trivial. Hemos destinado durante decenios recursos ingentes al aprovechamiento del petróleo. No se puede cambiar de la noche a la mañana toda esta infraestructura para adaptarla a una nueva fuente de energía -si la hay-. Y por supuesto, tampoco está garantizado que cuando tengamos que dar ese paso tengamos los recursos necesarios. Pensemos por ejemplo en las inversiones enormes que harían falta para electrificar el transporte, lo que supondría básicamente un mayor uso del ferrocarril, cuando en nuestro país toda nuestra política ha estado basada en hacer cada vez más carreteras o en construir kilómetros de AVE -para pasajeros, no para el transporte de mercancías-. Yo me pregunto, ¿podríamos en un contexto de profundización de la crisis dedicar recursos a este cambio? También está la cuestión de la periodización. En un informe de 2005 encargado por el gobierno de los EEUU y conocido como Informe Hirsch por el nombre de su principal redactor, se planteaba que esperar a que la producción llegase a su pico dejaría al mundo con un déficit de combustibles líquidos durante 20 años. Iniciar un programa de choque 10 años antes del pico produciría una escasez de combustibles líquidos durante una década. Si se iniciase 20 años antes se podría evitar esta escasez. Las transiciones anteriores, de la madera al carbón y del carbón al petróleo fueron graduales. Esta vez sería mucho más abrupta.
En cualquier caso, nuestra especie lleva unos 200.000 años sobre la Tierra. El uso masivo de combustibles fósiles unos 200 años. Hemos sabido vivir sin ellos la mayor parte de nuestro pasado. ¿Por qué no vamos a saber hacerlo en nuestro futuro?
Excelente pregunta. Me he olvidado peguntarte por unas «conquistas recientes» (observa el entrecomillado), por el gas de esquito y las arenas bituminosas.
Adelante, cuando quieras.
Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona; director Jordi Mir Garcia)
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