Este próximo sábado, 19 de marzo, la Asociación de Mujeres Cristianas en Defensa de la Familia Cubana ha convocado a una manifestación en contra de las medidas prohibitivas de viajes a Cuba a los cubanos residentes en Estados Unidos en vigor desde junio pasado, hace ya nueve meses. La manifestación ha sido convocada a tener […]
Este próximo sábado, 19 de marzo, la Asociación de Mujeres Cristianas en Defensa de la Familia Cubana ha convocado a una manifestación en contra de las medidas prohibitivas de viajes a Cuba a los cubanos residentes en Estados Unidos en vigor desde junio pasado, hace ya nueve meses.
La manifestación ha sido convocada a tener lugar frente a las oficinas del congresista Lincoln Díaz Balart, el más desenfrenado fanático de esas medidas violatorias del derecho natural del mantenimiento de las relaciones de la familia.
Ésta será el reinicio de una extraordinaria campaña de protestas que se realizara en nuestra ciudad durante el verano y el otoño pasados. Durante 18 semanas, desde final del mes de junio hasta final del mes de octubre, días antes de la elección presidencial, tuvieron lugar 16 manifestaciones y actos públicos, prácticamente semana tras semana, en defensa de nuestros derechos de poder viajar a Cuba: a estar, compartir y ayudar a nuestras familias en la Isla. Nunca antes en Miami se había logrado algo semejante. Este esfuerzo fue producto del profundo sentimiento generalizado en nuestra comunidad en contra de tan crueles medidas, y de la voluntad de públicamente oponerse a ellas de un número de organizaciones de la emigración cubana en Miami contrarias a las mismas.
Todos acá estamos muy conscientes que esta campaña se logró en el mismo Miami dominado por la extrema derecha cubanoamericana, la cual no sólo tiene estrechos vínculos con los más altos niveles de la Administración Bush, sino que también controla las estructuras políticas y la prensa –escrita, radial y televisiva– de nuestra comunidad. Como también es consubstancial con las organizaciones terroristas cubanoamericanas aquí mismo asentadas.
Pero a pesar de esos factores adversos, el intenso sentimiento de rechazo que existe en nuestra comunidad a tales medidas no solamente hizo posible que se realizaran todas esas manifestaciones, sino, más importante aún, hizo que ese rechazo se tradujera en la pérdida de más de 35 mil votos de cubanos en el condado Miami-Dade que no votaron en noviembre pasado por el Presidente Bush, como lo hicieran en las elecciones presidenciales del año 2000. Número de votos, más que suficiente, para hacerle perder al presidente los votos electorales del estado de la Florida, y así la presidencia, de haber sido esta última elección presidencial en este estado de tan estrecho resultado como la del año 2000.
Vital asunto político éste que la prensa en Miami no trata desde los días siguientes a las elecciones. Su silencio sobre este hecho, sumado al de los políticos republicanos y demócratas en el sur de la Florida, es como si quisieran lograr que esa pérdida de más de 35 mil votos cubanos nunca hubiese ocurrido.
Pero sí ocurrió. Y lo que es más inquietante para ellos es que la gran mayoría de los cubanos que viven en Miami, y que rechazan las medidas prohibitivas de viajes, no son, hasta ahora, ciudadanos de Estados Unidos pero, que habiendo aprendido esta lección, con mucha probabilidad, ahora, tan pronto puedan hacerse de su ciudadanía estadounidense, lo harán, pudiendo así poder votar en elecciones venideras.
No son sólo 35 mil o 40 mil los emigrados cubanos en el sur de la Florida que se oponen a las medidas que les prohiben viajar a Cuba; son cientos de miles. Solamente en el 2003 viajaron a Cuba más de 100 mil de estos. Y, de acuerdo a las cifras del Censo del 2000, de los cerca de 600 mil cubanos, los nacidos en Cuba, que viven en el sur de la Florida, la mitad, han emigrado de Cuba después de 1980. Estos son los que, en su inmensa mayoría, viajan a Cuba y mantienen íntimos lazos familiares con los suyos en la Isla, y los que, con toda probabilidad, jamás aceptarán las medidas de esta administración que, a instancias de los Díaz Balart y comparsa, no sólo les prohibe visitar y ayudar a los suyos en Cuba, sino también, por decreto, definen quién es y quién no es su familia.
Por eso, y mucho más, ninguna persona de buena voluntad debe desentenderse de estas cuestiones. Mantengamos el profundo rechazo a esas medidas, y vayamos este sábado, día 19, a las 11 de la mañana, a la manifestación frente a las oficinas de Lincoln Diaz Balart.