Una niña perdida de cuatro años en la capital de Ghana. Incapaz de enfocar bien. Un orfanato. Un encuentro afortunado entre Sekina y la Fundación Ruta de la Luz. Un mes en España para operarla de catarata. Su mirada cambia. Su futuro, también… (inicio del reportaje «Los ojos de Sekina». Clara Terrero, revista dominical El […]
Una niña perdida de cuatro años en la capital de Ghana. Incapaz de enfocar bien. Un orfanato. Un encuentro afortunado entre Sekina y la Fundación Ruta de la Luz. Un mes en España para operarla de catarata. Su mirada cambia. Su futuro, también… (inicio del reportaje «Los ojos de Sekina». Clara Terrero, revista dominical El País, Madrid, 4/9/05).
La periodista cubana Alina Perera Robbio, del diario Juventud Rebelde, cuenta: «Fue casi una aventura hallar a Nataly Pérez». Nataly es una niña venezolana de ocho años. «Nataly hablaba escasamente, en su dialecto (piaroa). El tío nos traducía las cortas frases que decía… ¡Se veía tan feliz!… ¿Quién le hubiera dicho a esta niña que alguien iba a venir por ella a la selva amazónica para salvarle la vista?» (Orbe, Prensa Latina, 10-23/9/05).
Y es entre bullicio y caos donde Sekina se perdió, una mujer la recogió y la llevó a la policía, que transfirió a la menor al Department of Social Welfare (Asuntos Sociales). El 9 de agosto del año pasado fue trasladada a Osu Children’s Home, el orfanato público más grande de Ghana… Pese a que su mirada era escurridiza y sus ojos siempre se movían, obligándola a fruncir el ceño y adoptar expresiones forzadas para poder fijar la vista, nadie la había llevado al oftalmólogo» (Terrero, ídem).
Ambas niñas salvaron sus ojos. Sekina, gracias al asistencialismo de la Fundación Ruta de la Luz, promovida por Cione Grupo de Opticas, cooperativa formada por 900 ópticas españolas. Nataly, gracias a uno de los acuerdos de cooperación entre los gobiernos de Cuba y Venezuela.
Terrero: «… otra cosa que nos sorprende a todos es cómo (Sekina) se lo come todo sin parar, y sin dejar una miga. Sus favoritos son la carne y el petit suisse. En Ghana, los niños del orfanato no suelen tomar postre. Seguramente no había probado el yogur antes. Cada día se come dos. La leche, otro producto de consumo diario aquí, le encanta; en Ghana es un artículo de lujo…»
Perera Robbio: «Nos encontramos con niños, adultos y ancianos que ya no recordaban cómo era la luz y de pronto recuperaron el sentido de la vista; hallamos personas muy humildes, carentes de recursos y de atención médica, que se habían quedado ciegas… En ese recorrido muchas veces lloré de alegría por las familias y por ver su agradecimiento. Nos recibían con atención y nos abrían sus puertas…»
Terrero: «Hoy me dice (Sekina) que ella es marrón, señalando su piel. ‘Why? Who made me like this? (¿Por qué, quién me hizo así?) Una niña del parque le dice que es negra. Pero ella se enfada. ‘No, I’m not black, I’m brown’…»
En 2004 Sekina figuró entre las 450 beneficiadas por la fundación catalana. Y Nataly figuró entre los 600 mil venezolanos con problemas oftalmológicos beneficiados por la misión bilateral Compromiso de Sandino (u Operación Milagro, según los beneficiados). Hasta el 21 de agosto pasado, 50 mil venezolanos más ha-bían recuperado la vista en Cuba. Las operaciones más comunes son las de cataratas y estrabismo.
En 2002, un total de 748 médicos, enfermeros y técnicos de la salud cubanos habían prestado servicios gratuitamente en lugares peligrosos y remotas localidades del territorio venezolano donde no existían dichos servicios. En 2004 el total de médicos cubanos en Venezuela ascendía a mil 168 en todo el país.
Gracias al programa Barrio Adentro, decenas de miles de venezolanos salvaron o restablecieron su salud en patologías recurrentes como enfermedades de la piel, respiratorias y de hipertensión arterial. Sólo en los municipios Libertador y Sucre fueron atendidos 285 mil 154 y 206 mil 131 pacientes, habiéndose salvado 668 vidas y atendido en su hogar 169 mil 81 personas.
A fines de 2002 habían sido atendidos en instituciones cubanas de la salud (gratuitamente) 3 mil 42 pacientes venezolanos con graves patologías y afecciones cuyos tratamientos (intervenciones quirúrgicas de elevada complejidad, exámenes, medicamentos, internación) hubieran costado millones de dólares al gobierno venezolano.
En los lugares donde trabaja la llamada guerrilla blanca, la tasa de mortalidad infantil se redujo de 19.5 a 3.8 por mil nacidos vivos. En la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas de La Habana cursan estudios, de forma totalmente gratuita, 380 jóvenes venezolanos a los que, por su origen humilde, les hubiera sido imposible cubrir los costos de una carrera universitaria.
Terrero: «Pronto se olvidará (Sekina) de quienes la han cuidado y mimado esos días en España. Sin embargo, su visión le recordará siempre que un día viajó a un país del norte donde un grupo de personas le cambiaron la vida».
Perera Robbio: «…escuchar la noticia de que la Operación Milagro va a multiplicarse resulta fabuloso… No es difícil imaginar que ésta es una salida real abierta a los necesitados del continente».