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Julio de 1936 (I)

Preparando el golpe

Fuentes: Rebelión

Entramos en el mes en el que se cumplen ochenta y tres años −¡Qué se dice pronto!−, desde que estalló la guerra española. Pasado este tiempo, la memoria sigue viva y no ha habido un reconocimiento moral, social y económico a las víctimas de la guerra y del franquismo, pese a la ley de Memoria […]

Entramos en el mes en el que se cumplen ochenta y tres años −¡Qué se dice pronto!−, desde que estalló la guerra española. Pasado este tiempo, la memoria sigue viva y no ha habido un reconocimiento moral, social y económico a las víctimas de la guerra y del franquismo, pese a la ley de Memoria Histórica, que tantas dificultades tiene para su cumplimiento. Voy a recordar acontecimientos históricos de la época (algunos contados por mi madre), en homenaje a las víctimas que tanto padecieron, defendiendo la igualdad y la justicia social; luchando por la libertad y la democracia.

Aunque se considera el 18 de julio de 1936 como la fecha del inicio del enfrentamiento, el levantamiento militar tuvo lugar el día anterior en Melilla. No consiguieron los objetivos previstos de hacerse con el poder ni en Madrid ni en el resto de grandes ciudades, como Barcelona, Valencia, Bilbao, Málaga o Murcia. El fracaso parcial del golpe militar desencadenó un largo conflicto bélico que se extendió durante tres años, hasta el 1 de abril de 1939. La contienda se saldó con más de quinientas mil muertos, decenas de miles de exiliados y una dictadura represiva que duró hasta 1975.

El mes de julio comenzó golpista. El día 1, en su Informe Reservado, el general Mola, presenta un plan definitivo; además recibe medio millón de pesetas de los fondos electorales de la CEDA. El día 4, el financiero Juan March entrega un cheque en blanco al marqués de Luca de Tena, propietario del diario ABC, para financiar la adquisición de un avión que traslade a Franco a Marruecos para ponerse al frente de las tropas sublevadas. El día 5, el marqués, con el asesoramiento de Juan de la Cierva, inventor del autogiro, contrata un De Havilland D.H.89 «Dragon Rapide». El día 7, Mola envía al general Fanjul, en Madrid, el listado de los oficiales comprometidos con el alzamiento.

Durante la Segunda República hubo tres procesos electorales: junio de 1931, noviembre de 1933 y las de de 1936. El 16 de febrero se celebró la primera vuelta de las elecciones y la segunda en mayo. Los resultados definitivos dieron la victoria al Frente Popular que agrupaba a los partidos de izquierdas (PSOE e Izquierda Republicana, entre otros). Cuatro presidentes estuvieron al frente del Gobierno durante los cinco meses previos al conflicto bélico. Manuel Azaña fue el presidente que más tiempo estuvo a cargo del Estado: 81 días. Augusto Barcia 3 días, Casares Quiroga 66 y Martínez Barrio 1.

Desde el mismo momento de la victoria electoral del Frente Popular, oficiales reaccionarios y monárquicos comenzaron la preparación de una sublevación militar. El 10 de agosto de 1932 tuvo lugar el primer intento de golpe de Estado contra la República, «La Sanjurjada», que fracasó. En 1934 el rey Alfonso XIII, exiliado en Italia, pidió apoyo a Mussolini para un eventual golpe de Estado que se produjera en España para restaurar la Monarquía; consiguiendo que el gobierno fascista se comprometiese a aportar 1.500.000 de pesetas, ametralladoras, fusiles y granadas de mano. En 1935 José María Gil Robles, consiguió la cartera de Guerra y nombró a generales derechistas para los puestos clave: Franco, jefe del Estado Mayor Central, Fanjul, subscretario de Gil-Robles, Goded, responsable de Aeronáutica y Mola jefe de las fuerzas en Marruecos.

El golpe de Estado se venía gestando desde hace tiempo y a principios de julio de 1936 la fecha quedó fijada para los días 10 al 20 de julio, pero se produjeron algunos acontecimientos que lo hicieron adelantar: la insurrección comenzaría el sábado 18 a las 06:00 en Marruecos y el 19 a primeras horas de la madrugada en la Península. El 12 de julio fue asesinado en Madrid, por cuatro pistoleros de extrema derecha, el teniente de la Guardia de Asalto, José Castillo, al día siguiente asesinaron a Calvo Sotelo.

Me contaba mi madre, que vivió los acontecimientos de cerca, que Castillo era conocido por haberse negado a intervenir contra los manifestantes de la Revolución de 1934. Era miembro de la Unión Militar Republicana Antifascista e instructor de las milicias de la Juventud Socialista. Antes, el 16 de abril, durante el entierro del alférez de los Reyes, el cortejo fúnebre fue tiroteado por unos pistoleros sin identificar, produciéndose disturbios por las calles de Madrid. En los incidentes muere el falangista Andrés Sáenz de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera, al parecer, por una unidad de la Guardia de Asalto al mando del teniente Castillo. Desde entonces, formó parte de una lista negra de oficiales de izquierdas a quienes había que liquidar.

Los nuevos sucesos ocurridos el 13 de julio, acercaron más al golpe de Estado. Guardias de Asalto, dirigidos por un capitán de la Guardia Civil, asesinan al diputado conservador Calvo Sotelo, jefe parlamentario de los monárquicos «alfonsinos» de Renovación Española. Antes habían intentado detener, sin éxito por no encontrarse en sus casas, al líder de Renovación Española, Antonio Goicoechea y a José María Gil-Robles de la CEDA. Cuando iban en la camioneta hacia la Dirección General de Seguridad, sin que estuviera previsto, le descerrajaron dos tiros en la nuca a Calvo Sotelo, abandonando el cadáver en el depósito del cementerio del Este.

El día 14, el líder socialista, Indalecio Prieto, pide a Casares que distribuyera armas entre los trabajadores, ante la amenaza del pronunciamiento que se veía venir. El gobierno se negó, ordenando, además, el cierre de las sedes de los grupos políticos relacionados con el anarquismo y el carlismo. También ordena la retirada de los periódicos Ya y Época, representativos de la derecha. Al día siguiente, suspende las sesiones parlamentarias durante ocho días, resultando ser la última reunión de las Cortes

En el monasterio de Irache, el general Mola miente y traiciona a su superior, general en jefe con sede en Burgos, Domingo Batet, al prometer que no participa en ninguna sublevación. A unos kilómetros de distancia, el comandante militar de Gran Canaria, general Amadeo Balmes, muere de un disparo cuando manipulaba su pistola; todo parece que su muerte no fue un accidente; se había negado a unirse a la sublevación. Este acontecimiento, le dio a Franco un pretexto para ir a Las Palmas al funeral, con la autorización del ministerio de la Guerra.

El sábado 18 de julio, Francisco Franco, comandante general de Canarias, había dado el paso definitivo para consumar su traición: tras llegar a Tenerife a las 8 de la mañana del día anterior para asistir al entierro de Balmes, firmó el bando de guerra que se leyó en Melilla al anochecer del día 17. Tras muchas dudas, había quemado las naves cuando, y tras recibir un telegrama de adhesión desde Melilla, ratifica a las 5:15 horas del 18 su manifiesto sedicioso, que se difunde desde primera hora de la mañana por EAJ50 Radio Las Palmas y EAJ43 Radio Club Tenerife, junto con el bando del estado de guerra.

A las 14.33 parte en avión hacia Tetuán, pero decide hacer noche en Casablanca a la espera de acontecimientos. Viste de paisano, se ha afeitado el bigote y usa gafas oscuras. En Pamplona, el gobernador militar Emilio Mola, «director» del conjunto de la conspiración, y supervisor directo del complot en las divisiones de Zaragoza, Burgos y Valladolid, repasa minuciosamente su bando de declaración del estado de guerra. La dirección carlista en Navarra le ha prometido 6.000 requetés para la mañana siguiente.

El plan sedicioso de Mola triunfará en Vitoria y Logroño, pero en Vizcaya no se produce ninguna rebelión. En Santander, la descoordinación y la falta de órdenes concretas procedentes de Burgos hacen fracasar la conspiración. Por su parte, por las noticias procedentes de Marruecos, hacen que se ponga en marcha el dispositivo de acción del Gobierno: a las 2:00 de la mañana, el inspector general de la Guardia Civil, general Sebastián Pozas, lanza un mensaje por radio a las comandancias, advirtiendo de la sublevación e invitando a jefes, oficiales, clases e individuos a que «cumplan fielmente con su deber en buen nombre del Instituto y en prestigio de la Institución».

Esa misma mañana, en la estación que la Marina dispone en la Ciudad Lineal en Madrid, el oficial radiotelegrafista evita que la proclama sediciosa de Franco se transmita a todos los buques. El Gobierno emite a las 8:30 un comunicado que asegura que «se ha frustrado un nuevo intento criminal contra la República».

El Consejo de Ministros, reunido en el palacete de la Castellana, con la presencia de Prieto y Largo Caballero, acuerda destituir a Franco y a Queipo de Llano, anular los estados de guerra declarados por los facciosos, licenciar a las tropas y cuadros de mando y disolver todas las unidades que hubieran tomado parte en la insurrección. Por su lado, la UGT ordena declarar la huelga general en las localidades donde los facciosos hubieran impuesto el estado de guerra.

Tras la ardiente alocución radiofónica de Dolores Ibárruri, como reacción al rumor de una sublevación inminente en el Cuartel de la Montaña, Carabanchel, Getafe y Alcalá, miles de trabajadores se congregan frente a la Casa del Pueblo y exigen la entrega de armas. A primera hora de la noche, se confirma la dimisión de Casares y la noticia de la constitución de un Gobierno de emergencia nacional, formado exclusivamente por republicanos, dirigido por el moderado Diego Martínez Barrio, que dispone de unas pocas horas para contrarrestar las protestas populares y pactar con los sublevados.

La manifestación nocturna en la Puerta del Sol contra el presunto entreguismo del Gobierno, es el preludio de las grandes movilizaciones de la mañana del domingo.

En esas circunstancias, el gabinete renuncia a primeras horas de la tarde. Las tropas ya se habían pronunciado por la mañana en Madrid y Barcelona, Pamplona, Salamanca, Vitoria, Logroño, La Coruña, Cáceres o Asturias. El nuevo Gobierno de José Giral decide la entrega inmediata de fusiles a las organizaciones obreras. La crisis da un giro fundamental con la movilización popular armada.

A las 12:00 horas en Madrid, el general Fanjul entra en el Cuartel de la Montaña y rebela a la guarnición con la intención de tomar la capital. Los milicianos rodean el cuartel e impiden que salgan los rebeldes. El día 20, el golpe de Estado había fracasado, pero dejó a los españoles partidos en dos. La guerra era inevitable.

@caval100

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