En una conferencia organizada por el Parlamento Europeo, que comenzó el domingo 18, autoridades y expertos mundiales de cuatro continentes, entre los que se encuentran varios países de América Latina, plantearán soluciones para reducir la cifra de personas que, según datos de la ONU, carecen de acceso al agua potable ( 1.300 millones).
Al mismo tiempo debatirán sobre cómo evitar que se comercialice con este líquido elemento, cuya escasez y demanda lo convierten en una lucrativa mercancía para las trasnacionales capitalistas que intentan controlar y privatizar sus fuentes y accesos en todo el planeta.
En la asamblea, la primera de este tipo, intervendrán 93 autoridades y expertos de unos 40 países -la mitad corresponden a América, África y Asia-, y entre ellos figuran el comisario europeo de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Louis Michel, el ministro del Agua de Bolivia, Abel Mamani, y la ministra de Medioambiente de Brasil, Marina Da Silva. La reunión, organizada en el Parlamento Europeo por la Asamblea Mundial del Agua para representantes Electos y Ciudadanos (AMECE), pretende subrayar la importancia de poner en marcha soluciones para minimizar los efectos que se prevén para 2032, cuando el 60% de la población mundial vivirá en regiones «con una profunda escasez de agua». Se calcula que 34.000 personas -de las que 4.500 son niños-, mueren cada día por carecer de acceso al agua potable, de la que diariamente en Europa cada ciudadano consume una media de 110 litros. De acuerdo con estimaciones recientes de la Organización de Naciones Unidas, en el planeta hay 1.300 millones de personas que carecen de un acceso adecuado al agua potable , y 2.500 millones no disfrutan de un sistema de saneamiento apropiado. En América Latina, una región dotada de los más importantes recurso acuáticos naturales, más de 130 millones de personas carecen de suministro de agua potable en sus hogares, y se calcula que sólo una persona de cada seis cuenta con redes de saneamiento adecuadas. La progresiva escasez de agua se asocia a una demanda cada vez mayor de este recurso, y su valor de mercado se ha duplicado o incluso triplicado , por lo que las grandes corporaciones capitalistas intentan adquirir los derechos de aguas en zonas agrícolas, con el fin de venderlos a las ciudades sedientas. La necesidad de que «no se comercie ni se privatice el uso del agua» es un elemento sobre el que la asamblea iniciada en el Parlamento Europeo quiere incidir. Según ha denunciado la asamblea, en Estados Unidos, donde los recursos hidrológicos «han sido sobreexplotados y el suministro de agua será uno de los grandes problemas en las próximas décadas», los banqueros y los industriales «están impulsando la liberalización y comercialización del agua, pensando en los grandes beneficios que obtendrán» importándola desde Canadá. En menos de un cuarto de siglo, se calcula que dos tercios de la población mundial no tendrán acceso adecuado a los suministros de agua dulce. En este escenario, el mundo se divide cada vez más entre las regiones »ricas» y »pobres» en lo que se refiere a recursos de agua. La demanda mundial de agua dulce se duplica cada 20 años, a un ritmo más de dos veces superior a la tasa de crecimiento de la población, según el Banco Mundial. En consecuencia, el agua, su acceso y fuentes de explotación, se ha convertido en una mercancía de alta rentabilidad para el sistema capitalista que domina el planeta. En este escenario ha surgido un mercado y una industria mundial del agua cuyo valor rondaba, según las estimaciones del Banco Mundial, el billón de dólares estadounidenses anuales en 2001. Entre los principales explotadores de este lucrativo negocio se encuentran las grandes corporaciones trasnacionales capitalistas con negocios diversificados por todo el planeta que comercializan el agua como un «servicio» o venden agua embotellada, apoderándose de sus fuentes en los países pobres y periféricos.
Así, por ejemplo, y según indican expertos de la asamblea iniciada el domingo, en Angola -un país que cuenta con grandes reservas de agua- su población se ve en la obligación de comprarla importada de Italia. Tres corporaciones multinacionales, las francesas Suez y Vivendi y la alemana RWE-Thames, venden «servicios» de agua corriente y saneamiento a 300 millones de clientes en más de 130 países. Hace una década, el grupo de las tres grandes empresas prestaba servicio a sólo 51 millones de personas en sólo 12 países.
Suez y Vivendi controlan más del 70% del mercado de suministro de agua en todo el mundo. Vivendi obtuvo más de 12.000 millones de dólares de beneficios en 2002, frente a los 5.000 millones de hace una década. Las tres se sitúan entre las 100 empresas mundiales con unos ingresos anuales conjuntos de casi 160.000 millones de dólares en 2002, y una tasa de crecimiento anual del 10%, lo cual supera muchas economías nacionales en las que intervienen. «Hay que dejar ya de hablar de los problemas y desafíos del agua, y saber qué queremos hacer para solventarlos y cuáles son los compromisos», señaló a la agencia EFE, Riccardo Petrella, uno de los expertos de la asamblea que comenzó el domingo. Según Petrella, «hay que creer que los políticos podrán convencernos para ir ya directos» a la puesta en marcha de soluciones, «que digan qué se está haciendo, a qué se comprometen para garantizar el derecho de acceso al agua de todo el mundo, a promocionar su salvaguarda como bien común, a su gestión pública». Y lo más preocupante, según los expertos, es la solución más «habitual» que proponen los políticos de los países poseedores de fuentes naturales de agua potable, quienes entregan estos recursos -mediante licitaciones- a las corporaciones trasnacionales que los comercializan como «servicios privados».
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