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Proceso constituyente del 99%

Fuentes: Periódico En lucha / Diari En lluita

Se presenta un escenario de cuestionamiento de lo social, lo privado y lo común, la monarquía, el modelo de Estado y la forma de participación política. Existe un amplio debate en torno a la necesidad de un proceso destituyente-constituyente. Existe un amplio debate en torno a la necesidad de un proceso destituyente-constituyente. Este proceso estaría […]

Se presenta un escenario de cuestionamiento de lo social, lo privado y lo común, la monarquía, el modelo de Estado y la forma de participación política. Existe un amplio debate en torno a la necesidad de un proceso destituyente-constituyente.

Existe un amplio debate en torno a la necesidad de un proceso destituyente-constituyente. Este proceso estaría caracterizado por la negación y transformación de instituciones del estado obsoletas por otras que representen la imagen de las fuerzas sociales. Estas fuerzas no tienen cabida en el marco constitucional previo.

Ver como en 15 días se modifica, a espaldas de la sociedad, una constitución que era ‘intocable’ o ver como todo el aparato estatal es capaz de posicionarse a favor de los bancos y no de las personas -caso de la PAH o del ‘banco malo’- son algunos síntomas.

Esta constitución del 78 fue escrita dentro de las constituciones llamadas «sociales», que pretendían un estado del bienestar que mediara en las problemáticas laborales y sociales. Donde se garantizara la justicia social, una mayor igualdad y se garantizasen ciertas protecciones socio-laborales.

Después de la caída de la URSS y el proceso de globalización capitalista posterior hay una ofensiva neoliberal y conservadora -neocon- que está tratando de desmantelar el estado del bienestar. Y la clase dirigente, principalmente del sector financiero, ha roto los consensos del 78.

Ninguno de los agentes que emergieron como garantes del consenso y del pacto social responden ahora a las demandas sociales, ni son capaces de frenar estos ataques. Están obsoletos. Ni el Parlamento, ni el sistema de partidos, ni la distribución territorial del poder, ni la integración en la UE, ni las burocracias de los sindicatos responden al imaginario político emergente. No están legitimados. Estamos ante lo que algunos ya han nombrado como una crisis de régimen. La cuestión que hay que preguntarse es si no hay varios procesos destituyentes-constituyentes en marcha.

Por un lado, este proceso neocon por el cual se promulgan leyes pseudo constitucionales antisociales. Este proceso, que viene marcado desde arriba, desde la troika y del gobierno del PP, y pretende legislar de tal manera que las finanzas y la especulación sean el centro de la vida política. En este caso, no se cuestiona el status quo, perdura un modelo representativo donde la gente trabajadora se dedica a producir y consumir, mientras que los capitalistas y políticos controlan y gestionan lo social.

Y por el otro, un proceso desde abajo, desde las fuerzas progresistas emergentes. Por el cual se pretende abrir un espacio deliberativo, donde la soberanía resida en la voluntad popular, y los consensos se consigan a partir de las demandas de los movimientos sociales. El 15M, el 25S, la PAH, las mareas son ejemplos que encarnan este modelo constituyente. El rechazo de la representación con el «no nos representan» demuestra la radicalidad del corazón mismo de estos movimientos.

En esta dimensión se presenta un escenario de cuestionamiento de lo social, lo privado y lo común, la monarquía, el modelo de Estado y la forma de participación política. El único instrumento que desequilibra la balanza en favor de uno de éstos es la lucha. Estos dos procesos son como placas tectónicas que chocan. Una pugna social que genera terremotos dentro de cada persona y a la vez sociales.

La forma histórica de salida a estos traspiés es a través de huelgas y empoderamiento de los trabajadores y trabajadoras, organizándonos en nuestros barrios, centros de trabajo o facultades, con redes de solidaridad y apoyo mutuo. Organizando la resistencia y desobedeciendo las leyes injustas.

Porque en un proceso destituyente-constituyente tenemos que enfrentarnos simultáneamente al derrumbe de un castillo de naipes y a la construcción de nuestro propio techo. Está claro que quienes ahora viven de este marco jurídico no van a impulsar un proceso transformador. No lo necesitan.

Por eso si queremos un marco jurídico y unas estructuras políticas que respondan a las necesidades de las personas paradas y de las desahuciadas, y la clase trabajadora en general, es necesario luchar para destituir la constitución capitalista actual e iniciar un proceso constituyente desde abajo.

Lio Bechara (@dignitatrebel) es militante de En lluita / En lucha

Fuente: http://enlucha.org/site/?q=node/18393