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Protagonista de la unidad por encima de toda diferencia política

Fuentes: Rebelión

Por estos días decir Cuba ha sido igual a decir América Latina, Caribe, patria grande, espacio de debate, discusión, integración, unidad, o sencillamente, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Todo un mar noticioso ha desbordado las redes y medios tradicionales, para comunicarle al mundo el desarrollo de la II Cumbre de la CELAC y […]

Por estos días decir Cuba ha sido igual a decir América Latina, Caribe, patria grande, espacio de debate, discusión, integración, unidad, o sencillamente, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Todo un mar noticioso ha desbordado las redes y medios tradicionales, para comunicarle al mundo el desarrollo de la II Cumbre de la CELAC y las actividades colaterales al evento, desarrolladas en la para muchos relegada, capital habanera.

Y es que a pesar de la marcada y reiterada intención de algunos de convertir en insignificantes las informaciones y procesos acaecidos en esta isla – claro está, siempre que estos no respondan a las patrañas financiadas desde el gigante vecino del norte -, Cuba ha vuelto a demostrar su grandeza al frente de la dirección pro tempore de dicha organización, así como en la coordinación y organización de su II Cumbre.

Si bien es cierto que cuando se habla de América Latina y el Caribe es imposible referirse a una región homogénea, pues estamos ante una gama política sumamente diversa, incluso entre los mismos que se manifiestan representantes de la izquierda; innegable también resulta no enaltecer la existencia a partir de esta organización, de un espacio político común que permita el debate de los temas medulares que nos aquejan, desde una óptica interna y sin mediaciones extranjeras alejadas de nuestras realidades pero seguras de sus intenciones.

Como efectivamente comentara el presidente cubano de la organización integracionista, Raúl Castro, durante la inauguración del magno evento:

El período transcurrido desde la pasada Cumbre de la CELAC ha sido complejo, pero fructífero. Los países de América Latina y el Caribe hemos tenido que hacer frente a numerosos desafíos. La crisis ha continuado afectando la economía mundial, los peligros para la paz siguen presentes en varias partes del mundo y naciones hermanas han sido objeto de amenazas, medidas coercitivas unilaterales y demandas legales internacionales por las legítimas acciones que han adoptado en defensa de su soberanía. Sin embargo, hemos sido capaces de seguir avanzando en la construcción de la CELAC y en darle continuidad a las decisiones que acordamos en Caracas y Santiago de Chile. Poco a poco, vamos creando una Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños que hoy se reconoce internacionalmente como representante legítima de los intereses de la América Latina y el Caribe. Igualmente, hemos ido acercando nuestras posiciones y, a pesar de inevitables diferencias, se fomenta un espíritu de mayor unidad en la diversidad, que debe ser el fin último.

Enrumbar la mirada de los países hacia los problemas sociales que afectan a la región, ha sido objetivo primordial de Cuba durante el período que estuvo al frente de la presidencia de la CELAC, pues cada vez es más inmediata la necesidad de gobernanzas y políticas de estado más equitativas; siendo estos flagelos los que requieren convertirse en puntos ineludibles de la agenda de los estados.

Como escuché decir a un colega, otra vez La Habana es convertida en espacio de encuentro de América Latina y el Caribe, pues siguiendo el ideal martiano, ya estamos demostrando que sí es posible andar en cuadro apretado como la plata en la raíces de los andes; y Cuba hoy está siendo la protagonista de la unidad por encima de toda diferencia política. ¡En horabuena!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.