El Departamento de Agricultura Federal (USDA) lo confirma, mientras que el Departamento de Agricultura de Puerto Rico lo niega: Puerto Rico es uno de los sitios predilectos de la industria de biotecnología para realizar sus experimentos con cultivos transgénicos (alterados mediante ingeniería genética). Según datos del propio USDA, en la isla se realizaron 2,957 experimentos […]
El Departamento de Agricultura Federal (USDA) lo confirma, mientras que el Departamento de Agricultura de Puerto Rico lo niega: Puerto Rico es uno de los sitios predilectos de la industria de biotecnología para realizar sus experimentos con cultivos transgénicos (alterados mediante ingeniería genética). Según datos del propio USDA, en la isla se realizaron 2,957 experimentos entre 1987 y 2002. Esta cifra la superan solamente los estados de Iowa (3,831), Illinois (4,104) y Hawaii (4,566).
Consideren la enorme diferencia de tamaño: Illinois e Iowa tienen cada uno sobre 50 mil millas cuadradas mientras que Puerto Rico tiene menos de 4 mil. Evidentemente Puerto Rico tiene más experimentos con cultivos transgénicos por milla cuadrada que cualquier estado de Estados Unidos, con la posible excepción de Hawaii. Puerto Rico supera a California, que lleva 1,709 experimentos, aunque es 40 veces mayor que Puerto Rico y tiene una producción agrícola vastísimamente mayor.
Según la documentación obtenida del USDA, la mayoría de estos experimentos están dirigidos a perfeccionar los dos rasgos transgénicos más comunes, que son la resistencia a herbicidas (como el muy popular Roundup de la empresa Monsanto) y a insectos (como el maíz insecticida Bt). Pero también incluyen cultivos
biofarmacéuticos- plantas que producen fármacos y químicos industriales en sus tejidos- y las controversiales plantas «terminator», que rinden semilla estéril.
Los experimentos en cuestión no se llevan a cabo en invernaderos sellados o en tanques de fermentación. «Estos son experimentos al aire libre y sin control», afirmó Bill Freese, del grupo ambientalista Amigos de la Tierra, comentando sobre la situación en Puerto Rico. «Estos rasgos transgénicos experimentales están casi sin duda contaminando los cultivos convencionales al igual que ya lo están haciendo los rasgos transgénicos ya comercializados. Y los cultivos transgénicos experimentales ni siquiera son sujetos al proceso superficial de sello de goma por el cual pasan los que son comerciales. Por eso es que pienso que la alta concentración de pruebas experimentales con cultivos genéticamente alterados en Puerto Rico es definitivamente causa de preocupación.»
(Aparte de los cultivos transgénicos experimentales, una buena parte de la semilla sembrada comercialmente en Estados Unidos, transgénica o no, viene de Puerto Rico. Estos semilleros comerciales, ubicados mayormente en el sur de la isla, son principalmente de algodón, maíz, soya, girasol y arroz.)
¿Por qué Puerto Rico? Varias respuestas a esta pregunta se ofrecieron en un simposio sobre biotecnología realizado en San Germán en 2002, organizado por el Servicio de Extensión Agrícola. En primer lugar, dijeron varios presentadores que el amistoso clima tropical de la isla permite hasta cuatro cosechas al año, lo cual la hace ideal para agrónomos y corporaciones de biotecnología como Dow, Syngenta, Pioneer y Monsanto. Estas cuatro empresas se unieron en 1996 para formar la Asociación de Investigación de Semillas de Puerto Rico (AISPR).
Uno de los presentadores dio una razón mucho más interesante: dijo que Puerto Rico tiene «buen clima político». ¿Fue eso un endoso al sistema colonial? Supongo que quiso decir que aquí no hay protestones organizando campañas contra los transgénicos, que aquí no hay ni la más mínima crítica. La población general aquí es felizmente ignorante de estos asuntos, y eso definitivamente abona al «buen clima político».
El Departamento de Agricultura no sabe
Francisco Aponte, subsecretario de agricultura de Puerto Rico, confirmó a CLARIDAD que en nuestro país hay semilleros transgénicos comerciales pero negó que aquí se realizara experimentación alguna con tales cultivos.
Pero sin embargo, nuestros datos provienen del USDA mismo. Craig Roseland, oficial a cargo de biotecnología del Servicio de Inspección de Plantas y Animales (APHIS) del USDA, contestó personalmente nuestro pedido de información. Nos informó que entre enero y julio del corriente año el Departamento aprobó 59 pruebas a campo abierto en Puerto Rico. La información puede ser verificada en la siguiente página web: http://www.aphis.usda.gov/brs/index.html
Según Roseland, parte de la información sobre estos experimentos es confidencial («confidential business information»).
El señor Roseland ciertamente fue más cooperador que las oficinas locales del Departamento. La llamada telefónica que le hicimos a sus oficinas locales hace dos años nos dejó preguntándonos si los empleados del Departamento son simplemente ineptos o si estaban intencionalmente tratando de estorbar nuestra labor investigativa. La señora que nos atendió no parecía saber ni siquiera qué era un transgénico y parecía no saber quién estaba a cargo de las funciones del USDA en Puerto Rico. Tras un exasperante e infructuoso intercambio, nos dio un número telefónico en Wáshington DC, que resultó ser el del Servicio de Inspección de Carnes y Aves.
En esa ocasión también llamamos a la Junta de Calidad Ambiental y la oficina local de la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA), quienes no proveyeron ninguna información útil.
El PIP toma acción
La única institución en Puerto Rico que ha asumido una postura crítica es el Partido Independentista, que radicó una resolución en la Cámara y un proyecto de ley en el Senado en cuanto a este tema. Este último espera la firma de la gobernadora. El año pasado el representante Víctor García San Inocencio presentó la Resolución de la Cámara #7308, la cual solicita una investigación sobre el alcance, riesgos, ventajas y consecuencias ecológicas y económicas y sociales de los experimentos agrícolas transgénicos en Puerto Rico, los mismos que el Departamento de Agricultura niega que estén tomando lugar.
«La Legislatura de Puerto Rico debe propiciar una discusión amplia sobre las implicaciones de este tipo de experimentación en los seres humanos que consumen productos manipulados genéticamente y en el medio ambiente», sostuvo el legislador, quien además dijo que las agencias del gobierno de Puerto Rico promueven el establecimiento de empresas de biotecnología agrícola sin analizar de manera adecuada los impactos sobre la salud y la ecología. La resolución fue al olvido. Pero García San Inocencio dijo a CLARIDAD que no murió sino que la mataron los grandes intereses corporativos.
El proyecto de ley del Senado #621, radicado por Fernando Martín en 2001 y ya debidamente aprobado por la Legislatura, espera la aprobación de la gobernadora, reclama el etiquetado de productos que se vendan en Puerto Rico que sean transgénicos o tengan contenido transgénico. Esta legislación es esencialmente idéntica a la vigente en la Unión Europea, donde el etiquetado de transgénicos es ley.
Jorge Fernández Porto, asesor ambiental los legisladores del PIP, recibió dos llamadas de bufetes en Nueva York interesados en saber del proyecto. Preguntaron insistentemente los abogados de qué se trataba la resolución y cuál era su alcance. En la segunda llamada admitieron que uno de sus clientes era Pepsico, empresa dueña de las marcas KFC, Taco Bell y Pepsi.
Quizás estos intereses están preocupados de que vaya a cambiar el «buen clima político».
Carmelo Ruiz Marrero
Director, Proyecto de Bioseguridad
Research Associate, Institute for Social Ecology
Fellow, Environmental Leadership Program
Senior Fellow, Society of Environmental Journalists
Publicado en el semanario puertorriqueño Claridad, 16 de septiembre 2004