Antecedentes y especificidad del descrecimiento
Descrecimiento es la palabra o neologismo que creamos en 2007 en ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México1], para denotar el sentido de la consigna francesa decroissance, utilizada por el movimiento del mismo nombre, y adaptarla a las condiciones culturales, sociales, económicas y políticas de México o de los países del Sur global.
Nacida en el seminario Deshacer el desarrollo, rehacer el mundo realizado en 2002, en la UNESCO de París, esta consigna francesa es producto de los debates que sostuvieron en este evento destacados representantes de varias corrientes de pensamiento internacional que por décadas habían sido críticas de las ideas de progreso, desarrollo, modernización y de la “ciencia económica” y el avance tecnológico[2], particularmente: el investigador Serge Latouche y los integrantes de la asociación Casseurs du pub (lucha francesa contra la publicidad y el marketing)
Varios pensadores destacados de la periferia de Occidente, abiertos a las percepciones y a la tradición oral de pueblos originarios o culturas vernáculas, como las de México (Iván Illich), con sus ideas contribuyeron mucho al surgimiento de esta consigna francesa[3].
Debido a la publicación del manifiesto de Serge Latouche, Por una sociedad endecroissance, en Le Monde Diplomatique [4],en 2003 este slogan o consigna se vuelve en Francia tema de debate nacional entre los representantes de la Confederación Campesina, los Verdes y los altermundistas y en un público más amplio.
Por la gentileza de amigos franceses residentes en México, conocedores de nuestro activismo ecologista[5], en 2006 tuvimos acceso a libros franceses que tratan las ideas del movimiento decroissance, entre ellos, Decroissance ou barbarie (Descrecimiento o barbarie) de Paul Aries, primer responsable de las páginas políticas de la entonces nueva revista mensual La Decroissance.
Meses después, nuestro querido amigo Jean Robert nos comenta que conoce bien a Serge Latouche y nos da acceso al libro de este autor bretón dedicado a este tema: Le Pari de la decroissance (La Apuesta por la decroissance) De su lectura confirmamos que este notable africanista de la novena universidad de París (Orsay- Sorbona) había sido por muchos años admirador de la crítica de Iván Illich a la sociedad industrial, como lo he sido yo mismo desde hace más de cuatro décadas, cuando se empiezan a publicar en México sus famosos libros, producto de los debates sostenidos en los seminarios del CIDOC, de Cuernavaca, Morelos, entre 1969 y 1976, animados por él y Valentina Borremans.
Tal como lo señala Latouche, la consigna decroissance no es un concepto y tampoco es una teoría unificada, es solamente un slogan o una bandera política de aquellos que en Francia han procedido a realizar una crítica radical del desarrollo[6] y quieren esbozar los contornos de un proyecto alternativo de una política post desarrollo.
Latouche y Aries entienden la consigna decroissance como una Moción de Orden, o como una “palabra obús” ante el bloqueo de la imaginación política debido al desquiciamiento global creado por el crecimiento económico de las últimas décadas.
Paul Aries adopta la tesis de Gilbert Rist [7]: hay una ideología del crecimiento económico- en su opinión moribunda- que es producto de la guerra fría (la imposición internacional de las ideas de desarrollo, por parte del gobierno de EEUU, por medio del FMI, el Banco Mundial y la ONU, con el fin de combatir al socialismo), sin embargo, el fenómeno del crecimiento económico es muy anterior. Advierte que está en marcha un colapso contenido (effondrement) o desquiciamiento global (climático, ambiental, social, económico, político y simbólico), como consecuencia del crecimiento económico realizado después de la segunda guerra mundial.
Serge Latouche afirma que el crecimiento económico es totalmente insustentable: choca contra la finitud de la biosfera- es imposible el crecimiento infinito en un mundo finito [8] ; y afirma que los argumentos de expertos e industriales, para conciliar el crecimiento y la sustentabilidad, tales como: la sustitución de factores, la desmaterialización y la ecoeficiencia- sustentados en el avance científico y tecnológico-, son ilusorios y no conducen a otra cosa que al colapso o desquiciamiento ecológico, social, económico y político.
Además, advierte que las ideas en las que se apoya la idea de la decroissance tienen una historia bastante antigua: tienen raíces en el primer socialismo y en la tradición anarquista, y fueron formuladas en los años 60 del siglo XX, por Iván Illich, André Gorz, Francois Partant y Corneluis Castoriadis,en términos muy cercanos a los que hoy se utilizan en este movimiento.
Un aspecto muy estudiado por Aries y Latouche, es la desconexión que existe en los países “desarrollados” del Norte global, entre el crecimiento económico y el bienestar, la felicidad y el Buen Vivir realmente existente. Esta desconexión está confirmada por una gran cantidad de datos sobre el desquiciamiento social, cultural y simbólico de los países “desarrollados”.
Después de intensas discusiones en el seno de ECOMUNIDADES, en 2007 acordamos unirnos al movimiento internacional contra el crecimiento por el crecimiento mismo ( crecimiento sin límites del Producto Interno Bruto, PIB), contra la religión de la economía y contra el culto a la ciencia y la tecnología: tomamos conciencia del terrible impacto que tienen las teologías o sacralidades economistas (productividad, competitividad, crecimiento) en el estado de equilibrio del clima y de la ecología de los territorios del mundo, además de los otros enormes impactos que tienen estas sacralidades económicas en los asuntos culturales, sociales, económicos, políticos y simbólicos globales. Distinguimos la existencia de elementos globales en las ideas del movimiento decroissance que deben ser reconocidos en México y en los países del Sur global.
Pero, la traducción de la consigna decroissance también nos condujo a otras grandes reflexiones. Rechazamos inmediatamente la palabra española decrecimiento como una buena traducción del significado que estimábamos tiene el slogan o la bandera política francesa decroissance; es decir: la reducción voluntaria de los grandes consumos materiales de la sociedad francesa.
La palabra decrecimiento nos ha parecido muy desafortunada como consigna política mexicana para demandar la reducción voluntaria de los grandes consumos materiales: creemos que no nos ayudaría mucho en el combate a las ideas económicas, economistas o economicistas que colonizan el imaginario social mexicano debido a la labor histórica de la escuela primaria obligatoria, la publicidad omnipresente, la urbanización y los grandes espectáculos. No nos ayudaría mucho a propiciar en nuestro país el surgimiento de muy diversas e importantes reducciones voluntarias en los grandes consumos de productos y servicios industrializados o, a defender las riquezas naturales y culturales del país o hacer frente a la emergencia climática y ecológica, o a recuperar un poco el Buen Vivir.
En la palabra decrecimiento advertimos muy importantes razones para descartarla totalmente. En primer término, por el uso frecuente que tiene esta palabra en asuntos abstractos o académicos, como las matemáticas y en la investigación y desarrollo de las ciencias “duras” (Física y Química) y de la ciencia que pretende serlo: la “ciencia económica” creadora de las recesiones. Las abstracciones científicas nos alejan de la complejidad de la realidad concreta.
En segundo término, por la gran lejanía que tiene esta palabra, con el surgimiento de movimientos con gran conciencia ecológica y cultural (una gran subjetividad)en la sociedad mexicana, indispensable en la resistencia frente a las sacralidades que están detrás del crecimiento económico y del avance de la ciencia y la tecnología.
Y, sobre todo, objetamos la palabra decrecimiento, por nuestro rechazo a copiar o adoptar tal cual, al movimiento francés o español, sin tomar en cuenta la terrible occidentalización, eurocentrismo y colonización del imaginario social que sufre México debido a las acciones históricas de los gobiernos, instituciones y empresas multinacionales de EEUU y la UE.
Necesitábamos una nueva palabra, para darle un nombre muy especial a la muy necesaria y particular acción mexicana contra la colonización del imaginario social (por ideas económicas) y contra el crecimiento económico, y en la discusión de alternativas, para el abandono de las ideas de progreso y desarrollo en nuestro país.
De la revisión que hicimos en 2007 de varios diccionarios españoles famosos, encontramos que hay una gran cantidad de palabras que tienen el prefijo des, tales como: deshacer, desunir, desnudar, descarrilar, descomponer; este descubrimiento nos condujo a la creación de la palabra descrecimiento.
Además, en estos diccionarios españoles no encontramos referencia alguna a la palabra descrecimiento: simplemente no existía esta palabra. La palabra descrecimiento nos pareció ideal como consigna política mexicana en el combate contra el crecimiento del Producto Interno Bruto de México y contra las ideas de progreso y desarrollo que colonizan el imaginario social de nuestro país.
Para nuestra gran sorpresa, desde hace algunos años descubrimos que la Real Academia de la Lengua Española – la RAE- ha incluido esta palabra en su diccionario, con un significado muy diferente al que le hemos dado en México[9] desde que la creamos en 2007. Recientemente encontramos que en 2021 la RAE, en su “Tesoro de los diccionarios históricos de la lengua española”, recupera un texto escrito hacia 1933-1936 en el que se mencionan varios párrafos escritos en 1506, 1584 y 1603- este ultimo de Cipriano de Valera, monje jerónimo converso al protestantismo, autor de la Biblia del Cántaro de 1602- en los que se utilizan las palabras descrecer, descrecieron y descrecimiento.
Por otra parte, la adopción de la palabra descrecimiento como bandera mexicana contra el crecimiento por el crecimiento mismo nos ha ayudado mucho a definir el decrecimiento como su antítesis o su antónimo. En nuestra opinión, el decrecimiento es la consecuencia natural de la falta o la ausencia de movimientos sociales en el país que combaten el crecimiento económico y la colonización del imaginario social, con el propósito de reducir el consumo de productos y servicios industrializados-, acciones indispensables en la mitigación de la emergencia climática y ecológica y en la recuperación del Buen Vivir.
El colapso, la recesión o el decrecimiento económico es lo que puede sobrevenir en un país cuando se coloniza el imaginario social-se imponen los dogmas economistas-, y los gobiernos refuerzan las acciones economistas, desarrollistas (megaproyectos, acuerdos de libre comercio, facilidades para la inversión extranjera, subsidios a la agroindustria y el transporte) para lograr el crecimiento económico y el avance tecnológico.
Sobreviene inesperadamente el decrecimiento, también, cuando los gobiernos insisten en impulsar proyectos políticos y económicos sustentados en utopías o fantasías o ilusiones, como lo son: el progreso, el desarrollo, la industrialización, la modernización, la “sociedad del conocimiento”.
El Descrecimiento tampoco ha sido un concepto o una teoría unificada, ha sido solamente una bandera política de aquellos que en México hemos querido combatir la sociedad y la economía de crecimiento, y en general, las creencias o filosofías que están detrás de la productividad, la competitividad, el crecimiento, el desarrollo y el progreso, con sustento en las ideas de muy diversos autores internacionales de los últimos 90 años, como: EF Schumacher, Murray Bookchin, Rudolph Bahro, Jacques Ellul, Jane Jacobs, André Gorz, Zygmut Bauman, Karl Polanyi, Leopoldo Kohr, Jean Pierre Dupuy, Donella Meadows y por supuesto en Iván Illich y los más importantes autores de la decroissance: Serge Latouche y Paul Aries.
Por supuesto, también hemos querido bosquejar alternativas apropiadas a la realidad de México, con sustento en su historia, sus culturas ancestrales, sus climas y ecorregiones. El descrecimiento es entonces un tema subjetivo que está abierto a muchas interpretaciones y a muy diferentes perspectivas sobre las maneras de Salir de la Economía, abandonar el crecimiento del PIB, entrar en el postdesarrollo y en el Buen Vivir, en México.
Notas:
[1] Colectivo creado en 2005, en la ciudad de México como refundación del Foro Regional Ecologista del Valle de México, fundado en 1991. En 2007 participábamos: Adriana Matalonga, Edith Gutiérrez, José Arias, Gustavo Romero, Ignacio Peón, Mauricio Villegas.
[2] Admiradores del pensamiento de Iván Illich, Nicholas Georgescu-Roegen, André Gorz, François Partant Corneluis Castoriadis, Leopoldo Kohr, Jacques Ellul, Karl Polanyi.
[3]Los mencionados en el punto anterior.
[4] Pour une societé de decroissance,
[5]Claudio Kermaría, explorador de la vida silvestre en México y Dominique Jonard, creador de videos ambientalistas artísticos, residente en Morelia, Michoacán,
[6] En finir une fois pour toutes avec le developpment, Le Monde Diplomatique, mayo 2001
[7] Le Development, l’histoire d’un croyance occidental, Presses de sciences-po, Paris, 1996
[8] Kenneth Boulding: En los años 60 decía “«para creer que el crecimiento exponencial puede continuar indefinidamente hay que ser un loco o un economista»
[9] Disminución es el significado que le da la RAE. Descrecimiento: Reducción voluntaria en México de los grandes consumos de productos y servicios industrializados.
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