¿Qué es Cuba? ¿Qué representa Cuba en un mundo superdesarrollado? La respuesta a estas dos preguntas entraña uno de los problemas más actuales e importantes. De ahí que consciente o inconscientemente, no solo los partidos comunistas, sino las plumas más influyentes y los representantes de los estados de signos dispares, se plantean estas mismas preguntas […]
¿Qué es Cuba? ¿Qué representa Cuba en un mundo superdesarrollado? La respuesta a estas dos preguntas entraña uno de los problemas más actuales e importantes. De ahí que consciente o inconscientemente, no solo los partidos comunistas, sino las plumas más influyentes y los representantes de los estados de signos dispares, se plantean estas mismas preguntas y de una forma u otra buscan una respuesta. Porque Cuba, sin pretenderlo, se ha situado en el centro del mundo contemporáneo.
Sabido es que el imperialismo siempre ha considerado que Cuba es una aberración histórica, algo inconcebible, un fracaso, sin fuerza ni razón para existir. Por lo tanto, hay que borrarla del mapa y todas sus denuncias aunque cuidadosas y encubiertas con las apariencias de la lógica capitalista, persiguen con ahínco demostrar que todo cuanto se mueve alrededor del gobierno revolucionario es ficticio e irracional. El imperialismo promueve y divulga respuestas a ambas preguntas en esa dirección, que desgraciadamente encuentran ecos resonantes en donde no debieran cundir.
Para allanar el camino que le conduzca al fin deseado, la burguesía recurre a planteamientos retorcidos, pero no vanos. Parece decir que cuando soplan vientos huracanados, por puro instinto de supervivencia, nos agarramos al primer asidero que nos ayude a mantener el tipo. Esta es la respuesta que les asigna a los comunistas después de la gran debacle. ¿Necesitamos los comunistas de la idolatría para adquirir o recuperar nuestras señas de identidad? La historia pasada parece confirmarlo. De ahí que las pérdidas de la Unión Soviética y China, en la apuesta imperialista, nos obligarían a aferrarnos a Cuba.
Asistimos a unos momentos de transición en los que la realidad y la apariencia se entremezclan, Son los efectos de la propaganda capitalista y sus contradicciones. A flote y nadando en la superficie, aparecen ensambladas la heroicidad de un pueblo pequeño; la necesidad de los comunistas de poseer un referente por pura supervivencia, lo que les empujan a elevar a Cuba a la categoría de líder; las simpatías que siempre despierta un David frente al Goliat de turno, pero solo eso, las simpatías; las rabias contenidas de quienes esperan que ceda por inanición, lo que les permitiría demostrar «nuevamente», que el socialismo se autodestruye porque se basa en una doctrina obsoleta y criminal.
¿Qué es Cuba, según la propaganda burguesa, si no, un pequeño país ensoberbecido por el dislate de un dictador? ¿Qué representa Cuba en boca de la burguesía, en este mundo de superdesarrollo tecnológico, si no, el subdesarrollo y la impotencia del socialismo? Pero, como quiera que socialismo y subdesarrollo parecen estar reñidos, es por eso, por lo que, la intención del imperialismo, es establecer el criterio de que Cuba no puede catalogarse como una sociedad socialista, para después, carente de todo contenido ideológico definirla como una dictadura unipersonal, y de esta forma abrir brecha entre sus admiradores. Tristemente, algunos se queman con las ardientes ondas expansivas que irradia la ideología capitalista. Hasta los partidos comunistas más quebradizos han de hacer piruetas para no tener que declarar que Cuba no es un país socialista en el sentido estricto, sobretodo, cuando han de confrontar su nivel económico y político con el desarrollo colosal que pavonea el capitalismo occidental. Recordemos las posiciones de numerosos Partidos Comunistas de la Europa Occidental en la crisis de los encarcelamientos y «ejecuciones». No podemos ser tan incautos para creer que son hechos aislados y circunstanciales. En el fondo, las direcciones de dichos partidos coinciden con el imperialismo en que Cuba no es socialista (el falso socialismo que ellos propugnan), pero no pueden expresarlo en todo momento, esperan un acontecimiento de suma importancia que les ofrezca la oportunidad de poder colocarse en el lugar adecuado.
Parte de la propaganda burguesa la encontramos también en la cresta de las teorías de algunos dirigentes marxistas «extra.-ortodoxos» (trotskistas y antiguos maoístas), para los que Cuba no sería socialista, no se lo permite el nivel de sus fuerzas productivas «propias» de un país «subdesarrollado», a pesar de que se denuncia como eximente el embargo al que está sometida desde hace 40 años.
De cualquier forma, el imperialismo, las direcciones reformistas y los ideólogos «puros», no han podido evitar que se llegue a un principio universal e inequívoco, pues, por todos los lados se mide a Cuba en referencia directa con los EE.UU. A poco, que reflexionamos objetivamente, nos acercamos a la solución de las dos incógnitas resumidas en principio en una sola conclusión, Cuba es la antítesis de los EE.UU, cualesquiera que sean los argumentos a favor o en contra.
EE.UU. es imperialista, subyuga bajo su férula a media humanidad, gran parte de su desarrollo se debe a esto. Cuba es internacionalista, ayuda a los pueblos superando sus posibilidades. En EEUU se da la desigualdad discriminatoria en la riqueza. En Cuba se reparte la «pobreza». Ambas realidades son admitidas por todos, pero de forma distinta. La diferencia estriba en que mientras unos se abstraen del contenido de clases de ambas sociedades, los revolucionarios partimos desde ella para afirmar sin reservas que Cuba, pese a todos los inconvenientes, reconocidos por supuesto, es socialista.
Otro sector de los llamados marxistas «puros» repite con extraña insistencia que Cuba es antiimperialista, pero no es socialista. Por lo visto, resulta fácil aducir que Cuba no es socialista porque ese no es el socialismo de Marx, porque no compite con el imperialismo en el desarrollo de las fuerzas productivas. Pero una sentencia de esta índole no da respuesta a la primera pregunta. ¿Qué es Cuba para estos partidos? ¿Capitalista? No se atreven a tanto, les resulta muy dificultoso demostrar que en Cuba existe y domina económica y políticamente la burguesía. Pero si Cuba no es capitalista, ¿qué es entonces? Nada dicen de sus relaciones de producción, ni del tipo de estructuras económicas. Probablemente, les pesa aún las diferencias del pasado, en el que sostenían que el sistema de la isla orbitaba alrededor del socialimperialismo. Sin embargo, el hecho de que no se atrevan a incluirla dentro del modo de producción capitalista, y la apoyen en su lucha contra el imperialismo, aunque solo sea a nivel de denuncias y de formalidades, es indicativo de que algo debe estar cambiando en estos partidos, reflejando las modificaciones que sufre la situación mundial.
¿Que en Cuba no existe el socialismo que Marx y Engels anhelaban? Es posible, si nos lo explican mas despacio, y logramos entenderlo ¿de qué socialismo estamos hablando? Es decir, ¿Cuál es en concreto el socialismo concebido por Marx? No creemos que nadie sea capaz de especificarlo, en cambio, muchos lo pretenden erróneamente. Dedican espacios en sus mentes para lucubrar acerca de las interrelaciones y colisiones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Y llegan a la conclusión de que en Cuba no se ha alcanzado ese grado de desarrollo de las fuerzas productivas, más bien al contrario, en sus registros anotan que el proceso revolucionario se halla en retroceso respecto de sus comienzos.
Que duda cabe, que se hace una interpretación del marxismo equívoca y subjetiva, en ello hay mucha influencia burguesa. Porque cuando se desarrollan las fuerzas productivas y entra en contradicción irreconciliable con las relaciones de producción, no se da el socialismo, no es socialismo. Este fenómeno solo expresa las condiciones y premisas objetivas que Marx aducía para que se diese la revolución. Pero, esa no es la situación de Cuba, un postulado de estas características, niega que Cuba siquiera haya hecho la revolución.
Debemos recordar que marxismo es sinónimo de cosmovisión, esto quiere decir que no interpreta ningún fenómeno aislado, sin sus causas y sus efectos. En el año 1959, el mundo capitalista había desarrollado las fuerzas productivas con gran esplendor. En el proceso de su desarrollo surgieron nuevas y más grandes contradicciones, sujetas a la principal y determinante, la que se daba entre el sistema capitalista mundial y el socialismo internacional. Dentro del propio capitalismo evolucionaban más y más contradicciones en distintos grados, las cuales hay que contemplarlas, según el marxismo como un todo y a la vez, con sus peculiaridades particulares. Los compañeros cubanos, interpretando el lugar exacto donde se ubicaba su país, estuvieron en el sitio y a la hora justa. En otros lugares no sucedió así, cuando, tal vez, las condiciones objetivas particulares, se manifestaban con mayor rotundidad.
Después de una revolución triunfante y al cabo de 45 años, Cuba se ofrece al mundo actual con mayores dificultades. En opinión de muchos con grandes dudas para el futuro. Porque dicen que aún siendo socialista su revolución, ha dado grandes pasos hacia atrás, hacia el capitalismo. De nuevo se apela a la pureza del marxismo.
En efecto, Marx decía, que las contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción embridadas en la reacción, se solventarían con la revolución que traería consigo una nueva sociedad, en este caso el socialismo. Y ultimada ésta, las fuerzas productivas libres ya de trabas se desarrollarían inusitadamente y esto no sucede en Cuba.
Otra vez, se parcializa la visión de la realidad. La dialéctica marxista es demasiado tajante, un fenómeno es el efecto de otro al mismo tiempo que es la causa de un subsiguiente. Pero antes de entrar en el desarrollo de las fuerzas productivas, debemos dilucidar otros dos aspectos fundamentales de los principios marxistas, por un lado, las relaciones de producción y después la interrelación entre las bases económicas y las superestructuras
Según el marxismo, para conocer el tipo de sociedad dado, basta con descubrir sus relaciones de producción. Recordemos que las relaciones de producción están determinadas por:
Formas de propiedad sobre los medios de producción
La situación que en la producción ocupan las clases y grupos sociales
Las relaciones mutuas que entre ellos se establece
Las formas de distribución de los bienes materiales producidos
De las cuatro partes que definen las relaciones de producción (no deberíamos olvidar que las cuatro son aspectos de localización desde lados distintos de la misma ley) dos son determinantes para conocer la clase de la sociedad dada: Las formas de propiedad sobre los medios de producción que en Cuba es social y las formas de distribución de los bienes materiales producidos, en este caso, podemos asegurar que hasta el propio enemigo admite que en Cuba se reparte igualitariamente la «pobreza».
¿Se puede decir, después de analizar sus relaciones de producción, que Cuba está fuera del ámbito del marxismo? Tendríamos que ser muy complicados y estar muy influenciados por la propaganda burguesa, a la vez que lleno de prejuicios para no reconocer que las relaciones de producción de Cuba son socialistas.
El conjunto de las relaciones de producción forman el modo de producción con bases económicas concretas, por tanto, y continuando con el discurso, hay que afirmar que las estructuras económicas de Cuba son socialistas. El eje sobre el cual gravita toda la filosofía marxiana, lo constituye la interrelación que se da entre las bases económicas y las superestructuras. El principio marxista, sustantiva las superestructuras como expresión espiritual que emana de las bases económicas que cristalizan en sus instituciones políticas, jurídicas e ideológicas. ¿Cabe algún recelo respecto de la democracia socialista de Cuba? ¿Dígase un lugar en el planeta que ejerza un sistema político más abierto y democrático que en Cuba? ¿Dónde adquiere el concepto democracia su verdadera significación, Gobierno del Pueblo, si no en Cuba? ¿Acaso no es una prueba fehaciente de la existencia de las superestructuras socialistas la práctica del internacionalismo? Consúltese la cantidad de médicos entre otros profesionales cubanos que prestan ayuda a países subdesarrollados y necesitados.
Del mismo modo que nos afirmamos en el socialismo cubano, debemos reconocer también, que su economía presenta claros signos de precariedad, impropios del sistema socialista desarrollado. De nuevo se hace preciso conjugar todos los elementos de juicio y circunstancias diversas concluyentes, como nos enseña la dialéctica marxista. El manido embargo ha sustraído a Cuba de todas sus posibilidades de desarrollo, obligándola a recurrir en cotas limitadas a la empresa burguesa, sin rebajar su esencia socialista, pues ni las relaciones de producción, como tampoco sus estructuras económicas, amen de las superestructuras se han visto mermadas de sus facultades y sin embargo, no debemos pasar por alto, que el freno que sufre en su desarrollo económico por la acción de agentes extraños, contribuye y viabiliza en cierto modo que la propaganda burguesa se haya intensificado y haya causado impacto en los elementos mas frágiles. El problema adquiere especial dimensión cuando sus efectos nocivos calan en las filas de los partidos comunistas, como anteriormente hemos expuesto. Una sola pregunta será suficiente. Si no hubiese existido el embargo, mejor dicho, cuando éste desaparezca ¿Hacia donde caminará Cuba, hacia el socialismo o hacia el capitalismo? Si los partidos son incapaces de argumentar que la economía cubana es capitalista, la respuesta a nuestra pregunta es obvia. Si Cuba es socialista rodeada de embargos, intromisiones y zancadillas, de no existir todos estos obstáculos, cabe pensar que la Isla, destacaría por haber alcanzado un socialismo desarrollado, a nosotros, no nos cabe la menor duda.
Y el problema se resuelve indirectamente, cuando damos respuesta a la segunda pregunta ¿Qué representa Cuba en un mundo superdesarrollado? Ningún país subdesarrollado ejerce influencia alguna en la palestra internacional, salvo en lo que concierne a despertar sentimientos de lastima y de solidaridad, a partir de ahí no significa ningún estímulo para los países circundantes y menos aún para el conjunto de las naciones del planeta. Tampoco suscita la atención política ni ideológica. En cambio, Cuba se halla en el centro ideológico y político, por una u otra causa, señal inequívoca de que no es un país subdesarrollado por su propia incapacidad, y mucho menos le apresa la psicología de país subdesarrollado, sin alejarnos un metro de su realidad económica.
En el concierto de las naciones se halla muy presente Cuba, que objetiva la independencia frente a los grandes imperios, la dignidad de un pueblo, tal vez el único que realmente lleva a cabo su autodeterminación. Un pueblo que se yergue sin bravuconerías, sino a través de la diplomacia, de la lucha ideológica, pero que sabe responder resueltamente a toda provocación. Un pueblo que se siente orgulloso de sí mismo. Cualidades y características todas que sirven de referentes y de acicate para los países latinoamericanos y africanos. Y que también encandilan a los trabajadores de los países capitalistas de Occidente. Cuba es la esperanza del insurgente, y su conducta frente a los EE.UU. es la causa de los rebeldes.
Por todas estas razones, tanto los EE.UU. como Europa emplean gran parte de sus métodos maniobreros a inventar ignominias y calumnias contra el gobierno revolucionario. Por estos motivos, también, existe la intención por parte de los EE.UU. de interferir políticamente en el normal desenvolvimiento del gobierno y del Estado cubano, preparación para un ataque militar. No pasa un día que los medios de difusión más reaccionarios y recalcitrantes no difundan por todo el mundo patrañas contra Cuba.
Cuba preocupa a la burguesía internacional por la áurea que despide, que va mucho mas allá de lo que hasta ahora hemos venido describiendo. El Movimiento Comunista Internacional se rehace, después de una larga y agravada crisis, por escisión primero, y luego por falta de orientación, Cuba, sin querer y probablemente ignorándolo, se está convirtiendo en esa fuerza de atracción sobre la que pivota las posiciones internacionalistas de los partidos comunistas, que gracias a ello están logrando superar dicho período de crisis.
La prueba mas cálida de la influencia que ejerce el espíritu de Cuba en la recuperación del Movimiento Comunista Internacional, la tenemos en España, donde los comunistas escindidos en varias familias desde hace bastante décadas, ven en Cuba un punto de reencuentro y de superación de viejas polémicas irreconciliables, fundamentalmente la que se daba por posicionamientos internacionalistas. Si la URSS y China fueron los motivos de división, Cuba protagoniza el punto inicial del reencuentro, desbrozándonos parte del camino para la unidad de los marxistas-leninistas.
Por cuanto antecede, el campo al imperialismo le rechina los dientes. Tanto tiempo campando plácidamente sin adversarios a batir y que un país como Cuba lo ponga en alerta máxima, constituye un severo castigo a sus andanadas de arrogancia. EE.UU. no le perdona a Cuba su existencia.
La paradoja está servida. En este mundo de superdesarrollo técnico y económico, el país más rico, el que detenta el mayor avance económico y científico se vale de ello para hurtar a los pueblos su personalidad y su dignidad. Mientras en la parte opuesta, Cuba, la pequeña Cuba, asfixiada por el embargo que le resta todas las posibilidades de crecimiento que su enorme potencial humano puede desarrollar, con su sola presencia, ofrece al mundo el calor de la dignidad y la personalidad de pueblo, con una sola arma: La fidelidad a los principios. Se mire por donde se mire Cuba es la antítesis de Los EE.UU.
¡SIEMPRE CON CUBA!
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!