Más conocido en estas latitudes como la huella ecológica, Kuriyagawa difundió con ejemplos sencillos cómo se calcula la eco-mochila, por qué es importante considerarla y cómo se puede compensar su impacto desde el rol de cada ciudadano para mejorar entre todos la calidad de vida. La conferencia fue organizada por la Agencia de Cooperación Internacional […]
Más conocido en estas latitudes como la huella ecológica, Kuriyagawa difundió con ejemplos sencillos cómo se calcula la eco-mochila, por qué es importante considerarla y cómo se puede compensar su impacto desde el rol de cada ciudadano para mejorar entre todos la calidad de vida. La conferencia fue organizada por la Agencia de Cooperación Internacional del Japón, la UCES y la Fundación Espacios Verdes.
Con Pikachu en la carátula de su presentación, el objetivo alcanzado por Kuriyagawa ante una audiencia heterogénea fue concientizar acerca del origen de los problemas ambientales con esperanza, en lugar de los catastrofismos angustiantes a los que los medios de comunicación suelen asociar. El experto -con fuerte trayectoria en la gestión de recursos naturales- comenzó con un paneo de los 30 lugares más contaminados del mundo, de los cuales la Argentina no quedó exenta con la cuenca Matanza-Riachuelo, de la que había hablado en otra charla el año pasado.
Y con la sensata prédica de que «la basura tirada, luego de muchas etapas vuelve a nosotros» recordó que la contaminación en el mundo en la escala actual se debe a que:
– el volumen de residuos supera la capacidad del ambiente de depurarlos
– se disponen residuos de muy difícil descomposición y/o altamente tóxicos
– surgen problemas ambientales no previstos, que demandan nueva tecnología y tiempo para su mitigación y prevención.
Asimismo, demostró con fórmulas matemáticas que el consumo (de recursos materiales y energéticos) de un ser humano promedio -sin entrar en el debate de «países ricos-países pobres»- es igual al de un elefante. «¿Imaginan la Tierra habitada por 6.000 millones de elefantes?», preguntó irónicamente para visualizar el nivel de degradación al que está sometido el planeta.
De este modo, lo que entra en la eco-mochila es el impacto ambiental producido por cada cosa que consumimos -desde su extracción/ fabricación, pasando por su transporte, su comercialización y su postconsumo.
La experiencia de Japón
Kuriyagawa se refirió a dos temáticas tratadas en Japón desde el aspecto normativo y técnico, de las que no escapa la sociedad argentina: residuos sólidos urbanos (RSU) y anillos de oro. En el caso de los RSU, Japón genera en un año 605 milones de toneladas, de los cuales el 41% se recicla o se reutiliza, partiendo de un estricto sistema de separación en origen, con el interés de disminuir el pasivo ambiental que deja el alto nivel de consumo de la sociedad nipona.
Respecto de los anillos de oro, de acuerdo con el índice de concentración de recursos en una mina, una joya de oro puede implicar en el mejor de los casos una eco-mochila de 3 toneladas de roca y contaminación generada durante el proceso de su refinación. ¿Vale la pena entonces tantas alhajas de ese metal tan costoso para el equilibrio ambiental?
En todo caso, si no podemos desprendernos del ritual que implica el anillo de oro para la alianza matrimonial, podemos pensar en que se transmita de generación en generación, dado que la reutilización implica una mochila mucho menos pesada que comprar uno nuevo. Y con tan simple disertación, Kuriyagawa sembró preguntas para alentar un consumo que encuentre menos fugacidad en los objetos y más responsabilidad en su disposición final.
¿Cómo implementarlo en la Argentina?
Después de los aplausos, siguió el ingeniero Ariel Carbajal, Director de Producción Limpia y Consumo Sustentable de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación. Carbajal, que fue becario de JICA (Agencia de Cooperación Internacional de Japón) en los años ’80 en Japón, presentó los programas vigentes y las intenciones de la Secretaría por implementar algunas de las buenas experiencias japonesas.
No obstante, los oyentes y el propio ingeniero dejaron en claro la distancia cultural entre los logros de Japón y los obstáculos de la Argentina. Más allá de los aspectos tecnológicos -muy importantes y que Japón está dispuesto a compartir con Argentina- la educación cumple un rol fundamental, tal como recalcó Kuriyagawa.
Quizá de Japón podamos tomar preceptos de la filosofía Kaizen de mejora continua y principalmente las 5’S’ (Seiri, Seiton, Seiso, Seiketsu y Shitsuke: clasificar, organizar, limpiar, estandarizar y tener autodisciplina, respectivamente) para cambiar hábitos en los espectros cívicos, empresariales y gubernamentales que permitan el desarrollo sustentable.
Publicado por ComAmbiental
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