Detrás de la factoría que la multinacional portuguesa y la Xunta quieren instalar en A Ulloa hay intereses políticos y hombres con dinero. Aunque lo llevan con discreción, tienen nombre, cara y patrimonio. Están tras Greenfiber y el Proyecto Gama.
Las protestas de cientos de miles de gallegos y gallegas contra la fábrica de celulosa que Altri quiere construir en el corazón de Galicia han estado enfocadas a través dos vías: la política y la empresarial. Las principales concentraciones, manifestaciones, acciones, manifiestos e intervenciones políticas han ido ubicándose frente a dos entes abstractos, la Xunta y la propia multinacional portuguesa. Personas jurídicas que, de facto, sirven de pantalla para bloquear la presión del activismo ecologista y vecinal que, con todas sus formas, trabajarán para conseguir frenar una industria que pretende absorber 46 millones de litros de agua al día y ocupar el espacio de 500 campos de fútbol. Pero, tras ellas, son personas las que maniobran para que el proyecto llegue a buen puerto. Tienen nombres, apellidos, intereses y, sobre todo, dinero.
Antes de nada, conviene explicar el entramado empresarial que está detrás del conocido oficialmente como Proyecto Gama —así es el nombre comercial que tiene la celulosa en potencia—. El baile de nombres no es casualidad y parece sencillo encajarlo en esa pretensión de quienes lo dirigen de entorpecer el acceso a los nombres propios de quien firma los planos y pone el dinero. O al menos entorpecerlo para ponerse a resguardo. En los papeles, el Proyecto Gama es obra de Greenfiber SL, una sociedad creada ad hoc para la ocasión hace dos años y dos meses y en cuyos despachos se encuentran las personas y las corporaciones que mandan de verdad. Más que el presidente gallego, Alfonso Rueda, y por supuesto más que cualquiera de sus conselleiros. El poder político es transitorio, pero el económico no.
¿Qué es Greenfiber SL, la empresa responsable del Proyecto Gama?
Greenfiber es realmente una unión de intereses entre la multinacional portuguesa de la celulosa, Altri, y la firma gallega Greenalia, aunque tiene forma de sociedad limitada. Es decir, una sociedad instrumental. Los portugueses ponen el 75% del capital y los gallegos el 25% restante. A pesar de no tener un sí en firme para los fondos públicos que exigen para llevar a cabo la celulosa —250 millones de los Next Generation, nada menos—, actúan como si lo tuviesen: en los al menos dos años que llevan de proyecto, han inyectado a Greenfiber 23,5 millones. Cerca de 17,7 millones la multinacional lusa y los casi seis millones que restan, Smarttia, principal accionista de Greenalia y cuyo dueño, el multimillonario gallego Manuel García Pardo, es una de las primeras figuras clave para entender el potencial desastre ambiental hacia el que se encamina Galicia.
Manuel García Pardo, el millonario discreto que manda en la rama gallega
García Pardo es el gallego con más poder en esta historia. Manda en Smarttia y, por lo tanto, también desde su puesto de CEO en Greenalia donde, por cierto, es directora de seguridad Beatriz Mato, exconselleira de Medio Ambiente, una de las grandes puertas giratorias de los 12 años de gobiernos de Alberto Núñez Feijóo en la Xunta, otro puntal político del Partido Popular en las grandes empresas de Galicia. Todo queda en casa. Pero el papel relevante aquí lo tiene García Pardo —el primero por la derecha en la ilustración que abre este texto— que cuenta con la práctica totalidad de las acciones de Greenalia a través de la ya mencionada Smarttia. Sus escasas notas biográficas en internet y las escuetas apariciones en medios de comunicación tienen un manifiesto denominador común: cuidar su anonimato.
Poco se sabe de él más allá de lo que dice el Registro Mercantil: 19 cargos diferentes en 13 empresas diferentes (Greenalia Forest, Greenalia Ligistics, Grenalia, Smarttia, SG Plus Suministros de Madera, Lenda Sport, Greenfiber Development, Greenfiber, Posición Quintos Dos Hermanas II, Greenalia Biomass Power, Promotores Guadame y Grupo Alcalá 70). No concede entrevistas y los pocos extractos de su vida privada se remiten a fuentes no acreditadas en periódicos sí acreditados. Los diarios que han publicado datos sobre él los referencian a fuentes cercanas. Esas mismas personas cuentan el relato del hombre hecho a sí mismo. Al parecer, un mal estudiante que, sin embargo, fundó su primera empresa de servicios agrarios y forestales a los 18 años. Eso sí, el periodista lo aclara: “En este punto, García Pardo es muy puntilloso. Ni heredó ni trabajó arropado por padres y tíos. Se jugó los cuartos propios. Cuestión de amor propio”. Habría que preguntarse, entonces, de dónde sacó esos cuartos.
En esencia, García Pardo es uno de los jefes del negocio energético y, según datos de El País, cuenta con proyectos en tramitación por un importe que ronda los 5.000 millones de euros en plantas fotovoltaicas, eólicas terrestres y marinas, así como de biomasa. Sin contar con los futuribles del Proyecto Gama. De hecho, entre sus proyectos más destacados está la planta de generación eléctrica con biomasa forestal más grande del sur de Europa —en Curtis-Teixeiro— y los parques eólicos de Miñón, Alto da Croa y Monte Dourado.
Su otro socio y presidente de Greenalia, José María Castellano, tiene el 6% restante de las acciones de la empresa. Aunque es un viejo conocido en la élite empresarial gallega. Llegó a ser vicepresidente y consejero delegado entre 1997 y 2005 de Inditex, fue presidente de la compañía de telecomunicaciones ONO hasta su venta a Vodafone y presidente de Nova Caixa Galicia Banco, el banco surgido de la fusión de las dos grandes cajas gallegas apadrinado por Núñez Feijóo y que resultó en una pérdida de 8.000 millones de dinero público y con buena parte de sus directivos en prisión.
Bruno Dapena Alonso, un pasado en Abengoa y la Constructora San José
Está muy lejos de tener el poder que ostentan sus jefes, pero Bruno Dapena Alonso es la cara visible en la dirección del Proyecto Gama. Ingeniero químico por la Universidade de Santiago de Compostela, Dapena se ha visto obligado a dar entrevistas y ser el principal promotor del argumentario de la “sostenibilidad” de la celulosa que consumirá al día tantos litros de agua como toda la provincia de Lugo junta. Él lo negó en una entrevista en Economía Digital: “La cantidad de agua que se va a captar es mucho menos y, prácticamente, toda se devuelve al río una vez usada y tratada, no hay una merma neta en el caudal del río”.
El director del proyecto seguía la línea de lo que dijo el exministro del PSOE José Blanco, que apadrinó el proyecto con su consultora Acento Public Affairs: “Hay que recordar que el agua no saldrá del río Ulla, como he oído decir en alguna ocasión, sino del embalse de Portodemouros. No se puede beber el agua que cogerá la planta de ese embalse, pero la que devuelva al embalse, sin embargo, estará más limpia y sí se podrá beber”. Dapena también ha llegado a decir en alguna ocasión que el cambio de temperatura de los hasta 30 millones de litros de agua que devolverán al río Ulla tampoco afectará a los ecosistemas: “Esos tres grados arriba o abajo no afectan los ecosistemas fluviales del río” y por supuesto, su gran lema: “No se consume agua, se usa. Y se devuelve con más calidad de la que fue captada”.
Casualidad o no, según su currículum público, Dapena Alonso ha pasado por algunas de las grandes multinacionales en materia de construcción, energía e ingeniería del Estado español y sus tentáculos latinoamericanos. Trabajó en el grupo trasnacional Abengoa y también para la Constructora San José, siendo responsable de proyectos industriales en América del Sur y, según sus propias palabras, teniendo “dependencia jerárquica directa del presidente del grupo”. Es decir, Jacinto Rey, conocido popularmente en Madrid y extrarradio por la Operación Chamartín, hoy llamada Madrid Nuevo Norte. Pero esa es otra historia.
José Soares de Pina, el millonario portugués que prefiere la celulosa en otro país
Sin ninguna duda, quien más poder ostenta dentro del entramado empresarial y accionarial detrás del Proyecto Gama es José Soares de Pina, el presidente ejecutivo de la multinacional portuguesa Altri. Según su información pública, se puede trazar una historia laboral a través de empresas químicas y fabricantes de pesticidas hasta desembocar —o más bien caminar paralelamente— en la creación de Altri. De hecho, alguna de las empresas donde ha hecho carrera son conocidas por estar vinculadas a algunos de los desastres industriales y medioambientales más grandes de la historia. Por ejemplo, Agrofresh o la más conocida The Dow Chemical Company, donde ocupó puestos de responsabilidad desde 1995 hasta 2020.
Uno de los desastre referidos es el de Bhopal, ocurrido entre el 1 y el 3 de diciembre de 1984 en esta región de la India, que se originó al producirse una fuga al aire libre de isocianato de metilo en una fábrica de plaguicidas propiedad de un 51 % de la compañía estadounidense Union Carbide, parte de cuyos activos fueron posteriormente adquiridos por Dow Chemical. El “accidente” —se acabó demostrando una negligencia en el mantenimiento— arrasó la vida de 22.000 personas y dejó a más de medio millón de heridos de diversa gravedad. En teoría, la multinacional amagó con ofrecer una reparación al hacerse cargo de los activos responsables que, según Amnistía Internacional, nunca ha satisfecho.
No solo eso, los devastadores incendios de este verano en Portugal donde murieron siete bomberos y que arrasaron 94.146 hectáreas en cinco días —131.857 campos de fútbol, si es que alguien puede imaginar esa dimensión— están estrechamente vinculados no solo a la crisis climática, sino al monocultivo de eucalipto en la fachada atlántica portuguesa. Allí, dos grandes empresas se reparten el negocio de la pasta de papel: The Navigator Company —sí, esa empresa que vende folios— y Altri, donde José Soares de Pina es el manda más. El clamor social es tal que, al igual que las empresas españolas lo hacen, estas trasnacionales pasteras también tienen sus estrategias de ‘greenwashing’. De hecho, juntas han creado una suerte de empresa-brigada antiincendios llamada Afocelca con una estructura compartida formada por 350 personas, 60 vehículos pesados y ligeros y tres equipos aéreos para “prevenir y apoyar la lucha contra los incendios forestales”. Salvando las distancias del sector, una estrategia similar a la que, en el reciclaje, utiliza Ecoembes.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/galicia/quien-es-quien-proyecto-celulosa-altri-galicia