Tanto como la vida nos impone retos, también abre puertas a la creatividad y a las celebraciones que, aunque a veces no nos parezcan tales, si nos detenemos a reflexionar bastan para tomar nuevos bríos y echar adelante. Este 2010, para los cubanos ha sido año de pruebas, sacrificios y realizaciones, en medio de un […]
Tanto como la vida nos impone retos, también abre puertas a la creatividad y a las celebraciones que, aunque a veces no nos parezcan tales, si nos detenemos a reflexionar bastan para tomar nuevos bríos y echar adelante.
Este 2010, para los cubanos ha sido año de pruebas, sacrificios y realizaciones, en medio de un mundo que parece estar boqueando y al borde de la hecatombe planetaria.
En esta isla mágica del Caribe nunca nada ha sido fácil y su imagen paradisíaca a no pocos engaña, si piensan que la gente de estos lares se toman las cosas con calma, a ritmo tropical y sin muchas complicaciones.
Creo firmemente que nuestro tesoro mayor son los cubanos y cubanas, quienes desde 1959 tomaron conciencia de sí y a golpes -metafóricos y muy reales- aprenden a pensar con cabeza propia, a comparar y a valorar lo que logramos y queremos.
También considero que hemos estado muy claros al otorgar importancia crucial a la unidad, a la memoria histórica colectiva, a saber de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde marchamos, eternas preguntas existenciales del género humano desde que el mundo es tal.
Martí, Maceo, Fidel y todos los que han comprometido la vida por el futuro de la patria, nos enseñan que para andar hacia delante debemos buscar y encontrar las fuerzas dentro de nosotros.
Cuando casi universalmente se satanizan los proyectos colectivos y se aupa el individualismo extremo, acá seguimos apostando por los sueños sociales, las realizaciones comunes, en una palabra, por la solidaridad humana.
Orgullo sano provoca comprobar que son los cubanos los primeros en acudir con más cooperantes hacia el hermano Haití cuando, después de los terremotos, el cólera los azota.
No se trata de ofrecer lo que nos sobra porque materialmente esperan tiempos de cinturón apretado, pero los cubanos sabemos que humanismo no es solo construcción teórica, sino realidad práctica en la cual el hombre debe ser centro de todo, tanto el compañero de al lado como el hermano de allende los mares.
José Martí nos enseñó que patria es humanidad y motivos contundente tenemos para celebrar junto a la Venezuela de Chávez, la Bolivia de Evo, el Ecuador de Correa, la Argentina de Cristina Fernández, el Brasil de Lula y Dilma Rousseff… y los demás hermanos latinomericanos.
Sabemos que estamos en tiempos difíciles, pero debemos actualizar nuestro modelo económico; tensar la inteligencia nacional junto al Partido Comunista de Cuba para, sin renunciar a principios y sueños, adecuarnos a las circunstancias y hacer invulnerable nuestra patria.
Por eso, ahora en el barrio, en todos los municipios, aprovechemos las fiestas por el aniversario 53 de la Revolución para, junto a familiares, amigos y vecinos, brindar por Cuba y las buenas personas del mundo.
Seguir juntos y tozudamente construyendo ese pedacito de historia que a cada uno nos toca para hacer real la avenida que nos merecemos.
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