A juzgar por la información televisiva, los cubanos se están tomando en serio la discusión del proyecto de reforma constitucional .No parece existir mucha intervención de los censores si tomamos en cuenta el atrevimiento de muchos de los planteamientos. Por ejemplo de que los ministros no deben ser diputados y que debe aprobarse la elección […]
A juzgar por la información televisiva, los cubanos se están tomando en serio la discusión del proyecto de reforma constitucional .No parece existir mucha intervención de los censores si tomamos en cuenta el atrevimiento de muchos de los planteamientos. Por ejemplo de que los ministros no deben ser diputados y que debe aprobarse la elección directa del presidente. Esto no tiene precedentes. La dirección del país ha asumido con valor la enorme responsabilidad que implica este proceso.
Las impresiones positivas que dejan estos debates me han despertado recuerdos de mis años universitarios relacionados con el tema. Estas notas tienen dos objetivos. Primero, comentar algunas experiencias vividas como alumno en la Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público que, en mi opinión, tienen sentido ante lo que está sucediendo ahora en el país. Me apoyaré en mis recuerdos de las clases de dos profesores inolvidables: Ramón Infiesta, de Derecho Constitucional, y Guillermo Portela, de Economía Política. Segundo hacer un grupito de preguntas sobre aspectos del texto constitucional que para mí son esenciales.
Comenzando con Portela y sus clases de Economía Política
Los que matriculamos la mencionada carrera (tenía como objetivos formar especialistas para trabajar en la administración central del Estado) tuvimos un raro privilegio. Nos daban clases los mismos profesores que tuvieron a Fidel como alumno. Portela fue el que más referencias hizo a la actitud de Fidel como estudiante, siempre con respeto y creo que hasta con afecto. Entre ellas contó como suspendió a Fidel en su asignatura, pero mencionó también como este después se presentó a premio y le hizo un examen brillante. Entonces existía en las facultades universitarias la práctica de que los alumnos con sobresaliente tenían derecho a presentarse a un examen especial de premio mediante un examen de muy alto rigor. Tuve esa experiencia personal. Cometí el atrevimiento de presentarme al premio de la asignatura de Portela. Solo fuimos tres alumnos. Estaba de segundo en la lista. El examen era oral y los realizaba en su despacho de la planta baja, con la puerta entreabierta por lo que podían oírse las respuestas de los estudiantes. Escuché las largas y detallosas exposiciones del primer estudiante considerado el mejor del aula. Cada vez que este terminaba una de sus interminables respuestas Portela le decía «y qué más» y así una y otra vez. Ya llevaba más de una hora escuchando aquella curiosa tortura pedagógica cuando decidí retirarme, al darme cuenta que no tenía la más mínima posibilidad.
Con relación a la anécdota del suspenso de Fidel terminó comentando que también a Martí lo habían suspendido en Economía Política en la Universidad de Zaragoza . «Ojalà esto no se convierta en una tradición en Cuba» concluía Portela con cierta ironía. Años más tarde vi en una publicación cubana -no recuerdo si en los anuarios del Centro de Estudios Martianos o en un folleto de la Biblioteca Nacional- una fotocopia de la boleta que certificaba el suspenso del Apóstol. Parece que es muy poco probable ser al mismo tiempo un genio en política y también en economía.
Otra anécdota de Portela circulaba por los pasillos de la facultad. Según ella, en la época del gangsterismo universitario los miembros del llamado «bonchismo estudiantil» tenían la costumbre de atemorizar mediante amenazas a los profesores para que los aprobaran. Algunos cedían. Cuando intentaron hacerlo con Portela, este se negó. Los bonchistas lo agredieron y le lesionaron con seriedad en las piernas para que no fuera a realizar el examen y lo sustituyera otro profesor más tolerante. El día del examen Portela se apareció en muletas y los supendió. Los bonchistas lo dejaron tranquilo. En una de las frecuentes vistas de Fidel a la Universidad en las noches de los años sesenta le escuché al Comandante referirse a Portela con el mismo respeto con que este se refirió a él. Lo calificó «como uno de los profesores más serios de la Universidad».
Portela sometía a severa crítica la política económica de los gobiernos auténticos de Grau y Prío. Mencionó que el Congreso de la República tenía un departamento de investigaciones que había sido dirigido nada menos por Julián Alienes un prestigioso economista de origen español radicado en Cuba -famoso por su texto clásico Características fundamentales de la economía cubana-, pero al cual no le hacían mucho caso .(Ojo lector con este punto, por lo que viene después.)
Para sorpresa de los alumnos, dijo que la dirección de la economía de la primera parte del gobierno de Batista había sido más racional. Mencionaba el hecho de la creación de un centro de investigación vinculado a la industria azucarera -el ICIDCA- como una de las primeras experiencias de vincular la investigación a la producción en el continente. Esto confirma la tesis de que Batista era un sinvergüenza con talento.
Las Clases de Derecho Constitucional de Infiesta
Los recuerdos de las ideas de Infiesta tienen más actualidad con relación al debate nacional. Ya era famoso en la Universidad porque Fidel lo había citado en su alegato de La historia me absolverá, concretamente con relación al derecho a la rebelión frente a la injusticia .
Sabíamos además que Infiesta era una autoridad con reconocimiento internacional. Tenía varios libros publicados, si mal no recuerdo, también en el extranjero. Era un hombre de porte aristocrático, pero accesible a los alumnos.
Aunque recuerdo de memoria algunos temas de sus brillantes exposiciones, hay una que me impresionó especialmente y en la que he pensado en más de una ocasión. Además de referirse a la poderosa tradición cubana en materia de constituciones, Infiesta dedicaba muchos comentarios a las relaciones entre el poder ejecutivo y el legislativo en las diversas etapas de los gobiernos republicanos en Cuba y en América Latina. Según él había una variable constante en los países del sur en cuanto a este tema: la subordinación del legislativo al poder ejecutivo.
Decía que tanto en Cuba como en el resto del continente no podía hablarse de independencia del legislativo y que la tendencia predominante era la relativa anulación de la influencia de las cámaras legislativas. Que las instituciones políticas -principalmente el Congreso- carecían de fuerza y estabilidad para influir en los gobiernos de los respectivos países. Estos, según Infiesta, funcionaban bajo «el principio del líder» y los órganos legislativos eran muy endebles para hacerle de contrapeso a la fuertes personalidades que caracterizaban a algunos «presidentes». Ponía ejemplos de varios de los gobiernos de la república en los que el legislativo se había convertido en un apéndice del ejecutivo, con poca o ninguna independencia con relación a aquel. Lo recuerdo especialmente cuando veo en el nuestro la cantidad de funcionarios estatales que se convierten en diputados. ¿De qué independencia puede hablarse?
Infiesta aseguraba que era una cuestión de carácter histórico, ya que en los países del sur que eran pueblos muy jóvenes, no existía la madurez institucional para que funcionara la teoría de Montesquieu de los tres poderes. Concluía diciendo que había que esperar unos 200 años como en Francia o Inglaterra para que el poder legislativo alcanzara una influencia determinante en los gobiernos.
Quiero agregar por mi parte la opinión de que la teoría de los tres poderes -concepción previa a la era industrial- ya tiene un carácter obsoleto y que tampoco funciona en la mayoría de los países desarrollados. Que el verdadero poder -como casi todo el mundo sabe- es el del dinero. Esto no estaba tan claro como hoy, por lo que el ilustre profesor tampoco podía verlo.
La obra de Infiesta fue injustamente olvidada durante años por los claustros de nuestras facultades de Derecho. Tengo noticias alentadoras recientes que muestran que ha surgido el intento de reivindicar su legado. Con todo, creo que su referencia al papel de los procesos históricos y de madurez institucional tiene un núcleo racional sobre el que hay que pensar. Es obvio que quedan no pocas cosas pendientes por definir entre las relaciones entre los poderes ejecutivo y legislativo en las condiciones de Cuba.
Entrando en materia: preguntas en torno al debate constitucional actual
Cuando me toque participar en la discusión del texto constitucional voy a hacer dos preguntas, o si se quiere una familia por cada una de ellas.
Primera: ¿Por qué en el título V; Principios de la política educacional científica y cultural -que tiene 13 epígrafes- no se incluye uno referido a la necesidad de que el movimiento científico cubano supere la tendencia asimétrica, según la cual se da una prioridad unilateral, no excesiva, a las ciencias naturales -principalmente las biomédicas- con evidente subestimación a las Ciencias Sociales, que son las que tienen una incidencia directa en el desarrollo del modelo cubano?
De aquí se derivan otras inquietudes: ¿Por qué las ciencias del comportamiento (Economía, Sociología, Psicología -entre otras- tienen tan poca participación en el proceso de toma de decisiones en los diferentes niveles de gobierno ? ¿Por qué existe un número significativo de premios nacionales de Economía y Ciencias Sociales, identificados con los principios de nuestro socialismo que no son asesores directos del gobierno y no existen evidencias de que sus opiniones sean escuchadas, ni existan espacios para que puedan debatir directamente con los que toman las decisiones económicas en el país ? ¿Por qué cuando se celebra el día de la ciencia y se le dedica una mesa redonda no hay referencias a las mencionadas ciencias del comportamiento y se actúa como si no existieran? ¿Por qué en los eventos de economía y ciencias sociales y las defensas de doctorados de estas disciplinas los funcionarios y directivos de gobierno brillan por su ausencia? ¿Por qué la Asamblea Nacional no tiene un departamento de investigaciones que coordine con nuestras universidades las investigaciones pertinentes previas a cada periodo legislativo y que impidan que nuestros diputados se encuentren indefensos ante los informes de los ministros?
Todos conocemos la conocida afirmación de Fidel de que nuestro futuro tiene que ser necesariamente de hombres de ciencia y pensamiento. No es tan conocida sin embargo, la del primer secretario del partido Raúl Castro cuando señaló: «No podemos admitir que sucedan los problemas, tengamos conocimiento de ellos y no realicemos investigaciones profundas para saber por qué y como sucedieron.» (Reunión ampliada del Consejo de Ministros, Granma ,1ro de mayo de 2012) Pero no son pocos los funcionarios estatales que no las tienen en cuenta.
¿Hace falta mencionar algunos de los disparates cometidos recientemente en la esfera económica donde han predominado la improvisación y lo que el Che llamaba el «pragmatismo inconsecuente» ? (Por ejemplo, la creación apresurada de las Cooperativas no agropecuarias denunciada por el mismo primer secretario del partido por mencionar solo uno de ellos.)
Nadie niega la importancia de la Ciencias Naturales y Biomédicas en el desarrollo del país, pero tienen muy poco que aportar a los problemas candentes del desarrollo del modelo económico. Finalmente sugiero que en este titulo V sobre la ciencia se añada uno que diga:
-«El proceso de toma de decisiones fundamentales para el desarrollo económico y social del país debe estar fundamentado en estudios previos realizados por personal científico competente.»
El segundo tema sobre el que desearía hacer algunas preguntas es el relativo a la existencia de una cantidad significativa de diputados que carecen de vinculación directa con el territorio que dicen representar. Viven en Habana durante décadas y son diputados por un territorio oriental, a veces situado a más de mil kilómetros de distancia.
En mi barrio hubo un alto funcionario que representaba el municipio de Cacocum y salió a preguntarle a los vecinos orientales donde quedaba. Me cuenta un amigo, cercano a Alfredo Guevara, que este había sido electo como diputado por Jovellanos, y que Alfredo comentaba que debía pasar por allá pues no recordaba haber visitado alguna vez ese pueblo de Matanzas. ¿Por qué se eligen diputados que no tienen experiencias algunas relativas a los vecinos que deben representar?
En mi mismo municipio nunca he sabido a ciencia cierta quien tiene su representación en el parlamento, ni como este se entera directamente de las inquietudes de sus ciudadanos. El parlamento cubano es uno de los más grandes del mundo. Especialistas cubanos del tema aseguran que es casi del tamaño del de México, que tiene 10 veces más población que Cuba.
Sin embargo, no pueden atender sus asuntos a tiempo completo, pues no son profesionales y deben tener una plaza ocupada en algún centro laboral, plaza con la que no puede cumplir sus deberes a plenitud. En mi centro de trabajo había una diputada -abogada- que apenas tenía presencia física en el centro y la mayoría del colectivo deseaba que se trasladara.
La prensa ha informado que en las legislaturas de apenas tres días de duración se tratan unos 80 asuntos. ¿Cómo pueden profundizar en ellos en tan pocos días, y sin tener estudios previos en los que fundamentar sus criterios ni poder dedicar el tiempo necesario a su análisis?
Sugerencia: que se profesionalicen los diputados, que reciban un salario equivalente al de su puesto de trabajo y se amplíe el tiempo de las legislaturas.
Final
Dentro de poco, el parlamento se trasladará al Capitolio, edificio que está diseñado para otro tipo de órgano ente otras cosas porque refleja su carácter bicameral. ¿Dónde se van a meter los 600 diputados -ninguna de las dos cámaras tiene espacio para esa cantidad- y qué se van hacer con los cientos de oficinas que tiene ese edificio?
Nuestro gobierno ha mostrado un alto grado de confianza en la ciudadanía y esta le corresponde. Esperemos que haya percibido que se está metiendo en camisa de once varas.
Ricardo J. Machado. Sociólogo. Fue miembro del Consejo de Dirección de la Revista Pensamiento Crítico y profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Berlín. Asesor del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (1980-1994). Ha impartido docencia en universidades de América Latina. Fue profesor invitado de la Universidad de Berlín. Ha publicado varios textos relacionados con su especialidad: el factor humano en las organizaciones. Trabajó como consultor de las Naciones Unidas. Editó su más reciente libro en 2013 «Abrir y mantener un negocio por cuenta propia», por la editorial Ciencias Sociales.