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Relaciones científicas Cuba-Estados Unidos

Fuentes: Rebelión

En unos pocos años, las dos academias nacionales de ciencias más antiguas del mundo fuera de Europa- las de los Estados Unidos y Cuba- celebrarán su aniversario 150. No obstante, a pesar de la proximidad de ambas naciones y de muchos intereses científicos comunes, el embargo estadounidense sobre los intercambios con Cuba, que comenzó desde […]


En unos pocos años, las dos academias nacionales de ciencias más antiguas del mundo fuera de Europa- las de los Estados Unidos y Cuba- celebrarán su aniversario 150. No obstante, a pesar de la proximidad de ambas naciones y de muchos intereses científicos comunes, el embargo estadounidense sobre los intercambios con Cuba, que comenzó desde 1961 y actualmente se basa en la ley Helms-Burton de 1996 y regulaciones subsiguientes, ha bloqueado en gran medida los intercambios científicos. Es hora de establecer una nueva relación científica, no solo para atender retos compartidos en salud, el clima, la agricultura y la energía, sino también para comenzar a construir las bases de una cooperación en otras áreas.

Las restricciones a la cooperación científica entre Cuba y los Estados Unidos privan a ambas comunidades científicas de oportunidades que pueden beneficiar a nuestras sociedades, al igual que a otras de nuestro hemisferio, particularmente en el Caribe. Cuba se destaca científicamente en el manejo y mitigación de desastres, en la producción de vacunas y en la epidemiología; pero los científicos cubanos pueden beneficiarse aún más del acceso a instalaciones de investigación que están más allá de las posibilidades de cualquier país en vías de desarrollo y la comunidad científica de los Estados Unidos puede beneficiarse de la ciencia de alta calidad que se ha desarrollado en Cuba. Por ejemplo, Cuba se encuentra típicamente en el paso de los huracanes que se desplazan hacia los Estados Unidos continentales y que traen gran destrucción, como fue el caso del Huracán Katrina y de nuevo el mes pasado el Huracán Ike. Los científicos e ingenieros cubanos han aprendido a proteger las poblaciones amenazadas y a minimizar los daños. A pesar de que el huracán Ike estaba registrado como categoría 3 cuando golpeó a Cuba, hubo menos pérdida de vidas después de tres días de impacto, que las ocurridas cuando más tarde golpeó en Texas como un huracán de categoría 2. Compartir los conocimientos en esta esfera nos beneficia a todos.

Otro ejemplo importante en el que la cooperación científica pudiera salvar vidas es la extensa experiencia de investigación cubana sobre enfermedades tropicales, tales como el dengue. Esta enfermedad viral es epidémica en los trópicos, notablemente en las Américas, pero uno de los primeros brotes registrados tuvo lugar en Filadelfia, en el siglo XVIII. Hoy, uno de los centros más sobresalientes del mundo dedicados al estudio del dengue está en Cuba y aunque es muy activo en la cooperación científica con América Latina y África, casi no interactúa con científicos estadounidenses. El dengue es una amenaza para los Estados Unidos continentales y compartir recursos del conocimiento para contrarrestar brotes de la enfermedad sería una inversión en la seguridad de salud de ambos pueblos.

Cuba también ha dado importantes pasos en la biotecnología, incluyendo la producción de varias importantes vacunas y anticuerpos monoclonales. La investigación en Cuba continua expandiéndose en diversos campos, que van desde los tratamientos contra las adicciones hasta la preservación de la biodiversidad. Los científicos cubanos participan de la cooperación en investigaciones con muchos países, incluyendo al Reino Unido, Brasil, Méjico, China y la India. Sin embargo, no hay ningún programa de cooperación en la investigación con ninguna institución científica de los Estados Unidos.

El sistema de valores de la ciencia -apertura, comunicación compartida, integridad y un respeto por las evidencias- ofrece un marco para el intercambio abierto y pudiera auspiciar enfoques basados en la evidencia que se trasladen desde la ciencia a las arenas de la sociedad, la economía y la política. Además de permitir nivelar mutuamente conocimientos y recursos, los contactos científicos pudieran construir importantes lazos culturales y sociales entre los pueblos. Un reciente informe del Consejo de Relaciones Exteriores argumenta que los Estados Unidos necesitan reconstruir su compromiso con la América Latina porque ya no son la única fuerza significativa de este hemisferio. Las políticas estadounidenses que son vistas como penalizando injustamente a Cuba, incluyendo la imposición de limitaciones al comercio que se extienden hasta limitar las relaciones científicas, siguen minando la posición de los Estados Unidos en toda la región, especialmente porque ni Cuba ni ningún otro país del hemisferio, ha impuesto este tipo de regulaciones.

Para comenzar, reclamamos que la actual licencia que permite viajes limitados de científicos estadounidenses a Cuba, según dicta la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, sea ampliada de forma que permita una cooperación directa en investigaciones. A la vez, Cuba debe favorecer el aumento del intercambio científico. Permitir a los científicos que se relacionen plenamente no sólo apoyará el desarrollo en ciencias, sino que también pudiera favorecer interacciones positivas en otros frentes para promover el bienestar humano. El embargo de los Estados Unidos a Cuba ha limitado los intercambios en los últimos 50 años. Permítannos celebrar nuestros mutuos aniversarios dando inicio a una nueva era de cooperación.

Sergio Jorge Pastrana es el Secretario de Relaciones Exteriores de la Academia de Ciencias de Cuba. E-mail: [email protected]

Michael T. Clegg es el Secretario de Relaciones Exteriores de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos y Profesor Donald Bren de Ciencias Biológicas, Ecología y Biología de la Evolución en la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de California en Irvine. E-mail: [email protected]