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La nueva lectura de Marx de Michael Heinrich (XXII)

Relaciones de clase: el trabajador «doblemente libre»

Fuentes: rebelión

Seguimos en el capítulo IV -«Capital, plusvalor y explotación»- del libro de MH. Cinco apartados en total. El tercero de ellos: «Relaciones de clase: el trabajador «doblemente libre»», pp. 127-130.  Antes de entrar una materia un intercambio entre miembros de Espai Marx que tal vez sea de su interés: Una primera intervención. De Antonio Navas: […]

Seguimos en el capítulo IV -«Capital, plusvalor y explotación»- del libro de MH. Cinco apartados en total. El tercero de ellos: «Relaciones de clase: el trabajador «doblemente libre»», pp. 127-130. 

Antes de entrar una materia un intercambio entre miembros de Espai Marx que tal vez sea de su interés:

Una primera intervención. De Antonio Navas:

No sé si lo habéis leído, en particular el comentario muy crítico de Martínez Llaneza; se ocupa de un capítulo que ya hemos estudiado hace dos sesiones, pero carga a fondo contra el texto de Heinrich. No puedo, porque tendría que releer el original para contrastar las críticas de diverso tipo que le hace, pero a bote pronto me rechina la crítica que le hace a la determinación del valor-precio en el intercambio, a la teoría monetaria del valor. Ya no sólo el problema sobre la insistencia en acudir al libro III a pesar de las serias dudas sobre su autoría y composición, que no sé en qué medida a la teoría sobre la formación de los precios… Pero, dejando eso de lado, ésta sí parece una interpretación sustancialista clara y evidente si no ando muy despistado. Me choca porque entraría en contradicción con un aspecto que hasta donde recuerdo, me parece muy afirmado y clave en Das Kapital (pero hace mucho que lo leí y está claro que debería volver a leerlo para hablar en serio del asunto), y es la concepción del valor como relación social. Entendido eso, el asunto queda casi resuelto, queda aclarado; es decir, si es una relación social, entonces el valor de cambio no puede averiguarse mediante disquisiciones técnicas o académicas sobre la determinación de los precios; o sólo de forma abstracta, como ejercicio de laboratorio que da unas condiciones sociales fijas-congeladas en un instante; fuera de eso, es decir en el mundo real dependerá… de la dinámica de las relaciones sociales entre individuos, clases, etc…lo cual es un terreno no matemático, no científico…

Bueno, como diría el filósofo, no sé si no me estoy enterando de nada; en cualquier caso esa confrontación (la de Llaneza u otros) ayuda a situarse y entender mejor los debates históricos sobre la interpretación de EC que el propio Heinrich ya va apuntando.

 

El comentario de Joaquín Miras:

Estoy de acuerdo con lo que señalas Antonio. No he leído ahora a Llaneza, pero sí un texto que nos envió hace tiempo, cuando vino a una reunión de EM y comimos en un bar de Urrutia. Cometí el error de pedirle un texto, y su compañera, la hija de García Hortelano, me hizo envío del mismo. Esa es/era su tesis. No supe qué contestar y no le respondí, supongo que es el mayor feo que se puede hacer, pero, bueno así fue.

He decidido traducir el libro de Denis; que en principio será editado por VT si los derechos de autor no son disparatados. Ese libro en primer lugar, y el texto de Sacristán sobre EC, tras Fineschi, es lo mejor. Fineschi no plantea nunca las contradicciones internas, pero te describe las cosas y luego los otros, sin dejar lugar a dudas y desde puntos antagónicos en parte -no en colocar a Hegel en la cabeza de la inspiración del Marx maduro- explican cosas que permiten entender por qué Marx no publica.

 

Una aclaración sobre Henri Denis:

El libro de Henri Denis se titula L´»Economie» de Marx, histoire d´un échec, PUF 1980… Hago la traducción de forma militante. De hecho, ya he comenzado a traducir. En el peor de los casos, la traducción estará hecha y podemos hacerla correr

Denis, nacido en 1913, estuvo en la Resistence durante la 2 GM, era marxista, y hegeliano y fue especialista en historia del pensamiento económico. En Ed Ariel hay un manual suyo titulado así, que era la versión roja de esa materia y se usaba en las facultades de economía, cuando estas aún no se habían convertido en facultades de contabilidad.

Su reflexión y revisión de Marx le viene de que estudiaba la evolución de la economía de la URSS, y esto le induce a estudiar a Marx.

 

Cojo el hilo del apartado III.III.

Hasta ahora, señala MH, hemos caracterizado el capital solo de manera formal: una suma de valor que se valoriza, que efectúa el movimiento D-M-D’. Subsiste la pregunta de cómo es posible en general este movimiento: ¿de dónde viene la realidad del plusvalor?

Dentro de la circulación, señala, solo sería posible una valorización si la mercancía M fuera comparad por debajo de su valor o vendida por encima del mismo. En este caso, se podría acrecentar la suma del valor adelantada, pero «a la ganancia de un capitalista se le contrapone por un otro lado una pérdida de igual magnitud». En el conjunto se la sociedad, apunta MH, no se habría modificado la suma del valor: «sencillamente se ha repartido de otro modo, exactamente igual que si hubiera tenido lugar un simple robo».

De este modo, con esta conjetura, la ganancia capitalista se explicaría a partir de una violación de las leyes de la producción. Si suponemos las condiciones normales de producción y la circulación de mercancías, entonces forma parte de ellas el intercambio de equivalentes: «las mercancías intercambiadas tienen el mismo valor, lo que significa que el precio pagado es la expresión adecuada de la magnitud del valor de la mercancía y no expresa una fluctuación coyuntural; las mercancías son «intercambiadas a sus valores»»

Así pues, si el plusvalor (plusvalía) es un fenómeno normal de la producción capitalista de mercancías y no meramente una excepción, su existencia, apunta MH, tiene que ser explicada bajo el supuesto del «intercambio de equivalentes». Precisamente, señala, este es el problema que se plantea el clásico, Marx.

La reflexión marxiana, resumida por MH, es la siguiente:

1.Si se presupone el intercambio de equivalentes, el plusvalor no puede generarse en la circulación ni en el primer acto de la circulación (D-M) ni en el segundo (M-D’).

2. Entre ambos actos de la circulación tiene que tener lugar una transformación en la mercancía M.

3. Pero fuera de la circulación simple se consume el valor de uso de las mercancías compradas.

4. Por consiguiente, concluye MH, el poseedor de dinero tiene que encontrar en el mercado, un mercancía cuyo valor de uso tenga la propiedad de ser fuente (generadora) de valor, de modo que el consumo de esta mercancía genere valor.

5. De hecho, más valor del que ella misma cuesta.

6. Esta singular mercancía existe: es la mercancía fuerza de trabajo.

Con tal noción, prosigue MH, se hace referencia a la capacidad del hombre para ejecutar trabajo. En las condiciones de la producción de mercancías este gasto de trabajo puede convertirse en fuente de valor. «Si vendo mi fuerza de trabajo [fdet], le cedo a otro esta capacidad por un determinado lapso de tiempo».

Con la venta de la fdet., apunta MH, no se vende todo el hombre, no se convierte en un esclavo, pero tampoco se vende directamente el trabajo, pues el trabajo es solo, opina MH, la aplicación de la fdet. El hecho de que solo se venda la capacidad para trabajar y no el trabajo se pone de manifiesto, nos señala H, si en un momento dado faltan materias primas para la producción: el capitalista (llamado por MH «poseedor del dinero») no puede usar la fdet comprada por la falta de un elemento esencial para la producción.

Pero, matiza MH, que el poseedor de dinero encuentre la fdet como una mercancía en el mercado «no es algo que vaya de suyo». Se necesitan dos condiciones:

1. Tienen que existir seres humanos que puedan comportarse como propietarios de libres de su fuerza de trabajo, estando por tanto en condiciones de vender su fuerza de trabajo. Un esclavo o un siervo no están en esa situación 2. Los vendedores de fdet tienen que ser personas jurídicamente libres (¿Siempre, en cualquier circunstancia? La producción de mercancías en las condiciones de esclavismo durante el nacional-socialismo, y también en la España franquista, empuja a matizar esa afirmación. También el uso de fdet encarcelada, jurídicamente no libre, en condiciones de producción capitalista).

La segunda condición: dado que si esas personas disponen de medios de producción propios y pueden producir y vender mercancías ellos mismos o alimentarse de sus productos, es más que probable que no venderían su fdet. Por tanto, solo si además de ser jurídicamente libres, están también libres (en otro sentido: carecen) de propiedad material, se encontrarán forzados a vender su fuerza de trabajo como si fuera una mercancía. MH señala que «la existencia de estos trabajadores y trabajadoras «libres» en este doble sentido es el presupuesto social imprescindible de la producción capitalista».

Por lo tanto, sostiene Mh, el modo capitalista de producción se basa en una relación de clase completamente determinada: tiene que haber, por un lado, una clase de propietarios (poseedores de medios de producción y de dinero) y, por otra parte, una clase de trabajadores/as en su mayor parte carentes de propiedad, pero jurídicamente libres (¿por qué en su mayor parte?).

MH concluye: a esta relación de clase es a lo que se refiere generalmente Marx cuando habla, no de capital, sino de la relación de capital.

MH sostiene que con el término clase Marx alude a la posición social dentro de proceso social de producción. En el caso del mcp, a los propietarios de los medios de producción o a los hombres que están excluidos de esta propiedad.

En las clases, determinadas por su posición social, no se presupone entre los miembros que las integran una conciencia de clase automática o que se presente, sin más, una acción de clase común.A este nivel de la explicación, apunta MH, clase es una categoría puramente estructural. Si clase significa algo más, «tendrá que ser investigado en el contexto concreto correspondiente». La historia, la política, hacen aquí acto de presencia.

Una crítica de MH: cuando la sociología moderna (parte de ella debería haber escrito) cree reconocer, contra Marx, el fin de la sociedad de clases ya que en el capitalismo, se alega normalmente, existe ausencia de una conciencia de clase (MH cita en nota a Ulrich Beck y La sociedad del riesgo) dada la posibilidad de ascenso o de la individualización de la sociedad, anda desenfocada porque sus observaciones no afectan en absoluto al concepto estructural de clase que domina EC.

Sin embargo, otra crítica de MH a lo que llama el marxismo ideológico tradicional, ha deducido la existencia de una conciencia similar o incluso de unas acciones tendencialmente similares a partir de una situación estructuralmente simialr. De modo, sostiene MH, en lugar de entender la relación de clase, la dominación de clase, como una relación estructural, se la interpretó como una relación de fuerza entre clases sociales, una situación de fuerza en la que una clase impone su voluntad a otra.

MH insiste de nuevo en que la existencia de esta relación de clase (poseedores de medios de producción, trabajadores/as carentes de propiedad y jurídicamente libres), no es de ningún modo algo natural, sino resultado de un determinado desarrollo histórico. La historia cuenta por tanto.

Este desarrollo histórico, en opinión de MH, forma parte de la prehistoria del capitalismo. «Para seguir analizando sus estructuras fundamentales basta con presuponer el resultado de esta prehistoria». Por eso, apunta, el proceso histórico de surgimiento del «trabajador libre» (en el doble sentido señalado antes) es esbozado por Marx al final del primer libro de EC, capítulo XXIV (el penúltimo): «La llamada acumulación» (las páginas 359-410 en OME 41, la traducción de Sacristán).

Marx, comenta MH, muestra con el ejemplo de Inglaterra que se trató de un proceso extremadamente cruel y violento, que de ningún modo sucedió por la via del mercado, son palabras de MH, sino con la colaboración activa de los Estados (habló de ello en los apartados I.I y I.II).

Empero, así finaliza MH este apartado, la acumulación originaria no es «un proceso que se haya producido una sola vez: en el curso de la expansión mundial del capitalismo se desarrollan constantemente procesos semejantes».

 

Sobre esta misma entrega esta sustantiva reflexión de un asiduo de estas páginas, Manuel Martínez Llaneza:

En lo referente a la presente edición de MH no tengo mucho que decir: que no veo la necesidad de las vueltas anteriores para llegar a la plusvalía… pero bueno. Únicamente no entiendo la contraposición entre la ‘relación de clase’ como relación estructural o como relación de fuerza. Yo creo que, si entendemos ‘fuerza’ en el sentido más amplio -derecho e ideología incluidos- y no exclusivamente la represión policial, es una relación estructural impuesta y mantenida por la fuerza o, si quieres, una relación de fuerza devenida estructural, que es lo que se deduce de establecer en el párrafo siguiente que no es natural sino histórica (o natural con esta historia). ¿Es que la tasa de plusvalía la regalan generosamente y complacidos los trabajadores?

El siguiente apartado del libro de MH lleva por título «El valor de la mercancía fuerza de trabajo, plusvalor y explotación».

 

PS: Les copio una nueva reflexión (complementaria) del compañero Martínez Llaneza:

No sé si estás al tanto de la polémica que aparece en SP sobre la teoría monetaria moderna. Por si no, te envío el enlace al último artículo de Astarita, que referencia el primero de Roberts y la respuesta de Eduardo Garzón. Te convendría leerlo, si no lo has hecho, aunque sea por los conceptos manejados aun sin entrar en la valoración detallada: http://www.sinpermiso.info/textos/discusiones-en-torno-a-la-teoria-monetaria-moderna

Verás que hay muchos puntos en común en esta polémica con el trabajo que estás haciendo con MH y los comentarios que te hago. En términos generales y, en lo que respecta a lo nuestro, E. Garzón estaría en la línea keynesianista-liberal-monetarista de MH y yo apoyaría la línea marxista del valor de Astarita-Roberts. Digo ‘en términos generales’ porque el artículo opera sobre un panorama más amplio que el que nosotros hemos tratado hasta ahora, pero seguramente las diferencias seguirán su lógica en lo que resta.

Fíjate cómo -en varias ocasiones y en particular en el segundo párrafo de » La relación entre beneficio e inversión»- Astarita reprocha a Keynes (y a Garzón en consecuencia) olvidarse de la teoría del valor de Marx y también hace muchas referencias críticas al papel que asignan al dinero: lo que yo llamaría, si me gustaran esas terminologías, el fetichismo de la monetización.

Hay mucho más de interés: casi todo » Sobre el rol del dinero en el desarrollo económico» y, muy significativo el título, » Identidades macro y «desaparición» de la plusvalía» . ¡Tanto que se esforzó el pobre Marx! Me alegro mucho de haberlo encontrado. Ya me dirás lo que te parece.

Un fuerte abrazo marxista. Manuel

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.